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Bullying. Un problema de Salud Pública. De la ficción a la realidad

Por lo que respecta a la película “Cobardes” aquí se le da mucho más énfasis a la influencia de la utilización del teléfono móvil en una situación de bullying. Son continuas las referencias que durante la película se hace a su uso, siendo utilizado continuamente tanto por adultos como por menores, pero en este caso se hace mucho más evidente su uso en el caso del agresor y víctima.

Según Ortega (1) “en los primeros cursos de Educación Secundarias los agresores prefieren utilizar formas de agresión relacionadas con Internet, mientras que en cuarto de ESO se usan con más frecuencias los teléfonos móviles”. De esta manera se explicaría que en la película “Bullying” se utilizara más el correo electrónico mientras que en “Cobardes”, el móvil, puesto que existe una diferencia de edad entre los menores de ambas películas. Dicho esto, cabria recalcar que también, aunque en menor medida, en la película “Bullying” se muestra el uso del teléfono móvil como medio de acoso e intimidación

En primer lugar se producen situaciones en las que uno de los observadores graba con la cámara de su teléfono la escena de la agresión para posteriormente enviarla a sus compañeros. Tal como se indica en la parte teórica, según Hernández (4): “Ya no sólo disfrutan acosando, sino que además quieren inmortalizar el acto, y lo que resulta más grave, obtener reconocimiento y respeto con ello. No existe el mínimo pudor por las acciones cometidas, sino que más bien se enorgullecen de su conducta violenta con otros, convirtiendo la agresión en objeto de burla y diversión”.

Por otro lado otros autores como Kowalsky (5) ya ponen nombre a situaciones similares con grabación de palizas “el happy slapping o paliza feliz, que consiste en agresiones a otros grabadas sirviéndose de un teléfono con cámara incorporada y enviadas o colgadas posteriormente en la red”. Aunque en este caso la victima puede ser alguien conocido o desconocido, las agresiones son más puntuales de lo que se indica en la película.

Sin embargo, no parece que este hecho se corresponda con la realidad, al menos del todo. Según Ortega (7) existen una serie de características del happy slapping como la elección aleatoria de la víctima y la ausencia de repetición de dichas grabaciones a la misma persona. Además, la misma autora afirma que “la mayoría de los casos los videos se cuelgan en portales como “Youtube” para así poder ser visionados por cientos de miles de usuarios”, cosa que en la película no sucede, ya que el envío de dichos videos solo se realiza de móvil a móvil entre el agresor y los cómplices

Finalmente cabe resaltar que el uso del móvil también es utilizado en la película como represalia de la victima para evitar que se continúen produciendo casos de violencia sobre su persona. A este respecto no se encuentra literatura especifica aunque si se constatan una serie de consecuencias para la víctima. De esta manera Ortega (7) afirma que “las agresiones en las que la víctima percibe un mayor daño son en las que se difunden fotos o vídeos por medio del teléfono móvil.

Hay distintas razones para explicar esta circunstancia. En primer lugar, lo inesperado de la agresión, lo que genera en la víctima la sensación de que en cualquier momento puede sufrir un ataque. En segundo lugar, el deterioro en la imagen de la víctima que supone la difusión de las imágenes donde se le agrede físicamente, ridiculiza, etc. Este efecto se multiplica en función del número de personas a las que llegue el conocimiento de lo sucedido en forma de imágenes. Es decir, el daño y deterioro en la autoimagen y la red social de la víctima será mayores cuantas más personas tengan acceso a la agresión. Así, el envío de imágenes a páginas de Internet o la difusión a listas de teléfonos móviles más amplias aumentan el efecto potencial de la agresión”

EL HECHO DE QUE LAS VÍCTIMAS NO DENUNCIEN EN LAS PELÍCULAS ¿SE CORRESPONDE CON LA REALIDAD? Y SI ES ASÍ, ¿A QUÉ RAZONES OBEDECE ESTA CIRCUNSTANCIA?

En ambas películas, llama poderosamente la atención que ninguno de los dos menores acosados no sean capaces de reconocer o denunciar la situación a la que son sometidos. A este respecto Kowalsky (4) afirma en su libro que “la razón, en algunos casos (sobre todo los niños más mayores) el significado negativo que puede tener que los tachen de acusicas, soplones o chivatos, puede hacer que se lo piensen dos veces a la hora de informar de que están siendo acosados” En este caso, hace una diferenciación entre sexos “los varones pueden sentir una presión adicional a esforzarse por hacerle frente al acoso por su propia cuenta, y no parecer “débiles” por buscar ayuda de un adulto

A este respecto Belandia (8) afirma que “Un 20% de las personas agredidas no se lo cuenta absolutamente a nadie. De los que lo cuentan la mayoría se lo cuenta a su amigos/as o su compañeros/as a clase. Hay un 36% que se lo cuenta a sus padres y madres y al profesorado no se lo cuenta prácticamente nadie”. Este hecho se refleja claramente en ambas películas ya que, en caso de no observarlo con sus propios ojos, las primeras personas a las que recurren las victimas siempre son sus compañeros o amigos.

Otro aspecto importante que encontramos sobre todo en la película “Bullying” es la creencia por parte de la victima de que lo que le está pasando realmente se lo está mereciendo. En este sentido Belandia (8) también lo relaciona con el silencio que adopta la victima producto de la intimidación del agresor: “Otra característica muy importante es la “Ley del silencio” que suele rodear estos casos. Por una parte el agresor amenaza a la víctima con recibir el doble si lo cuenta, y por otra los observadores ejercen una presión para que no se cuente lo que ocurre fuera del colectivo. La víctima acaba interiorizando que es culpable de lo que le está pasando. El agresor se lo está repitiendo constantemente, el entorno también lo considera así, por lo que la víctima acaba creyendo que le están dando lo que se merece”.

Ya para concluir Cerezo (9) plantea en su artículo la influencia que también tiene el resto del entorno de la clase en el silencio de la víctima: “ la victimización trasciende a la situación concreta y llega a modular incluso la percepción de la conducta de los no implicados, de manera que, cuando un sujeto recibe las agresiones de otro de manera sistemática, llega a ser víctima no solo de los ataques de su agresor, sino de todo el entorno social en el que vive (Gifford-Smith y Brownell, 2003. Ciertamente, por un lado, los agresores y los “espectadores” se encargan de que los hechos no lleguen a ser conocidos por los profesores ni los padres, y por otro lado, los que sufren los ataques generan tal punto de indefensión, vergüenza y miedo, que difícilmente lo contarían a alguien, aunque tampoco sabrían bien a quien, porque también se pueden sentir amenazados por el conjunto de sus compañeros de la clase

¿LA ACTITUD QUE MUESTRAN LOS PROFESORES EN LA FICCIÓN DE LAS PELÍCULAS, SE CORRESPONDEN CON SITUACIONES VERÍDICAS?

Existen dos diferentes enfoques que se realizan en ambas películas con respecto al papel que juega el equipo docente de los centros de enseñanza.

En el caso de “Bullying”, encontramos una clara actitud de negación ante los hechos. Según Sullivan y Cleary (10) existen una serie de escuelas cuya respuesta ante una situación de bullying es: Esto aquí no ocurre (porque no lo toleramos) “esta respuesta se basa en la creencia miope de que lo que no se ve no existe. Es imprudente por su autosatisfacción y arriesgada por su falta de responsabilidad. Muchas escuelas no quieren admitir que tienen el problema del acoso escolar, ya que es muy difícil hacerle frente o reduce el atractivo de la escuela ante los potenciales clientes”. Además, estos mismos autores indican otro tipo de escuelas en las que “se insiste en que, por el hecho de no tolerarla, en su escuela no existe el bullying. Esto es como decir «Yo no estoy de acuerdo con el cáncer, y por lo tanto yo no voy a sufrirlo», o bien «Yo nunca voy a estar enfermo porque no me gusta». Esto podría considerarse como la respuesta de «color de rosa» al fenómeno.

Por otro lado Fernández, García y Benítez (11) afirman que “se ha mostrado (Boulton, 1997) que las actitudes inadecuadas como pueden ser la negación del problema, tenerle manía a la víctima, etc., aumentan con la experiencia docente del profesional.” Con lo que se corrobora que en el caso de los profesores del centro en la película, más concretamente la directora denota unos ciertos malos hábitos con respecto a las políticas de enseñanza en el centro.

En este sentido Piñuel y Onate (12) hablan del “síndrome de negación ante el acoso escolar” con ejemplos de afirmaciones tales como “En nuestro colegio no hay maltrato”, “es solo un caso aislado”, “son cosas de niños” ó “ha sido una broma”, los cuales se asemejan a lo reflejado en la película.

Además, existe una clara influencia por parte del profesorado coaccionando a los mismos alumnos durante una serie de interrogatorios para no reconocer la existencia de un caso de bullying en el centro. Sullivan y Cleary (10) hacen un acercamiento hacia los distintos tipos de profesorado que hay en los centros definiendo uno de estos tipos como el del “profesor intimidador activo” y afirman que “una de las dimensiones más preocupantes es el hecho de que la escuela cierre filas ante las preocupaciones razonables de los padres y se escondan tras el apoyo incondicional a sus profesores, ignorando pruebas de mala conducta, intimidación y mala gestión del centro”. De esta manera, la negación que existe por parte de la escuela ante la situación de acoso entre sus alumnos le lleva a cometer un error tan importante que, unido a una concatenación de otra serie de errores, provoca una peligrosa prolonga con en el tiempo para el tratamiento del caso con las consecuencias fatales que se visualizan en la película: el suicidio de la víctima.

En el caso de “Cobardes” se observa un enorme grado de pasividad e ineficacia por parte del personal docente del centro. Dicha ineficacia llega al límite de la confusión por parte de ellos entre acosador y víctima, una vez pueden identificar el caso. A este respecto Isbert (13) lo corrobora informando que “Muchas veces el docente se vuelve cómplice de la situación, porque generalmente el hostigador es un chico carismático. En las escuelas se tiende a cortar la acción, separar a los chicos y sancionarlos, pero muchas veces ese alumno que reacciona de una manera violenta y visible, está siendo hostigado y no encuentra otra manera de defenderse. Así, termina siendo castigado quien por lo bajo esta siendo agredido, mientras que los agresores salen reforzados”.

Asimismo Sullivan y Cleary (10) hacen referencia a la afectación que tiene un perfil de profesorado desinteresado y el permisivo definiéndolos como sigue: