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Manejo de la insuficiencia cardíaca desde la perspectiva de enfermería

Manejo de la insuficiencia cardíaca desde la perspectiva de enfermería

Autora principal: Ana María Luca Simón

Vol. XX; nº 17; 935

Management of heart failure from the nursing perspective

Fecha de recepción: 1 de agosto de 2025
Fecha de aceptación: 4 de septiembre de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 17 – Primera quincena de Septiembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 17; 935

Autores:

Ana María Luca Simón, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Marta Gascón Sánchez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Sanz Gómez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Patricia Cortés Egeda, Enfermera Especialidad HOP Teruel

Resumen

La insuficiencia cardíaca (IC) es una patología crónica prevalente que representa uno de los principales desafíos sanitarios a nivel mundial debido a su elevada morbimortalidad, complejidad terapéutica y recurrencia de hospitalizaciones. El rol de enfermería en el manejo de esta enfermedad es clave para asegurar un cuidado integral, centrado en el paciente y basado en la evidencia. La presente revisión bibliográfica analiza las competencias enfermeras en la valoración, seguimiento, educación, adherencia terapéutica y acompañamiento emocional del paciente con insuficiencia cardíaca. Se abordan estrategias tanto en el entorno hospitalario como en la atención primaria, destacando el impacto de programas estructurados de educación y seguimiento, así como el papel emergente de la teleenfermería. Asimismo, se pone en relieve la necesidad de una formación continua y de protocolos de actuación que fortalezcan la práctica clínica. Se concluye que la intervención enfermera no solo mejora la calidad de vida del paciente, sino que reduce complicaciones, reingresos y costes sanitarios asociados.

Palabras clave

insuficiencia cardíaca, enfermería, autocuidado, seguimiento clínico, educación sanitaria, adherencia terapéutica, teleenfermería.

Abstract

Heart failure (HF) is a prevalent chronic condition that represents one of the main global health challenges due to its high morbidity and mortality, therapeutic complexity, and frequent hospital readmissions. The role of nursing in managing this disease is key to ensuring comprehensive, patient-centered, and evidence-based care. This literature review analyzes nursing competencies in the assessment, follow-up, education, treatment adherence, and emotional support of patients with heart failure. Strategies in both hospital and primary care settings are addressed, highlighting the impact of structured education and follow-up programs, as well as the emerging role of telenursing. Additionally, the need for continuous training and protocols that strengthen clinical practice is emphasized. It is concluded that nursing intervention not only improves patients’ quality of life but also reduces complications, readmissions, and associated healthcare costs.

Keywords

Heart failure, nursing, self-care, clinical follow-up, health education, treatment adherence, telenursing.

Introducción

La insuficiencia cardíaca (IC) es una enfermedad crónica y progresiva que afecta a millones de personas en todo el mundo. En España, se estima una prevalencia del 2% al 4% en la población general, con cifras superiores al 10% en mayores de 70 años. Se trata de una de las principales causas de hospitalización en personas mayores y su curso clínico se caracteriza por frecuentes episodios de descompensación que impactan negativamente en la calidad de vida y aumentan la carga asistencial.

La complejidad del manejo de la IC exige un enfoque interdisciplinar, donde el personal de enfermería desempeña un papel fundamental no solo en el ámbito clínico, sino también en la educación del paciente, la promoción del autocuidado y la continuidad asistencial. En este contexto, la enfermería se posiciona como un agente clave para implementar intervenciones eficaces que incidan directamente en la evolución clínica y emocional del paciente.

Este artículo tiene como objetivo principal analizar el abordaje de la insuficiencia cardíaca desde la perspectiva enfermera, explorando las distintas dimensiones de su rol y el impacto de sus intervenciones en el entorno hospitalario y comunitario.

Valoración integral del paciente con insuficiencia cardíaca

La valoración enfermera en pacientes con IC debe ser multidimensional e incluir aspectos físicos, emocionales, sociales y cognitivos. Esta valoración debe realizarse desde el ingreso hospitalario o en la primera consulta en atención primaria, e implica:

Evaluación de signos y síntomas (disnea, ortopnea, edemas, fatiga, ganancia de peso).
Identificación de factores precipitantes (falta de adherencia, infecciones, arritmias, dieta rica en sodio).
Valoración funcional (clase NYHA), estado nutricional, situación sociofamiliar y capacidad para el autocuidado.

Una valoración adecuada permite establecer planes de cuidados personalizados, identificar riesgos de descompensación y priorizar intervenciones educativas.

Educación para el autocuidado

El autocuidado es el eje fundamental del tratamiento no farmacológico en la IC. La educación debe ser continua, adaptada al nivel de comprensión del paciente y centrada en habilidades prácticas para el manejo diario de la enfermedad.

Contenidos esenciales de la educación:
Reconocimiento de síntomas de alarma: disnea progresiva, aumento de peso (>2 kg en 3 días), edemas en miembros inferiores, fatiga extrema.
Dieta hiposódica: reducción de sal a <2 g/día y lectura de etiquetas de alimentos.
Control de líquidos: generalmente 1.5–2 L/día.
Adherencia al tratamiento farmacológico: comprensión de los fármacos, efectos secundarios, horarios y motivos para no suspenderlos sin consulta.
Actividad física: ejercicio adaptado, evitar esfuerzos excesivos, importancia del reposo controlado.
Abandono del tabaco y reducción del alcohol.

Estudios han demostrado que los pacientes que reciben educación estructurada por enfermería presentan mejores resultados clínicos, mayor empoderamiento y reducción de hospitalizaciones.

Adherencia al tratamiento: desafío constante

Uno de los mayores desafíos en la IC es mantener la adherencia terapéutica, que involucra no solo la toma regular de la medicación, sino también la adherencia a hábitos saludables. El personal de enfermería debe identificar barreras como:

Baja alfabetización en salud.
Problemas económicos o de acceso a medicamentos.
Creencias culturales o religiosas.
Efectos adversos mal gestionados.
Déficit de soporte familiar o emocional.

La implementación de entrevistas motivacionales, uso de recordatorios, seguimiento telefónico y apoyo al entorno cuidador han demostrado ser estrategias eficaces para mejorar la adherencia.

Monitorización clínica y seguimiento enfermero

El seguimiento regular es esencial para prevenir descompensaciones y mejorar el control clínico del paciente. Puede realizarse en diferentes modalidades:

Presencial: visitas en consultas de enfermería de IC.
Domiciliaria: visitas a pacientes con movilidad reducida o en fase avanzada.
Teleenfermería: monitorización remota de constantes, peso, síntomas, con retroalimentación inmediata.

La monitorización incluye:
Peso diario.
Frecuencia cardíaca y presión arterial.
Valoración de edemas.
Síntomas de congestión pulmonar.
Cumplimiento terapéutico.

La enfermería debe documentar estos datos, identificar signos de alarma y colaborar estrechamente con el equipo médico para ajustar el tratamiento en tiempo oportuno.

Abordaje emocional y acompañamiento al paciente

El diagnóstico de IC suele ir acompañado de un impacto emocional significativo. Muchos pacientes presentan ansiedad, depresión, sentimientos de dependencia o miedo a morir. La enfermería desempeña un rol vital en la contención emocional mediante:

Escucha activa.
Validación de emociones.
Facilitación del diálogo familiar.
Derivación a psicología o trabajo social cuando sea necesario.

El acompañamiento continuo favorece la adherencia y mejora la calidad de vida, especialmente en etapas avanzadas de la enfermedad.

Intervenciones en el entorno comunitario

La insuficiencia cardíaca representa uno de los principales motivos de consulta y hospitalización en personas mayores de 65 años. La transición del paciente entre el hospital y el hogar es un momento crítico donde la enfermería comunitaria cumple un rol esencial. Su intervención no solo contribuye al seguimiento clínico, sino que también actúa como nexo entre niveles asistenciales, promoviendo el empoderamiento del paciente y la continuidad del cuidado.

1. Seguimiento domiciliario estructurado

Las visitas domiciliarias permiten una valoración contextualizada del paciente y su entorno. El seguimiento se enfoca en aspectos físicos, emocionales, sociales y funcionales:

Actividades clave:
Evaluación del entorno físico (barreras, higiene, acceso a recursos).
Monitorización de signos y síntomas: disnea, ortopnea, edemas, ganancia de peso.
Control de signos vitales y medición del peso diario.
Valoración de adherencia a la dieta hiposódica y al tratamiento farmacológico.
Identificación de signos de descompensación precoz.

Estas visitas deben estar protocolizadas y coordinadas con atención especializada, utilizando instrumentos como planes de cuidados individualizados (PCI), escalas de riesgo y registros estandarizados (SIAE).

2. Educación comunitaria en autocuidado

El entorno comunitario ofrece oportunidades únicas para desarrollar talleres grupales dirigidos a pacientes y cuidadores. Estos promueven la alfabetización en salud y la corresponsabilidad en la gestión de la enfermedad.

Contenidos recomendados:
Reconocimiento de signos de alarma.
Preparación de dietas hiposódicas económicas.
Manejo de dispositivos de oxígeno o CPAP.
Técnica correcta para pesarse diariamente.
Importancia de la adherencia al tratamiento farmacológico.

Metodología:
Enfoque participativo (aprendizaje significativo).
Uso de materiales visuales y recursos locales.
Implicación de agentes comunitarios, asociaciones de pacientes y farmacias.

3. Coordinación intersectorial y trabajo en red

La enfermera comunitaria actúa como figura articuladora entre:
Centros de salud.
Hospitales de día de IC.
Farmacia comunitaria.
Servicios sociales (trabajador social, ayuda a domicilio).
Programas de atención domiciliaria (PAD).
Asociaciones de pacientes crónicos.

La derivación oportuna, la trazabilidad del plan de cuidados y el uso de la historia clínica compartida (HCE) son elementos clave para evitar fragmentación del cuidado.

4. Intervenciones basadas en tecnología: teleenfermería comunitaria

El uso de plataformas digitales en salud comunitaria está en expansión. Algunas aplicaciones exitosas incluyen:

Apps móviles para el control de síntomas, recordatorios de medicación y pesajes.
Teleseguimiento comunitario mediante videollamadas para pacientes en zonas rurales o con movilidad reducida.
Grupos de apoyo virtual para pacientes y cuidadores, liderados por enfermería.
SMS personalizados para refuerzo educativo.

La evidencia sugiere que estos programas reducen reingresos, mejoran la calidad de vida y aumentan la adherencia al tratamiento.

5. Abordaje de determinantes sociales de la salud

El entorno comunitario permite detectar factores invisibles durante la hospitalización, como:

Pobreza energética o alimentaria.
Soledad no deseada.
Maltrato o negligencia.
Analfabetismo en salud.
Adicciones no tratadas.

La enfermera debe utilizar herramientas como la Escala Gijón, el cuestionario de fragilidad social o el Índice de riesgo social. La detección precoz permite articular intervenciones comunitarias en colaboración con trabajo social y ONGs.

6. Programas comunitarios de rehabilitación cardiaca

Aunque tradicionalmente hospitalarios, muchos programas de rehabilitación cardíaca están migrando a entornos comunitarios. Las enfermeras lideran grupos de:

Caminatas comunitarias monitorizadas.
Talleres de ejercicio adaptado.
Educación para la vida activa tras la hospitalización.

Los beneficios incluyen aumento de la capacidad funcional, reducción de síntomas y mejora de la autoestima y la autonomía del paciente.

7. Atención al cuidador principal

El cuidador informal es una figura clave en el manejo domiciliario de la IC. Las intervenciones deben dirigirse también a ellos:

Apoyo emocional y contención ante la sobrecarga.
Entrenamiento en cuidados básicos (control de signos, administración de medicamentos).
Información sobre recursos de respiro y ayudas técnicas.
Acompañamiento en decisiones éticas complejas.

El uso de la escala Zarit y la escala de apoyo social DUKE-UNC permite valorar el grado de sobrecarga y orientar intervenciones específicas.

Teleenfermería y nuevas tecnologías en el manejo de la IC

La teleenfermería ha emergido como una estrategia eficaz para el seguimiento remoto. Permite:

Detección precoz de descompensaciones.
Reducción de visitas presenciales innecesarias.
Aumento de la autonomía del paciente.
Accesibilidad en zonas rurales o con recursos limitados.

El uso de aplicaciones móviles, llamadas automatizadas o plataformas de monitoreo ha demostrado reducir reingresos hospitalarios y mejorar la satisfacción del paciente.

Discusión

Las evidencias muestran que la intervención enfermera mejora los resultados clínicos, reduce los costos sanitarios y mejora la experiencia del paciente. No obstante, aún existen barreras para una implementación óptima: falta de tiempo, carga asistencial elevada, carencia de formación especializada y escasos recursos en algunos centros.

Es imprescindible fortalecer los programas de educación continua para el personal de enfermería, diseñar protocolos claros y fomentar el trabajo colaborativo con el resto del equipo de salud. La visibilidad del rol enfermero en las políticas sanitarias también es un factor clave para avanzar hacia modelos de atención centrados en el paciente.

La literatura revisada converge en que la enfermería tiene un impacto determinante en el pronóstico de los pacientes con IC. Sin embargo, persisten desigualdades en la implementación de programas estructurados, sobre todo en zonas rurales y en atención primaria.

Además, la ratio enfermera/paciente en muchos centros es insuficiente para garantizar una atención personalizada. Se requiere una mayor inversión en recursos humanos y tecnológicos para fortalecer el modelo enfermero de continuidad de cuidados.

La formación especializada (másteres en insuficiencia cardíaca o gestión de crónicos) y el desarrollo del rol de enfermera gestora de casos se perfilan como estrategias esenciales para dar respuesta a la creciente demanda.

Conclusión

El manejo de la insuficiencia cardíaca requiere un enfoque interdisciplinar, en el que la enfermería desempeña un papel esencial. Las competencias enfermeras abarcan desde la valoración clínica y la educación sanitaria, hasta el apoyo emocional, la monitorización y la promoción del autocuidado. Las intervenciones enfermeras, tanto en el ámbito hospitalario como comunitario, tienen un impacto positivo en la evolución de la enfermedad y en la calidad de vida del paciente. Reforzar la formación, la investigación y la implementación de tecnologías aplicadas a la enfermería será clave para afrontar los desafíos futuros en el manejo de la insuficiencia cardíaca.

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.