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La muerte del ser humano en el cotidiano laboral del profesional de Enfermería

base de causas fisiológicas, psicológicas y sobre todo sociales. Aun así, la muerte de todas formas no repercutiría en el sentido mismo de existencia humana ya que el significado humano de la persona reside por entero en la victoria de la especie humana que sobrevive a mi muerte personal (5).

Si bien es útil considerar, como el profesional de Enfermería, pone en práctica esos conocimientos en el ser humano que necesita de sus cuidados al final de la vida sea por una enfermedad o por vejez, brindando cuidados de Enfermería al hombre, la familia y la comunidad sanos y/o enfermos en relación reciproca con su medio social y tomando como base las necesidades humanas, es relevante el sufrimiento físico, mental y espiritual, pudiendo este último ser tan perturbador como el físico.

Siguiendo el mismo orden de ideas, hablar de la muerte como fenómeno biológico como un resultado de un ciclo natural, producto de todo un complejo proceso bioquímico que se va desarrollando de forma progresiva hasta terminar en la muerte cerebral. Es así, más allá del hecho biológico, la muerte y el morir pueden observarse como un proceso personal, una experiencia fenomenológica donde el ser humano vivencia lo que le es propio en un estado dinámico, de transformación y movimiento hasta el cese de la conciencia.

Es por esto que, otras de las funciones del profesional de Enfermería, es ayudar a los seres humanos a enfrentar este paso de transición de la vida a la muerte, surge la inquietud de conocer cuán preparado está el profesional de la salud acerca de la muerte y del sufrimiento que conlleva el proceso de la muerte, tanto para el paciente como de sus familiares. Así como, enfrentarse diariamente al sufrimiento del otro.

Como se señala que, la consciencia de la muerte, es la imagen más traumática por excelencia, y este traumatismo es en sí un vacio, ya que donde antes existía la totalidad de una individual, ahora solo existe la “nada”, y en ésta, su contenido es impensable, inexplorable. Es por ello, que el hombre ante la angustia que genera la muerte, lo conduce a esforzarse por salvaguardar su individualidad (6).

Ahora bien, cuando el muerto no está individualizado, solo hay indiferencia, esto se puede apreciar en las tragedias colectivas, existe un malestar, no hay duelo, por lo cual no hay trauma, estos son casos aislados no siempre es así, cuando a diario en todas las guardias en una emergencia nos enfrentamos a la muerte y en esas tragedias buscamos la cara de algún familiar, algún conocido en caso contrario hay un alivio pero, por otra parte se siente mal por la tragedia por la cual está pasando el otro.

El problema de la muerte como una catástrofe irremediable que le provocará una ansiedad especifica, la angustia o el horror ante la muerte, y que la presencia de la muerte se convierte en un problema vivo, es decir, que modela su vida. Asimismo, parece claro que este hombre no sólo rehúsa admitir la muerte, sino que la recusa, la supera y la resuelve a través del mito y de la magia (7).

El otro punto a tomar en cuenta, es el dolor de los familiares en ese proceso del duelo, ya que, no es gradual ni lineal, supone avances, retrocesos y fases entremezcladas. En este proceso la persona puede pasar por diferentes etapas, shock, negación, depresión, culpa, miedo, agresión. Es fundamental que en la familia se afirme la realidad de la pérdida, que la persona ha muerto, y que cuando se comuniquen entre ellos sea reconocida esta realidad de manera clara y precisa pues, hasta que no se haya hecho, no lograrán dominar e independizarse de ese episodio de su vida, ni podrán recuperar la estabilidad (8).

Aquí, es donde el profesional de Enfermería se enfrenta y enfrenta la realidad a esos familiares que están pasando por esa situación, pero esa noche como se explica la decisión tomada donde los que fallecían eran colocados en el piso de esa sala fría y existiendo el alboroto de tantas sirenas que se escuchaban, además los gritos del dolor físico de los heridos, llego un momento donde se siente el cansancio de una larga guardia.

Días después, se conversa con otros profesionales sobre lo sucedido, pero hablar de muerte para un profesional de Enfermería no es agradable y cambian la conversación. Por eso se dice, que la muerte es el fin de la existencia terrenal, con sensación de vacío, dolor, mucha tristeza, hecho nefasto, fracaso. El sentir emergente ante vivencias de muerte y duelo: Negación, afinidad, empatía, impotencia, frustración, angustia, desespero, temor, llanto, huida y tristeza, sentimientos reprimidos, superposición de duelos. Sentido de la actitud evasiva y de alejamiento: Temor a la muerte y temor a la reacción del familiar (9).

Lamentablemente, en nuestro medio, el equipo de salud ha sido formado para promover la salud, prolongar la vida, controlar riesgos, curar y rehabilitar enfermos, aliviar el dolor físico; pero no para comprender que en ocasiones su intervención profesional está dirigida a ayudar al enfermo y a su familia a enfrentar dignamente la muerte y el duelo y apoyarlos en sus decisiones, lo cual implica enfrentar no solo problemas profesionales y técnicos, sino también emocionales y espirituales.

Vista desde la perspectiva de la complejidad se puede un sistema vivo como un patrón autopoyético, resultado diálogo continuo entre la indeterminación que provoca la relación con el entorno y la capacidad autorreguladora del individuo (10). Entonces, el pensamiento complejo es una noción utilizada en filosofía y epistemología que se basa en un asunto espiritual humano como el aliento de vida. La palabra aliento de vida y espíritu humano tiene un significado muy cercano porque son lo mismo. Este aliento de vida que fue introducido en el hombre cuando su cuerpo fue creado por Dios no es, ni está relacionado con el Espíritu de Dios sino que se refiere al espíritu humano que el hombre y la mujer tienen dentro de su cuerpo humano.

Consideraciones finales

La historia de la Enfermería converge esencialmente para el cuidado de otros, lo que justifica su existencia y que para cuidar de otros es necesario tener conciencia de que es primordial cuidar de sí mismo. En el proceso de vida del humano, las relaciones de dependencia son necesarias para la dinámica de la vida, como son: nacer, crecer y morir, incluso para trascender. Esta dependencia implica la competencia de autonomía del ser en relación al otro, mediante el intercambio, la ayuda, la colaboración y la construcción de nuevas posibilidades de ser, con competencias para cuidar, no dependiendo del otro, pero con la contribución del otro para fortalecer sus competencias para cuidar. Así es como, la actitud del cuidado puede provocar preocupación, inquietud y sentido de responsabilidad (11).

De este modo, el cuidado es representado por actitudes, preocupación, responsabilidad