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Prevención del alcoholismo y el tabaquismo en el personal sanitario. Control de la normativa sanitaria

Prevención del alcoholismo y el tabaquismo en el personal sanitario. Control de la normativa sanitaria

Resumen

Según las últimas estadísticas, la edad media de inicio de consumo de drogas es distinta para cada una de las sustancias. El alcohol y el tabaco se sitúan entre las sustancias donde el inicio el consumo es más precoz, en torno a los 13 años. Tras ellas, se sitúa el consumo de cannabis con una edad media de inicio en el consumo alrededor de los 15 años. A partir de los 15 años se inician los consumos de estimulantes como la cocaína o anfetaminas, alucinógenos como el LSD, drogas de síntesis como el éxtasis y opiáceos como la heroína.

Juan Carlos Ruiz Ruiz1; Patricia Martín Díaz2; Mónica Devolx Solano3

(1) Agente de Salud Pública, Farmacéutico. Área de Gestión Sanitaria Este de Málaga-Axarquía.

(2) Enfermera del Trabajo. Unidad de Vigilancia de la Salud. Hospital Regional Universitario de Málaga.

(3) Médico del Trabajo. Unidad de Vigilancia de la Salud. Hospital Regional Universitario de Málaga.

Con el presente trabajo, se pretende realizar una serie de talleres formativos, en una muestra de trabajadores de un centro sanitario, sobre las consecuencias del consumo del alcohol, tabaco y otras drogas; al inicio de la actividad se cumplimentará por parte de la población diana una encuesta anónima donde se recogerán variables personales, consumo de tabaco, alcohol, otras drogas, presencia de problemas con el alcohol y drogadicción entre la familia y amistades y opinión sobre el consumo de drogas, esta misma encuesta se realizará en otra muestra aleatoria de centros en los que no se realizarán los talleres formativos. Transcurrido un año, se volverá a cumplimentar las encuesta a en ambas muestras y se analizarán los resultados.

Palabras clave

Alcohol, Tabaco, Drogadicción, intervención, prevención.

Antecedentes y estado actual del tema

Los estudios y encuestas oficiales sobre el consumo de drogas arrojan datos que resultan fundamentales en la monitorización del fenómeno de las drogodependencias, principalmente en lo que se refiere a los grupos de edad más jóvenes, ya que estos datos nos van a dar la pauta de las tendencias y de la evolución que se va produciendo en este tema a través de los años.

Algunos de los rasgos que caracterizan esta nueva conceptualización de los  consumos de alcohol y de otras drogas comienzan en las edades más tempranas:

  • El grupo de adolescentes presenta prevalencias de consumo importantes en sustancias como el alcohol, tabaco y cánnabis, al mismo tiempo que se mantienen niveles de experimentación con otras sustancias como la cocaína, las drogas de síntesis o los tranquilizantes. Según la encuesta escolar 2000, realizada por el Plan Nacional sobre Drogas, un 76% de escolares con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años han consumido alcohol, un 34,4% han probado el tabaco y un 31% el cánnabis. Los tranquilizantes, con un 6,8% de experimentación, son la siguiente sustancia más consumida, seguida del éxtasis (5.7%), la cocaína (5,4%) y los alucinógenos (5,2%).
  • En la población escolar la edad de inicio en el consumo se sitúa a partir de los 13 años para el tabaco y el alcohol, en los 14 años y medio para el cánnabis y los tranquilizantes y en los 15 años y medio para el resto de las drogas.
  • Continúa siendo dominante el patrón de consumo concentrado en los fines de semana, durante las horas de ocio y diversión y en compañía del grupo de iguales. Fenómenos como el denominado “botellón” del que en tantas ocasiones se han hecho eco los medios de comunicación, forman parte de estos patrones de consumo de los varones y mujeres más jóvenes.
  • Al consumo de alcohol se ligan con relativa frecuencia los consumos de otras sustancias, especialmente el cánnabis y las drogas de síntesis. Según datos del Plan Municipal contra las Drogas del Ayuntamiento de Madrid, entre los grupos que practican el “botellón” se aprecian prevalencias importantes de consumo de otras drogas, además del alcohol, especialmente cánnabis, drogas de síntesis y cocaína.
  • Se reafirma la tendencia a una igualación en el consumo entre los sexos en las edades más bajas, habiendo aumentado de forma importante entre las mujeres jóvenes el consumo de sustancias como el alcohol y el tabaco. No obstante, según los últimos estudios del Plan Nacional sobre Drogas, se observa un descenso en el número de mujeres jóvenes (entre 15 y 18 años) que experimentan con la mayoría de las drogas ilegales.
  • La percepción del riesgo relacionada con los consumos de drogas es baja para algunas sustancias como el tabaco, el alcohol y el cánnabis. Por otra parte, los consumos ocasionales y los realizados durante los fines de semana son considerados de poco riesgo, debido a que el grupo de adolescentes considera que controla la situación durante el resto de la semana.
  • A pesar del importante peso que los consumos recreativos de drogas tienen entre los y las adolescentes, es interesante señalar, por lo que respecta a las motivaciones para “salir de marcha”, que sólo un 30% refiere que su principal interés es el consumo de drogas. Por el contrario, el deseo de reunirse con el grupo de amigos, con un 96% y el romper con la rutina diaria, con un 81%, son las razones más frecuentemente esgrimidas para salir.

En las últimas dos décadas las características generales y los contenidos de los programas de prevención del consumo de sustancias adictivas en el entorno laboral han experimentado una notable evolución, disminuyendo la importancia concedida a los efectos negativos del consumo a largo plazo, ya que se ha demostrado que el impacto de estos programas es limitado y su efectividad decrece o desaparece con el tiempo. Además, algunas intervenciones han centrado su mensaje en una perspectiva de abstinencia total, lo que ha sido criticado por producir un efecto de rechazo entre gran parte de los participantes.

En un meta-análisis realizado por el Instituto de Salud Pública de Barcelona, bajo el título “Evaluación de la efectividad de los programas escolares de  prevención del consumo de tabaco, alcohol y cannabis: ¿qué nos dicen los meta-análisis?, demuestran que los programas que muestran un impacto positivo son aquellos que abordan la influencia social al consumo y utilizan una metodología de trabajo activa que enfatiza la participación de los alumnos. Este tipo de metodología permite un mejor abordaje de los principales contenidos que deben poseer los programas preventivos, es decir, ensayar nuevas conductas para hacer frente a la presión de grupo, y conocer las actitudes y el uso de drogas real de los compañeros, lo cual facilita la clarificación de las normas y comportamientos de los demás, con frecuencia sobreestimadas.

Los programas centrados en tabaco deben incluir además información sobre las consecuencias negativas del consumo a corto plazo, entrenar para resistir a los mensajes sobre tabaco de los anuncios en los medios de comunicación y hacer un compromiso público para no fumar. También pueden incluir otros contenidos como, por ejemplo, estrategias para mejorar la autoeficacia y la comunicación o métodos para hacer frente a la ansiedad.

En el caso de los programas que incluyen o se centran en cannabis además de los dos componentes básicos señalados anteriormente (presión de grupo y norma social), deben dar información sobre el efecto de las sustancias y el daño asociado a su consumo, mejorar la autoestima, sugerir estrategias alternativas para conseguir la aprobación de los iguales sin consumir, aumentar el refuerzo personal y reforzar las actitudes de abstinencia. Este tipo de programas pueden ser más específicos y centrarse en un solo componente. Por otra parte, es importante que los programas se basen en un modelo teórico de cambio conductual.

Aunque no existe consenso sobre el nivel educativo adecuado, deberían aplicarse en el paso de la educación primaria a la secundaria. A su necesario desarrollar programas adecuados a cada edad y que un único programa no puede ser considerado suficiente para toda la adolescencia.

Otro aspecto fundamental es la evaluación de las intervenciones. En general se observa que el impacto de los programas es limitado porque las evaluaciones no presentan suficiente rigor metodológico. Los programas más efectivos han obtenido sus medidas después de un año o más de la intervención y son estudios de asignación aleatoria. Además, las evaluaciones con resultados positivos a largo plazo muestran grupos de intervención equivalentes en el pretest, son estudios de cohortes y presentan entre un 11 y un 20% de pérdidas.

Objetivos

Mediante el presente trabajo, se pretender plantear una intervención comunitaria en el ámbito laboral para combatir del consumo de alcohol y tabaco en trabajadores de un centro sanitario.

Metodología

Para la consecución del objetivo planteado, se diseña este estudio observacional transversal con recogida de datos en dos momentos concretos, un momento inicial, denominado tiempo 0 (t0) y tras un año, denominado tiempo 1 (t1).

Los sujetos diana del estudio son trabajadores de un centro sanitario de la provincia de Málaga que abarca a todas las categorías profesionales, realizándose una captación activa durante los reconocimientos médicos periódicos realizados por la unidad de Vigilancia de la Salud.

A los trabajadores seleccionados se les hace entrega de una encuesta validada que trata de recoger los hábitos de consumo de alcohol, tabaco y otras drogas como porros, drogas de diseño como éxtasis o MDA,  anfetaminas, tranquilizantes o pastillas para dormir, cocaína o heroína.

Del total de seleccionados para el estudio (n=275) el índice de participación fue del 90%.

Los cuestionarios constan de 17 ítems, pudiéndose emplear alrededor de 3 minutos en cumplimentarlos, son anónimos, compuestos de preguntas abiertas y cerradas, de fácil comprensión. La fecha de recogida de datos iniciales fue en noviembre de 2017 y diciembre del 2017. Como variables independientes se considera la edad, sexo, edad de comienzo a fumar, edad en que recuerden que bebieron el primer vaso de bebida alcohólica, tener algún familiar o amigo toxicómano, tener algún familiar o amigo con problemas por el alcohol. Como variables dependientes se ha considerado el consumo de tabaco, el consumo de alcohol y el consumo de cannabis, cocaína, heroína, tranquilizantes, drogas de diseño, anfetaminas y otras.

Entre los encuestados, se separaron dos grupos equitativos al azar, a uno de ellos (denominado grupo caso) se seleccionó para recibir talleres formativos, objeto de la intervención, con el objetivo de comprobar la eficacia para abandonar el hábito de consumo, mientras que al otro grupo (denominado grupo control) no recibió la formación mencionada.

El presente trabajo prevé la toma de datos en dos momentos concretos, un momento inicial (t0) y tras un año (t1), momento en el que los alumnos seleccionados habrán recibido al menos 4 sesiones formativas sobre los efectos perjudiciales de las drogas.

Resultados

  • En el Grupo Caso, el 32,5% fuman, siendo el porcentaje de fumadores en el Grupo Control del 31,9%. No existen diferencias significativas entre sexos.
  • La edad de comienzo del hábito tabáquico se sitúa entre los 16 y los 19 años en ambos grupos, siendo la moda a los 17 años.
  • El 43,2% del Grupo Caso y el 59,6% del Grupo Control afirman consumir alcohol. Estas diferencias resultan significativas (p< 0.001; IC 95%) Al considerar el sexo como variable dependiente se observa que los hábitos de consumo son similares en ambos sexos.
  • Alrededor del 15% del total de la muestra refieren haber probado su primer vaso de alcohol entre los 2 y los 10 años, de los 11 a los 13 años sube el porcentaje de consumo, siendo la media a los 12,7 años y la moda a los 14.
  • un incremento del consumo de tabaco y alcohol a medida que aumenta la edad de la muestra, resultando este dato muy significativo. (p< 0.0001; IC 95%).
  • La mayoría de los adolescentes encuestados consideran peligroso el consumo de drogas: 67,5% del Grupo Caso y 73,8% del Grupo Control.
  • Entre las drogas ilegales, el cannabis fue el producto más consumido: 30,5% del Grupo Caso y 27,6% del Grupo control. Les siguen los tranquilizantes (7%), drogas de diseño (5%), cocaína (4%), anfetaminas y heroína (<1%). Otros: 7% en el Grupo Caso y 4,6% del Grupo Control, entre los que encontramos inhaladores, y alucinógenos.
  • No hay diferencias significativas entre ambos sexos.
  • El 12% del total de la muestra tiene algún familiar o amigo toxicómano y el 38,5 % tiene algún familiar o amigo con problemas por el alcohol. (tabla 5)
  • Se evidencia que el hábito tabáquico se asocia al consumo de drogas y alcohol.
  • Tomando como variable dependiente el consumo de alcohol: el consumo de bebidas alcohólicas se relaciona significativamente con el consumo de tabaco (0.0003) y cannabis (0.0027) y con tener un familiar o amigo toxicómano (0.0026).

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