revelar la silueta de la cual se sienten avergonzados, además de que existe negación a mostrarse en traje de baño, o en desnudez pura. Suelen abusar de edulcorantes sin valor calórico reconocido, así como de alimentos que suponen no aportar valor energético.
Entre los signos fisiológicos que permiten reconocer a una persona que está en riesgo de padecer anorexia nerviosa es posible mencionar la evidente pérdida de peso significativa, la cual tiene lugar generalmente en un periodo corto de tiempo. En el caso de la mujer, la presencia de amenorrea que no se atribuye a una patología de origen ginecológico. Suelen presentar también palidez tegumentaria y excesiva sensibilidad al frío. Manifiestan debilidad generalizada, mareos, e incluso pueden desmayar en ocasiones.
Dentro de la complejidad de la enfermedad, aquellos que padecen un trastorno alimenticio suelen presentar cambios en el estado de ánimo, irritabilidad e ira. Se manifiestan inseguros con respecto de sus propias capacidades y logros, y expresan sentimientos de culpa y auto desprecio por el hecho de haber comido, o en casos paradójicos, por haber dejado de hacerlo. Por extraño que parezca, y a pesar de que muchas de las conductas del paciente anoréxico son actos voluntarios, el enfermo no tiene consciencia de su patología, y encuentra una justificación lógica a todas las acciones que con ella se relacionan. El aislamiento social y la incapacidad para establecer relaciones interpersonales y románticas son elementos que se suman al calvario de aquel que vive con anorexia nerviosa.
De la misma manera, el paciente que sufre de bulimia nerviosa lidia constantemente con la sensación del hambre incontrolable, la cual se opone a su deseo por conservar una figura esbelta. Los rasgos de conducta que muchas de estas personas comparten son la preocupación constante y contundente acerca de la comida y lo referente a ella; sus conversaciones suelen girar en torno a temas recurrentes como el peso, las calorías, la comida y la dieta. Suelen vivir constantemente atracones, en los que consumen alimentos de forma compulsiva, y en ocasiones se esconden para comer sin ser vistos por los demás. Al igual que en la anorexia, el bulímico se ve atormentado constantemente por su miedo a engordar, por lo cual evita encontrarse en situaciones donde se vea socialmente coaccionado a comer, como restaurantes, reuniones y fiestas.
Es común que tengan visitas al baño durante o después de haber comido. Suelen inducirse el vómito para evitar la absorción de los alimentos que han consumido, abusan de laxantes y diuréticos con la finalidad de eliminar en la medida de lo posible todo aquello que pueda representar peso corporal. Cuando tienen la posibilidad, optan por el consumo de alimentos que se creen ser adelgazantes o quemadores de grasa. Se someten a regímenes rigurosos de alimentación, los cuales frecuentemente se ven interrumpidos por episodios de atracones, trayendo como consecuencia culpa y sensación de desvalorización propia. De igual manera, abusan de edulcorantes en un afán por poder comer en exceso sin que ello represente un aporte calórico tan importante como el que tendrían con alimentos endulzados con azúcar o miel.
Componente biológico.
Fisiológicamente es posible apreciar engrosamiento de las glándulas y ganglios localizados en la región cervical, alteraciones vasculares como rupturas y hemorragias pequeñas en pómulos y escleras, frecuentes irritaciones en la faringe, fatiga generalizada, mialgias, desgaste y pérdida de piezas dentales como consecuencia de la malnutrición y la acción de los ácidos estomacales al provocarse el vómito, y oscilaciones de peso notorias en periodos cortos de tiempo, es decir, pueden aumentar y disminuir constantemente.
Componente psicológico.
Emocionalmente, el paciente bulímico también presenta cambios importantes de conducta y del estado de ánimo. Pueden presentar episodios depresivos, sentimientos de culpa, rechazo u odio hacia su propia persona, y tristeza generalizada. Su semblante es notoriamente apagado y falto de alegría. Suelen ser jueces extremadamente severos con ellos mismos, siendo la autocrítica exagerada el pilar de dicho comportamiento. Buscadores naturales de aprobación, requieren frecuentemente de reafirmar que las personas que les rodean aprueban sus acciones, logros, y decisiones, y se congratulan cuando alguien reconoce su pérdida ponderal, aunque el reconocimiento no sea positivo, ello debido a que su autoestima oscila en función del aumento o reducción de peso corporal. Contrario al paciente anoréxico, el paciente que vive con bulimia tiene consciencia de su enfermedad, sin embargo la oculta y sufre de manera silenciosa los estragos de la misma.
Es posible reconocer que una vez entendidas las características y manifestaciones que poseen estos trastornos alimenticios, algunas de dichas conductas se presentan en un número importante de personas con las que se tiene contacto a diario, tanto a nivel profesional durante la consulta, como en la vida diaria, sin que ello corresponda cabalmente con el diagnóstico de trastorno alimenticio. Para concretar el diagnóstico es imprescindible apegarse a los criterios establecidos en el DSM V, y evaluar la funcionalidad del sujeto en cuestión, recordando en todo momento que la diferencia entre un rasgo de personalidad y un trastorno de personalidad radica en buena manera en la proporción en la que el individuo es funcional y capaz de desarrollar sus actividades cotidianas y cumplir con su rol dentro de la sociedad.
Componente social.
La imagen corporal, y los ideales de belleza y esbeltez han representado una cuestión de éxito y aceptación en diversas civilizaciones a lo largo de la historia, y son elementos de suma importancia en la sociedad actual, influenciados en buena medida por los medios de comunicación, las redes sociales, la mercadotecnia, y los paradigmas que se inculcan mediante el consumismo