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El cáncer de pulmón, la enfermedad mortal

RESUMEN:

La incidencia del cáncer de pulmón no ha dejado de aumentar en los últimos 100 años, convirtiéndose en el tumor con mayor mortalidad en la actualidad. Analizamos esta progresión y su evolución histórica, y las últimas cifras disponibles en España y a nivel mundial.

El cáncer de pulmón, la enfermedad mortal. Últimas cifras en España 2015. Actualización epidemiológica y evolución histórica

AUTORES:

  • Sergio Landróguez Salinas. Doctor en Medicina y Cirugía. Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Experto Universitario en Evaluación e Investigación de Servicios de Salud. Experto Universitario en Probabilidad y Estadística en Medicina. Médico Unidad de Gestión Clínica Dispositivo de Cuidados Críticos y Urgencias. Jerez de la Frontera. Área de Gestión Sanitaria Norte de Cádiz.
  • José García Pantoja. Coordinador de Cuidados de Enfermería de la Unidad de Gestión Clínica Dispositivo de Cuidados Críticos y Urgencias. Área de Gestión Sanitaria Norte de Cádiz.
  • Fátima Cañas Tornero. Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Unidad de Gestión Clínica “La Serrana”. Jerez de la Frontera. Área de Gestión Sanitaria Norte de Cádiz.

PALABRAS CLAVE: Neoplasias Pulmonares. Epidemiología. Mortalidad.

  1. DESCUBRIENDO EL CÁNCER DE PULMÓN. DESDE SUS INICIOS HASTA LA ACTUALIDAD.

La incidencia del cáncer de pulmón (CP) en los últimos 100 años ha experimentado una progresión espectacular, convirtiendo a esta enfermedad en una de las causantes de mayor mortalidad de nuestros días. Los avances en el conocimiento de su fisiopatología han sido relativamente rápidos en este margen de tiempo, objetivándose un progreso importante en todos los campos relacionados con él, debidos, en gran medida, a la importante repercusión sobre la salud en buen número de pacientes y a su imparable avance desde sus inicios. Sin embargo, todos los progresos alcanzados aún no han hecho posible que las cifras de mortalidad se reduzcan, comprobando cómo, año tras año, éstas siguen creciendo imparables.

Esta carrera de un siglo, no ha sido sencilla. Se inició hace mucho cuando, en un intento de esclarecer la etiología de este proceso, los médicos comenzaron a sospechar de varios agentes supuestamente contaminantes y comenzaron a achacar el proceso al contacto repetido con todo irritante que llegara a nosotros por vía aérea. Era lógico pensar este hecho por cuanto el pulmón era el responsable de la función respiratoria, así que comenzó la búsqueda de dichos agentes entre los que padecían la enfermedad, iniciándose un estudio epidemiológico, aplicado a un fin etiológico.

Comenzó la búsqueda sin mucha trascendencia allí donde se observaban más casos de esta rara enfermedad pulmonar, sobre todo en ambientes laborales donde la profilaxis en aquellos tiempos, obviamente, era algo aún por descubrir.

Ya en el siglo XVI se describe un aumento de enfermedad pulmonar fatal entre los mineros de las montañas de Erz en Centroeuropa, demostrándose posteriormente como una parte de estas muertes eran debidas a neoplasias.

A comienzos de siglo pasado, del mismo modo, se observó cómo trabajadores expuestos a arsénico, asbesto, cromo y níquel, presentaban un riesgo mayor de cáncer de pulmón, confirmándose las sospechas, en cuanto a ciertos agentes y su efecto causal.

Obviamente la aparición de una «nueva» enfermedad, supuso para el mundo científico tomar cartas en el asunto y empezaron a aparecer las primeras referencias fundadas en cuanto a etiología, diagnóstico y tratamiento. De esta manera, conocemos como se llevó a cabo la primera resección quirúrgica por cáncer de pulmón, realizada por Davis en 1912, en el mismo año que Adler publicaba la primera monografía sobre esta enfermedad, francamente rara entonces.

Seguimos en 1912 y Sir William Osler, en su octava edición de su célebre “Tratado de Patología Interna”, apenas dedicaba todavía dos páginas al capítulo de los tumores pulmonares, que comenzaba con la siguiente frase: «A la vez que los tumores primitivos de los pulmones son raros, los secundarios se observan con cierta frecuencia…».

Con una base cada vez más sólida, empezaron a contrastarse las diferentes patologías pulmonares que se contemplaban en esos momentos. Y así, en 1924, se diferenció la asbestosis, de la tuberculosis y de la silicosis, considerándose desde 1936 una enfermedad laboral que, por regla general, desembocaba en cáncer de pulmón.

Pasaban los años y contemplando la comunidad científica el constante aumento en la incidencia de cáncer de pulmón, empezaron a realizarse estudios en todo el mundo sobre las premisas ya conocidas. Entre ellos cabe destacar el British Doctor’s Study, que ya desde 1950 observó y confirmó el aumento del riesgo de muerte por cáncer de pulmón, asociado al consumo de tabaco.

Siguiendo esta línea, en 1955, Sir Richard Doll publicó el primer estudio epidemiológico en el que se relacionó la exposición al asbesto y el cáncer de pulmón, observando una incidencia 10 veces mayor en trabajadores con una exposición de más de 20 años.

En 1960, Fried, neumólogo estadounidense, publicó un extenso tratado monográfico titulado “Tumores de los Pulmones y Mediastino”. En uno de sus capítulos puede leerse: «En la actualidad el número de muertes por cáncer de