Impacto de la lactancia materna exclusiva en el desarrollo inmunológico del lactante
Autora principal: Ana María Luca Simón
Vol. XX; nº 17; 923
Impact of exclusive breastfeeding on the infant´s immunological development
Fecha de recepción: 3 de agosto de 2025
Fecha de aceptación: 5 de septiembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 17 – Primera quincena de Septiembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 17; 923
Autores:
Ana María Luca Simón, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Marta Gascón Sánchez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Sanz Gómez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Patricia Cortés Egeda, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Resumen
La lactancia materna exclusiva (LME) durante los primeros seis meses de vida ofrece factores inmunológicos esenciales—como inmunoglobulinas secretorias, péptidos antimicrobianos, citocinas, factores de crecimiento, microbiota y oligosacáridos—que protegen al lactante frente a infecciones y promueven la maduración del sistema inmune, tanto innato como adaptativo. Este artículo realiza una revisión crítica de la literatura científica reciente, destacando mecanismos biológicos, beneficios clínicos a corto y largo plazo, impacto en tolerancia inmunológica y salud metabólica, así como recomendaciones para la práctica de enfermería. El análisis sugiere que fomentar la LME es una estrategia de salud pública eficaz para fortalecer la inmunidad infantil.
Palabras clave
lactancia materna exclusiva, inmunología, desarrollo inmune, inmunomodulación, oligosacáridos, microbiota
Abstract
Exclusive breastfeeding (EBF) during the first six months of life supplies infants with essential immunological factors—such as secretory immunoglobulins, antimicrobial peptides, cytokines, growth factors, microbiota, and oligosaccharides—that protect against infections and support the maturation of both innate and adaptive immunity. This article presents a critical review of recent scientific literature, emphasizing biological mechanisms, clinical benefits, tolerance induction, and metabolic health outcomes, along with nursing practice recommendations. The evidence supports EBF as an effective public health strategy to enhance infant immunity.
Keywords
exclusive breastfeeding, immunology, immune development, immunomodulation, oligosaccharides, microbiota
1. Introducción
La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva (LME) durante los primeros seis meses de vida, seguida de alimentación complementaria adecuada junto a la lactancia hasta los dos años o más. La LME no solo es la forma más completa y natural de alimentación para el recién nacido, sino que también constituye uno de los pilares fundamentales en el desarrollo inmunológico del lactante. Esto se debe a la concentración única de componentes bioactivos en la leche humana —inmunoglobulinas, citocinas, factores de crecimiento, microbiota, oligosacáridos y células vivas— que actúan coordinadamente para proteger, educar y modular el sistema inmunitario inmaduro del bebé, fortaleciendo su salud tanto en el corto como en el largo plazo.
A medida que el recién nacido ingiere leche materna, recibe protección pasiva inmediata frente a agentes patógenos. Además, se produce una inducción de memoria inmunológica activa, contribuyendo al desarrollo de una inmunidad adaptativa potente. La LME también favorece la colonización temprana del intestino con microorganismos beneficiosos, esenciales para el equilibrio inmunológico y la prevención de enfermedades autoinmunes, alérgicas y metabólicas.
Para el profesional de enfermería es esencial comprender los mecanismos y beneficios de la LME. No basta con recomendarla: es necesario ofrecer un acompañamiento integral que incluya soporte técnico, emocional, educativo y adaptado al contexto familiar. Este artículo se propone revisar la evidencia científica más actual sobre el impacto de la lactancia materna exclusiva en el desarrollo inmunológico del lactante, identificar los mecanismos de acción de los principales componentes bioactivos, examinar los beneficios clínicos desde los primeros días hasta la infancia y la adolescencia, y finalmente proponer estrategias de intervención de enfermería basadas en la mejor evidencia.
2. Composición inmunológica de la leche materna
2.1 Inmunoglobulinas
La principal inmunoglobulina presente en la leche materna es la IgA secretora (sIgA), cuya concentración es especialmente alta en el calostro y disminuye progresivamente con la maduración de la leche. La sIgA se une a patógenos en las mucosas del intestino, la nasofaringe y el tracto respiratorio, neutralizándolos antes de que penetren las células del hospedador, sin activar una respuesta inflamatoria. Esto es crucial para el lactante, cuyo sistema inmunitario aún está en desarrollo. La leche también contiene IgG e IgM, aunque en menor proporción; estas inmunoglobulinas complementan la protección, especialmente ante virus como rotavirus y Sars-CoV-2.
2.2 Péptidos antimicrobianos
La leche humana está enriquecida con:
Lactoferrina: un glicoproteína que se une al hierro, limitando su disponibilidad a bacterias, y que también moviliza monocitos, induce muerte celular programada en células infectadas y modula la inflamación.
Lisozima: enzima capaz de romper la pared celular bacteriana, especialmente en bacterias gram positivas.
Defensinas y catelicidinas: péptidos de la inmunidad innata que actúan frente a bacterias, virus y hongos, además de regular la respuesta neutrofílica.
Estos compuestos actúan no solo directamente sobre patógenos, sino también activando células del sistema inmune como macrófagos y células dendríticas.
2.3 Citocinas y factores de crecimiento
Las citocinas (IL-6, IL-10, TNF-α, TGF-β, entre otras) presentes en la leche materna modulan la respuesta inmunológica del lactante. La IL-10 y TGF-β tienen un rol crucial en el desarrollo de la tolerancia inmunológica, reduciendo la probabilidad de reacciones autoinmunes o alérgicas. También están presentes factores como EGF (factor de crecimiento epidérmico) y RGDF (factor de desarrollo de fibroblastos), que facilitan la maduración de la mucosa intestinal, reforzando su capacidad de una barrera física eficaz y de comunicación inmunológica con el entorno microbiano.
2.4 Oligosacáridos
Los oligosacáridos de la leche humana (HMOs, por sus siglas en inglés) representan el tercer componente más abundante tras lactosa y grasas. Estas moléculas no son digeribles por el lactante, pero ejercen un efecto prebiótico clave al favorecer el crecimiento de bacterias beneficiosas como Bifidobacterium. Además, bloquean la adhesión de patógenos a las células epiteliales y modulan las respuestas inflamatorias. El 2′-fucosilactobiose (2’FL) y otros HMOs específicos han demostrado disminuir la incidencia de diarrea y fortalecer la función inmune intestinal.
2.5 Microbiota
Durante la lactancia, la leche materna suministra una microbiota viva que se transfiere y se integra en el intestino del bebé. Los géneros principales son Bifidobacterium, Lactobacillus, Streptococcus y Staphylococcus. Esta colonización temprana:
Mejora la competencia contra patógenos.
Estimula la maduración del sistema inmune mucoso.
Afecta la tolerancia oral y la prevención de estados inflamatorios.
3. Mecanismos inmunológicos en el lactante
3.1 Protección pasiva inmediata
Durante la lactancia materna exclusiva, el bebé recibe una protección inmediata gracias a la transferencia de componentes inmunológicos vinculados a la leche. Las inmunoglobulinas, especialmente la IgA secretora, cubren las superficies mucosas del tracto gastrointestinal y respiratorio, bloqueando la adhesión de patógenos y reduciendo la inflamación local. Estudios como el Generation R en Países Bajos demuestran que la LME disminuye significativamente las infecciones respiratorias superiores, inferiores y gastrointestinales hasta al menos los 6 meses. Además, un estudio prospectivo con 926 lactantes evidenció una reducción significativa del riesgo de infecciones respiratorias (OR 0.58) y otitis media (OR 0.37) en aquellos con LME durante 6 meses.
3.2 Maduración activa del sistema inmunológico
Más allá de la protección pasiva, la leche materna estimula el desarrollo inmunológico neonatal:
Citocinas (IL-6, IL-10, TGF-β): regulan la inflamación, promueven la producción de IgA y favorecen la expansión de células T reguladoras (Tregs), esenciales para la tolerancia inmunológica y la prevención de enfermedades autoinmunes.
Péptidos antimicrobianos: como lactoferrina y lisosima, actúan bacteriostáticamente, activan macrófagos y controlan la inflamación.
Oligosacáridos humanos (HMOs): no digeribles, pero esenciales para poblar el intestino con bacterias beneficiosas como Bifidobacterium infantis. Además, actúan como «cebo» para patógenos, inhibiendo su adhesión y modulando respuestas celulares.
3.3 Tolerancia inmunológica y reducción de intolerancias/alergias
El ambiente inmunológico inducido por la leche materna favorece la tolerancia oral mediante la acción de TGF-β y los HMOs, reduciendo el riesgo de alergias alimentarias. En estudios preclínicos, HMOs como 2’FL y 6’SL han demostrado inducir células T reguladoras que mitigan respuestas alérgicas alimentarias.
4. Evidencia clínica y epidemiológica
4.1 Reducción de infecciones gastrointestinales y respiratorias
Los datos epidemiológicos son contundentes:
En más de 15 000 lactantes del Reino Unido, la LME de al menos 4–6 meses redujo significativamente el riesgo de infecciones respiratorias (RR ≈1.24–1.28 sin LME) y diarreicas (RR ≈1.42–1.66) en comparación con aquellos que no continuaron lactancia exclusiva.
Una revisión sistemática en países industrializados (21 estudios) evidenció que la LME reduce infecciones gastrointestinales y respiratorias con efectos dosis-respuesta.
En ambientes de alta carga infectocontagiosa, la LME también está asociada con protección contra la neumonía, mostrando menor incidencia, hospitalización y mortalidad.
4.2 Otitis media y otras infecciones comunes
La LME disminuye la incidencia de otitis media aguda. En bebés amamantados exclusivamente durante seis meses, el riesgo de este trastorno es significativamente menor comparado con los alimentados con fórmula.
4.3 Impacto en enfermedades alérgicas y autoinmunes
La ausencia de LME está asociada con mayor riesgo de asma y neumonía en menores de cinco años (RR hasta 2.34 para neumonía y +21% para asma). Una revisión reciente en Suecia concluyó que la no LME aumentó el riesgo de infecciones respiratorias y digestivas (IRR ≈2.5–3.3).
4.4 Beneficios metabólicos a largo plazo
Aunque los mecanismos aún se estudian, se observa que la LME se asocia con una menor incidencia de obesidad infantil, enfermedades metabólicas e incluso de enfermedades crónico-degenerativas en la adultez. La producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) por bacterias como Bifidobacterium, estimuladas por los HMOs, contribuye a la salud metabólica y al equilibrio inmunológico.
5. Influencia de factores moduladores
El impacto de la lactancia materna exclusiva no es uniforme: diversos factores maternos e infantiles modulan su efecto inmunológico:
5.1 Etapa de la lactancia
El calostro contiene niveles excepcionalmente elevados de sIgA, lactoferrina y citocinas (IL-6, IL-8, TNF-α) en comparación con la leche madura.
A medida que la lactancia progresa, las concentraciones bajan, aunque la función inmunológica persiste.
5.2 Nutrición y estado materno
La alimentación materna influye directamente. Un patrón nutricional rico en grasas o azúcares incrementa perfiles inflamatorios (TNF-α, IL-6) en la leche y altera el equilibrio de ILC3 y Treg en el bebé, lo cual puede predisponer a eventos inflamatorios tempranos.
5.3 Modo de parto y antibioterapia perinatal
El nacimiento por cesárea y el uso de antibióticos disminuyen la diversidad bacteriana en la leche; se han documentado bajadas en Bifidobacterium y Lactobacillus, alterando el efecto prebiótico de la LME.
5.4 Perfil genético materno
La presencia o ausencia de la enzima FUT2 define perfiles de HMOs (como 2’FL). Esta variación genética afecta la composición de la microbiota neonatal y modula la eficacia inmunoprotectora.
5.5 Entorno geográfico y cultural
Proyectos como DIABIMMUNE (Finlandia, Estonia, Rusia) evidencian que duraciones más largas de LME (≥6 meses) se relacionan con concentraciones séricas reducidas de múltiples quimiocinas y citocinas (GM-CSF, IFN-γ, IL-21, IL-13) hasta los 24 meses.
Esto sugiere una programación inmunológica más tolerante alargada que trasciende lo local.
6. Implicaciones para la práctica de enfermería en la instauración de la lactancia materna exclusiva
6.1 Introducción al rol de enfermería
La instauración de la lactancia materna exclusiva (LME) es un proceso complejo, especialmente en las primeras horas y días tras el parto. El papel de la enfermería es decisivo para asegurar que la madre y el lactante inicien correctamente este vínculo biológico y afectivo, optimizando los beneficios inmunológicos, nutricionales y emocionales que ofrece la leche materna. Las y los profesionales de enfermería, presentes en todos los niveles del sistema de salud, constituyen el primer y más frecuente punto de contacto con las madres durante el embarazo, parto, puerperio y controles del recién nacido.
Además de su rol asistencial, enfermería tiene responsabilidades educativas, preventivas, resolutivas y éticas, que deben enfocarse tanto en garantizar el inicio efectivo de la lactancia como en acompañar su mantenimiento, desde una perspectiva centrada en la familia, respetuosa de la cultura y basada en evidencia científica.
6.2 Valoración y preparación prenatal
El acompañamiento debe comenzar en el control prenatal. Enfermería debe:
Evaluar conocimientos, creencias y expectativas maternas sobre lactancia.
Identificar factores de riesgo que podrían dificultar la LME (pezones invertidos, ansiedad materna, patologías preexistentes, antecedente de cesárea, etc.).
Fomentar la participación del entorno familiar (pareja, abuelos, redes de apoyo).
Enseñar sobre los beneficios inmunológicos de la leche materna (transmisión de anticuerpos, maduración inmune, microbiota, tolerancia inmunológica).
6.3 Intervención inmediata postparto
El papel de enfermería en las primeras horas posparto es crítico:
Favorecer el contacto piel con piel inmediato, dentro de la primera hora tras el nacimiento. Esta práctica mejora la tasa de instauración de la lactancia y estabiliza al recién nacido.
Guiar el primer amamantamiento: enseñar técnicas de agarre correcto, posturas, signos de transferencia efectiva de leche (deglución, saciedad).
Evitar interferencias innecesarias: como el uso de biberones, chupones o separación madre-hijo, a menos que haya una indicación clínica.
El inicio precoz de la lactancia (dentro de la primera hora) reduce la mortalidad neonatal hasta en un 22%, según estudios de la OMS.
6.4 Acompañamiento durante la estancia hospitalaria
El equipo de enfermería debe ofrecer acompañamiento continuo:
Monitorear tomas frecuentes y eficaces: explicar que el calostro es suficiente y que no es necesario suplementar si el bebé succiona bien.
Prevenir y tratar complicaciones: como grietas, dolor al amamantar, ingurgitación o mastitis.
Brindar apoyo emocional: muchas madres se sienten inseguras o presionadas; el acompañamiento empático, sin juicios, mejora la autoconfianza.
Fomentar el alojamiento conjunto: esto facilita la lactancia a libre demanda, fundamental para la regulación de la oferta y la estimulación de la prolactina.
6.5 Seguimiento ambulatorio y continuidad del cuidado
En la atención postalta, enfermería debe asegurar una continuidad del cuidado comunitario, especialmente en visitas domiciliarias, centros de salud y campañas de promoción:
Controlar peso, hidratación, coloración y eliminación del bebé.
Orientar sobre signos normales (crisis de crecimiento, lactancia nocturna frecuente) y signos de alarma.
Promover la vacunación materna (COVID-19, influenza, tos ferina), ya que estos anticuerpos se transmiten al bebé por la leche, reforzando su inmunidad.
Desmitificar creencias erróneas (como que la leche «es poca» o «no alimenta»), muchas veces perpetuadas por familiares o medios de comunicación.
Un seguimiento adecuado en el primer mes posparto puede duplicar las tasas de lactancia exclusiva al segundo mes de vida.
6.6 Enfrentamiento de barreras sociales y culturales
El personal de enfermería debe actuar también como agente de cambio social:
Promover ambientes laborales e institucionales amigables con la lactancia (espacios de lactancia, horarios flexibles).
Abogar por licencias posnatales adecuadas y políticas públicas que protejan la lactancia.
Respetar las prácticas culturales sin dejar de ofrecer información basada en evidencia.
Identificar grupos vulnerables (adolescentes, madres solteras, mujeres migrantes) y adecuar estrategias específicas para cada caso.
Enfermería debe trabajar desde una perspectiva intercultural y de género, brindando acompañamiento horizontal, sin imposiciones ni culpabilización.
6.7 Educación continua y liderazgo profesional
El equipo de enfermería necesita también capacitación constante:
Actualización en nuevas evidencias sobre inmunología de la leche humana.
Conocimiento de técnicas de asesoría en lactancia y resolución de problemas comunes.
Participación activa en iniciativas como la Iniciativa Hospital Amigo del Niño (IHAN) o programas de salud maternoinfantil locales.
Liderazgo en comités interdisciplinarios de lactancia, donde su voz técnica y cercana a la comunidad es fundamental.
Conclusiones
La evidencia revisada muestra que la lactancia materna exclusiva durante al menos seis meses:
Transfiere inmunidad pasiva (IgA, péptidos antimicrobianos) que protege frente a patógenos.
Promueve una programación inmunológica tolerante, con menor inflamación y menor riesgo de alergias, autoinmunidad y enfermedades metabólicas.
Su efecto se potencia o atenúa según factores como alimentación y salud materna, tipo de parto y genética (profieren HMOs).
La enfermería, con formación, habilidades técnicas, comunicación empática y conocimiento cultural, es clave para maximizar estos beneficios inmunológicos y reducir desigualdades en lactancia.
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