Terapias complementarias en pacientes con Fibromialgia y su efecto para un abordaje integral
Autor principal: Sharon Adriana Monge Cerdas
Vol. XX; nº 11; 570
Complementary therapies in patients with Fibromyalgia and their effect on a comprehensive approach
Fecha de recepción: 23 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 28 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 570
Autores:
Sharon Adriana Monge Cerdas, Médico general, Investigador independiente, Heredia, Costa Rica
Paulo Andrés Agüero Burgos, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica
Henry de Jesús Molina Cruz, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica
José Pablo Núñez Alanis, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica
Raquel Ramírez Apuy, Médico general, Investigador independiente, Heredia, Costa Rica
Andrea María Vásquez Aburto, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica
Resumen
La Fibromialgia es una patología cuyo eje principal es la asociación de un dolor nociplástico que afecta de manera generalizada a los pacientes. Se asocia además con síntomas como alteraciones en el patrón del sueño, fatiga y otros trastornos relacionados. A lo largo del tiempo se han explorado múltiples factores genéticos y ambientales como posibles causas de la fibromialgia, incluso en algunos casos su origen sigue considerándose idiopático. El abordaje terapéutico suele centrarse en el tratamiento farmacológico, al que pueden sumarse intervenciones no farmacológicas como parte del enfoque integral.
Se recopilaron artículos de fuentes confiables y se realizó una selección de terapias complementarias recomendadas. Entre estas se incluyen melatonina, nutrición, actividad física, hidroterapia, cannabis medicinal, acupuntura y terapia cognitivo-conductual.
El objetivo de este artículo es integrar terapias principalmente no farmacológicas, distintas al tratamiento basal habitual en pacientes con fibromialgia, exponer los resultados obtenidos en cada intervención y valorar las recomendaciones derivadas de dichas terapias.
Conclusión: El uso de melatonina, así como una alimentación basada en la dieta mediterránea complementada con triptófano y magnesio, mostró una mejoría sintomática. La actividad física debe ser individualizada, dado a que el apego al ejercicio brinda mejores resultados. Por otro lado, la hidroterapia y el cannabis medicinal no brindaron beneficios significativos. La acupuntura evidenció un alivio sintomático transitorio. Finalmente, la terapia cognitivo-conductual favoreció la aceptación de la enfermedad y contribuyó a la reducción de los síntomas emocionales asociados.
Palabras clave
Fibromialgia, melatonina, nutrición, actividad física, hidroterapia, cannabis medicinal, acupuntura, terapia cognitivo-conductual.
Abstract
Fibromyalgia is a condition primarily characterized by the presence of nociplastic pain that affects patients in a widespread manner. It is also associated with symptoms such as sleep disturbances, fatigue, and other related disorders. Over time, multiple genetic and environmental factors have been explored as possible causes of fibromyalgia; however, in some cases, its origin remains idiopathic. The therapeutic approach typically focuses on pharmacological treatment, to which non-pharmacological interventions may be incorporated as part of a comprehensive management strategy. Articles from reliable sources were gathered, and a selection of recommended complementary therapies was made. These include melatonin, nutrition, physical activity, hydrotherapy, medicinal cannabis, acupuncture, and cognitive-behavioral therapy.
This article aims to integrate primarily non-pharmacological therapies distinct from the standard baseline treatment in fibromyalgia patients, present the results obtained with each intervention, and assess the recommendations derived from these therapies.
Conclusion: The use of melatonin, as well as a Mediterranean diet supplemented with tryptophan and magnesium, showed symptomatic improvement. Physical activity should be individualized, given that adherence to exercise yields better outcomes. On the other hand, hydrotherapy and medicinal cannabis did not provide significant benefits. Acupuncture showed transient symptomatic relief. Finally, cognitive-behavioral therapy promoted acceptance of the disease and contributed to the reduction of associated emotional symptoms.
Keywords
Fibromyalgia, melatonin, nutrition, physical activity, hydrotherapy, medicinal cannabis, acupuncture, cognitive-behavioral therapy.
Introducción
La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por presentar dolor crónico generalizado, asociado a hiperalgesia, alteración en el patrón del sueño, disfunción cognitiva y fatiga. Frecuentemente vinculada con otras patologías psiquiatrías como lo es la depresión (1).
Dentro de su etiología se han encontrado relación con factores genéticos, ambientales, hormonales e inmunológicos, sin embargo, en una parte de los pacientes es de origen idiopático (1).
Se cree que alrededor de 100 genes que regulan el dolor son relevantes para la sensibilidad al dolor o la analgesia (2). Los principales responsables de la susceptibilidad del dolor son el transportador de serotonina (SLC64A4) y el gen para el canal de potencial transitorio vaniloide tipo 2 (TRPV2) (2).
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, define la patología como una «experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño tisular real o potencial» (1). En el caso de la fibromialgia, los pacientes presentan una alteración en la percepción sensorial, caracterizada por umbrales de dolor significativamente más bajos en comparación con individuos sanos (1).
Pacientes con antecedentes familiares de primer grado, asocian un riesgo de 8 veces mayor de presentar la patología, asimismo muestran más puntos sensibles en comparación con los controles (1).
Se ha reportado una prevalencia global que oscila entre el 5% y el 11% con una incidencia mayoritariamente en mujeres casi hasta en un 90% (1). Según la literatura la manifestación clínica de los síntomas suele comenzar entre los 30 y 35 años (2).
Fisiopatología
Diversos estudios han documentado una disfunción del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS) en pacientes con fibromialgia, lo cual compromete la respuesta adaptativa al estrés, asociando una regulación anómala de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), una hiperproducción de hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y una reducción de los niveles séricos de cortisol (1).
Se ha descrito que las disfunciones en la neurotransmisión monoaminérgica desempeñan un papel fundamental en la fisiopatología de la fibromialgia. Los niveles elevados de neurotransmisores excitatorios como el glutamato y sustancia p, así como la disminución de serotonina y noradrenalina en las vías anti nociceptivas descendentes, pueden ser motivo de la amplificación de señales neuronales dentro del sistema nervioso central, conduciendo a una mayor percepción del dolor y generando en los pacientes alodinia e hiperalgesia (2).
El aumento de citocinas inflamatorias circulantes como las interleucinas (IL-1β, IL-6) y el factor de necrosis tumoral (TNFα), pueden activar y sensibilizar a los nociceptores, inducir dolor en humanos y desencadenar hiperalgesia en animales (2).
El procesamiento nociceptivo central a través de las fibras C hacia la médula espinal, genera una respuesta anómala en las neuronas del asta dorsal, lo cual contribuye a la sensibilización central secundaria mediante un mecanismo de amplificación activa. Este proceso incrementa la respuesta al dolor e involucra aferencias sensoriales de bajo umbral, las cuales pueden activar circuitos neuronales relacionados con la percepción dolorosa (1).
Debido a su variabilidad fenotípica individual y la coexistencia de otras patologías, su diagnóstico, se basa una evaluación clínica exhaustiva completa, descartando diagnósticos diferenciales.
Metodología
Se recopilaron veinticinco artículos científicos en español e inglés a partir de bases de datos y plataformas de búsqueda médica como PubMed, Reumatología Clínica de la Sociedad Española de Reumatología (SER), MDPI Open Access Journals, Wiley Online Library, Springer Nature Link y Lippincott Williams & Wilkins.
Posteriormente, se aplicó un proceso de selección incluyendo únicamente aquellas publicaciones que abordaran terapias complementarias previamente recomendadas a pacientes, intervenciones emergentes, así como estudios aplicados a personas con fibromialgia o con dolor crónico.
Resultados
En respuesta a su creciente prevalencia y al impacto que tiene en la calidad de vida, se han desarrollado múltiples estudios orientados a complementar el tratamiento farmacológico de base, con el objetivo de proporcionar un abordaje integral.
Por lo que se mostrarán los datos recopilados de diferentes artículos valorando las terapias propuestas y sus resultados.
Melatonina
Dentro de los síntomas generalmente asociados que acompañan esta patología se describen la fatiga y dificultad en el patrón del sueño. El estudio comparó el efecto de la asociación de la melatonina con el tratamiento de base —ya sea amitriptilina o fluoxetina— encontrando resultados favorables a dosis de 3 o 5 mg/día de melatonina (2).
Por lo que se concluyó que la combinación de amitriptilina y melatonina proporcionó mejores resultados que la amitriptilina sola. Así como el uso de melatonina sola o en combinación con fluoxetina (2).
Nutrición
La alimentación representa un componente relevante en el abordaje integral de la fibromialgia, por lo que es fundamental determinar qué cambios dietéticos pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La evidencia sugiere que la microbiota puede alterar la función cerebral a través del eje intestino-cerebro (1). Asimismo, se ha documentado una relación significativa entre los trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad, y la presencia de hábitos alimentarios disfuncionales (3).
Un ensayo clínico aleatorizado analizó los diferentes patrones dietéticos y su impacto en la calidad de vida de pacientes con fibromialgia (3). Los resultados indicaron que una dieta basada en alimentos de alta calidad nutricional, con una reducción en el consumo de carne y productos de origen animal, o bien la implementación de una dieta mediterránea, se asoció con mejorías significativas en síntomas físicos, neurológicos y psicológicos (3).
Se evaluó el uso de triptófano y magnesio como suplementos nutricionales en combinación con una dieta mediterránea, que consistía en un 55% de carbohidratos complejos, 15% de proteínas y 30% de grasas. La suplementación incluía 60 mg de triptófano y 60 mg de magnesio, provenientes de nueces y/o frutos secos, los cuales se consumían durante el desayuno y la cena (3-5 unidades por comida) durante un periodo de 16 semanas.
Los resultados del estudio evidenciaron una reducción significativa de la ansiedad, así como una mejoría en las alteraciones del estado de ánimo en los pacientes evaluados (3).
No obstante, es relevante destacar que, en este estudio, no se observaron modificaciones significativas en relación con el insomnio (3).
Actividad física
El ejercicio forma parte de las primeras recomendaciones brindadas a los pacientes con fibromialgia, sin embargo ¿qué tipo de ejercicio ofrece mejores beneficios?
Según la evidencia, la actividad física es parte de las recomendaciones brindadas debido a que eleva los niveles de neurotransmisores anti nociceptivos y reduce la concentración de glutamato, lo que contribuye a la modulación del dolor (2).
Investigaciones sugieren que los pacientes con fibromialgia presentan niveles elevados de radicales libres en comparación con sujetos sanos. Además, se observa una disminución en su capacidad antioxidante, lo que contribuye al aumento del estrés oxidativo (2).
La práctica regular de ejercicio aeróbico o ejercicios de fortalecimiento muscular, se han asociado con una disminución significativa del dolor, así como una disminución de los síntomas depresivos (4).
Un metaanálisis realizado en el 2017 describió que el ejercicio aeróbico y ejercicios de fortalecimiento muscular, realizados durante 30 a 60 minutos con una intensidad moderada del 50-80% de la frecuencia cardíaca máxima, de dos a tres veces por semana, por un período de 4 a 6 meses, mostraron resultados eficaces para disminuir el dolor y la gravedad (4).
La realización de estiramientos de los principales grupos musculares junto con ejercicios aeróbicos puede mejorar tanto el componente físico como el mental. No obstante, los ejercicios de estiramiento por sí solos no resultan efectivos para reducir el dolor ni disminuyen la gravedad de la fibromialgia (4).
Este metaanálisis demostró que después de 12 semanas sin ejercicio, el grupo que había realizado ejercicios de fortalecimiento muscular experimentó recurrencia de los síntomas, mientras que el grupo de ejercicio aeróbico, los efectos persistieron durante más tiempo (4).
Inicialmente, se sugerían actividades centradas en el fortalecimiento muscular y el ejercicio aeróbico debido a que se planteaban como más eficaces para reducir el dolor y la gravedad de la enfermedad. Sin embargo, también se observó que el estiramiento y el ejercicio aeróbico generaban beneficios. En consecuencia, este estudio concluyó que la forma más eficaz de reducir los síntomas depresivos es a través del ejercicio combinado (4).
En relación con las actividades físicas realizadas en el medio acuático, se ha descrito que los ejercicios acuáticos proporcionan flotabilidad, lo que reduce el estrés articular y el impacto muscular (5).
Además, la temperatura del agua puede generar efectos fisiológicos relevantes, como la estimulación de terminaciones nerviosas, lo que podría potenciar la respuesta hipoalgésica del ejercicio o, en algunos casos, inducir una respuesta nociceptiva en algunos pacientes (5). Por otro lado, se ha documentado que el estrés inducido por la natación y la exposición al frío puede generar hiperalgesia muscular (2).
Un estudio valoró el efecto de la duración de la actividad física con ejercicios no específicos en pacientes con fibromialgia. El artículo describe que los pacientes iniciaran de dos o tres veces por semana, durante veinticinco a cuarenta minutos en cada sesión, con el objetivo de superar los cien minutos por semana (5).
Iniciando de forma escalonada, primeramente, con una intensidad baja y gradualmente aumentarla durante seis a doce semanas, para lograr un control óptimo del dolor. Los tipos de ejercicio fueron seleccionados en colaboración con el paciente y en función de sus preferencias personales para garantizar la adherencia al régimen a largo plazo (5).
Se sugirió que, el ejercicio aeróbico de intensidad alta se realice durante 30 a 60 minutos diarios, o un total de 150 minutos semanales; o actividad de moderada intensidad durante 20 a 60 minutos al día, o 75 minutos semanales; o bien una combinación de ambas modalidades (5).
Los resultados de este estudio mostraron que incluso una única sesión de ejercicio aeróbico puede inducir hipoalgesia aguda, mientras que los pacientes con dolor crónico exhibieron respuestas más heterogéneas al ejercicio (5). El ejercicio aeróbico demostró ser una estrategia eficaz para reducir la intensidad del dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes con fibromialgia (5).
No obstante, investigaciones posteriores evaluaron si la intensidad del ejercicio tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, tanto en términos de síntomas como en su funcionamiento diario, contrastando con estudios previos que se enfocaban en alcanzar objetivos específicos de rendimiento (5).
Un metaanálisis evaluó los efectos del ejercicio aeróbico de alta intensidad sobre la sintomatología dolorosa y la calidad de vida en pacientes con fibromialgia, encontrando cambios no significativos en la percepción del dolor (5).
Los resultados del estudio indicaron que los pacientes con fibromialgia que realizaron ejercicio a la intensidad preferida, principalmente ligera, brindó mejores resultados que aquellos con intensidad moderada (5).
Estos hallazgos sugieren que, más que centrarse exclusivamente en alcanzar metas mediante ejercicios de alta intensidad, resulta más favorecedor promover la incorporación de la actividad física como parte de la rutina diaria del paciente. Asimismo, fomentar la elección de actividades físicas según las preferencias individuales de cada paciente con el fin de aumentar la adherencia al ejercicio y optimizar los beneficios a largo plazo (5).
Hidroterapia
Dentro de los principios de la hidroterapia y su posible beneficio en pacientes con esta patología, se ha descrito la disminución del dolor, atribuida a una conjunción de factores como el ejercicio, el agua tibia y la flotabilidad, los cuales activan los mecanorreceptores y termorreceptores (6).
Estudios describen que la inmersión en agua tibia aumenta el flujo sanguíneo y, por ende, el oxígeno en la sangre, favoreciendo la eliminación de catabolitos y reduciendo los niveles de IL-8 y noradrenalina, sustancias involucradas en la activación de los nociceptores, provocando así una hiperestimulación sensorial y motora que bloquea los nociceptores y disminuye el dolor en el paciente (6). Debido a estas propiedades reportadas en la literatura, se ha planteado que los efectos fisiológicos del ejercicio terapéutico acuático, derivados de la inmersión a una temperatura entre (26–32 °C), pueden reducir la actividad del sistema nervioso simpático, así como la inflamación y la percepción del dolor en sujetos con trastornos musculoesqueléticos (6).
Sin embargo, el estudio no demostró diferencias significativas entre los pacientes que realizaron hidroterapia y aquellos que realizaron ejercicio sin inmersión, por lo que no se considera una modalidad superior frente a otras técnicas terapéuticas (6).
Cannabis medicinal
Los dos compuestos comúnmente aislados y estudiados en el cannabis son el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). Sus efectos están mediados por el receptor cannabinoide tipo 1 (CB1), expresado en el sistema nervioso central, y el receptor cannabinoide tipo 2 (CB2), presente en células inflamatorias periféricas (7). El THC afecta positivamente la regulación del dolor, el apetito y el estado de ánimo, así mismo el CBD tiene características tanto antiinflamatorias como analgésicas (7).
Dos ensayos controlados aleatorios, determinaron que la nabilona es una opción de tratamiento eficaz y bien tolerada para la reducción del dolor en pacientes con fibromialgia (7).
Tres estudios observacionales, así como un ensayo controlado aleatorio, demostraron que los cannabinoides mejoraron la calidad de vida y aliviaron la intensidad del dolor en pacientes con fibromialgia. No obstante, otro ensayo controlado aleatorio evidenció que los cannabinoides no generaban efectos significativamente diferentes al placebo en la modulación del dolor (7).
Entre las desventajas de su uso se encuentran las interacciones antagónicas entre el THC y el CBD, debido a sus diferentes propiedades. Asimismo, es importante destacar los efectos secundarios de estas sustancias, ya que los pacientes con fibromialgia suelen ser más sensibles a los medicamentos en comparación con la población general (7).
Dentro de los principales efectos secundarios presentados fueron somnolencia, mareos, náuseas/vómitos, boca seca, euforia, tos, dolor de garganta, taquicardia, irritación conjuntival, hipotensión y síntomas gastrointestinales (7).
Por lo que se necesita más investigación sobre este tema para confirmar la eficacia de los cannabinoides y de ser así determinar la formulación de THC-CBD más eficaz (7).
Acupuntura
Aunque los estudios de esta práctica están limitados en pacientes con fibromialgia, estos se han realizado por años en pacientes con dolores crónicos (8).
Estudios la han considerado como una técnica segura. Las agujas de acupuntura están reguladas para ser agujas delgadas, estériles de un solo uso, y el procedimiento debería tener poca o ninguna molestia en general (8).
Un ensayo controlado aleatorizado sobre acupuntura en mujeres con fibromialgia comparó la efectividad de la acupuntura grupal frente a la simulación grupal. No se observaron cambios estadísticamente significativos en el grupo de simulación; sin embargo, el grupo que recibió acupuntura presentó mejoras respecto al dolor y la fatiga tras cuatro semanas de seguimiento (8).
El estudio reportó resultados favorecedores en la calidad de vida, el recuento de puntos sensibles, dolor, fatiga y la depresión después de un mes de tratamiento. Tras la acupuntura, se documentó un aumento en los niveles séricos de serotonina y una disminución en los niveles de sustancia p en comparación con los valores iniciales. De manera similar, también se registró un incremento en los niveles de serotonina sérica en el grupo de acupuntura simulada (8).
Sin embargo, dichos beneficios reportados no se mantuvieron a los siete meses de seguimiento (8).
Dentro de los riesgos asociados, se encuentran la neumonía, sepsis y endocarditis como complicaciones posteriores (8).
No se ha determinado con claridad el mecanismo exacto mediante el cual la acupuntura alivia el dolor. Sin embargo, estudios sugieren que la neuro modulación resultante de la estimulación de la piel conduce a la liberación de neurotransmisores que favorecen el alivio del dolor, aunque estos efectos pueden ser a corto plazo y no ofrecer resultados duraderos (8).
Terapia cognitivo-conductual (TCC)
Estudios describen a los pacientes con fibromialgia como selectivamente atentos a las percepciones relacionadas con el cuerpo y el entorno en el contexto del dolor. Se conceptualizan como pacientes con «sensibilización cognitivo-emocional» (2). Asimismo, la sensibilización es descrita no como un fenómeno unitario, sino como un proceso que debe distinguirse en sus componentes central, periférico y psicosocial (2).
La presencia de patrones depresivos se correlaciona con un peor pronóstico. Aquellos pacientes con síntomas de depresión refieren dolor de mayor severidad y duración, así como un mayor grado de hiperalgesia/alodinia que los controles sanos. La hipervigilancia constante al dolor también puede estar asociada con problemas psicológicos (2).
Desde el inicio del estudio todos los pacientes continuaron el tratamiento basal, incluida la farmacoterapia. La intervención en este estudio comprendió una sesión de TCC de 50 minutos una vez a la semana durante 16 semanas. Los pacientes recibieron sesiones de evaluación con sus terapeutas y posteriormente comenzaron la TCC semanal (9).
Dentro de las recomendaciones proporcionadas en la terapia, fue el enfoque al dolor en los pacientes, ya que aquellos con dolor crónico tienden, de forma inconsciente, a centrar excesivamente su atención en la zona afectada (9).
Parte del manejo consistió en ayudar a los pacientes a reconocer y corregir la atención hacia el dolor, motivando a un cambio de enfoque a estímulos visuales o auditivos (9).
Uno de los métodos aplicados fue la técnica de cambio de atención táctil para pacientes con dolor crónico, basada en la hipótesis de que el dolor puede aliviarse mediante la estimulación de la secreción de oxitocina a través del toque suave en la zona afectada (9). Esta técnica también incluía la recomendación de combinar el cambio de atención con la auto interacción táctil, alentando al paciente a practicar la palpación consciente. El procedimiento consistía en pedir al paciente que prestara atención a la parte dolorida de su cuerpo y describiera verbalmente las sensaciones táctiles percibidas; luego, se le solicitaba tocar una zona no dolorosa y enfocar su atención en las sensaciones producidas allí. Finalmente, se le indicaba desviar nuevamente su atención hacia la zona dolorida y repetir el proceso (9).
Asimismo, otra de las terapias utilizadas fue la reescritura de imágenes motoras, la cual consistía en guiar a los pacientes para que, cada vez que experimentaran un episodio de dolor intenso, lo describieran detalladamente desde su inicio hasta su resolución, con el objetivo de reescribir esa experiencia en su memoria (9).
La imaginería motora fue otra de las terapias aplicadas, y ha sido ampliamente utilizada en pacientes con dolor crónico que presentan limitaciones de movimiento. Esta técnica busca modificar la interpretación errónea de las sensaciones corporales, invitando a los pacientes a imaginar que pueden mover las partes afectadas sin experimentar dolor, mediante la práctica mental repetida (9).
Los resultados de este estudio demostraron que, aunque la intensidad del dolor no presentó cambios significativos, sí se observaron mejoras significativas en la cognición catastrófica de la enfermedad, así como en los niveles de depresión y ansiedad asociados a los pacientes con dolor crónico (9).
El estudio señala que, a lo largo de las 16 sesiones, los terapeutas buscaron fomentar en los pacientes la aceptación del dolor y facilitar su reincorporación a la vida diaria. Además, los pacientes adquirieron mediante la TCC herramientas para afrontar futuras crisis (9).
Discusión
En el presente artículo se presentan diversos enfoques terapéuticos que, en su mayoría, han mostrado resultados favorables y que pueden ser empleados como complemento de las terapias farmacológicas de base en pacientes con fibromialgia.
Particularmente, se observó variaciones en el resultado si implementamos distintas modificaciones a una terapia como lo es la actividad física, la cual podría generar efectos opuestos a lo esperado si establecemos metas demasiado exigentes desde el inicio en vez de individualizar al paciente. Se determinó que la adherencia tiene mayor importancia que recomendar un tipo de ejercicio específico a cada paciente.
Uno de los principales aportes de esta revisión es la recopilación crítica de evidencia actualizada, con el objetivo de ofrecer al personal de salud opciones terapéuticas que puedan ser incorporadas en la práctica clínica.
El hallazgo recurrente encontrado en varios estudios fue la limitación en el tamaño muestral, así como la heterogeneidad en las formulaciones de cannabis utilizadas. Las muestras incluyeron desde tetrahidrocannabinol (THC) sintético en forma oral (nabilona), hasta cannabis en presentaciones como cápsulas, aceites, inhalación por humo y vaporización, lo cual introduce una variabilidad significativa que puede afectar la interpretación de los resultados.
Se destaca la necesidad de realizar investigaciones futuras con muestras más amplias. Asimismo, se recomienda que futuros estudios clínicos dirigidos al tratamiento de patologías con dolor crónico incluyan específicamente a pacientes con fibromialgia, a fin de evaluar con mayor precisión la efectividad de las distintas terapias en esta población.
Conclusiones
A partir del análisis realizado, se destacan distintas intervenciones terapéuticas que, solas o en combinación, pueden contribuir al abordaje integral como terapia complementaria de la fibromialgia.
El uso de melatonina en dosis de 3 a 5 mg/día ha demostrado beneficios tanto en monoterapia como en combinación con fármacos como la amitriptilina o fluoxetina. En cuanto a la nutrición, se recomienda adoptar una dieta de alta calidad nutricional, como la dieta mediterránea, disminuyendo la ingesta de productos de origen animal y complementándola con triptófano y magnesio, ambos presentes en frutos secos.
La actividad física se considera como una intervención de base indispensable. Más allá del tipo de ejercicio recomendado, la adherencia sostenida a una rutina que contemple las preferencias del paciente, parece ser el factor crítico para alcanzar beneficios clínicos duraderos. En este sentido, evitar imponer metas demasiado exigentes para favorecer el apego al ejercicio de los pacientes.
Aunque la hidroterapia cuenta con fundamentos fisiológicos de posibles beneficios, no ha demostrado superioridad frente a otras terapias. Por su parte, el cannabis medicinal muestra propiedades prometedoras, pero los resultados son contradictorios y los efectos secundarios limitan su aplicabilidad clínica. La acupuntura ofrece alivio sintomático transitorio sin evidenciar efectos sostenidos a largo plazo.
La terapia cognitivo-conductual, que incorpora técnicas como cambio de atención táctil, la reescritura de imágenes motoras e imaginería táctil no redujo directamente la intensidad del dolor, pero sí impactó positivamente en la aceptación de la enfermedad y en la reducción de síntomas emocionales como la ansiedad y la depresión.
En conjunto, estas intervenciones deben considerarse como estrategias complementarias que, adaptadas a las características individuales de cada paciente, pueden mejorar significativamente su calidad de vida.
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