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Actualización en el manejo de la fibrilación auricular intraoperatoria sin diagnóstico previo. Artículo de revisión

Actualización en el manejo de la fibrilación auricular intraoperatoria sin diagnóstico previo. Artículo de revisión

Autora principal: Laura Blasco Muñoz

Vol. XVIII; nº 4; 157

Update on the management of intraoperative atrial fibrillation without previous diagnosis. Article review 

Fecha de recepción: 26/01/2023

Fecha de aceptación: 22/02/2023

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVIII. Número 4 Segunda quincena de Febrero de 2023 – Página inicial: Vol. XVIII; nº 4; 157

Autores: Blasco Muñoz, Laura; Pascual Rupérez, Beatriz; Muñoz Cáceres, Jorge; Tejedor Bosqued, Alba; de Miguel Garijo, Raquel; Hormigón Ausejo, Mariana; Lou Arqued, Víctor.

Centro de Trabajo actual: Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España

Resumen:

La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente, tanto en la población general (1-2%), como en el entorno perioperatorio (2-60%). Asocia importante morbimortalidad en forma de eventos tromboembólicos (fundamentalmente ACV), insuficiencia cardiaca y otras cardiopatías y eventos hemorrágicos relacionados con el frecuente tratamiento anticoagulante. Existen una serie de factores de riesgo para desarrollar fibrilación auricular inherentes al paciente (edad, cardiopatía previa, SAOS…), que es conveniente conocer para establecer un riesgo individualizado de desarrollar el evento arrítmico. También existen una serie de circunstancias relacionadas con el proceso quirúrgico y anestésico (hipotensión, hipoxia, hiperactividad simpática, fármacos, anemia…) que favorecen la aparición de un episodio de fibrilación auricular o la descompensación de una fibrilación previa estable; estos desencadenantes sí son en mayor o menor medida modificables y serán un pilar fundamental en el manejo de estos pacientes. En caso de producirse un episodio de fibrilación auricular intraoperatoria, se manejará al paciente mediante una monitorización adecuada, estabilización hemodinámica, corrección de factores desencadenantes conocidos, control del ritmo/control de la frecuencia cardiaca y prevención de fenómenos tromboembólicos.

Palabras clave: fibrilación, auricular, arritmia, cirugía, anestesia, intraoperatorio.

Abstract::

Atrial fibrillation is the most common cardiac arrhythmia, both in the general population (1-2%) and in the perioperative setting (2-60%). It is associated with significant morbidity and mortality in the form of thromboembolic events (mainly stroke), heart failure and other heart diseases, and hemorrhagic events related to the frequent anticoagulant treatment. There are risk factors for developing atrial fibrillation inherent to the patient (age, previous heart disease, OSAS…), which it is convenient to know in order to establish an individualized risk of developing the arrhythmic event. There are also some circumstances related to the surgical and anesthetic process (hypotension, hypoxia, sympathetic hyperactivity, drugs, anemia…) that favor the appearance of an episode of atrial fibrillation or the decompensation of a previous stable fibrillation; these triggers are modifiable and will be a fundamental pillar in the management of these patients. In the event of an intraoperative atrial fibrillation episode, the patient should be managed with appropriate monitoring, hemodynamic stabilization, correction of known triggering factors, rhythm control/heart rate control, and prevention of thromboembolic events.

Keywords: atrial, fibrillation, arrhythmia, surgery, anesthesia, intraoperative.

Declaración de buenas prácticas:

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes

Introducción:

La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente que existe, con una prevalencia global en la población de entre un 1 y un 2% (1). Así mismo, es la arritmia más frecuente durante el periodo perioperatorio, con una prevalencia muy variable, que puede llegar a alcanzar hasta el 60% en pacientes altamente susceptibles sometidos a cirugías de muy alto riesgo para esta arritmia (cirugía cardiaca y torácica fundamentalmente) (2). Además de ser frecuente, asocia importante morbimortalidad, fundamentalmente por eventos tromboembólicos (ACV) y por cardiopatía e insuficiencia cardiaca. Durante el periodo intraoperatorio existen numerosas circunstancias relacionadas con el proceso quirúrgico y anestésico que pueden favorecer la aparición de un episodio de fibrilación auricular o la descompensación de una fibrilación previamente estable; es por ello que debemos de conocer y evitar dichos desencadenantes. Además, una vez se presente un episodio de fibrilación auricular, se deberá conocer su adecuado manejo intraoperatorio para evitar y disminuir, en la medida de lo posible, la elevada morbimortalidad asociada a dicha arritmia.

Materiales y métodos

Se ha realizado una búsqueda bibliográfica general sobre la fibrilación auricular, sobre las consideraciones anestésicas en relación a esta enfermedad y más específicamente, sobre el manejo de perioperatorio de esta patología, ampliando la búsqueda a los distintos manejos farmacológicos y no farmacológicos de la misma. La búsqueda se ha realizado en las bases de datos Pubmed y Cochrane. La búsqueda se ha realizado utilizando la unión de palabras clave a través de operadores booleanos, incluyendo aquellos artículos cuyo contenido se ajusta al objetivo de dicha revisión.

Discusión:

La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente, con una prevalencia global del 1-2%. La prevalencia está claramente aumentada a medida que aumenta la edad, siendo del 0.5% en la franja de edad entre 40 y 50 años y llegando a un 10-15% en los mayores de 80 años. La fibrilación auricular asocia enormes tasas de morbimortalidad, siendo las complicaciones más frecuentes el accidente cerebrovascular (primera causa de mortalidad en estos pacientes), los fenómenos tromboembólicos, la insuficiencia cardiaca, la cardiopatía isquémica, la disfunción ventricular, y los fenómenos hemorrágicos secundarios al tratamiento anticoagulante que habitualmente reciben estos pacientes. Los pacientes que la padecen, además de padecer posibles complicaciones graves, suelen ver una clara reducción de la capacidad para el ejercicio, y en global, una reducción significativa de la calidad de vida (1)

Así mismo, la fibrilación auricular también es la arritmia más frecuente en el periodo perioperatorio, con una incidencia que varía desde el 2 al 60% en función de las características del paciente y del tipo de cirugía al que se va a someter (2). Puesto que la esperanza de vida va en aumento y cada vez existe mayor número de indicaciones quirúrgicas en pacientes de mayor edad, la incidencia de fibrilación auricular perioperatoria de forma global ha aumentado en los últimos años y se espera que esta tendencia continúe (2). El mayor riesgo de fibrilación auricular perioperatoria lo presentan las cirugías cardiotorácicas (prevalencia de 20-40%), mientras que las cirugías no cardiotorácicas presentan un una prevalencia global de en torno al 6-20% (de entre ellas, una de las de mayor riesgo son las cirugías esofágicas con una prevalencia cercana al 20%); sin embargo, se estima que para cirugía no cardiaca la incidencia está infraestimada debido a que no todos los pacientes reciben una monitorización exhaustiva durante todo el proceso perioperatorio (1, 2). La fibrilación auricular perioperatoria no es una entidad benigna como se consideraba antaño, sino que puede presentar las mismas complicaciones que la que se da fuera del periodo perioperatorio (accidente cerebrovascular, tromboembolismo, insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica…), por lo cual, aumenta la morbimortalidad de los pacientes (intra y extrahospitalaria), la estancia media del ingreso, los costes económicos y el número de reingresos (1, 2).

Durante el periodo perioperatorio, y en mayor medida durante el intraoperatorio, se dan una serie de circunstancias que favorecen la aparición de fibrilación auricular. En pacientes hospitalizados, la principal causa de fibrilación auricular de nueva aparición o de  descompensación de una fibrilación auricular previa es el proceso quirúrgico. A pesar de ello, a día de hoy no existen ni escalas validadas de predicción de riesgo individual de desarrollo de fibrilación auricular para cirugía no cardiaca  ni estrategias consensuadas para la prevención de la misma según la evidencia científica (2). Sin embargo, es altamente recomendable conocer las circunstancias que se sabe que actúan como factores de riesgo independientes para el desarrollo de fibrilación auricular para establecer un riesgo individual aproximado y evitar aquellas que puedan ser modificables.

Los factores de riesgo relacionados con el paciente son: edad (principal factor de riesgo), raza (menor riesgo en pacientes afroamericanos), historia previa de fibrilación auricular, episodios previos de insuficiencia cardiaca congestiva, cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad, enfermedad renal crónica, sepsis, asma, valvulopatías, hipertiroidismo y apnea obstructiva del sueño. Estos factores son poco modificables, lo que sí se recomienda es que se optimice el tratamiento del paciente previamente a la cirugía para que acuda en el mejor estado basal posible al día de la intervención (1, 2).

Durante el intraoperatorio, los factores que se han descrito como de riesgo para el desarrollo de fibrilación auricular son: cambios de volemia (tanto hipovolemia por aumento de la frecuencia cardiaca de forma refleja como hipervolemia por distensión auricular), hipotensión, anemia, grandes traumatismos, dolor, colocación de catéteres intravasculares, reacciones inflamatorias extensas (grandes cirugías, circulación extracorpórea, fenómenos de isquemia-reperfusión), alteraciones electrolíticas (fundamentalmente hipoglucemia, hipopotasemia e hipomagnesemia), lesión auricular directa en la propia cirugía, hipoxia (por aumento del tono simpático y por la hipertensión pulmonar refleja que puede sobrecargar a cavidades derechas), el tipo de cirugía (cardiaca, torácica, cirugía vascular mayor…) y el empleo de fármacos proarritmogénicos (inotrópicos como la dobutamina o la adrenalina, aunque también otros fármacos como pueden ser el halotano o el desflurano, la ketamina, la atropina o el glicopirrolato) (1, 2, 3). La mayoría son evitables en mayor o menor medida, por lo que se recomienda realizar tanto las técnicas quirúrgicas como anestésicas encaminadas a evitar o vigilar en la medida de lo posible la aparición de cualquiera de estas condiciones.

La fibrilación auricular se puede clasificar en función de su duración y cronicidad, con importantes implicaciones a la hora de su manejo. Así distinguimos las fibrilaciones auriculares paroxísticas (los episodios empiezan y terminan de forma espontánea), persistentes (los episodios solo terminan si se aplica un tratamiento adecuado para ello) y permanentes (aquellas que no finalizan tras aplicar un tratamiento adecuado o aquellas en las que se considera improcedente realizar un intento de cardioversión debido a que ya existe una remodelación eléctrica y estructural establecida) (1, 2, 4).

De todas ellas, la paroxística es la más común durante el periodo perioperatorio (2). Existe una entidad conocida como fibrilación auricular secundaria, que es aquella que ocurre como consecuencia directa de otro problema médico (isquemia miocárdica, hipertiroidismo, tromboembolismo pulmonar…); en estos casos, se considera que el tratamiento de la causa desencadenante así como el manejo temporal de la fibrilación auricular son suficientes para revertir la arritmia sin altas tasas de recurrencia posteriores.

Un primer episodio de fibrilación auricular (de novo) en el periodo perioperatorio suele ser secundario a otra condición médica (1). Por tanto, ante una fibrilación auricular no documentada previamente podemos encontrarnos ante una fibrilación auricular de novo (probablemente secundaria a alguna situación anestésico-quirúrgica), o ante un nuevo episodio de una fibrilación auricular paroxística que sin diagnóstico establecido previamente.  Aunque en función de la presencia de factores de riesgo previos del paciente podemos inclinarnos más a una forma paroxística o de nueva aparición, la distinción entre ambas entidades no puede establecerse (2).

En el periodo intraoperatorio la monitorización básica con electrocardiograma permite la detección y el diagnóstico de un episodio de fibrilación auricular, y la presión arterial no invasiva nos podrá dar una idea de la repercusión hemodinámica que pueda estar teniendo el episodio. En casos de alto riesgo o si detectamos inestabilidad hemodinámica asociada, se considerará ampliar la monitorización con presión arterial invasiva, monitores indirectos de gasto cardiaco o ecocardiografía, lo que permitirá evaluar las posibles causas desencadenantes y guiar la fluidoterapia administrada (2).

Si se detecta una fibrilación auricular intraoperatoria antes de que comience la agresión quirúrgica, se recomienda suspender la intervención siempre que esta sea diferible (así se podrá realizar una valoración cardiológica adecuada para establecer un comienzo de la arritmia y optimizar el estado del paciente previo a la cirugía). Sin embargo, si la intervención es urgente y no puede ser diferida o si se detecta el episodio una vez comenzada la cirugía se deberá realizar un manejo intraoperatorio de la misma.

Si durante el manejo intraoperatorio de un episodio de fibrilación auricular el paciente presenta inestabilidad hemodinámica, se realizará una cardioversión eléctrica urgente. Si por el contrario, no asocia inestabilidad hemodinámica, el manejo irá destinado a actuar sobre los factores desencadenantes, controlar la frecuencia cardiaca y valorar el control del ritmo con posible reversión a ritmo sinusal (1).

Si la fibrilación auricular asocia inestabilidad hemodinámica será necesario siempre realizar una cardioversión eléctrica urgente. La cardioversión eléctrica es la administración de energía eléctrica sobre el tejido miocárdico con el fin de detener una arritmia mediante una despolarización global de todo el tejido. En el caso de la fibrilación auricular se debe sincronizar esta descarga de energía con el ciclo cardiaco para evitar darla en el periodo refractario mediante la monitorización del electrocardiograma.

La cardioversión será más efectiva cuanta más energía llegue al miocardio (palas más grandes, mayor voltaje, menor impedancia de los tejidos, posición anteroposterior de los electrodos). También será más efectiva si se emplea un desfibrilador de onda bifásica frente a uno de onda monofásica. Aunque se puede realizar un primer intento con menor cantidad de energía, en general, la mayoría de los autores recomiendan dar desde el inicio la descarga con la máxima energía disponible para minimizar el número de intentos.

Esta técnica no está exenta de complicaciones, siendo la más frecuente la embolia (1-7%), ya que al realizarse la cardioversión con carácter urgente no se puede descartar la presencia de trombos intracavitarios y una vez restablecido el ritmo sinusal, en caso de haberlos, pasarán a la circulación sistémica; siempre que sea posible se recomienda administrar previo a la técnica un bolo de heparina no fraccionada seguido de una perfusión continua, aunque esto, en un escenario quirúrgico no suele ser posible. Otras complicaciones menos frecuentes pero igualmente graves serían otros eventos arrítmicos como taquicardia o fibrilación ventriculares (4).

Por el contrario, si el episodio de fibrilación auricular intraoperatoria no asocia inestabilidad hemodinámica, la estrategia para el manejo se basará en los siguientes pilares: control de las causas y factores precipitantes, control de la frecuencia cardiaca, control del ritmo (valorar reversión a ritmo sinusal) y planteamiento de una anticoagulación inicial.

El control de los factores precipitantes pasa por evaluar qué factores de riesgo modificables presenta el paciente y valorar su posible corrección. Así, en líneas generales se recomienda mantener una fluidoterapia guiada por objetivos hemodinámicos (si se considera, valorar ecocardiografía transesofágica para guiar el tratamiento), comprobar niveles de electrolitos y corregirlos si fuera necesario, evitar la hipoxia y la anemia, comprobar el normoposicionamiento de catéteres intravasculares, evitar la estimulación simpática (dolor, estrés quirúrgico…) y valorar la retirada de fármacos proarritmogénicos si se estaban empleando (fundamentalmente, inotrópicos) (1, 2).

Resulta complicado en ocasiones plantear si revertir la fibrilación auricular a ritmo sinusal o por el contrario, mantener el ritmo de fibrilación y tan solo controlar la respuesta ventricular (control de la frecuencia cardiaca). Tanto en pacientes en régimen ambulatorio como en pacientes sometidos a cirugía cardiaca, los datos indican que no hay diferencias significativas respecto a eventos adversos relacionados con la fibrilación auricular entre el grupo que ha seguido una estrategia de control del ritmo frente al que ha seguido una estrategia de control de la frecuencia cardiaca; sin embargo, en cirugía no cardiaca no existen datos concluyentes (2).

En este supuesto, la decisión de una estrategia de control de ritmo o de frecuencia cardiaca será siempre individualizada, basándonos en las circunstancias del episodio, posibles factores desencadenantes modificables, factores de riesgo inherentes al paciente que no se podrán modificar, tolerabilidad a medio plazo de la arritmia y sus tratamientos…para obtener una idea global del riesgo de recurrencia y del posible estado del paciente a medio-largo plazo (4, 5, 6).

Sin embargo, cabe tener en cuenta que nunca se podrá saber con seguridad si se trata de un episodio de fibrilación auricular de novo o un episodio de una fibrilación paroxística no diagnosticada, por lo que, en el caso de optar por una estrategia de control del ritmo, siempre existe un potencial riesgo embólico que habrá que sopesar y manejar con seguridad.

Si se opta por una estrategia de control de la frecuencia cardiaca, ésta deberá hacerse en aquellos episodios de fibrilación auricular que presentan una respuesta ventricular rápida (considerada como frecuencia mayor a 110lpm). El objetivo de frecuencia cardiaca no está bien establecido y depende de las condiciones del paciente, pero en general se recomienda una frecuencia cardiaca por debajo de 100lpm. Para ello se pueden emplear distintas estrategias farmacológicas (1, 2):

  • Beta-bloqueantes: son los fármacos de primera elección para el control de la frecuencia cardiaca. Se deben emplear con precaución en pacientes con insuficiencia cardiaca aguda y en aquellos con una FEVI deprimida. Están contraindicados en las fibrilaciones auriculares con preexcitación y relativamente contraindicados en pacientes asmáticos. Estos fármacos pueden tener efectos secundarios, fundamentalmente hipotensión y broncoespasmo. Para valorar el efecto que puedan tener en cada paciente, se recomienda administrar una dosis inicial de un betabloqueante de vida media ultracorta (esmolol) y valorar, si presenta buena tolerancia al fármaco, iniciar posteriormente uno de vida media más larga o una perfusión continua del mismo.
  • Calcioantagonistas no dihidropiridínicos: verapamilo y diltiazem. En general, se consideran de segunda línea para el control de la frecuencia cardiaca, ya que algunos datos sugieren que podrían ser menos efectivos que los betabloqueantes (2). Se debe tener precaución en pacientes con insuficiencia cardiaca y están contraindicados en síndromes de preexcitación. Su principal efecto secundario es la hipotensión (1, 2).
  • Amiodarona: es el fármaco de elección en pacientes que presentan insuficiencia cardiaca, que no toleran el tratamiento con betabloqueantes o calcioantagonistas o que presentan una fibrilación auricular preexcitada. Presenta importantes efectos secundarios tanto agudos (hepatotoxicidad y afectación pulmonar aguda en forma de neumonitis o síndrome de distrés respiratorio agudo) como crónicos (respiratorios, hepáticos, tiroideos…); por lo tanto, se debe administrar con precaución en pacientes hepatópatas, con patología respiratoria o en cirugías torácicas (1, 2).
  • Digoxina: se puede considerar su uso en pacientes con insuficiencia cardiaca o que no toleran el tratamiento con betabloqueantes o calcioantagonistas. Sin embargo, su uso en el ámbito quirúrgico es prácticamente inexistente puesto que presenta numerosas interacciones con situaciones habituales en el entorno quirúrgico: su efectividad disminuye si hay un tono adrenérgico aumentado, tiene un rango terapéutico muy estrecho (facilidad para la toxicidad) y sus niveles varían enormemente con la disminución de la función renal y con las alteraciones electrolíticas (hipomagnesemia, hipercalcemia, hipopotasemia, hipernatremia…) (1, 2).

Se optará por una estrategia de control del ritmo electiva en pacientes con baja probabilidad de recurrencia de la arritmia, en los que se presuponga probable que su origen sea secundario a algún desencadenante relacionado con el proceso perioperatorio. Para ello, se podrá realizar la cardioversión tanto de forma eléctrica como de forma farmacológica.

La cardioversión eléctrica se realizará de la misma forma que en los casos que asocian inestabilidad hemodinámica (sincronizada, preferiblemente bifásica, con máxima energía para disminuir el número de intentos). Tiene mayor probabilidad de éxito que la cardioversión farmacológica (en torno al 95%), pero presenta como inconvenientes la interferencia con la cirugía y la necesidad de tener al paciente con una alta profundidad hipnótica (precaución en pacientes donde se haya realizado una técnica anestésica locorregional) (4, 5).

La cardioversión farmacológica es la más empleada. Algunos de los fármacos más empleados en el periodo intraoperatorio son los siguientes:

  • Amiodarona: antiarrítmico de clase III, actúa bloqueando canales de sodio, potasio y calcio. Es el antiarrítmico más eficaz en la fibrilación auricular, está indicado como primera línea de tratamiento en pacientes que presentan cardiopatía estructural o insuficiencia cardiaca asociada y será de segunda/tercera línea en el resto de casos debido a los frecuentes e importantes efectos adversos que presenta (comentados previamente) (1, 5).
  • Flecainida: antiarrítmico de clase IC, actúa bloqueando canales de sodio. Es de elección como primera línea de tratamiento en pacientes que no presentan cardiopatía estructural ni insuficiencia cardiaca, con una eficacia de entre el 67 y el 92% (5). Presenta como efectos secundarios un posible ensanchamiento del QRS, aumento de probabilidad de flutter (se recomienda asociar un beta bloqueante), y neurológicos de carácter leve como cefalea o temblor. Se debe ajustar la dosis en insuficiencia hepática y renal (1, 5)
  • Propafenona: antiarrítmico de clase IC, actúa bloqueando canales de sodio. Es de elección como primera línea de tratamiento en pacientes que no presentan cardiopatía estructural ni insuficiencia cardiaca, con una eficacia de entre el 41 y el 91% (5). Como efectos secundarios más frecuentes están el aumento de probabilidad de flutter, las náuseas y el broncoespasmo. Se debe ajustar la dosis en insuficiencia hepática y renal (1, 5)
  • Vernakalant: es un fármaco recientemente aprobado por la FDA para el control del ritmo en pacientes con fibrilación auricular, pero aún no está aprobado en el ámbito quirúrgico salvo en el postoperatorio de cirugía cardiaca. Es especialmente interesante por poseer una vida media corta, de 2h (1, 4).
  • La administración de digoxina, procainamída, quinidina, verapamilo, diltiazem o betabloqueantes no es efectiva para la reversión de un episodio de fibrilación auricular (1, 4)

Siempre que se considere una estrategia de control del ritmo, como se ha comentado previamente, se debe considerar un potencial riesgo de embolia. No existen diferencias significativas en cuanto a eventos embólicos entre la cardioversión eléctrica y la farmacológica, por lo que las estrategias de manejo y anticoagulación serán iguales en ambos casos (4). Durante la cardioversión eléctrica urgente, no se puede valorar previamente la presencia de trombos auriculares, por lo que se asume su existencia; por ello se recomienda siempre que sea posible administrar un bolo de heparina no fraccionada previamente a la técnica seguida de una perfusión continua, aunque esto, en el escenario de un intraoperatorio no suele ser posible (1).

En caso de que la cardioversión no sea urgente, se deberá realizar siempre o bien una anticoagulación previa a la técnica, o bien un ecocardiograma transesofágico para valorar la presencia de trombos intraauriculares (esto es lo más habitual en el entorno quirúrgico, y solo en caso de que no se visualicen, se deberá llevar a cabo la cardioversión). Cualquier cardioversión, aún sin trombos intraauriculares previos, presenta un riesgo de embolia de en torno al 1-2% debido al aturdimiento tras la cardioversión, por lo que cualquier paciente cardiovertido deberá mantener una anticoagulación durante las 4 semanas posteriores (en el entorno perioperatorio, se deberá valorar el beneficio-riesgo de iniciar la anticoagulación) (1).

A largo plazo (una vez pasado el postoperatorio inmediato con alto riesgo de sangrado) se deberá valorar la anticoagulación permanente según la escala CHAD2DS2VASc, aunque no está validada para los pacientes postquirúrgicos (2). Solo en los episodios de novo con una muy clara causa desencadenante reversible no será necesario anticoagular siempre que el episodio dure menos de 48h (1).

Conclusiones:

La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente durante el periodo perioperatorio, puede asociar importante morbimortalidad y por ello es necesario conocer adecuadamente su manejo.

Los pilares del manejo de la fibrilación auricular se basan en: monitorización adecuada, estabilización del paciente, detección y corrección de factores desencadenantes conocidos, control del ritmo, control de la frecuencia cardiaca y prevención de fenómenos tromboembólicos.

Es imprescindible realizar formación continuada sobre los dispositivos (incluyendo desfibriladores) de que se dispone en cada centro.

Se recomienda realizar protocolos y algoritmos de manejo intrahospitalarios basados en la evidencia científica más actual.

Sería recomendable desarrollar y validad una escala de riesgo de fibrilación auricular para cirugía no cardiaca.

Bibliografía:

  1. Arguis MJ, Navarro R, Regueiro A, Arbelo E, Sierra P, Sabaté S, Galán J, Ruiz A, Matute P, Roux C, Gomar C, Rovira I, Mont L, Fita G. Manejo perioperatorio de la fibrilación auricular. Revista Española de Anestesiología y Reanimación 2014; 61(5): 262-271.
  2. Karamchandani, K, Khanna, AK, Bose, S, Fernando, RJ, Walkey, AJ. Atrial fibrillation: current evidence and management strategies during the perioperative period. Anesthesia and Analgesia 2020; 130(1): 2-13.
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