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El sabor es mi enemigo: Una mirada al interior de la anorexia y la bulimia

y que rigen los conceptos de lo que es deseable y correcto en cuanto a físico se refiere. Ello suele ocasionar que muchos individuos lleven la tendencia a mantener un cuerpo delgado a niveles patológicos, favoreciendo el desarrollo de trastornos alimenticios como lo son la anorexia y la bulimia.

Conclusiones.

Los trastornos alimenticios, a pesar de representar entidades diferentes, se encuentran íntimamente relacionadas entre sí, pudiendo coexistir en intervalos de tiempo en un mismo sujeto. Al ser enfermedades de origen multifactorial es imperativo el conocer profundamente el contexto del paciente, para de esa manera ayudarle a subsanar las carencias emocionales que pueden estar contribuyendo al desarrollo y persistencia del cuadro.

Los efectos negativos de la anorexia y la bulimia sobre la salud física y psicológica de los afectados son proporcionales a la intensidad y la duración de la enfermedad en cada persona. Siendo así, es posible deducir que las posibilidades de resolver el problema en un periodo corto de tiempo, y limitar las secuelas que éste tenga en el paciente, van en función de realizar un diagnóstico e intervención tempranos y oportunos. En algunos casos, para aquellos individuos que recientemente debutan, o cumplen solo con algunas de las características de la patología, es posible detectárseles con tan solo darles a conocer la información pertinente, creando en ellos consciencia de los riesgos en los que pueden incurrir de continuar con dichas conductas.

Desafortunadamente, el diagnóstico se ve obstaculizado debido a que la adicción a las dietas es aplaudida y avalada por una sociedad que busca el ideal de cuerpo perfecto, y que lo asocia con un estado de ser saludable y exitoso, sin tomar en consideración los efectos negativos que puede tener el llevar dicho proyecto a niveles obsesivos.

Es necesario conocer aquellas acciones tomadas por las personas que pueden representar factores de riesgo para identificar a quienes están propensos a padecer anorexia y bulimia, para de esta manera poder realizar intervenciones oportunas, desde un enfoque integral, y que permitan la rehabilitación de los individuos y limitar las secuelas que en ellos se presenten.

La anorexia y la bulimia son entidades que pueden presentarse en una persona, independientemente de su sexo, edad, nivel socioeconómico, religión, y trasfondo cultural.

Es deber del psicólogo y los profesionales de la salud fomentar en la sociedad la conciencia de la gravedad de estas enfermedades que han alcanzado horizontes epidémicos, y que se actúe e informe en todos los niveles, desde el hogar, e instituciones de formación educativa, así como centros de atención a la salud, de las características de estos trastornos, ya que solo mediante las acciones preventivas será posible reducir los niveles de incidencia de los mismos.

Resulta de suma importancia para los profesionales de la salud conocer las características psicológicas de los enfermos de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, comprender los miedos y frustraciones que les invaden, así como la depresión y el rechazo de sí mismos que sufren, ya que de esa manera podrá existir más empatía y sensibilidad hacia ellos. Es realmente complicado vivir una vida en la que una de las necesidades básicas fisiológicas necesarias para la supervivencia, como lo es la alimentación, se torna un conflicto que se opone a lo que se desea como ideal de físico, y en la que la culpa, la depresión, tristeza, aislamiento y vergüenza son situaciones que atormentan cada uno de los días del enfermo. Solo mediante este entendimiento es posible nivelar el pensamiento del psicólogo para establecer una relación efectiva y constructiva con su paciente, ayudándolo a enfrentar sus inseguridades y la discriminación de la que puede ser objeto, cuando paradójicamente sus acciones buscan aceptación e integración en una sociedad cada vez más demandante de perfección física.

Dado que el ser humano es un ente holístico, que se compone de manera biopsicosocial, es de entenderse que enfermedades de esta naturaleza afectan en las tres esferas del ser, y que como sociedad es necesario desarrollar una actitud solidaria con quienes las padecen, para de esa manera progresar en conjunto y contribuir al bien común.

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