Inicio > Enfermería > Bulimia nerviosa. Cuidados de Enfermería

Bulimia nerviosa. Cuidados de Enfermería

Bulimia nerviosa. Cuidados de Enfermería

Resumen: la bulimia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por una preocupación continua por la comida, con deseos irresistibles de comer que la persona no logra controlar, y que la lleva a la ingestión descontrolada y rápida de grandes cantidades de alimentos en periodos cortos de tiempo.

Autores:

Irene Calviño García. Graduada en Enfermería. Clínica Los Naranjos. Grupo HLA. (Huelva)

Ana Hermosín Alcalde. DUE. Diaverum. (Cartaya).

Elena Pereira Jiménez. DUE. Interclinik.

Palabras clave: trastornos de la conducta alimentaria, TCA, bulimia nerviosa, peso, IMC.

Introducción: la bulimia nerviosa puede darse sola o en conjunción con la conducta restrictiva de alimentos de la anorexia nerviosa. La persona bulímica compensa la ingestión alimentaria excesiva mediante la autoinducción del vómito, el ejercicio obsesivo y el uso de laxantes y diuréticos. Puede ingerir una gran cantidad de calorías en poco tiempo (una media de 3,415 calorías en cada atracón), inducirse el vómito y, quizá repetir esta conducta varias veces al día. La descripción de este trastorno fue muy posterior al de la anorexia nerviosa.

Inicio e incidencia: la incidencia de la bulimia es superior a la de la anorexia nerviosa, situándose entre el 1 y el 3% de las mujeres adolescentes y adultas jóvenes. Igual que en la anorexia nerviosa, la incidencia entre los varones es menor.

Habitualmente este trastorno se inicia en la adolescencia, aunque no se descarta un inicio tardío (a partir de los 30 años). Entre el 20 – 50% de estas pacientes tienen antecedentes de sobrepeso y un porcentaje entre  el 25 – 50%, han sufrido antes anorexia nerviosa.

Síntomas y desencadenantes: una característica importante y que la diferencia claramente de la anorexia nerviosa es que el peso de las personas bulímicas puede ser normal o incluso pueden llegar a manifestar sobrepeso.

En cuanto a los factores desencadenantes, parece ser que, al igual que en la anorexia nerviosa, los acontecimientos vitales estresantes, sobre todo los referentes al entorno afectivo, pueden precipitar el trastorno.

Intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Hasta el momento, se desconoce la vulnerabilidad biológica implicada en el desarrollo de la enfermedad, y son más conocidos algunos factores desencadenantes relacionados con el entorno social, las dietas, y el temor a las burlas relacionadas con el físico, el abuso de drogas, la obesidad o la diabetes mellitus.

Factores socioculturales como los ideales de delgadez impuestos en los medios de comunicación o las modas, pueden crear frustración en la persona al no llegar a conseguirlos.

Los síntomas esenciales de la bulimia nerviosa son:

  • Presencia de atracones recurrentes: caracterizados por una elevada ingesta de alimentos en un corto espacio de tiempo, con una pérdida de control de los impulsos.
  • Realización de conductas para compensar el atracón y evitar ganar peso, como la inducción del vómito, uso de laxantes, diuréticos o ayuno.

La situación del paciente bulímico es parecida a la del paciente anoréxico, produciéndose, por lo general, un ayuno por la insatisfacción con la imagen corporal. Ante este ayuno aparece un incremento del apetito que provoca una pérdida del control de los impulsos, que conduce al atracón. Después del mismo, el paciente manifiesta una gran ansiedad por no haber sido capaz de mantener la dieta impuesta, conduciendo al vómito u otras conductas compensatorias (tanto purgativas como no purgativas, como la práctica de ejercicio intenso y de ayuno) para evitar el malestar.

Pronóstico: el pronóstico de la bulimia nerviosa es mejor que en la anorexia y las cifras de muerte, como resultado final de la enfermedad, son inferiores en la bulimia, estando alrededor del 1%.

  • Factores de buen pronóstico: a menor tiempo en el inicio del tratamiento, mejor pronóstico. También se relaciona con el buen pronóstico el comienzo de la enfermedad en la adolescencia en comparación con la edad adulta.
  • Factores de mal pronóstico: antecedentes de trastornos por consumo de sustancias o el abuso de laxantes, predicen intentos de suicidio. La comorbilidad con TOC, está asociada a una mayor duración de la enfermedad; presentar en la infancia temprana rechazos en la comida; una mayor alteración de la imagen corporal es el factor que más influye en la recaída de la bulimia nerviosa.

Consecuencias: las consecuencias de las conductas compensatorias pueden ser diversas, dependiendo del método utilizado.

  • Cuando se utiliza el vómito:
    • Caries dentales por el contacto frecuente del esmalte dental con los alimentos y los ácidos gástricos, callosidades en el dorso de la mano cuando se autoinduce el vómito.
    • Otras complicaciones pueden ser: esofagitis, ulceraciones bucales, hipotensión, cambios electrocardiográficos, hipertrofia de las glándulas parótidas, dilatación gástrica, irregularidades menstruales, mareos, convulsiones y desequilibrios electrolíticos.
  • Cuando se utilizan los laxantes: dolores abdominales, cólicos, intestino perezoso, estreñimiento, mala absorción de grasas, proteínas y calcio.
  • Cuando se utilizan diuréticos: hipopotasemia, disminución de los reflejos, deshidratación, sed.

Tratamiento: parece ser que los diferentes tratamientos farmacológicos no han producido los efectos deseados, aunque sí producen mejoría cuando estas patologías están asociadas a otros trastornos, como depresión o ansiedad. Se han realizado tratamientos psicoterapéuticos desde diferentes perspectivas y parece ser que, la terapia cognitivo – conductual, tanto grupal como individual, ha demostrado una eficacia considerable.

Se lleva a cabo en las Unidades de Salud Mental Infanto – Juvenil o de adultos. En la mayoría de los casos el tratamiento es ambulatorio. En los casos graves, suele ser necesario el ingreso hospitalario.

Dado que actualmente parece probado que ambos son tratamientos multicausales, el enfoque de su tratamiento debe ser multidisciplinar. Por ese motivo precisa de la participación de profesionales como psiquiatra, psicólogo, endocrinólogo, nutricionista, enfermeras entre otros.

El tratamiento se centrará en:

  • Control de la dieta y peso: en el caso de presentar un peso inferior a los límites de la normalidad, se busca recuperar el peso normal para la edad del paciente, teniendo en cuenta sus características físicas (altura y complexión), de manera que se consiga normalizar la menstruación en la mujer.
  • Educación biológica y nutricional: se pretende que adquiera conocimientos sobre aspectos anatómicos y fisiológicos del cuerpo humano, así como nutricionales, con el objetivo de que comprenda la necesidad de alimentarse correctamente para mantener las funciones vitales.
  • Psicológico: apoyo psicoterapéutico al paciente y apoyo y educación a la familia. Utilizando psicoterapia individual, psicodinámica grupal, y terapia familiar para corregir los malos hábitos familiares que pudieran perpetuar el trastorno. Además en estas pacientes se ha demostrado la eficacia de la terapia lumínica.
  • Psicofarmacológico: antidepresivos, sobre todo los serotoninérgicos aún en ausencia de sintomatología depresiva.
  • Disminuir el malestar y la distorsión de la imagen corporal: a partir de ejercicios basados en la relajación y el afrontamiento de su propia imagen corporal.

Cuidados de Enfermería: están dirigidos a la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria, a través de educación para la salud, aplicando medidas de:

  • Prevención primaria: identificar personas de riesgo observando los factores predisponentes. Informar sobre ideas y actitudes relativas al cuerpo y a la alimentación.
  • Prevención secundaria: detección de casos, mediante la evaluación, el diagnóstico y la puesta en marcha de acciones conducentes a la recuperación.
    • Valoración psicopatológica: Cambios de peso y de hábitos alimenticios. Actitudes ante la figura, el peso y la dieta. Conductas para perder peso. Evaluación del funcionamiento social y psicológico de la familia. Actitud ante la enfermedad y existencia de motivación para el cambio.
    • Valoración física:
      • IMC: indica el estado nutricional del paciente.
      • Signos de sequedad en la piel y estado de las mucosas. Presencia de hirsutismo.
      • Pliegue cutáneo. Constantes por debajo de los patrones normales. Pérdida del esmalte de los dientes e inflamación de las glándulas parotídeas.
      • Pruebas complementarias: analítica completa, técnicas de imagen…
    • Prevención terciaria: medidas encaminadas a mantener la recuperación del peso conseguido y a prevenir recaídas.

La actitud del personal debe ser comprensiva pero firme para conseguir que recupere el equilibrio orgánico mediante la hidratación, restauración del peso y tratamiento de las complicaciones, si existen.

La enfermera, además de participar en todo el proceso, tiene como responsabilidad el control de las comidas, donde rectificará cualquiera de las conductas anómalas con la comida.

Este control debe ser realizado de clara y sin implicaciones emocionales ni reproches. Después de las comidas se debe hacer un control estricto de las posibles conductas para compensar la ingesta, como el ejercicio o los vómitos. También se responsabiliza del control de peso. Normalmente en el contrato conductual se especifica el peso que se debe conseguir cada semana; si no se consigue se perderán privilegios, mientras que, si se consigue alcanzar lo pactado, los ganará.

Siendo la educación uno de los puntos importantes del tratamiento, se explicarán al paciente las consecuencias derivadas tanto de los trastornos nutricionales como de las conductas compensatorias. Cabe recordar que una de las complicaciones más importantes tanto en el vómito, como en el uso de laxantes, es el desequilibrio electrolítico, sobre todo la hiponatremia e hipopotasemia, que pueden producir arritmias cardíacas y conducir a la muerte si no son controladas adecuadamente.

La enfermera también debe tener en cuenta el riesgo de suicidio, presente en un porcentaje importante de personas con trastorno de la conducta alimentaria.

Bibliografía:

  1. Quadflieg, N. Fichter, MM. The course and outcome of bulimia nervosa. Eur Child Adolesc Psychiatry. 2003,
  2. Kell PK. Dorer DJ. Franko DL. Jackson SC. Herzog DB. Factores pronósticos de recaída tras la remisión en las mujeres con trastornos de la conducta alimentaria. AM J Psychiatry. 2005,
  3. Heiker M; Miller, C. Anorexia – Bulimia: deseo de nada. Editorial Paidós.
  4. Dérot, M. Las enfermedades de la nutrición. Ediciones Oikos-tau. S.A.
  5. Levine, M; Maine, M. Eating disorders awareness and Prevention. (EDAP)