Influencia de la nutrición en la inflamación y el control de la artritis reumatoide. Revisión bibliográfica
Autora principal: Tania Lorenzo González
Vol. XX; nº 23; 1114
Influence of nutrition on inflammation and control of rheumatoid arthritis. Literature review
Fecha de recepción: 30 de octubre de 2025
Fecha de aceptación: 3 de diciembre de 2025
Fecha de publicación: 12 de diciembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 23 – Primera quincena de Diciembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 23; 1114 – DOI: https://doi.org/10.64396/23-1114 – Cómo citar este artículo
Autores:
Tania Lorenzo González. Dietista – Nutricionista. Sergas (Galicia). Área Sanitaria de A Coruña, España.
Resumen
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune crónica caracterizada por inflamación persistente de las articulaciones, daño estructural progresivo y deterioro de la calidad de vida. En los últimos años, la evidencia científica ha mostrado un creciente interés en el papel modulador de la nutrición sobre los procesos inflamatorios asociados a la enfermedad. Diversos estudios sugieren que determinados patrones dietéticos, como la dieta mediterránea o las dietas ricas en ácidos grasos Omega-3, antioxidantes y compuestos polifenólicos, pueden contribuir a reducir la actividad inflamatoria y mejorar los síntomas clínicos. Estos efectos se relacionan con la modulación de citocinas proinflamatorias, el estrés oxidativo y la composición de la microbiota intestinal.
Aún así, la evidencia actual apoya la incorporación de estrategias nutricionales como complemento al tratamiento farmacológico convencional, orientadas a mejorar el control de la inflamación y la evolución clínica de los pacientes con artritis reumatoide.
Palabras clave
Artritis reumatoide, inflamación, enfermedades autoinmunes, omega-3, dieta antiinflamatoria, estrés oxidativo.
Abstract
Rheumatoid arthritis is a chronic autoimmune disease characterized by persistent joint inflammation, progressive structural damage, and a decline in quality of life. In recent years, scientific evidence has shown a growing interest in the modulating role of nutrition on the inflammatory processes associated with the disease. Several studies suggest that certain dietary patterns, such as the Mediterranean diet or diets rich in Omega-3 fatty acids, antioxidants, and polyphenolic compounds, can contribute to reducing inflammatory activity and improving clinical symptoms. These effects are related to the modulation of pro-inflammatory cytokines, oxidative stress, and the composition of the gut microbiota.
Even so, current evidence supports the incorporation of nutritional strategies as a complement to conventional pharmacological treatment, aimed at improving inflammation control and the clinical course of patients with rheumatoid arthritis.
Keywords
Rheumatoid arthritis, inflammation, autoimmune diseases, omega-3, anti-inflammatory diet, oxidative stress.
1. Introducción
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune, inflamatoria y crónica, que afecta principalmente a las articulaciones. Se caracteriza por una respuesta anormal del sistema inmunitario que provoca inflamación persistente de la membrana sinovial (el tejido que cubre las articulaciones), lo que con el tiempo puede causar dolor, hinchazón, rigidez y destrucción progresiva del cartílago y el hueso.
La causa exacta es desconocida, pero se sabe que resulta de una interacción entre factores genéticos, inmunológicos y ambientales, entre los que podemos destacar:
– Factores genéticos. La presencia del alelo HLA-DR4 aumenta el riesgo.
– Factores ambientales. El tabaquismo, las infecciones, los desequilibrios hormonales y, en menor medida, la dieta.
Cada vez hay más evidencia de que la alimentación influye en la inflamación sistémica, pudiendo modificar la evolución de la enfermedad.
La prevalencia mundial de artritis reumatoide se estima entre 0,3-1% de la población adulta, siendo más común en mujeres (relación mujer:hombre ≈ 3:1). Suele presentarse entre los 35 y los 55 años, aunque puede aparecer a cualquier edad.
Los factores de riesgo de la artritis reumatoide son diversos e incluyen aspectos genéticos, ambientales, hormonales y del estilo de vida. Ninguno de ellos causa la enfermedad por sí solo, pero su combinación puede aumentar significativamente la probabilidad de desarrollarla. Entre ellos se encuentran:
Factores genéticos
– Antecedentes familiares de AR: tener un familiar de primer grado con la enfermedad, aumenta 2-3 veces el riesgo.
– Genes del complejo HLA: se asocian fuertemente con una respuesta inmune anormal frente a proteínas propias (anticuerpos).
Factores ambientales
– Tabaquismo: es el factor ambiental más importante. Incrementa el riesgo de AR y se asocia con formas más graves y seropositivas (con factor reumatoide o anticuerpos anti-CCP).
– Exposición ocupacional: contacto prolongado con sílice, asbesto o polvo mineral.
– Infecciones: ciertos agentes infecciosos podrían actuar como desencadenantes en personas genéticamente predispuestas.
– Contaminación ambiental: exposición a partículas finas o contaminación del aire podría aumentar el riesgo.
Factores hormonales
– La AR es 3 veces más frecuente en mujeres.
– Influye la fluctuación hormonal, especialmente de estrógenos y progesterona.
– Algunos estudios sugieren: un mayor riesgo postparto y una disminución del riesgo con el uso de anticonceptivos orales o durante el embarazo.
Factores del estilo de vida
– Obesidad: se asocia con inflamación crónica de bajo grado y mayor riesgo de AR.
– Dieta inadecuada: alto consumo de grasas saturadas y bajo de antioxidantes o ácidos grasos omega-3.
– Sedentarismo: contribuye al riesgo inflamatorio general.
– Estrés crónico: puede alterar la función inmunológica y hormonales.
Dieta mediterránea y patrones antiinflamatorios
El modelo dietético más aconsejado es la dieta mediterránea (DM), por su efecto antiinflamatorio y antioxidante. Los patrones dietéticos actuales, mal conocidos como «dietas antiinflamatorias» están diseñados para reducir la inflamación crónica, al enfatizar el consumo de alimentos con propiedades antiinflamatorias. La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de alimentos frescos y naturales, ricos en fibra, grasas saludables y micronutrientes protectores. Las características principales de la dieta mediterránea son:
– Consumo abundante de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
– Uso de aceite de oliva virgen extra como principal fuente de grasa.
– Consumo regular de pescado azul (salmón, sardina, atún), por su contenido en ácidos grasos Omega-3.
– Incorporación de frutos secos y semillas (nueces, linaza, chía…).
– Ingesta moderada de lácteos bajos en grasa y carnes blancas.
Es importante limitar el consumo de alimentos proinflamatorios, como las grasas saturadas y trans (presentes en carnes procesadas, embutidos y comidas fritas y ultraprocesadas). También se recomienda reducir el consumo de azúcares refinados, harinas blancas, bebidas azucaradas y alcohol, ya que pueden aumentar la inflamación y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. De igual forma, se aconseja moderar la ingesta de sal, para evitar la retención de líquidos y la hipertensión arterial.
Nutrientes con efecto antiinflamatorio
Diversos estudios han demostrado que ciertos componentes de la dieta poseen efectos antiinflamatorios, antioxidante y protectores sobre las articulaciones, contribuyendo así a disminuir la actividad de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Entre los nutrientes más destacados están:
– Ácidos grasos Omega-3. Presentes en pescados grasos como el salmón, la sardina y el atún, así como en semillas de linaza, chía y nueces. Estos lípidos poliinsaturados poseen una reconocida acción antinflamatoria, ya que reducen la producción de citocinas inflamatorias y pueden disminuir la rigidez matutina y el dolor articular, además de permitir una menor necesidad de fármacos antiinflamatorios.
– Antioxidantes (vitaminas C, E y polifenoles). Se encuentra en frutas cítricas, pimientos, espinacas, aceite de oliva y té verde. Estos compuestos neutralizan los radicales libres responsables del estrés oxidativo, un proceso que contribuye al daño articular y a la progresión de la enfermedad inflamatoria.
– La vitamina D. Esta vitamina cumple un papel esencial, no solo en el mantenimiento de la salud ósea, sino también en la modulación del sistema inmunitario. Su deficiencia se asocia con mayor actividad de la enfermedad y un mayor riesgo de osteoporosis. Se obtiene, principalmente a través de la exposición solar, y del consumo de pescados azules, huevos y lácteos fortificados.
– El calcio. Es necesario para preservar la densidad mineral ósea, especialmente en pacientes que reciben tratamiento prolongado con corticoides, los cuales aumentan el riesgo de pérdida ósea. Sus principales fuentes son los lácteos, las almendras, el brócoli y las sardinas.
– El zinc y el selenio. Ayudan reforzando el sistema inmunológico y presentan propiedades antioxidantes que ayudan a proteger las articulaciones del daño celular. Estos nutrientes se encuentran en mariscos, carnes magras, cereales integrales y nueces de Brasil.
– Fibra dietética. Está presente en legumbres, frutas, verduras y cereales integrales. Favorece una microbiota intestinal equilibrada, lo que contribuye a regular la respuesta inflamatoria sistémica. En la misma línea, los probióticos, como los presente en el yogur natural, el kéfir y otros alimentos fermentados, ayudan a mantener un equilibrio intestinal saludable y pueden modular favorablemente el sistema inmune.
En conjunto, estos nutrientes actúan de manera complementaria para reducir la inflamación, fortalecer las defensas del organismo, proteger los huesos y mejorar la respuesta del cuerpo al tratamiento médico. Por ello, se recomienda una dieta variada, rica en alimentos frescos y naturales, que incluya fuentes adecuadas de grasas saludables, vitaminas, minerales, fibra y probióticos, como parte fundamental del manejo integral de la artritis reumatoide.
Microbiota intestinal y artritis reumatoide
En particular, cabe destacar el papel de la microbiota intestinal (el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto digestivo) en el equilibrio del sistema inmunológico. En los últimos años, numerosos estudios han demostrado que las alteraciones en la composición y función de la microbiota (conocido como disbiosis intestinal), pueden estar implicadas en el desarrollo y la progresión de enfermedades autoinmunes, entre ellas la artritis reumatoide.
En condiciones normales, la microbiota mantiene una relación simbiótica con el organismo, contribuyendo a la digestión, la síntesis de vitaminas y la regulación de la respuesta inmunitaria. Sin embargo, cuando se produce una alteración de su equilibrio, aumentan las bacterias potencialmente patógenas, y disminuyen las especies beneficiosas, lo que favorece una respuesta inflamatoria anómala. Este desequilibrio puede afectar a la permeabilidad intestinal y permitir el paso de moléculas proinflamatorias al torrente sanguíneo, activando el sistema inmunitario y promoviendo la inflamación sistémica característica de la artritis reumatoide.
Por ello, el mantenimiento de una microbiota intestinal equilibrada se considera una estrategia complementaria en el manejo de la artritis reumatoide. Aunque aún se requieren más estudios para establecer tratamientos específicos basados en probióticos o trasplantes de microbiota, la evidencia actual sugiere que una dieta saludable y antiinflamatoria puede contribuir a restaurar el equilibrio intestinal modular favorablemente la respuesta inmune.
Recomendaciones adicionales
Otro aspecto fundamental es mantener un peso corporal adecuado, ya que el sobrepeso incrementa la carga sobre las articulaciones y favorece la inflamación. Por ello, la alimentación debe acompañarse de actividad física regular y adaptada a las condiciones del paciente. Asimismo, se debe asegurar una buena hidratación y evitar el tabaquismo, ya que el tabaco agrava la progresión de la enfermedad y reduce la eficacia de los tratamientos.
Una alimentación equilibrada, basada en el patrón mediterráneo, es una herramienta complementaria esencial en el tratamiento de la artritis reumatoide. Ayuda a controlar la inflamación, a proteger las articulaciones y mejorar la calidad de vida del paciente, siempre acompañada de un seguimiento médico y nutricional adecuado.
2. Objetivos
El objetivo principal del presente trabajo es analizar la evidencia científica disponible sobre la influencia de la nutrición y los patrones dietéticos en la fisiopatología, evolución clínica y manejo terapéutico de la inflamación y de la artritis reumatoide.
Como objetivos secundarios puede establecerse, entre otros:
– Revisar la relación entre diferentes patrones dietéticos (dieta mediterránea, dieta vegana o vegetariana…) y la actividad inflamatoria en la artritis reumatoide.
– Identificar los diferentes nutrientes y compuestos (ácidos grasos Omega-3, antioxidantes y polifenoles) que pueden influir en la modulación de la respuesta inflamatoria.
3. Metodología
Para la realización de este trabajo, se ha llevado a cabo una investigación consistente en una revisión bibliográfica, búsqueda y análisis de diferentes artículos. Para ello se emplearon las bases de datos más conocidas (Pubmed, Scielo, Elservier, Medline y Google Académico). Se revisaron para el estudio publicaciones en varios idiomas (español e inglés), siendo un motivo excluyente la fecha de publicación.
Las palabras clave que se han utilizado para la revisión fueron: artritis reumatoide, inflamación, enfermedades autoinmunes, omega-3, dieta antiinflamatoria, estrés oxidativo.
4. Resultados y conclusión
La revisión bibliográfica realizada evidencia que la nutrición desempeña un papel relevante en la modulación de la respuesta inflamatoria y en la evolución clínica de la artritis reumatoide. Diversos estudios coinciden en que los patrones dietéticos saludables, particularmente la dieta mediterránea, se asocian con una disminución de la actividad inflamatoria, menor dolor articular y mejora en la calidad de vida de los pacientes.
El consumo regular de ácidos grasos Omega-3 provenientes de pescados grasos, semillas y frutos secos ha mostrado reducir la producción de citocinas proinflamatorias y favorecer la regulación inmunitaria. De la misma forma, las dietas ricas en antioxidantes, polifenoles y fibra, contribuyen a disminuir el estrés oxidativo y a mejorar el equilibrio de la microbiota intestinal, factores implicados en la fisiopatología de la enfermedad.
Sin embargo, la evidencia disponible presenta mucha heterogeneidad, con variaciones en el tipo de intervención, la duración de los estudios y el tamaño de las muestras. A pesar de ello, la tendencia general sugiere un efecto beneficioso de los hábitos alimentarios antiinflamatorios en el control de la artritis reumatoide.
La evidencia científica actual respalda la idea de que la nutrición puede influir de forma significativa en los procesos inflamatorios y autoinmunes de la AR. Aunque no reemplaza el tratamiento farmacológico, una alimentación equilibrada y basada en patrones dietéticos antiinflamatorios, puede actual como estrategia para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes.
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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.