Revisión bibliográfica sobre la fiebre hemorrágica por el virus de Crimea-Congo
Autor principal: Juan Vallejo Grijalba
Vol. XX; nº 11; 563
Literature Review on the Crimean-Congo Hemorrhagic Fever Virus
Fecha de recepción: 22 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 27 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 563
Autores:
Juan Vallejo Grijalba, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Laura Pérez Abad, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Victoria Murillo Cortés, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
María del Mar Moles Guerrero, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Juan Ramón y Cajal Calvo, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Enrique Díaz Gordo, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Daniela Acuña Paz y Miño, Médico especialista en Enfermedades Infecciosas, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Resumen
El virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) es un patógeno zoonótico transmitido principalmente por garrapatas del género Hyalomma, con una tasa de mortalidad en humanos que oscila entre el 10% y el 40% (1). Este artículo busca sintetizar la evidencia más reciente sobre la FHCC, abarcando aspectos críticos de su microbiología, epidemiología, fisiopatología, manifestaciones clínicas, procedimientos diagnósticos y protocolos de tratamiento. Estos temas pueden ser desconocidos para profesionales de la salud sin experiencia directa en el manejo de fiebres hemorrágicas virales. Al consolidar investigaciones recientes, nuestro objetivo es cerrar brechas de conocimiento y ofrecer una perspectiva integral para médicos, investigadores y expertos en salud pública.
Además, el artículo resalta la creciente relevancia de la FHCC en Europa, donde el aumento en las tasas de incidencia subraya la necesidad urgente de protocolos de bioseguridad estandarizados (2). Factores como el cambio climático, la expansión de los hábitats de las garrapatas y mayores interacciones entre humanos y animales están contribuyendo a la propagación del virus hacia nuevas regiones. Para mitigar esta amenaza, se requieren esfuerzos coordinados que incluyan sistemas de vigilancia, detección temprana y educación a poblaciones en riesgo. Se enfatiza la importancia de la colaboración interdisciplinaria—integrando conocimientos veterinarios, médicos y ambientales—para desarrollar estrategias de prevención efectivas y reducir la transmisión. Estas medidas son cruciales no solo para contener brotes, sino también para preparar a los sistemas de salud ante posibles epidemias en un contexto de enfermedades infecciosas emergentes.
Palabras clave
Crimea-Congo, Fiebre hemorrágica, zoonosis
Abstract
The Crimean-Congo hemorrhagic fever (CCHF) virus is a zoonotic pathogen transmitted primarily by ticks of the Hyalomma genus, with a human fatality rate ranging from 10% to 40% (1). This article aims to synthesize the latest evidence on CCHF, encompassing critical aspects of its microbiology, epidemiology, pathophysiology, clinical manifestations, diagnostic procedures, and treatment protocols. These topics may be unfamiliar to healthcare professionals lacking direct experience in managing viral hemorrhagic fevers. By consolidating recent research, we seek to bridge knowledge gaps and provide a comprehensive overview for clinicians, researchers, and public health practitioners.
Furthermore, the article underscores the growing relevance of CCHF in Europe, where rising incidence rates highlight the urgent need for standardized biosecurity protocols (2). Climate change, expanding tick habitats, and increased human-animal interactions are contributing to the spread of the virus into new regions. To mitigate this threat, coordinated efforts are required to implement surveillance systems, enhance early detection, and educate high-risk populations. Emphasis is placed on the importance of interdisciplinary collaboration—integrating veterinary, medical, and environmental expertise—to develop effective prevention strategies and reduce transmission. Such measures are vital not only for curbing outbreaks but also for preparing healthcare systems to manage potential epidemics in an era of emerging infectious diseases.
Keywords
Crimea-Congo, Haemorrhagic fever, zoonosis
Introducción
Este virus fue originalmente identificado en la península de Crimea en 1944 (3), y posteriormente en Congo en 1956, siendo en 1959 cuando se reconoció que era el mismo patógeno (2). Ha expandido su distribución geográfica, llegando a ser aislado en más de 30 países localizados en África, Asia, Europa y Oriente Medio. En España, el primer aislamiento conocido en garrapatas tuvo lugar en 2010, con casos de la enfermedad siendo reportados desde 2016 (4). Su ciclo vital involucra como reservorios a pequeños mamíferos vertebrados, como liebres y erizos, e incluso ganado. El ser humano se comporta como un huésped accidental en su ciclo enzoótico. Debido a cambios globales en el último siglo, como el proceso de urbanización, el cambio climático, el desplazamiento de garrapatas gracias a aves migratorias, ha ocurrido la dispersión de este patógeno, por lo que conocer sus principales características y opciones terapéuticas se convierte en necesario (5). Con ese fin hemos realizado esta actualización integral para acercar su manejo al resto de profesionales médicos.
Microbiología
El virus de la FHCC es un Nairovirus, dentro de la familia Bunyaviridae. Posee RNA segmentado en tres porciones: L, M y S. Éstas codifican, respectivamente, RNA polimerasa (L), glicoproteínas de envoltura (Gn y Gc), y una nucleoproteína (N) (6).
Las glicoproteínas son las encargadas de lograr la entrada del virus a las células del huésped, uniéndose a receptores como DC-SIGN, presente en células dendríticas (7). La nucleoproteína N es la encargada de proteger el RNA, encapisdándolo (6). Estudios recientes han logrado identificar mutaciones en el segmento M del RNA asociadas a mayor virulencia, como la sustitución D947N en la glicoproteína Gc, facilitando la fusión del virus con las células endoteliales (8).
Este virus es un Nairovirus, dentro de la familia Bunyaviridae. Está clasificado en 7 genotipos actualmente, siendo el Europa 1 el que ha sido detectado en nuestro país (9). Las garrapatas del género Hyalomma, tanto H. marginatum como H. lusitanicum, son sus principales vectores, con capacidad tanto de transmisión transovárica como transestadial; es decir, las garrapatas son capaces de propagar el virus hacia su descendencia y éste permanece en su organismo durante todo su desarrollo, consiguiendo de esta forma perpetuar su presencia en los ecosistemas (5).
Epidemiología
La distribución geográfica actual del virus de FHCC se extiende a regiones de África subsahariana, de los Balcanes, de Oriente Medio y de Asia, donde ha sido tradicionalmente endémica; y áreas de Europa occidental, donde se ha expandido recientemente. En España, entre 2016 y 2024, han sido reportados 16 casos, localizados principalmente en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía. Todos los casos son considerados enfermedad de declaración obligatoria y posibles brotes de la enfermedad (4).
La transmisión de este virus ocurre principalmente mediante la picadura de garrapatas Hyalomma infectadas por él, lo cual supone alrededor del 80% de los casos (10), aunque también han sido documentada originada por contacto directo con fluidos de animales infectados (como ganado o avestruces) o de humanos (11). Han existido brotes nosocomiales, debidos a exposición a aerosoles o a pinchazos accidentales, en los que la tasa de contagio se estima de entre 10% y 15% en contextos sin las medidas adecuadas de seguridad biológica (12).
Los factores de riesgo habituales son:
Ocupacionales. Trabajos con exposición a seres vivos con posibilidad de infección por el virus, tales como ganaderos, veterinarios y trabajadores de mataderos en los casos de transmisión zoonótica. Aquí pueden incluirse los trabajadores de la salud. (11).
Exposición ambiental. Personas que recientemente han pasado por zonas rurales con actividad de garrapatas, particularmente entre los meses de abril y octubre (5).
Factores del huésped: Ciertos polimorfismos genéticos en la inmunidad innata, como por ejemplo en TLR3 e IFITM3, han sido asociados a mayor susceptibilidad a formas graves (13).
Fisiopatología
El virus, tras la exposición inicial del huésped a fluidos o a la picadura de la garrapata, pasa a invadir macrófagos y células dendríticas, llegando vehiculizado por éstos a los ganglios linfáticos, donde puede replicarse para, a continuación, diseminarse por vía hematógena (14). Entonces, la infección del endotelio produce daño vascular, con liberación de citoquinas proinflamatorias (IL-6, TNF-α, IFN-γ), con las consecuentes coagulopatía, incremento de la permeabilidad capilar y, en última instancia, shock (15). La proteína no estructural Nss suprime la respuesta inmune del huésped, inhibiendo la señalización del interferón tipo I mediante la degradación de PKR (16).
La coagulopatía se caracteriza por trombocitopenia, habitualmente <50000/mm³, y elevación de D-dímero >10000 ng/mL a causa de la activación descontrolada de la trombina (17). El fallo multiorgánico secundario a la coagulopatía y al shock suele incluir hepatitis fulminante, con AST >1000 U/L y necrosis tubular aguda secundaria a hipoperfusión (18).
Manifestaciones clínicas
Respecto a los períodos de incubación, son de 1-3 días (máximo 9) si la inoculación ha sido vía picadura de garrapata; y de 5-6 días si ha sido por contacto con tejidos infectados (máximo 13 días).
La FHCC tiene dos fases clínicas diferenciadas en las que se manifiesta.
Comienza súbitamente en la fase prehemorrágica (días 1 a 5 tras inoculación), con fiebre elevada (>39 ºC), artromialgias generalizadas, cefalea retroorbitaria, fotofobia, y síntomas gastrointestinales inespecíficos entre los que destacan náuseas y vómitos (19). Puede presentar también cambios anímicos o confusión, que a los pocos días pueden convertirse en somnolencia o depresión (2)
Tras el día 5, suele comenzar la fase hemorrágica, en la que los pacientes desarrollan petequias, epistaxis, melenas y hematemesis, junto con hepatomegalia dolorosa e ictericia en el 30% de los casos (19). Como complicaciones mayores, en esta fase, encontramos shock séptico (40%), encefalitis (15%) y miocarditis (10%) (20).
Existen casos atípicos de transmisión vertical, en las que aparece microcefalia fetal y calcificaciones cerebrales, así como manifestaciones oculares como coriorretinintis y uveítis en el 5% (21, 22).
Diagnóstico
Está basado en técnicas moleculares y serología. La PCR en tiempo real es capaz de detectar RNA viral en suero con una sensibilidad de en torno al 95% durante los primeros 5 días de sintomatología. A base de secuenciación genómica es posible detectar los genotipos y mutaciones que se asocian a virulencia incrementada (D947N en glicoproteína Gc) (9). En la fase tardía, la serología con detección de IgM/IgG mediante ELISA es útil aunque precisa de confirmación a posteriori para excluir la posibilidad de reactividad cruzada en los casos positivos (24). El aislamiento del virus se restringe a laboratorios de bioseguridad nivel 4 debido al riesgo que conlleva su manipulación (25).
Los resultados habituales de laboratorio son leucopenia <2000 células/mm³, trombocitopenia <50000/mm³ y elevación de transaminasas que suele ser marcada, con AST y ALT >1000 U/L (26).
Diagnóstico diferencial
La FHCC debe diferenciarse de otras fiebres hemorrágicas virales, tales como el ébola o el dengue grave (19, 27, 28).
El dengue grave se caracteriza por una fiebre de perfil bifásico, un exantema petequial que precede en evolución al de la FHCC. En la fase tardía, pronomina la extravasación plasmática y el sangrado que puede ocurrir es leve. La mortalidad es mucho menor (<1%) con el manejo adecuado. La hemoconcentración es un dato de laboratorio característico. Es posible detectar antígeno NS1 en suero o realizar serología a partir del día 5 de síntomas.
El ébola tiene una fase inicial muy similar a la de la FHCC, pero en la fase hemorrágica los sangrados son mucho mayores y la mortalidad supera con creces a la de FHCC. Es posible diferenciarla mediante PCR con elevada sensibilidad. Hay pruebas antigénicas rápidas en contextos rurales.
También hemos de distinguirla de fiebres hemorrágicas no virales como la malaria, la leptospirosis o la fiebre Q.
La malaria puede ser descartada realizando un frotis sanguíneo o pruebas antigénicas rápidas (29).
La leptospirosis se confirma mediante PCR específica en suero u orina (30).
La fiebre Q, causada por Coxiella burnetti, tiene un debut y una sintomatología inicial que puede confundir con FHCC, pero no presenta diátesis hemorrágica. La serología específica puede distinguirlas (31).
Tratamiento
El tratamiento de la FHCC está centrado en dos pilares fundamentales:
El primero son las medidas de soporte viral, entre las que destaca la reposición de fluidos con cristaloides balanceados por ser crítica para lograr una presión arterial media >65 mmHg (32). Además, en los casos con coagulopatía severa (<20000 trombocitos/mm³), está recomendada la transfusión de concentrados de plaquetas y plasma fresco congelado (33).
El segundo son los antivirales, aunque cabe destacar que no existe una terapia específica contra el virus (2). Ribavirina intravenosa, con dosis de carga de 30 mg/kg seguida de 15 mg/kg cada 6 horas durante 4 días, cuya administración iniciada en los primeros tres días de síntomas ha presentado reducciones en la mortalidad del 40 hasta el 15% (34) aunque se discute su eficacia y aún se necesitan datos de ensayos clínicos específicos; y favipiravir, un inhibidor de RNA polimerasa aún en fase de investigación, que muestra actividad in vitro (35).
Además, en estudios observacionacionales, el suero hiperinmune de pacientes convalecientes ha demostrado potencial también, llegando a reducir la mortalidad en hasta el 20% (36), aunque no se dispone de ensayos aleatorizados que avalen su uso sistemático.
Pronóstico
Los pacientes con tratamiento intensivo precoz, iniciado en los primeros tres días de la infección, presentan una supervivencia que oscila entre el 60 y el 70%. Se han descrito factores de mal pronóstico, entre los que podemos destacar edad superior a 60 años, trombocitopenia <50000/mm³ e hipertransaminasemia con AST >1000 U/L (19).
La mortalidad ocurre durante la segunda semana de la enfermedad. Los pacientes que se recuperan lo hacen en general a partir del día 9 o 10 desde el inicio de síntomas (2).
Entre las posibles secuelas a largo plazo, las más frecuentes han sido fatiga crónica (30%), insuficiencia renal crónica (10%) y deterioro cognitivo (5%), que se ha relacionado con daño microvascular a nivel encefálico (26).
Prevención y control
La prevención de la FHCC requiere estrategias a distintos niveles.
En el estrato individual, se recomienda el uso de repelentes con DEET >20% e incluso de ropa impregnada con permetrina al 0’5% (2).
A nivel hospitalario, se precisa de aislaimiento individual, habitaciones con presión negativa y el uso por parte de los profesionales de EPI preferentemente de nivel 4, como mínimo nivel 3. Es lo mínimo para impedir que surjan brotes nosocomiales (12).
A nivel veterinario, el control es más complejo, ya que la desparasitación completa es difícil aun tratando al ganado con acaricidas y sometiéndolo a cuarentenas antes del sacrificio, que sólo están disponibles en entornos muy controlados (5). En otros animales domésticos, debido a que el ciclo garrapata-animal-garrapata puede pasar desapercibido, el control es difícil (2).
No hay vacunas aprobadas para este virus. Se está desarrollando una versión inactivada, con una eficacia del 50% (8) y existen vacunas de mRNA en fase preclínica, prometedoras en modelos murinos (9).
Conclusión
La FHCC supone una amenaza emergente en Europa, con un diagnóstico que precisa ser rápido, por el bien del paciente y por los posibles brotes nosocomiales. La supervivencia mejora gracias a las medidas generales y, con dudas aún, gracias a la ribavirina, pero es preciso generar mejores estrategias de prevención y un tratamiento activo.
La vigilancia entomológica, la educación comunitaria y la mejora en la capacitación de bioseguridad son los aspectos a mejorar para mitigar el impacto que tiene en la salud pública (2).
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