En otro trabajo realizado por VANDALE S., RIVERA M.E. KAGEYAMA M.L., TIRADO L.L. y LÓPEZ M. 1997. Salud Pública de México 1997; Vol. 39(5): 412 – 419, titulado “Lactancia materna, destete y ablactación: una encuesta en comunidades rurales de México”, encontraron que “La alimentación con sucedáneos de la leche y el destete temprano son propios de familias pequeñas, con mayor educación materna, mejores condiciones de la vivienda y la influencia de los médicos, sobre todo en el norte del país”. También encontraron que “la ablactación se efectúa antes del segundo semestre de la vida”, razón por la cual recomiendan “elaborar programas que promuevan la alimentación al seno materno y la ablactación correcta en la población infantil de las comunidades rurales de México”.
Un trabajo más en este sentido, es el de HERNÁNDEZ M. Y SALINAS P.J. 2003. Revista de la Facultad de Medicina, Universidad de los Andes, Vol. 9 No. 1-4. Mérida, Venezuela, titulado “Relación entre lactancia materna y estado nutricional Lahula. Mérida. Venezuela”, ellos encontraron que “el 39.4% de las madres amamantaban a sus hijos hasta el tercer mes de edad. Las causas por las cuales no amamantaron a sus hijos se debieron a la falta de educación de la madre en la mayoría de los casos”.
Por su parte ORTEGA A., OSORIO M. F., MONZÓN D. y VEGA M. 2009. Medi Sur Revista Científica disponible en: http://www.medisur.sld.cu/index.php/medisur/ en su trabajo titulado “Caracterización de niños menores de cinco años con malnutrición proteico-energética grave atendidos en una clínica de Timor Leste”, encontraron que “Se evidencia que los niños con bajo peso al nacer tienen un riesgo de casi 5 veces mayor de ser desnutridos, que los nacidos con peso adecuado. La ablactación incorrecta y la lactancia materna prolongada por más de seis meses influyen en su estado nutricional. En el periodo preescolar puede aparecer una forma tardía de marasmo alimentario, a consecuencia de una alimentación prolongada con leche materna sin suplementar con otros alimentos”.
Finalmente MELLADO A. M. y colaboradores 2006, disponible en:
http://www.revistaciencias.com/publicaciones/EEuAApEEVucbudyiqh.php
encontraron en su trabajo “Intervención educativa a madres de niños menores de un año para elevar el nivel de conocimientos sobre nutrición en un sector del Municipio de Zacualpa, abril- septiembre 2005” que “el tema donde hubo mayor dificultad para resolverlo las madres fue el de conocimientos sobre ablactación”.
Ahora bien, la introducción de la alimentación complementaria se debe iniciar con cereales adicionados con hierro, serían los más recomendables para iniciar al lactante en la ingestión de semisólidos. Este alimento reúne ciertas características que lo hace conveniente: aporta energía y hierro que, según lo expuesto, son los nutrientes que requiere el niño alimentado al pecho para mantener su curva de crecimiento. La consistencia del cereal, una vez mezclado con leche, es lo suficientemente suave para que sea deglutido sin dificultad. Su sabor es generalmente aceptado. Si se inicia hacia los cinco o seis meses de edad, el sistema digestivo del lactante está maduro para digerirlos y absorberlos sin dificultad. Sólo hay que evitar la introducción de trigo antes de los seis meses, por la proteína gliadina que es potencialmente alergénica. Si no se cuenta con cereal adicionado con hierro o si se considera que es excesivamente caro para la economía familiar, puede iniciarse con frutas como plátano, pera o manzana. O bien, a partir de los siete meses de edad, podrían introducirse las verduras como zanahoria, papa, calabacita, chayote, espinacas, acelgas, brócoli, etc., y un poco más adelante, leguminosas como frijol, lenteja, garbanzo, habas, chícharo molidas y coladas; este orden es arbitrario a partir del sexto mes, y bien podría adaptarse a las condiciones de cada familia.
Al principio se ofrece una cantidad pequeña, acaso, dos o tres cucharadas cafeteras. Si el niño manifiesta el deseo de más alimento puede incrementarse progresivamente la cantidad. Por el contrario, si el niño no termina con agrado todo el alimento que se preparó, no debe forzarse. El uso de cuchara, las nuevas consistencias y sabores requieren de tiempo y habituación. Una vez que se ha iniciado la ablactación es conveniente remarcar que la leche sigue siendo el alimento básico, sobre todo la leche materna, recomendada por la Academia Americana de Pediatría hasta el año de edad.
La Secretaría de Educación Pública del Distrito Federal (SEPDF, 2008) recomienda a las madres el inicio de la ablactación a partir de los cuatro meses de vida, reconociendo que el lactante está preparado por su desarrollo para aceptar alimentos complementarios entre los cuatro y los seis meses de edad KLEINMAN, R. E. 2006. Manual de Nutrición en Pediatría. Argentina: Ed. Intersistemas. Para efectos de este trabajo hemos establecido los 4 meses para el inicio de la ablactación, debido a que la digestión de los alimentos ya es efectuada por enzimas que son responsables de degradarlos y permitir su absorción. Estas enzimas se desarrollan durante la etapa intrauterina y en los primeros meses de vida. Todo niño de término y sano nace con la capacidad de hidrolizar la lactosa.
En consecuencia, sus funciones de digestión, absorción y excreción se realizan sin dificultad. En cambio, las enzimas necesarias para la digestión de hidratos de carbono más complejos (almidones), aún no están presentes en el momento del nacimiento. Su actividad comienza a ser importante alrededor de los cuatro meses de vida extrauterina. De acuerdo con estas consideraciones, la introducción de cereales en la dieta no sería recomendable antes del cuarto mes de vida, como tampoco la de otros alimentos que contengan hidratos de carbono más complejos que los disacáridos.
En cuanto a los lípidos, se observa que su absorción es deficiente durante los primeros meses de la vida. Las sales biliares no se sintetizan en cantidad suficiente, y en forma madura antes de los seis meses de edad. Por lo tanto, no es conveniente incluir en la dieta alimentos no lácteos que contengan lípidos de difícil absorción para el lactante.
En cuanto a las proteínas, las enzimas responsables de su hidrólisis están presentes desde el nacimiento, incluso en los niños prematuros. No obstante, la inmadurez digestiva del recién nacido se expresa a otro nivel: la pared intestinal es excesivamente permeable y proteínas completas con pequeño peso molecular pueden pasar por el mecanismo de endocitosis al torrente circulatorio. Estas moléculas son capaces de originar reacciones alérgicas a determinados alimentos, siendo las más frecuentes aquellas que se presentan con la albúmina y la avidina de la clara del huevo. Esta permeabilidad exagerada persiste hasta los seis meses de edad; incluso por la misma razón, no se recomienda introducir cítricos antes de esa edad para disminuir el riesgo de sensibilidad frente a estos alimentos, especialmente en lactantes con antecedentes de atopia familiar (fenómeno de hipersensibilidad humana sujeto a influencia hereditaria, que sería el fundamento del asma esencial y estados similares).
Los primeros 12 meses de vida extrauterina el crecimiento es muy acelerado, aumentan entre 7 y 9 kilos de peso y la talla incrementa aproximadamente de 20 a 25 cm, el desarrollo neurológico y conductual se presenta de forma compleja, así como la formación de tejidos. Para que esto se lleve a cabo con éxito, se requiere de un buen estado de salud y una nutrición adecuada. De hecho, se ha demostrado que el ser humano es vulnerable a tener alteraciones nutrimentales en estas etapas. Si la alimentación es deficiente o excesiva durante un tiempo prolongado, los niños y las niñas ya no podrán alcanzar un crecimiento normal de su peso y talla, aún cuando en las edades posteriores se corrijan estas alteraciones. Por otro lado, algunos autores han sugerido que la obesidad en la etapa infantil puede repercutir en un mayor riesgo de ser adultos obesos GUTIÉRREZ M. 2010. Prevención de la Obesidad y Promoción de hábitos saludables. Disponible en:
http://www.spapex.org/prevobesidad.htm.
La leche materna cubre los requerimientos de vitamina A y C del lactante. La vitamina D requiere consideración. Esta vitamina es necesaria para la absorción de calcio a nivel intestinal y éste a su vez es indispensable para el crecimiento y la mineralización del esqueleto. Normalmente la vitamina D se forma a partir del efecto de la luz sobre la provitamina D, precursora de la hormona activa, 1,25 (OH) 2 colecalciferol. En regiones muy frías, donde la luz es escasa y los lactantes están muy cubiertos por la ropa, puede producirse un déficit de vitamina D que se traduce en una absorción escasa de calcio y falta de la mineralización ósea, lo cual podría conducir a raquitismo. Sin embargo, en los últimos años, se han demostrado pocos casos de esta enfermedad, aún en países con climas fríos y, aunque se recomienda suplementar con vitamina D al lactante, cada vez hay menor convencimiento de su uso.
Paralelamente el lactante debe de haber alcanzado destrezas para succionar los nuevos alimentos, coordinar la deglución e iniciar las funciones de masticación; estas capacidades permiten al lactante ampliar la dieta a nuevos alimentos con sabor y textura. La coordinación entre los músculos de los labios, el maxilar y la mandíbula mejoran; esto favorece la movilización del alimento semisólido dentro de la boca y aumenta la capacidad de sensaciones de temperatura, sabor y consistencia.
En el cuadro 1 se muestra un modificado de las recomendaciones de la ablactación que da la ASOCIACIÓN MEXICANA DE PEDIATRÍA, con aportaciones del neuropediatra DAYÁN, A. 2010.
CUADRO 1. RECOMENDACIONES DE LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE PEDIATRÍA Y DAYAN, A. 2010.
Fuente: ACTA PEDIÁTRICA DE MÉXICO. 2007. Volumen 28, Número 5, Septiembre – Octubre. Y DAYAN, A. 2010. Neurólogo Pediatra.
El proceso de la ablactación debe ser progresivo y lento, siempre observando la tolerancia, los gustos y desagrados con respecto a los diferentes alimentos que se ofrecerán al bebé, es por ello que este proceso se debe iniciar con cierto orden y características de los alimentos para poder apoyar al niño en este evento transitorio.
Otro factor importante que hay que considerar para llevar con éxito el proceso de ablactación es el proporcionarle al bebé un entorno agradable con lo siguiente:
1. El mejor momento; iniciar con una toma de papilla al día; lo más probable es que sólo pruebe un par de cucharaditas el primer día. Lo mejor es dárselo a la hora que más hambre le da.
2. El lugar más cómodo; se recomienda que, días antes de iniciar la primera papilla, se coloque al bebé por momentos en la silla alta (periquera) en la que se le va a dar de comer para que se acostumbre al lugar. Es importante no tener distractores (televisión, perro, etc.).
3. El cubierto; un plato hondo, pequeño y de plástico, una cuchara pequeña y de plástico y un babero.
4. El preámbulo; es buena idea dejar que el bebé juegue con un poco de comida.
5. La entrada; en los primeros intentos es importante dar primero la papilla y, si después de varios intentos la rechaza, entonces se complementa con leche. Cuando el bebé ya tolera la papilla de manera aceptable, se le puede dar una “entrada” con un poco de leche, suficiente para abrir el apetito pero no demasiado como para llenarlo.
6. Los primeros intentos; empezamos por poner un poco de papilla en 1/4 de cucharada y se lo damos, haciendo intentos sucesivos cada vez con más contenido en la cuchara según se vaya teniendo éxito. No se sorprenda si las primeras veces queda más comida en el babero y la charola que en el estómago del bebé; esto es normal pero si sucede por más de 3 días, probablemente sea mejor suspender e intentar nuevamente en un par de semanas.
7. Un sólo alimento nuevo por varios días; deberá ser dado al menos por 3 a 5 días y no dar ningún otro alimento. Esto permitirá que el bebé se acostumbre a dicho alimento y se podrán reconocer los efectos que tiene sobre el bebé (lo laxa, lo estriñe, le causa alergia, lo distiende, lo hace vomitar, le causa dolor, etc.). No le de alimentos combinados (zanahorias y chícharos por ejemplo) a menos que ya haya probado cada alimento por separado UNIDAD DE PEDIATRÍA. 2009. Ablactación. Disponible en:
http://www.unidaddepediatria.com.mx/pdf/Ablactación.pdf
Finalmente, acerca de una ablactación temprana se tienen los riesgos siguientes:
Si ésta se inicia antes de los 2 meses de edad el niño es todavía incapaz de expresar verbalmente o con movimientos corporales (cerrar la boca y voltear la cabeza) que ha saciado su hambre, por lo tanto podrá después desarrollar obesidad.
La inmadurez renal impide que el neonato concentre la orina con la eficiencia necesaria por lo que tendrá carga renal de solutos.
Tendrá también una deficiente absorción de los alimentos.
Las proteínas de ciertos alimentos pueden llegar al torrente sanguíneo parcialmente degradadas, lo que puede dar lugar a reacciones de hipersensibilidad (Alergia). IÑARRITU M. C. 2012. Alimentación del niño menor de un año. Ponencia.
Por lo antes expuesto, el problema que motivó la presente investigación fue el de conocer la edad de inicio de la ablactación, así como identificar los alimentos que les dan las madres a un grupo de infantes menores de un año que acudieron a una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México; y establecer si éstos son los recomendados por los especialistas para su edad, por las consecuencias que representa un inicio temprano de la ablactación, o una nutrición deficiente.
El objetivo general quedó planteado de la siguiente manera:
Identificar la edad de inicio de la ablactación y los alimentos que dan las madres a un grupo de infantes menores de un año que acudieron a una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México, así como explicar si estos alimentos son los recomendados por los especialistas.
Se partió de la hipótesis siguiente:
Algunos de los alimentos que dan las madres al iniciar la ablactación a un grupo de infantes que acuden a una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México son inadecuados para la edad de los niños y las niñas.
METODOLOGÍA
El presente estudio se llevó a cabo en el Primer Nivel de Atención a la Salud en una Clínica ubicada en Santa Mónica, Tlalnepantla de Baz, Estado de México. La muestra fue por conveniencia y estuvo conformada por un grupo de infantes, 70 en total, que acuden a consulta mensual con su Pediatra, de Septiembre a Diciembre del 2010. Es un estudio cuantitativo, no experimental, exploratorio, descriptivo y transversal.
En la Prueba Piloto se aplicó un cuestionario con 8 preguntas abiertas, 2 cuadros con preguntas carradas y un espacio para comentarios y observaciones. En la Prueba Definitiva se aplicó el instrumento validado por validez de contenido y confiabilidad de Test-Retest el cual contenía una pregunta cerrada, 6 abiertas, un cuadro para contestar sobre líquidos, otro sobre cereales, leguminosas (enteras o en puré) y pastas, uno más sobre frutas y verduras y uno sobre carnes. Se recolectaron un total de 70 cédulas aplicadas a las madres del grupo de infantes.
Las variables a medir fueron el sexo, la edad que tenían en el momento de realizar la encuesta, los alimentos dados en la ablactación y la edad a la que inició el o la bebé esta práctica. El criterio de inclusión fue que: tuvieran menos de un año de edad. Como criterio de exclusión se estableció que fueran mayores de un año.
No hubo necesidad de eliminar ninguna cédula ya que las madres cooperaron. Se recolectaron los datos en los instrumentos y se capturaron en el programa Excel 2003 conformando así la base de datos con la que se realizaría posteriormente el análisis de la información. Se contó con el consentimiento informado de las participantes. Se empleó para el análisis de la información, estadística descriptiva con frecuencias y porcentajes plasmados en gráficas o cuadros. Se empleó también estadística inferencial paramétrica de Diferencia de dos proporciones independientes y el Coeficiente de Correlación de Pearson apoyada por el programa STATSTM versión 2. Finalmente se analizaron e interpretaron los datos que luego fueron discutidos para elaborar las conclusiones.
RESULTADOS
Gráfica 1. Distribución por sexo
Fuente: Encuesta aplicada a 70 niños y niñas de una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México, de Septiembre a Diciembre del 2010.
En la gráfica 1 se ve la distribución de la muestra que estuvo conformada por 70 niños, 45 mujeres que significan el 64.28% de la muestra; y 25 hombres que representan el 35.72%. El resultado de la Prueba Definitiva es similar al de la Prueba Piloto, por lo que domina la presencia del sexo femenino.
Gráfica 2. Edad promedio
Fuente: Encuesta aplicada a 70 niños y niñas de una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México, de Septiembre a Diciembre del 2010.
En la gráfica 2 podemos observar que la edad promedio para toda la muestra fue de 6.5 meses; los niños tuvieron una media de 6.9 meses y las niñas una media de 6.1 meses, nuevamente al igual que en la prueba piloto las niñas son un poco menores que los niños encuestados. Esto significa que la media de la muestra ya está en edad de que se les agregue a su dieta alimentos diferentes a la leche materna.
Cuadro 2. Número de infantes con pesos promedio al nacer y actuales
Fuente: Encuesta aplicada a 70 niños y niñas de una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México, de Septiembre a Diciembre del 2010.
En el cuadro 2 podemos observar que el 44.28% de las niñas y los niños tuvieron un peso promedio al nacer, es menos de la mitad de la muestra. En cuanto al peso promedio actual se obtuvo un 45.71%, también es menos de la mitad. Esto significa que los demás están fuera del peso promedio y son más de la mitad, 54.29% de la muestra.
Cuadro 3. Número de infantes con pesos bajos al nacer y actuales
Fuente: Encuesta aplicada a 70 niños y niñas de una Clínica de Tlalnepantla, Estado de México, de Septiembre a Diciembre del 2010.
En el cuadro 3 podemos observar que el 31.42% de la muestra tuvo un peso bajo al nacer. El 24.28% de la muestra tuvo un peso bajo actual. La cifra de pesos bajos al nacer se corrigió en 5 niños y niñas.