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Algunos aspectos históricos de la lepra

Pedro López en 1572 quien lo administró hasta 1596, fecha en que instituyó herederos y patronos del mismo a sus descendientes (**); José Diego Medina lo cedió a los PP. Juaninos (religiosos de San Juan de Dios) quienes se hicieron cargo del hospital en 1721 (***)y lo administraron hasta 1821, con motivo de la extinción de la orden; después, su administración la llevó a cabo el Ayuntamiento hasta el 12 de agosto de 1862, fecha en que fueron trasladados los enfermos al hospital de San Pablo, después de su clausura, el hospital (junto con la Iglesia y el cementerio), quedaron inexistentes y en ruinas; cuando el hospital estaba activo, casi siempre había 50 enfermos aproximadamente, de los que era mayor el número de mujeres; costaba la manutención de cada enfermo $9 al mes (28,31,32,33).

(*) fortaleza dentro de la cual se guardaban, construían y reparaban las embarcaciones (bergantines) y desde donde se podía ofender y defender, levantada por disposición de Hernán Cortés

(**) José, Agustín, Nicolás, Catarina, María y Juana (hijos de su esposa Juana de León)

(***) en la misma fecha se le hicieron reparaciones a cargo de Buenaventura de Medina y Picazo, costando 110,244 pesos y 4 reales

El arzobispo de México Pedro Moya de Contreras, decía en el siglo XVI «los leprosos, por misericordia de Dios, son pocos en éstas tierras».

El 23 de enero de 1638, Álvaro Quiñones Osorio, marqués de Lorenzana, funda en Guatemala el Hospital de San Lázaro, «en vista de que los enfermos del mal de San Lázaro son numerosos y andan sueltos». En un diccionario maya-castellano, escrito por Fr. Pedro Beltrán de Santa Rosa María, en 1742, se hace mención de las palabras naycan y hauai, como sinónimos de lepra (6). Un nuevo Hospital de San Lázaro en la Nueva España fue fundado en la ciudad de Campeche, en 1785 (8). El 2 de enero de 1937, se fundó en México el dispensario antileproso Ladislao de la Pascua, el cual, en 1951 con funciones ampliadas a la atención de los padecimientos cutáneos, cambió su nombre por el de Centro Dermatológico. En 1948, se fundó la Asociación Mexicana de Acción contra la lepra, A.C. y el 25 de octubre de 1956, se publicó el primer número de su revista oficial, la llamada Dermatología Revista Mexicana, en ocasión de la celebración del III Congreso Iberolatinoamericano de Dermatología, celebrado en la ciudad de México (9,10,11,12).

La difusión de la lepra en tierras americanas se debió más que a los soldados conquistadores, a los esclavos negros (de Guinea, Senegal, Nigeria y Congo). La lepra fue identificada en los EUA, en Luisiana, en 1758; en Hawái, se creó la palabra mai pake (de mai, enfermedad y pake, China), lo que denota la procedencia de la enfermedad, para designar a la lepra; ahí en Hawái, en el islote de Molokai (lugar de aislamiento obligatorio para leprosos) destaca la labor del belga Josef Damián de Veuster (1840-1889), misionero de la Congregación de los Sagrados Corazones, quien contrajo ahí la enfermedad y fue beatificado en 1995 y canonizado en 2009 (6). Al conquistador de Colombia, Gonzalo Fernández de Córdoba, andaluz, se le conoció como El Adelantado Leproso; él decía que se había enfermado por las caminatas en las selvas y atravesar ríos, etc., pero Andalucía era un foco importante de la enfermedad (27).

Contribuciones mexicanas al conocimiento de la lepra

En 1852, Rafael Lucio Nájera e Ignacio Alvarado, publicaron un Opúsculo (*)en donde describían tres tipos de lepra: la lepra leonina o nodular (elefantiasis de los griegos), la lepra antonina o anestésica y, la lepra manchada o lazarina (8,13); esta última es la que ahora se conoce, a nivel mundial, como la lepra de Lucio o lepra «bonita» (3); por otra parte, Fernando Latapí Contreras llamó la atención (en 1938) sobre una reacción leprosa típica de este tipo de lepra lepromatosa difusa que se denomina en la actualidad como, fenómeno de Lucio (o fenómeno de Lucio-Latapi); así mismo, Latapi también, en 1944, en un Congreso celebrado en La Habana, propuso la denominación de lo que ahora se conocen como tipos indeterminados (los sudamericanos los denominaban incaracterísticos) (6).

(*) Lucio R, Alvarado I. Opúsculo sobre el mal de San Lázaro o elefantiasis de los griegos. Murguía y Cía., México, 1852

El agente causal

Está bien documentado que, en 1873, el médico noruego Gerhard Armauer Henrick Hansen, descubrió el bacilo que lleva su nombre y que es el agente causal de la lepra; dicho descubrimiento lo notificó en un artículo publicado en el suplemento del Norsk Magazin for Laegevidenskaben, al año siguiente (*); sin embargo, Hansen se mostró cauteloso en su publicación diciendo tan sólo que había encontrado en nódulos leprosos, elementos bacteriformes, posibles causantes de la enfermedad (6); en 1879 le envió muestras de tejido al alemán Albert Ludwig Sigesmund Neisser, quien aisló la bacteria, la tiñó (bacilo ácido-alcohol resistente, BAAR) (1) y anunció su descubrimiento, en 1880; lo anterior dio pie a una polémica acerca de quién había sido el que había identificado primero el germen causante de la lepra (13), por lo que hasta 1897, en el Primer Congreso Internacional de Lepra, en Berlín, se declaró por unanimidad a Hansen como el descubridor del agente patógeno de la lepra (6).

(*) Hansen GHA.Undersøgelser Angående Spedalskhedens Årsager (Investigaciones acerca de la etiología de la lepra). Norsk Mag Laegervidenskaben 1874;4:1–88

Éstas particularidades sobre el descubrimiento del germen causal de la lepra, podrían quizá dar pie a que los autores pusieran como fecha de tal descubrimiento el año 1873 o, 1874 o, 1879 o, 1880 o, 1897, y puede explicar el porqué un autor habla de que se trató de un codescubrimiento