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Alergia a las proteínas de la leche de vaca, recomendaciones nutricionales

Alergia a las proteínas de la leche de vaca, recomendaciones nutricionales

Autora principal: Susana García Rodríguez

Vol. XVIII; nº 19; 1012

Allergy to cow’s milk proteins, nutritional recomendations

Fecha de recepción: 11/09/2023

Fecha de aceptación: 09/10/2023

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVIII. Número 19 Primera quincena de Octubre de 2023 – Página inicial: Vol. XVIII; nº 19; 1012

AUTORES:

  1. Susana García Rodríguez. Dietista-Nutricionista, Lugo, España
  2. Susana Blanco Veiras, Dietista-Nutricionista en Centro de salud Fonsagrada-Becerreá, Lugo, Galicia, España
  3. Verónica Antonia Méndez Vilabrille Dietista-Nutricionista y Técnico de Laboratorio clínico en Hospital de Jarrio, Asturias, España

Resumen:

La alergia a las proteínas de la leche de vaca es una de las alergias alimentarias más comunes en los primeros meses de vida. Desde un punto de vista inmunológico, esta alergia es una reacción producida al tomar leche de vaca, mediada por IgE y que puede producir una amplia variedad de síntomas .

Aunque la mayoría de autores recomiendan mantener únicamente la lactancia materna durante los primeros meses, ya que se asocia con un efecto protector sobre el desarrollo de enfermedades atópicas, si la lactancia materna protege o no del desarrollo de enfermedades alérgicas es aún un tema que está sobre la mesa.

Algunos autores han descrito que la toma regular de leche de vaca desde las primeras semanas parece que podría ser un factor de protección para el desarrollo de la alergia a estas proteínas, así mismo, la introducción de forma progresiva de la alimentación y la suplementación sólo de algunas tomas con leche artificial durante el periodo de lactancia materna, parece que facilita el contacto con pequeñas cantidades del alérgeno y por tanto el desarrollo de la respuesta alérgica, aunque no hay resultados claros por el momento.

En muchos de los casos, la alergia a la leche de vaca es una patología dinámica, que puede evolucionar hacia la tolerancia. Los pacientes, una vez diagnosticados y tras un periodo de evitación, son revisados de forma regular en espera de que alcancen una tolerancia. En esta línea, disponemos de una serie de pruebas que orientan acerca del momento evolutivo de la enfermedad.

Palabras clave: alergia, leche, vaca, alérgenos, diagnóstico, recomendaciones dietéticas.

Summary:

Cow’s milk protein allergy is one of the most common food allergies in the first months of life. From an immunological point of view, this allergy is a reaction produced by drinking cow’s milk, mediated by IgE and which can produce a wide variety of symptoms .

Although most authors recommend maintaining only breastfeeding during the first months, since it is associated with a protective effect on the development of atopic diseases, whether or not breastfeeding protects against the development of allergic diseases is still an issue that is under investigation. table.

Some authors have described that regular intake of cow’s milk from the first weeks seems to be a protective factor for the development of allergy to these proteins, likewise, the progressive introduction of food and supplementation only of Some feedings with artificial milk during the breastfeeding period seem to facilitate contact with small amounts of the allergen and therefore the development of an allergic response, although there are no clear results at this time.

In many cases, allergy to cow’s milk is a dynamic pathology, which can evolve towards tolerance. Patients, once diagnosed and after a period of avoidance, are regularly reviewed in the hope that they reach tolerance. In this line, we have a series of tests that provide guidance on the evolutionary moment of the disease.

Keywords: allergy, milk, cow, allergens, diagnosis, dietary recommendations.

DECLARACIÓN DE BUENAS PRÁCTICAS

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

INTRODUCCIÓN.

ALERGIA A LAS PROTEÍNAS DE LA LECHE DE  VACA

La alergia a las proteínas de la leche de vaca es una de las alergias alimentarias más comunes en los primeros meses de vida coincidiendo en la mayoría de los casos con la introducción del alimento (1, 2).

Desde un punto de vista inmunológico, esta alergia es una reacción producida al tomar leche de vaca, mediada por IgE y que puede producir síntomas cutáneos, respiratorios y digestivos, y en casos más extremos anafilaxia (1, 2).

Ha de destacarse que además de leche y productos lácteos, existe una amplia variedad de productos que pueden ser responsables de este tipo de alergia, desde que las proteínas de la leche de vaca se utilizan como coadyuvantes de elaboración y por tanto un gran número de productos alimenticios pueden contener cantidades residuales de estas proteínas.

Así mismo, la leche materna de madres que han consumido los productos que contienen leche de vaca podría suponer otra amenaza para el desarrollo de la alergia a las proteínas de la leche de vaca debido a la absorción de las proteínas de la vaca, su paso a través de la mucosa intestinal y su liberación en la leche humana (2, 3, 4).

La exposición a las proteínas de los alimentos, especialmente de las de la leche durante el periodo neonatal, también puede desencadenar algunos efectos clínicos e inmunológicos relacionados con la inmadurez de los sistemas digestivos e inmunes del recién nacido.

Factores como la baja actividad de la pepsina del estómago en el nacimiento, un inmaduro mecanismo de producción de ácido en el estómago y el mal funcionamiento de enzimas pancreáticas e intestinales contribuyen a la estabilidad de las proteínas de la leche de vaca mediante la limitación de su proteólisis gástrica y por lo tanto exponer a los recién nacidos a respuestas alérgicas (3, 4, 6).

Aunque la mayoría de autores recomiendan mantener únicamente la lactancia materna durante los primeros meses, ya que se asocia con un efecto protector sobre el desarrollo de enfermedades atópicas, si la lactancia materna protege o no del desarrollo de enfermedades alérgicas es aún un tema que está sobre la mesa (1, 2, 5).

Algunos autores han descrito que la toma regular de leche de vaca desde las primeras semanas parece que podría ser un factor de protección para el desarrollo de la alergia a estas proteínas, así mismo, la introducción de forma progresiva de la alimentación y la suplementación sólo de algunas tomas con leche artificial durante el periodo de lactancia materna, parece que facilita el contacto con pequeñas cantidades del alérgeno y por tanto el desarrollo de la respuesta alérgica, aunque no hay resultados claros por el momento (5, 6, 12).

En muchos de los casos, la alergia a la leche de vaca es una patología dinámica, que puede evolucionar hacia la tolerancia. Los pacientes, una vez diagnosticados y tras un periodo de evitación, son revisados de forma regular en la consulta en espera de que alcancen dicho momento de tolerancia (5, 6, 10, 15).

En la búsqueda de dicho paso de la alergia a la tolerancia disponemos de una serie de pruebas, como las pruebas cutáneas y la determinación de anticuerpos IgE específicos, que orientan acerca del momento evolutivo de la enfermedad en el que se encuentra el paciente, sin embargo, dichas pruebas han demostrado ciertas limitaciones a la hora de predecir el momento de tolerancia (7, 16,17, 18).

ALÉRGENOS DE LA LECHE

Al igual que la leche humana, el principal componente de la leche de vaca que determina su valor nutricional es el contenido proteico. La leche de vaca contiene 3g de proteína/100 ml e incluye al menos 25 proteínas distintas, que pueden ser causa de alergia, pero sólo unas pocas se han descrito como alérgenos capaces de inducir respuesta alérgica, se dividen en dos grupos principales: proteínas del suero o séricas y caseínas (5, 7, 11).

Las caseínas constituyen el 80% del total de proteínas y se dividen en αs1, αs2, β-caseína y κ-caseína.

Se denominan proteínas séricas a aquellas que permanecen solubles después de la precipitación ácida de las caseínas. Las proteínas del suero son menos abundantes, representan el 20% del total de las proteínas y la β-lactoglobulina es el mayor componente de estas (7).

Estas proteínas que se comportan como alérgenos, se denominan según la nomenclatura utilizada para denominar los alérgenos como Bos d, que indica el nombre del animal del que proceden (Bos domesticus) seguido de un número que indica el orden cronológico en el que los alérgenos han sido descubiertos (7).

DIAGNÓSTICO

Siguiendo el documento de posición del Comité de Reacciones Adversas a Alimentos de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (SEAIC), las técnicas de diagnóstico en la alergia a las proteínas a la leche de vaca comprenden tres etapas (21):

  • Historia Clínica compatible con las manifestaciones alérgicas típicas
  • Demostración o no de sensibilización mediada por IgE mediante pruebas cutáneas en prick con el alérgeno adecuado y determinación de IgE sérica específica para la leche y sus proteínas.
  • Prueba de provocación/tolerancia oral controlada salvo contraindicación clínica.

En primer lugar, ha de establecerse un diagnóstico de sospecha; las guías de diagnóstico y manejo de la alergia a alimentos recomiendan sospechar de enfermedad alérgica en circunstancias tales como:

  • Cuando el individuo presente anafilaxia o cualquier combinación de síntomas (cutáneos, respiratorios y/o gastrointestinales) característicos de las reacciones mediadas por IgE que ocurren tras minutos u horas de la ingesta de un alimento concreto una o más veces.
  • En niños y adultos jóvenes diagnosticados de ciertas enfermedades como las dermatitis atópica severa, esofagitis eosinofílica, enterocolitis, enteropatía y proctocolitis alérgica.
  • Adultos diagnosticados de esofagitis eosinofílica.

Los síntomas cutáneos, se caracterizan por eritema generalizado con o sin urticaria aguda o con componente de angioedema, se presenta en algo más del 50% de los pacientes. Puede existir afectación palpebral, de labios y/o manos y pies. Un porcentaje menor (10-15%) presenta sólo síntomas locales de tipo eritema peritoneal tras la ingestión de la fórmula adaptada.

Estos cuadros leves en ocasiones no se valoran y preceden a otros de mayor intensidad. Algunos pacientes presentan sintomatología previa a la introducción de la lactancia artificial con clínica de eritema o urticaria en zonas de contacto con la leche a través de roca o besos, existen también síntomas en pacientes con lactancia materna exclusiva.

La dermatitis atópica, que supone un problema muy frecuente en los primeros meses de vida puede ser provocada o exacerbada por la ingestión de proteínas de leche de vaca.

Los síntomas digestivos, se presentan en forma de vómitos, reflujo gastroesofágico o diarrea que no tienen ninguna característica específica que los distinga de los causados por otras etiologías.

Los síntomas respiratorios, se producen con poca frecuencia y siempre de forma aguda, el cuadro se inicia con dificultad respiratoria o edema de glotis con dificultad respiratoria y disfonía. Esta sintomatología puede suponer compromiso vital inmediato y debe tratarse con adrenalina.

La rinoconjuntivitis aguda con secreción nasal serosa, estornudos y lagrimeo, se describe raramente en la anamnesis, pero se observa en provocaciones controladas precediendo a afectación de otros órganos.

Anafilaxia, en los cuadros severos, con riesgo vital o de afectación multisistémica, constituyen en algunas series hasta el 1% de las formas de debut y para algunos autores son causa de muerte súbita.

Historia Clínica

La historia clínica continúa siendo el pilar fundamental para el diagnóstico de la alergia a alimentos y pretende establecer cómo ocurrió la reacción alérgica, qué alimento es el implicado y qué mecanismo inmunológico es el responsable de la reacción.

La SEAIC establece así mismo los puntos fundamentales que debe recoger la historia clínica cuando hay sospecha de alergia a un alimento entre los que se encuentran (21):

  • Datos del alimento: Alimento implicado, cantidad consumida y forma de preparación, clínica con la manipulación/inhalación del alimento y consumo posterior del mismo.
  • Datos de la reacción: Tiempo transcurrido entre la ingesta y la reacción, descripción de los síntomas, duración de los síntomas, necesidad de tratamiento, atención en urgencias, número de episodios, frecuencia de estos y fecha del último episodio.
  • Datos del paciente: Edad, estado del paciente en el momento de la reacción (enfermedades concomitantes, ejercicio físico), diagnóstico de dermatitis atópica, otras enfermedades alérgicas y también no alérgicas y antecedentes familiares de la atopia.

Hay que tener en cuenta a la hora de sospechar una enfermedad alérgica que el mecanismo puede ser tanto mediado por IgE como no mediado por IgE o una combinación de ambos, para utilizar las herramientas diagnósticas específicas en cada caso (10).

En este caso nos centraremos en las reacciones mediadas por IgE, dentro de las que se encuentran la alergia que nos ocupa: la alergia a las proteínas de la leche de vaca. Las no mediadas por IgE hacen referencia a las intolerancias alimentarias (10, 21).

Diagnóstico de las reacciones mediadas por IgE

En las reacciones mediadas por IgE además de una historia clínica compatible, con aparición de manifestaciones clínicas en un periodo inferior a las dos horas tras la ingesta del alimento, es necesario demostrar la existencia de un mecanismo mediado por IgE implicado en su etiología (8).

Las herramientas disponibles para demostrar un mecanismo IgE son de dos tipos: técnicas in vivo, prick test y prick-prick y técnicas in vitro para la determinación de IgE específica en suero del paciente

– Provocación oral

Consiste en la administración del alimento en dosis progresivamente crecientes hasta alcanzar la dosis que correspondería a una reacción normal para el individuo, según la edad y el tipo de alimento. Recibe diferentes nombres en función de la técnica utilizada (8, 9).

En el caso de la alergia a las proteínas de la leche de vaca la provocación oral (PO) será innecesaria para confirmarla en el caso de una historia clínica compatible con una reacción alérgica mediada por IgE acompañada de una demostración del mecanismo IgE mediante una prueba cutánea positiva o una determinación de IgE positiva frente a alguno de los alérgenos de la leche.

La PO está indicada en el caso de historias clínicas no sugestivas de alergia IgE, cuando las pruebas cutáneas y los anticuerpos IgE específicos son negativos, en el seguimiento de niños alérgicos para la detección del momento de tolerancia o cuando se ha detectado una sensibilización a un alimento mediante IgE específica positiva y se desconoce la reactividad clínica en ese paciente.

Ninguna de las técnicas anteriormente descritas diagnostica por sí misma una alergia alimentaria, siendo a día de hoy la provocación oral el último paso en la cadena de diagnóstico y la única prueba que confirma o descarta con total seguridad la alergia a las proteínas de la leche (12).

TRATAMIENTO

Dieta de evitación

El tratamiento actual de la alergia a las proteínas de la leche de vaca consiste en la evitación del alimento. Esto conlleva dietas altamente restrictivas lo que condiciona en gran medida la calidad de vida de los pacientes, ya que puede ocasionar un desequilibrio nutricional con consecuencias directas en el desarrollo (6, 19).

Por otra parte, supone un riesgo elevado de reacciones por transgresiones o contactos invertidos, dado que la leche se encuentra como ingrediente formando la composición de muchos alimentos como los snacks preenvasados o comidas preparadas, así como en productos en los que no se sospecha de la presencia de proteínas de la leche como en bebidas energéticas o zumos de frutas (6, 9).

En el caso de los lactantes cuya dieta fundamental es la leche, al ser diagnosticado como alérgico a las proteínas de la leche de vaca, la recomendación universalmente aceptada en continuar con la lactancia materna mientras esta sea posible. En caso de que deba ser interrumpida, se podrán usar como alternativas los hidrolizados de proteínas, fórmulas especialmente diseñadas para este fin o leche de soja (15).

Para el tratamiento de la alergia a las proteínas de la leche de vaca, dentro de las fórmulas hidrolizadas, descritas anteriormente, los hidrolizados extensivos o altamente hidrolizados son las fórmulas recomendadas, siendo tolerados en el 95% de los casos; mientras que los hidrolizados parciales no se aconsejan ya que mantienen cierta actividad alergénica residual debido al tamaño de los péptidos, entre los que se podrían mantener algunos de los epítopos reconocidos por los pacientes con alergia a las proteínas de la leche (6, 9).

Las fórmulas elementales se reservarían para aquellos pacientes que presentan reactividad incluso con los hidrolizados. Estas representan la primera línea de tratamiento en pacientes con determinadas patologías no mediadas por IgE producidas por la leche de vaca en la que, en la mayoría de los casos, la causa fundamental suele ser la inmadurez de tránsito gastrointestinal (2, 3).

Como alternativas a los hidrolizados pueden utilizarse también fórmulas vegetales o animales, siendo estas últimas desaconsejadas ya que frecuentemente presentan reactividad cruzada clínica e inmunológica con las proteínas de la leche de vaca, como ocurre con la leche de especies de mamíferos disponible en nuestro país como son la de cabra u oveja (2, 9).

Por su parte, las fórmulas vegetales a base de proteínas de soja, que se obtiene mediante el procesamiento físico de la soja, poseen recomendaciones para su composición. La materia prima es el aislado proteico de soja tratado con calor y adicionando metionina, l-carnitina y taurina. El componente graso proviene de aceites vegetales y la parte correspondiente a los hidratos de carbono la componen polímeros de glucosa, almidón o sacarosa, al ser un producto de origen vegetal está exento de lactosa (2).

El contenido en fitatos y otros compuestos de la soja disminuye la biodisponibilidad de iones divalentes como son zinc, calcio, magnesio, hierro o cobre, y el iodo, lo que obliga al aumentar la cantidad de estos elementos en su composición.

Estas fórmulas son también ricas en aluminio, lo que contraindica su uso en recién nacidos prematuros o con alteraciones renales porque disminuye la mineralización ósea.

También contienen manganeso y fitoestrógenos, los cuales imitan algunas de las acciones del estrógeno y pueden tener repercusión en el desarrollo y en el sistema inmune, aunque por el momento no se han relacionado con efectos adversos a largo plazo, existen dudas en el caso de ser administradas a lactantes menores de 6-12 meses (2, 3, 9).

Por todo ello, estas fórmulas de soja pueden indicarse en aquellos niños que habiendo nacido a término presentan alergia mediada por IgE, pero no se darán antes de los 12 meses en niños con clínica digestiva en los que se sospecha de sensibilización no mediada por IgE ni en el tratamiento del cólico del lactante (9, 13).

Otros preparados que se han utilizado como alternativas son, preparados a base de arroz, de avena, colágeno de cerdo o probióticos, sin embargo, algunos productos dietéticos denominados leches vegetales como los preparados de almendras o batidos de soja no están indicados en la alimentación del niño pequeño (14).

El tratamiento sustitutivo se realiza hasta que el paciente alcanza la tolerancia espontánea. Una vez comprobada la tolerancia mediante provocación oral, se debe introducir en la dieta la leche de vaca en la cantidad y forma adecuada para la edad del paciente de forma inmediata. Se debe evitar la introducción gradual, ya que existe riesgo de resensibilización por la administración de pequeñas dosis repetidas (13, 18).

En los pacientes que no desarrollan tolerancia de forma espontánea y por lo tanto presentan alergia persistente a proteínas de leche de vaca, hasta hace pocos años el tratamiento consistía únicamente en una dieta de evitación para el resto de su vida (4, 10).

Desensibilización

La desensibilización o inducción oral de tolerancia (IOT) y de inmunoterapia (IT) específica con alimentos, consiste en administrar dosis crecientes del alimento en cuestión por vía oral, bajo supervisión médica, hasta alcanzar la tolerancia; es decir, conseguir que el paciente tome el alimento en cantidades adecuadas sin presentar reacción (2, 8, 10).

Podemos distinguir dos fases a lo largo de la desensibilización, la fase de inducción de tolerancia y la fase de mantenimiento.

Fase de inducción de tolerancia: en esta se administran dosis progresivamente crecientes del alimento hasta alcanzar la dosis máxima, que sería la correspondiente a una ración normal en la dieta, en el caso de la leche un vaso de leche.

Fase de mantenimiento: Tras alcanzar la dosis máxima el paciente debe mantener la toma regular del alimento (un vaso de leche al día) para mantener la tolerancia.

Según el resultado de la provocación tras la dieta, se definen diferentes patrones de respuesta:

  • Patrón I: Pacientes que mantienen la tolerancia a pesar de suspender la toma regula del alimento tras la desensibilización, es decir, presentan resultado negativo en la provocación oral tras dos meses sin tomar el alimento.
  • Patrón II: Compuesto por aquello pacientes que alcanzan la tolerancia a dosis máximas en la desensibilización y la mantienen con toma regular, pero pierden la tolerancia al suspenderla, es decir, en la segunda provocación se obtiene un resultado positivo.
  • Patrón III: Pacientes en los que durante la desensibilización no se alcanza la tolerancia a dosis máxima, pero en los que se aumenta la dosis que produce la reacción.
  • Patrón IV: Formado por los pacientes en los que la desensibilización no se puede llevar a cabo debido a las reacciones repetidas durante ésta, que obligan a interrumpir el tratamiento.

Por todo lo anterior, en vista a los resultados obtenidos tras el tratamiento, se observa que la mayoría de los pacientes alcanzan el cambio en la dosis umbral necesaria para causar síntomas, y que esta se mantiene mediante la administración de dosis diarias del alimento, pero es cada vez más discutido si la desensibilización es capaz de inducir cambios inmunológicos que permitan tomar el alimento libremente sin necesidad de realizar tratamiento alguno, es decir, si la desensibilización realmente induce la tolerancia a largo plazo (10, 12, 17).

RECOMENDACIONES NUTRICIONALES PARA ALERGICOS   A   LAS   PROTEÍNAS   DE   LA   LECHE   DE   VACA

Cualquier hipersensibilidad alimentaria produce un gran impacto en la calidad de vida de la persona afectada y el consejo nutricional debe tener como uno de los objetivos principales minimizar ese efecto (17).

A pesar de que existen estudios y avances sobre el manejo de la enfermedad, el tratamiento para la hipersensibilidad alimentaria tiene como base evitar el alimento desencadenador de la reacción. Un dilema en la práctica clínica es decidir hasta qué medida el alimento que provocó esta situación debe ser evitado, o cuando debe ser reintroducido, basándose en el nivel de respuesta alérgica, las características de la proteína del alimento en cuestión, y la historia natural de la evolución del cuadro.

Otra medida importante en la dieta del paciente es garantizar que su dieta sea saludable, y que pueda tener una reposición de los nutrientes perdidos por parte de otras fuentes alimentarias, ya que la eliminación estricta de lácteos puede generar un déficit nutricional (20)

Por otra parte, cabe destacar que en algunos casos las alergias alimentarias pueden ser cruzadas, cono en el caso de la alergia a la leche, cuyas proteínas son capaces de empeorar los síntomas gastrointestinales de pacientes portadores de la enfermedad celíaca, alteración en la que hay intolerancia hacia los alimentos con gluten.

Por el momento no se conocen los motivos de esa reacción, pero esto conlleva que sea mayor el cuadro de restricciones alimentarias de una persona (19, 20).

En el caso que nos ocupa, de la alergia a las proteínas de la leche de vaca, cabe prestar importancia a las medidas nutricionales alternativas al consumo de leche de vaca y derivados deben prever la reposición proteica de alto valor biológico y de calcio, principalmente.

Las fuentes alimentarias de estos nutrientes se encuentran disponibles, sin embargo, mantener la palatabilidad de una dieta con una reposición de calcio solamente con alimentos que no derivan de la leche es un gran desafío. El uso de alimentos de soja líquidos enriquecidos con calcio es una buena alternativa.

Como recomendaciones generales, según las normas dietéticas para alérgicos a las proteínas de la leche de vaca según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), se puede establecer (21):

  • Eliminar totalmente el alérgeno de la dieta, tanto la leche de vaca, cabra y oveja, como los distintos derivados lácteos y productos transformados que puedan llevar proteínas lácteas como ingrediente.
  • Deben leerse atentamente las etiquetas de los alimentos.

La leche es un ingrediente de obligada declaración en el etiquetado, ya que algunos productos transformados pueden contener sus proteínas.

Dentro de una misma categoría, unos productos pueden llevar proteínas de la leche de vaca y otros no. Estas pueden aparecer bajo diferentes denominaciones:

  • Caseinato de sodio
  • Caseinato de calcio
  • Caseinato potásico
  • Caseinato magnésico
  • Hidrolizado proteico
  • Caseína
  • Suero láctico o lactosuero (sin lactosa, desmineralizado o concentrado de proteínas)
  • Lactoalbúmina, fosfato de lactoalbúmina
  • Lactoglobulina

Así mismo una persona alérgica a las proteínas de la leche de vaca debe asegurarse de evitar alimentos que contengan cualquiera de los siguientes ingredientes (21):

  • La denominación “aromatizante”, ya que puede ser de queso, manteca o tener leche.
  • El término “caldo deshidratado” usado en la elaboración de sopas, cubitos de caldo, salsas de tomate, etc., ya que pueden contener también ciertas grasas sin especificar.
  • El término “grasas animales” sin especificar, ya que puede tratarse de nata o mantequilla
  • La denominación “proteínas”: pueden utilizar proteínas de leche sin especificar el contenido
  • Ha de prestarse atención a productos no lácteos que pueden contener caseinato sódico incorporado por su función como emulsionante y estabilizante.
  • En el caso de pacientes altamente sensibilizados, estos pueden presentar excepcionalmente reacción alérgica en relación con productos que contengan lactosa contaminada por la proteína de origen.
  • Los aditivos de la leche pueden estar presentes en muchos alimentos de los que nunca se sospecharía como purés, sopas-crema elaboradas, fiambres, platos precocinados como tortillas, sustitutos de los huevos, aderezos de ensaladas, patés, pastas rellenas, etc.
  • Consumir alimentos ricos en calcio para asegurar el aporte de éste en la dieta: frutos secos, legumbres, soja y sus derivados, pescados azules y aquellos que se puedan comer con espina y vegetales de hoja verde.

Además, se debe asociar a la vitamina D, ya que es necesaria para la absorción de calcio y es necesario que exista una cantidad suficiente en el organismo, por ello se deben consumir huevos, carne y pescado.

  • Higienizar todas las superficies de trabajo y los utensilios. No usar aceite que ya se ha utilizado previamente para cocinar otros alimentos.
  • Aportar el certificado médico y la lista de alimentos a lo que se es alérgico en lugares donde se vaya a comer: comedores escolares, campamentos, excursiones, hospitales, restaurantes, etc., para evitar su consumo.

No obstante, con la nueva ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Reglamento 1169/2011, referente a la información alimentaria facilitada al consumidor, todos los restaurantes, bares, cafeterías, hoteles, catering, etc., deben informar a sus clientes de la presencia de alérgenos en sus platos.

  • Tener cerca la medicación oportuna en caso de reacción alérgica.
  • Tener en cuenta los fármacos, ya que pueden presentar “lactosa monohidrato” como excipiente, ya que ayuda a que el principio activo del medicamento funcione de forma estable, eficaz y segura para el paciente que lo toma.

Se utiliza en comprimidos por su solubilidad y su sabor agradable, aunque también se encuentra en otras presentaciones como viales, suspensiones o inhaladores. Esta puede contener proteínas de la leche de vaca por un proceso de purificación imperfecta.

Esta contaminación por proteínas lácteas se da cuando la lactosa es de origen animal, mientras que si es de síntesis no.

También se observa la presencia de caseína en preparados que contienen hierro, para mejorar la tolerancia digestiva, el sabor y aumentar la absorción de este.

  • En el caso de los lactantes alérgicos a la leche de vaca, estos deben ser alimentados exclusivamente con lactancia materna y la madre deberá seguir una dieta exenta de leche y derivados, debido al paso de alergénico a la leche materna.

A la hora de iniciar una recomendación nutricional es necesario recordar que, cuanto más naturales sean los alimentos en su origen, menor será el riesgo de que contengan leche y dar a conocer como la clasificación los alimentos, en función del riesgo de que puedan contener leche de una forma clara, una lista tipo podría ser (20, 21).

Ver Tabla 1: alimentos permitidos y prohibidos (al final del artículo).

CONCLUSIONES

Una vez revisados todos los artículos mencionados en este trabajo se pueden aportar las siguientes conclusiones:

  • La alergia a las proteínas de la leche de vaca es una alergia alimentaria que suele aparecer principalmente en la edad infantil coincidiendo con la introducción del alimento.
  • Su prevalencia actualmente está aumentando, con un incremento también en las reacciones graves como la reacción anafiláctica.
  • Continúa como tema a debate respecto a la prevención de la alergia si es mejor introducir las proteínas de la leche de vaca junto con la lactancia materna o posponerlo.
  • Se sigue investigando acerca del efecto protector que la lactancia materna otorga al bebé, nutricionalmente es fundamental, pero se desconoce su relación con el efecto protector de la alergia.
  • Dentro de la porción proteica de la leche, principal causante de las reacciones alérgicas destacan la caseína y la β-lactoglobulina como causante más frecuentemente de sensibilización.
  • Las pruebas cutáneas y la determinación de anticuerpos IgE específicos orientan acerca del momento en el que se encuentra la alergia, pero han demostrado limitaciones a la hora de predecir con total certeza el momento de paso de alérgico a tolerante, por ello se recomienda seguir una dieta de evitación de este alimento hasta conocer el estadio de la alergia y la reactividad que presenta la persona.
  • Resulta especialmente problemática dicha dieta en los niños, dada la importancia nutricional y energética de la leche y sus derivados. Por ello, es esencial una recomendación dietética equilibrada para evitar déficits nutricionales.
  • Se recomienda en bebés bajo sospecha de padecer alergia o diagnosticados, si están en lactancia materna, que la madre no tome lácteos y en caso de lactancia artificial, se debe utilizar fórmulas lácteas extensamente hidrolizadas. En bebés mayores de 6 meses y sin clínica digestiva se aconseja la administración de fórmulas de soja.
  • Es esencial a la hora de evitar estrictamente la ingesta de este alimento, todas sus formas y derivados, teniendo en cuenta la amplia variedad de alimentos, productos y fármacos en los que puede aparecer, es por ello fundamental revisar las etiquetas y composición de cada uno de ellos.

Ver anexo

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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