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Síndrome de inmunodeficiencia adquirida. El papel de Enfermería

Síndrome de inmunodeficiencia adquirida. El papel de Enfermería

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un virus con ácido ribonucleico (ARN) que fue descubierto en 1983.  Se desarrollan las principales vías de transmisión del VIH, las principales manifestaciones clínicas, los criterios diagnósticos para el SIDA y el papel de Enfermería ante esta enfermedad, tanto las principales intervenciones enfermeras como cuidados de colaboración en el paciente con VIH.

Síndrome de inmunodeficiencia adquirida. El papel de Enfermería

Mari Carmen García García. Diplomada en Enfermería, Servicio Andaluz de Salud.

Resumen

Se ha realizado una revisión de la literatura científica en las bases de datos Scielo, Elsevier, Cuiden, Cochrane con los descriptores: síndrome de inmunodeficiencia adquirida, seropositividad para VIH, atención de Enfermería.

Síndrome de inmunodeficiencia adquirida

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un virus con ácido ribonucleico (ARN) que fue descubierto en 1983. Los virus ARN se denominan retrovirus porque se replican de una manera “inversa”. Al igual que todos los virus, el VIH no se replica, excepto si se encuentra dentro de una célula viviente, y puede entrar en una célula cuando el gp120 en la cubierta vírica se une a los sitios específicos del receptor CD4 sobre la superficie celular. Una vez unido, el material genético vírico entra en la célula. En ésta, el ARN vírico se transcribe a una sola cadena de ADN vírico con la ayuda de la transcriptasa inversa, una enzima producida por VIH y otros retrovirus. Esta cadena se copia a sí misma, convirtiéndose en ADN vírico de doble cadena. El ADN vírico entra en el núcleo celular y utiliza una enzima denominada integrasa, se divide dentro del genoma, y se convierte en una parte permanente de la estructura genética celular. Las dos consecuencias de esta acción son:

  • Como todo el material genético se replica durante la división celular, todas las células hijas de las células infectadas también se infectarán.
  • Como el genoma ahora contiene el ADN vírico, los códigos genéticos celulares pueden dirigir la célula a producir el VIH.

La infección inicial por VIH resulta en viremia. Esto es seguido a las pocas semanas por un periodo prolongado durante el cual los niveles de VIH en la sangre se mantienen disminuidos aun sin tratamiento.

Durante este periodo, que puede durar de 10 a 12 años, hay pocos síntomas clínicos.

Transmisión del VIH

El VIH es un virus frágil. Solamente puede transmitirse bajo condiciones específicas que permiten el contacto con los líquidos corporales infectados, incluyendo la sangre, semen, secreciones vaginales y leche materna.

Los individuos infectados por VIH pueden transmitirlo a otros a los pocos días de estar infectados. Su transmisión está sujeta a los mismos requerimientos de otros microorganismos: una gran cantidad del virus debe entrar en el organismo de un huésped susceptible.

El VIH no se transmite casualmente. El virus no puede transmitirse por un abrazo, un beso sin saliva, un apretón de manos o compartir cubiertos, utilizar el sanitario o ir a la misma escuela o trabajo que una persona infectada por VIH. Tampoco se transmite a través de lágrimas, saliva, orina, emesis, esputo, heces o sudor.

El contacto sexual con un paciente infectado por VIH es la forma más frecuente de transmisión.

El VIH se transmite por exposición a sangre contaminada a través de inyecciones accidentales o compartidas intencionadamente.

La transmisión perinatal es la vía más frecuente de infección en los niños. La transmisión de una madre infectada por VIH a su hijo puede ocurrir durante el embarazo, en el parto, o después del nacimiento mediante la lactancia.

Manifestaciones clínicas

Infección aguda:

El desarrollo de anticuerpos específicos contra el VIH (seroconversión) se acompaña frecuentemente de un síndrome similar a la gripe, con fiebre, aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, dolor de garganta y de cabeza, malestar general, náuseas, dolor muscular y articular, diarrea y/o eritema difuso. Estos síntomas, denominados síndrome retroviral agudo, dura de 1 a 2 semanas, aunque algunos síntomas pueden continuar durante varios meses.

En la mayoría de las personas, los síntomas retrovirales son moderados y pueden tomarse erróneamente por un resfriado o gripe. En algunas personas, se desarrollan complicaciones neurológicas, como meningitis aséptica, neuropatía periférica, parálisis facial y síndrome de Guillain-Barré.

Infección crónica por el VIH:

El intervalo medio entre la infección no tratada por el VIH y el diagnóstico de sida es de alrededor de 10 años. Durante este tiempo los linfocitos T CD4 se mantienen por encima de 500 células/ml (normal o ligeramente disminuido) y la carga vírica en sangre se mantiene disminuida. Esta fase se ha referido como una enfermedad asintomática, pero pueden aparecer fatiga, dolor de cabeza, fiebre poco alta, sudores nocturnos, linfadenopatía generalizada persistente y otros síntomas.

Infección crónica intermedia:

Cuando la cuenta de linfocitos T CD4 disminuye a 200-500 células/ml, la carga vírica aumenta y el VIH avanza a una etapa más activa. Los síntomas observados son fiebre persistente, sudores nocturnos, diarrea crónica, cefaleas recurrentes y fatiga intensa suficiente para interrumpir su vida normal. Otros problemas son las infecciones localizadas, linfadenopatía y manifestaciones del sistema nervioso. La infección más frecuente asociada es la candidiasis orofaríngea o moniliasis. Otras infecciones que pueden aparecer en este momento son la varicela, infecciones vaginales persistentes por Cándida, brotes de herpes oral o genital, infecciones bacterianas y sarcoma de Kaposi. La leucoplasia oral, una infección causada por el virus Epstein-Barr, causa lesiones indoloras, blancas y elevadas en la parte lateral de la lengua.

Infección crónica tardía o SIDA:

El diagnóstico de síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) no se puede realizar hasta que los pacientes infectados por el VIH satisfagan los criterios establecidos; estos criterios es muy probable que aparezcan cuando el sistema inmunitario se encuentre gravemente comprometido. A medida que la enfermedad progresa, el recuento de linfocitos T CD4 disminuye. Puede disminuir el número absoluto de linfocitos; todos estos factores comprometen más el sistema inmunitario, aumentando el riesgo de desarrollar una o más de las enfermedades oportunistas que contribuyen a la discapacidad y muerte. Los organismos que generalmente no causan enfermedad en las personas con un sistema inmunitario funcionante pueden desarrollar infecciones graves, debilitantes, diseminadas y que pongan en riesgo la vida del paciente durante la etapa avanzada de la infección crónica por el VIH. Es probable que aparezcan varias enfermedades oportunistas al mismo tiempo, dificultando el diagnóstico y tratamiento