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Isquemia mesentérica: avances en diagnóstico, manejo y perspectivas terapéuticas

Isquemia mesentérica: avances en diagnóstico, manejo y perspectivas terapéuticas

Autora principal: Joselyn Andrea Marín Navarro

Vol. XX; nº 04; 129

Mesenteric ischemia: advances in diagnosis, management and therapeutic perspectives

Fecha de recepción: 26/01/2025

Fecha de aceptación: 21/02/2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 04 Segunda quincena de Febrero de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 04; 129

Autores:

Dra. Joselyn Andrea Marín Navarro.

Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Código Medico 18771

Dra. Katharine Espinoza Juárez.

Médico general, investigadora Independiente. Guanacaste, Costa Rica.

Código Medico 17720

Dra. Mariana Jiménez Obando.

Médico general, investigadora Independiente. Heredia, Costa Rica.

Código Medico 14321

Dra. Sindy Margoth Navarro Rivera.

Médico general, investigadora Independiente. Heredia, Costa Rica.

Código Medico 15944

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Resumen:

La isquemia mesentérica es una condición grave caracterizada por la disminución del flujo sanguíneo hacia los intestinos, lo que puede causar hipoperfusión tisular y necrosis intestinal, con una alta tasa de mortalidad, especialmente en casos agudos. Se clasifica en isquemia mesentérica aguda y crónica. La isquemia mesentérica aguda tiene un inicio abrupto, generalmente causado por embolias o trombosis, y requiere una intervención quirúrgica urgente para evitar la necrosis intestinal y la sepsis. La isquemia mesentérica crónica, por su parte, se desarrolla lentamente debido a la aterosclerosis y se presenta con dolor abdominal después de las comidas y pérdida de peso, siendo tratada principalmente con técnicas endovasculares.

El diagnóstico de ambas formas de isquemia mesentérica se realiza principalmente mediante angiografía por tomografía computarizada, que permite detectar obstrucciones vasculares y guiar las decisiones terapéuticas. En cuanto a los factores de riesgo, la edad avanzada, la aterosclerosis, la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca son cruciales, y las comorbilidades como la hipertensión y la enfermedad renal crónica agravan el pronóstico.

El tratamiento inicial incluye estabilización hemodinámica, anticoagulación y antibióticos. En casos agudos, la revascularización quirúrgica o endovascular es esencial para restaurar el flujo sanguíneo. Las complicaciones incluyen necrosis intestinal, peritonitis, sepsis y malabsorción en la isquemia mesentérica crónica. El pronóstico depende de factores como la rapidez del diagnóstico, el tipo de isquemia y la presencia de comorbilidades, con tasas de mortalidad superiores al 50% en la isquemia mesentérica aguda.

Palabras clave: Isquemia mesentérica, flujo sanguíneo, necrosis intestinal, angiografía revascularización, trombosis.

Abstract:

Mesenteric ischemia is a serious condition characterized by decreased blood flow to the intestines, which can cause tissue hypoperfusion and intestinal necrosis, with a high mortality rate, especially in acute cases. It is classified into acute and chronic mesenteric ischemia. Acute mesenteric ischemia has an abrupt onset, usually caused by embolism or thrombosis, and requires urgent surgical intervention to prevent intestinal necrosis and sepsis. Chronic mesenteric ischemia, on the other hand, develops slowly due to atherosclerosis and presents with abdominal pain after meals and weight loss, being treated mainly with endovascular techniques.

The diagnosis of both forms of mesenteric ischemia is mainly made by computed tomography angiography, which allows the detection of vascular obstructions and guides therapeutic decisions. Regarding risk factors, advanced age, atherosclerosis, atrial fibrillation and heart failure are crucial, and comorbidities such as hypertension and chronic kidney disease worsen the prognosis.

Initial treatment includes hemodynamic stabilization, anticoagulation and antibiotics. In acute cases, surgical or endovascular revascularization is essential to restore blood flow. Complications include intestinal necrosis, peritonitis, sepsis and malabsorption in chronic mesenteric ischemia. The prognosis depends on factors such as the speed of diagnosis, the type of ischemia and the presence of comorbidities, with mortality rates higher than 50% in acute mesenteric ischemia.

Keywords: Mesenteric ischemia, blood flow, intestinal necrosis, revascularization angiography, thrombosis.

Introducción:

La isquemia mesentérica es una afección caracterizada por la disminución del flujo sanguíneo hacia los intestinos, lo que provoca hipoperfusión tisular y puede llevar a la necrosis intestinal. Se trata de una emergencia médica crítica debido a su alta tasa de mortalidad, especialmente en los casos agudos. La isquemia mesentérica se clasifica en formas agudas y crónicas, cada una con presentaciones clínicas y estrategias de manejo distintas. Comprender las particularidades de estas clasificaciones es fundamental para un diagnóstico e intervención oportunos (1).

La isquemia mesentérica implica un suministro sanguíneo insuficiente a los vasos mesentéricos, afectando la viabilidad intestinal (1). Es una condición potencialmente mortal con una alta tasa de mortalidad, particularmente en casos agudos, donde puede producirse una rápida necrosis intestinal y sepsis (1). La incidencia de la isquemia mesentérica aguda varía entre 0.63 y 12.9 casos por cada 100,000 personas al año, mientras que la isquemia mesentérica crónica es menos común, con una incidencia de hasta 3 casos por cada 100,000 personas (2).

La clasificación de la isquemia mesentérica se divide en aguda y crónica. La isquemia mesentérica aguda (IMA) es más prevalente que las formas crónicas y suele manifestarse con un inicio rápido de síntomas, como dolor abdominal severo, que puede progresar a un infarto intestinal (1). Esta condición requiere una intervención inmediata, siendo la revascularización quirúrgica abierta el estándar de oro en el tratamiento (3).

Por otro lado, la isquemia mesentérica crónica (IMC) se desarrolla de manera gradual debido a bloqueos ateroscleróticos, lo que provoca dolor postprandial y pérdida de peso (4). Las técnicas endovasculares son preferidas para su tratamiento debido a su menor morbilidad, aunque conllevan un riesgo de restenosis (3; 4). El diagnóstico de la isquemia mesentérica crónica es complicado debido a su rareza y a la inespecificidad de sus síntomas, lo que hace necesario el uso de técnicas de imagen avanzadas como la angiografía por tomografía computarizada (2).

El objetivo de este artículo es analizar de manera integral la isquemia mesentérica, abordando sus aspectos clínicos, clasificación en formas aguda y crónica, métodos diagnósticos y opciones terapéuticas. Se busca destacar la importancia de un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado para reducir la alta mortalidad asociada, así como examinar los avances recientes en técnicas quirúrgicas y endovasculares que han mejorado el pronóstico de los pacientes.

Metodología:

Este estudio se realizó mediante una revisión exhaustiva de la literatura científica publicada entre 2020 y 2025 sobre la isquemia mesentérica. La búsqueda se llevó a cabo en bases de datos reconocidas como PubMed, Science Direct y Google Scholar, seleccionando artículos en inglés y español que incluyeran investigaciones originales, revisiones sistemáticas y metaanálisis. Los estudios fueron evaluados según su relevancia y calidad metodológica, permitiendo un análisis integral de los avances en el diagnóstico, manejo terapéutico y pronóstico de la isquemia mesentérica aguda y crónica. Para la búsqueda, se emplearon términos clave específicos como: Isquemia mesentérica, flujo sanguíneo, necrosis intestinal, angiografía revascularización, trombosis.

Epidemiología y factores de riesgo:

La isquemia mesentérica, tanto en su forma aguda como crónica, representa un desafío importante para la salud pública debido a su alta mortalidad y complejidad en el diagnóstico y tratamiento. La IMA presenta una incidencia global que varía entre 0.63 y 12.9 casos por cada 100,000 personas al año, mientras que la IMC es menos frecuente, con una incidencia de hasta 3 casos por cada 100,000 personas anualmente (2). A pesar de los avances en los métodos diagnósticos y terapéuticos, las tasas de mortalidad asociadas a la IMA continúan siendo elevadas, superando el 50 % (5).

Diversos factores de riesgo contribuyen al desarrollo de la isquemia mesentérica. La edad avanzada es un factor determinante, ya que se ha observado una mayor mortalidad en pacientes mayores de 60 años (5). La aterosclerosis, principal causa de la IMC, requiere un manejo agresivo para prevenir complicaciones graves (4). Asimismo, condiciones cardiovasculares como la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca han sido identificadas como factores de riesgo significativos para el desarrollo de IMA (6). La presencia de estados de hipercoagulabilidad también se ha asociado con un pronóstico desfavorable y altas tasas de mortalidad (5).

Las comorbilidades juegan un papel crucial en la evolución clínica de los pacientes con isquemia mesentérica. Enfermedades crónicas como la enfermedad renal crónica y la hipertensión arterial sistémica incrementan el riesgo de desarrollar IMA y agravan su pronóstico (6). Además, complicaciones intraoperatorias, como niveles elevados de la isoenzima creatina quinasa y tiempos quirúrgicos prolongados, se relacionan con un mayor riesgo de complicaciones postoperatorias (7).

Por otro lado, ciertos factores relacionados con el estilo de vida también han sido identificados en pacientes con isquemia mesentérica. El tabaquismo y los antecedentes de infección por COVID-19 han sido observados en algunos casos, aunque su impacto directo sobre la mortalidad no ha sido significativo (5).

Fisiopatología:

La isquemia mesentérica puede originarse a partir de mecanismos arteriales o venosos, cada uno con características clínicas y fisiopatológicas distintas que influyen en el pronóstico y tratamiento. La isquemia arterial es la forma más frecuente y ocurre debido a la obstrucción de las arterias mesentéricas, causada generalmente por embolias o trombosis. La isquemia embólica se presenta de manera súbita como resultado del desprendimiento de coágulos provenientes del corazón o de la aorta, lo que provoca síntomas agudos y severos (6). En contraste, la isquemia trombótica se desarrolla de forma progresiva debido a la aterosclerosis, lo que lleva a un estrechamiento gradual de las arterias y, en consecuencia, a la aparición de IMC (4).

Por otro lado, la isquemia venosa es menos común y se produce por trombosis en las venas mesentéricas, lo que impide el flujo de salida de sangre y provoca congestión intestinal e isquemia. Esta forma de isquemia se asocia frecuentemente con estados de hipercoagulabilidad, aumentando el riesgo de complicaciones graves (6).

Existen diferencias fundamentales entre los diversos tipos de isquemia mesentérica. La isquemia embólica se caracteriza por un inicio abrupto y dolor abdominal intenso debido a la obstrucción de las arterias mesentéricas por émbolos (6). En cambio, la isquemia trombótica avanza de forma gradual, con un estrechamiento progresivo de las arterias por aterosclerosis, lo que desencadena síntomas típicos de la IMC, como dolor postprandial y pérdida de peso (4). La isquemia mesentérica no oclusiva (IMNO) representa un mecanismo diferente, ya que ocurre sin una obstrucción física, generalmente debido a vasoconstricción esplácnica secundaria a bajo gasto cardíaco o hipotensión, situaciones comunes en pacientes que han sufrido paro cardíaco (8; 9). Finalmente, la isquemia venosa implica la formación de trombos en las venas mesentéricas, lo que ocasiona edema de la pared intestinal e isquemia (6).

La respuesta inflamatoria juega un papel clave en la progresión del daño tisular asociado con la isquemia mesentérica. La interrupción del flujo sanguíneo desencadena una respuesta inflamatoria que agrava el daño en los tejidos afectados. En el caso de la IMNO, la reperfusión tras la isquemia intensifica la inflamación y contribuye a la necrosis tisular (8). La isquemia prolongada, especialmente en oclusiones arteriales severas o en la IMNO, conduce inevitablemente a necrosis intestinal y perforación, complicaciones que incrementan significativamente la mortalidad (9).

Clasificación clínica:

La IMA generalmente es causada por una interrupción del flujo sanguíneo, que puede ocurrir a través de varios mecanismos. Una causa común es la embolia arterial, que suele resultar de fuentes cardíacas como la fibrilación auricular. En este caso, los émbolos o coágulos sanguíneos se liberan del corazón y viajan hacia las arterias mesentéricas, donde se alojan y obstruyen el suministro sanguíneo hacia los intestinos (10). Otra causa frecuente es la trombosis arterial, que ocurre en pacientes con aterosclerosis. Aquí, se forma un trombo directamente dentro de las arterias mesentéricas, causando una oclusión y reduciendo el flujo sanguíneo hacia los intestinos (11).

Un tercer subtipo de IMA, la isquemia no oclusiva (INO), se presenta en pacientes con estados de bajo flujo sanguíneo, como insuficiencia cardíaca o shock. A diferencia de otras causas de la IMA, la INO no implica bloqueos físicos en las arterias, sino que se caracteriza por una reducción generalizada del flujo sanguíneo. Esta condición está asociada con la tasa de mortalidad más alta entre los tipos de IMA, ya que la reducción del suministro sanguíneo puede llevar rápidamente a la isquemia intestinal y la muerte del tejido (11). La trombosis de las venas mesentéricas, aunque menos común, es otra causa de IMA. Implica la formación de un trombo en las venas mesentéricas, lo que impide el drenaje venoso y contribuye a la isquemia intestinal (11).

En contraste, la IMC es una condición más lenta y progresiva que resulta de una reducción prolongada del flujo sanguíneo hacia los intestinos. La causa más común de la IMC es la aterosclerosis progresiva, en la cual las placas se acumulan gradualmente en las arterias mesentéricas, estrechándolas y reduciendo el flujo sanguíneo con el tiempo. Esta condición puede desarrollarse de manera silenciosa durante años antes de que aparezcan los síntomas (3). Otra causa menos común de la IMC es el síndrome de compresión del ligamento arcuato. En esta rara condición, el ligamento arcuato medio comprime la arteria celíaca, lo que lleva a síntomas isquémicos debido a la reducción del flujo sanguíneo hacia los intestinos (3).

A pesar de sus diferencias, tanto la IMA como la IMC comparten un factor común: la alteración del flujo sanguíneo hacia las arterias y venas mesentéricas. El enfoque diagnóstico para ambas condiciones a menudo se basa en la angiografía por tomografía computarizada (TAC), que es el método de imagen preferido para detectar oclusiones vasculares. La TAC permite una visualización detallada del flujo sanguíneo, lo que la convierte en una herramienta esencial para identificar las causas de la isquemia mesentérica y guiar las decisiones de tratamiento (3).

Manifestaciones clínicas:

En las primeras etapas de la IMA, los síntomas suelen presentarse de manera abrupta y severa. El dolor abdominal intenso y desproporcionado a los hallazgos físicos es característico de esta afección, y los pacientes también pueden experimentar náuseas, vómitos y diarrea, síntomas que se desarrollan rápidamente (12; 13). Por otro lado, la IMC se caracteriza por dolor abdominal postprandial, es decir, después de las comidas. Los pacientes a menudo experimentan pérdida de peso y un miedo a comer debido al dolor, lo que con el tiempo puede llevar a una desnutrición progresiva (12; 14).

A medida que la IMA avanza, los síntomas pueden intensificarse, manifestándose como peritonitis, shock y sepsis, especialmente cuando se desarrolla necrosis intestinal debido a la falta de oxígeno en los tejidos intestinales (13). En casos graves, la sepsis puede convertirse en una amenaza mortal para el paciente. En contraste, la IMC, si no se trata, puede llevar a una malabsorción crónica de nutrientes y, eventualmente, a la caquexia, una condición de desgaste extremo que afecta a los pacientes debido a la falta de absorción de los alimentos (14).

En términos de diferencias clínicas entre la IMA y la IMC, es importante destacar que la IMA generalmente resulta de una oclusión embólica o trombótica de las arterias mesentéricas (13). Esta condición requiere un diagnóstico urgente y una intervención inmediata, que suele incluir la realización de una TAC para identificar la oclusión y la revascularización para restaurar el flujo sanguíneo hacia los intestinos (12; 13). En cambio, la IMC es más comúnmente causada por la aterosclerosis, que lleva a un estrechamiento gradual de las arterias mesentéricas, lo que resulta en una disminución del flujo sanguíneo de forma progresiva (14). La IMC se maneja con cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, intervenciones endovasculares para restaurar el flujo sanguíneo (14).

Ambas condiciones pueden dar lugar a complicaciones graves si no se tratan adecuadamente. Una de las complicaciones más severas de la IMA es la necrosis intestinal, que puede llevar a la perforación del intestino y la peritonitis, lo que pone en riesgo la vida del paciente. Además, si el tejido intestinal necrosado se infecta, puede desencadenarse una sepsis, lo que aumenta significativamente el riesgo de mortalidad (13).

Métodos diagnósticos:

En cuanto a las pruebas de laboratorio, los marcadores inflamatorios son comúnmente elevados en la isquemia mesentérica, lo que indica una respuesta inflamatoria del cuerpo. Sin embargo, estos marcadores no son específicos de la isquemia mesentérica y pueden elevarse en otras condiciones inflamatorias (6). Otro marcador importante es el lactato sérico. Los niveles elevados de lactato en sangre son indicativos de hipoperfusión tisular e isquemia, lo que hace de este marcador una herramienta útil en el diagnóstico de la isquemia mesentérica. A pesar de su utilidad, el lactato no es específico para la isquemia mesentérica, ya que también puede elevarse en otras condiciones asociadas con shock o sepsis (6).

En cuanto a los estudios de imagen, la TA con contraste, particularmente la angiografía por tomografía computarizada multidedos (MDCTA, por sus siglas en inglés), es el método de imagen de primera línea para el diagnóstico de la isquemia mesentérica. Esta técnica es eficaz para detectar trombosis arterial y venosa, evaluar la extensión de la isquemia y ayudar a diferenciar entre las condiciones que requieren intervención quirúrgica y aquellas que pueden manejarse de forma no quirúrgica (15). La angiografía mesentérica, considerada el estándar de oro para el diagnóstico de la isquemia mesentérica, es especialmente útil en casos en los que los hallazgos de la TAC no son concluyentes. Este procedimiento permite la visualización directa de los vasos mesentéricos, lo que proporciona una imagen detallada de la anatomía vascular (6).

La resonancia magnética (RM) es una opción menos común debido a su disponibilidad limitada y al tiempo de adquisición más largo, pero puede ser útil en situaciones en las que se desea evitar la exposición a radiación, como en pacientes jóvenes o en casos de diagnóstico recurrente (16). Por otro lado, el ultrasonido Doppler, que es un método no invasivo, también puede utilizarse para evaluar el flujo sanguíneo en los vasos mesentéricos. Sin embargo, este método depende de la habilidad del operador y tiene una menor sensibilidad en comparación con la TAC o la angiografía (17).

En algunos casos seleccionados, la endoscopia puede ser útil para evaluar la viabilidad intestinal y detectar cambios isquémicos. Sin embargo, no es una herramienta diagnóstica primaria y se emplea generalmente cuando hay indicios claros de que la isquemia ha afectado el intestino, y se necesita observar el estado del tejido de forma más directa (16).

Estrategias de tratamiento:

El manejo médico inicial de la isquemia mesentérica es fundamental para estabilizar al paciente y prevenir el daño adicional al tejido intestinal. La estabilización hemodinámica es esencial para mantener un flujo sanguíneo adecuado y evitar un daño isquémico mayor, lo que se logra a través de medidas que restauren la presión arterial y el volumen sanguíneo, garantizando así un aporte adecuado de oxígeno a los órganos (3). Además, la anticoagulación es una parte importante del tratamiento inicial, especialmente en situaciones agudas, ya que previene la formación y progresión de trombos que podrían obstruir aún más el flujo sanguíneo hacia el intestino (3).

En paralelo, los antibióticos se administran para prevenir o tratar la translocación bacteriana y la sepsis, que pueden surgir debido a la isquemia intestinal y la necrosis del tejido, una complicación grave que aumenta significativamente el riesgo de mortalidad (3).

En cuanto a las intervenciones quirúrgicas, la resección intestinal está indicada en casos de tejido intestinal necrótico, una complicación común en la isquemia mesentérica aguda. En estos casos, se elimina la sección de intestino afectada para evitar la propagación de la necrosis y las infecciones (3). Además, en los casos agudos, los métodos tradicionales como la embolectomía y el bypass se emplean para restaurar el flujo sanguíneo. Mientras que el bypass es más común en los casos crónicos, ya que ofrece una solución efectiva para reestablecer la circulación cuando la oclusión es grave (3; 4).

El tratamiento endovascular también juega un papel importante, especialmente en la isquemia mesentérica aguda. La trombólisis se utiliza para disolver los coágulos presentes en las arterias mesentéricas, proporcionando una alternativa menos invasiva a la cirugía (3). En los casos de isquemia mesentérica crónica, las técnicas de angioplastia y colocación de stents son preferidas debido a su menor morbilidad y a los prometedores resultados en términos de restauración del flujo sanguíneo. Sin embargo, uno de los retos persistentes es la posibilidad de restenosisis, es decir, el estrechamiento nuevamente de las arterias tratadas (4; 18).

En el tratamiento de la isquemia mesentérica crónica, la revascularización quirúrgica, que incluye técnicas de bypass, se utiliza para restaurar el flujo sanguíneo en aquellos casos en los que los métodos endovasculares no son adecuados o no han tenido éxito. Este enfoque se emplea especialmente en pacientes con arterias mesentéricas severamente afectadas (4). Por otro lado, la revascularización percutánea, que incluye la angioplastia y la colocación de stents, ha demostrado ser efectiva, con el stenting primario favorecido sobre la angioplastia sola debido a mejores resultados a largo plazo (18).

Pronóstico y complicaciones:

Los factores pronósticos juegan un papel crucial en la determinación del pronóstico de la isquemia mesentérica. Entre los factores más relevantes se encuentran la edad avanzada y la presencia de comorbilidades, como la hipertensión arterial sistémica y la enfermedad renal crónica. Estos factores aumentan significativamente el riesgo de un mal pronóstico, ya que comprometen la capacidad del cuerpo para manejar el estrés fisiológico asociado con la isquemia mesentérica (56). Además, la presentación clínica del paciente influye enormemente en el pronóstico; aquellos que se presentan con shock o que requieren una resección intestinal extensa (más de 100 cm) tienen tasas de mortalidad considerablemente más altas, alcanzando hasta un 94.4% en los casos asociados con shock (5).

Otro factor importante es el perfil de coagulación del paciente. Los trastornos en la coagulación, como una elevación de los tiempos de protrombina o de fibrinógeno, están estrechamente relacionados con una mayor mortalidad. En un estudio, el 91.6% de los pacientes con alteraciones en su perfil de coagulación fallecieron, lo que subraya la importancia de un adecuado manejo anticoagulante (5). Estos factores de riesgo contribuyen a la complejidad del tratamiento y a la evolución de la enfermedad.

La tasa de mortalidad en la isquemia mesentérica varía según el tipo de isquemia. La IMA tiene una tasa de mortalidad superior al 50%, reflejando la gravedad y urgencia del cuadro clínico (5; 19). Además, el enfoque terapéutico tiene un impacto significativo en la mortalidad. La cirugía abierta, aunque a menudo necesaria en situaciones agudas, se asocia con una mayor mortalidad en comparación con las intervenciones endovasculares. Estas últimas están emergiendo como una opción superior debido a sus tasas más bajas de mortalidad y morbilidad (12; 19).

Las complicaciones tanto a corto como a largo plazo son comunes en la isquemia mesentérica y tienen un impacto considerable en la calidad de vida de los pacientes. A corto plazo, las complicaciones inmediatas incluyen la necrosis intestinal y la sepsis, lo que subraya la necesidad de una revascularización rápida para evitar estos desenlaces fatales (12;20). Por otro lado, las complicaciones a largo plazo en pacientes con isquemia mesentérica crónica incluyen dolor abdominal recurrente y malabsorción, lo que requiere un manejo continuo. El tratamiento a largo plazo puede incluir terapia anticoagulante para prevenir la recurrencia de los episodios isquémicos (6; 20).

Conclusiones:

Las formas aguda y crónica de la isquemia mesentérica tienen diferentes presentaciones y métodos de manejo. La isquemia mesentérica aguda, con alta mortalidad debido a la rápida progresión hacia necrosis intestinal, exige intervenciones urgentes, como la revascularización quirúrgica. En contraste, la isquemia mesentérica crónica, menos común, se caracteriza por síntomas graduales y se beneficia de tratamientos menos invasivos, como las técnicas endovasculares.

La edad avanzada, enfermedades cardiovasculares como la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca, y trastornos de coagulación aumentan la mortalidad en pacientes con isquemia mesentérica. La presencia de comorbilidades también empeora la evolución clínica, lo que subraya la necesidad de un manejo integral y especializado para mejorar los resultados de los pacientes.

Las herramientas de diagnóstico como el TAC y la MDCTA han permitido una identificación más rápida y precisa de la isquemia mesentérica. Además, los tratamientos endovasculares, como la trombólisis y la colocación de stents, están emergiendo como opciones preferidas debido a su menor morbilidad y mejores resultados a largo plazo en comparación con los enfoques quirúrgicos tradicionales.

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