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Características del uso de antipiréticos tras administración de vacuna antimeningocócica B

Características del uso de antipiréticos tras administración de vacuna antimeningocócica B

Estudio retrospectivo mediante encuesta a padres de las costumbres de uso de antipiréticos tras la administración de forma independiente (es decir, sin coadministración con otras vacunas) de la vacuna antimeningocócica B (BexseroR) comercializada recientemente en España, en el que apreciamos un mayor uso de antipiréticos en el lactante respecto del escolar y adolescente, siendo el paracetamol el usado mayoritariamente en los primeros y el ibuprofeno en los segundos. Puesto que la fiebre que se produce tras la vacunación independiente con BexseroR es infrecuente, de poca intensidad, y de corta duración, no es necesario administrar paracetamol profiláctico para evitarla.

Lastra Martínez LA. Pediatra centro de salud Cudeyo-Cantabria.

Rubín de la Vega E. Pediatra centro de salud Cudeyo-Cantabria.

Rodríguez de la Fuente E. Enfermera centro de salud Cudeyo-Cantabria.

Monsalve Sáiz M. Pediatra centro de salud Cudeyo-Cantabria.

Castro Ramos I. Pediatra centro de salud Cudeyo-Cantabria.

Palabras clave: Neisseria meningitidis serogrupo B, enfermedad meningocócica, vacunas, paracetamol, ibuprofeno, niños.

Abstract:

Retrospective study by means of a survey of the antipyretic use habits of the parents after the independent administration (it is to say, without co-administration with other vaccines) of the meningococcal B vaccine (BexseroR), recently marketed in Spain, in which we observed a greater use of antipyretics in the infant compared with the school and adolescent, being paracetamol used mostly in the first and ibuprofen in the seconds. Since the fever that occurs after the independent vaccination of BexseroR is infrequent, of low intensity, and of short duration, it is not necessary to administer prophylactic paracetamol to avoid it.

Keywords: Neisseria meningitidis serogroup B, meningococcal disease, paracetamol, ibuprofen, children.

Introducción:

La enfermedad meningocócica invasiva causada por los diferentes serogrupos de la bacteria neisseria meningitidis presenta una incidencia del 0,01 al 4,26 por 100.000 habitantes dependiendo del país, produce un 5-10% de casos letales y secuelas neurológicas a largo plazo en el 8 a 20% de los que sobreviven, afectando sobre todo a niños menores de 5 años. En España entre los años 2015 y 2016 se notificaron 314 casos de enfermedad meningocócica y se confirmaron 268, de los cuales un 57,8% correspondieron a neisseria meningitidis serogrupo B. Actualmente podemos asegurar que la mejor forma de prevenir la enfermedad (sepsis y meningitis) sin lugar a dudas es la vacunación, y para ello, tenemos la vacuna antimeningocócica B (BexseroR),  que presenta una efectividad del 82,9% para todas las cepas de meningococo B y del 94,2% para las prevenibles por la vacuna. Fue autorizada en la Unión Europea en 2013 y en España está disponible en farmacias desde el 1 de octubre de 2015 para su dispensación con receta médica, tras haber sido evaluados los datos de calidad y seguridad de más de 1.200.000 dosis de la vacuna en todo el mundo. La combinación de estrategias vacunales en infancia y adolescencia se estima que tiene el mayor impacto sobre la enfermedad y pueden ser coste-efectivas como asumen ya varios países en el mundo. En el presente estudio analizamos las costumbres de uso de antipiréticos tras la administración independiente de la vacuna antimeningocócica B BexseroR  (es decir, sin coadministración con otras vacunas), así como las posible correcciones respecto de un empleo más adecuado de los mismos.

Material y métodos:

Estudio retrospectivo sobre uso de antipiréticos después de la administración de la vacuna antimeningocócica B (BexseroR) en niños vacunados con dos dosis, realizado mediante encuesta a padres en la consulta de atención primaria entre los meses de junio y diciembre de 2017, conforme a principios de buena práctica clínica, la Declaración de Helsinki y el consentimiento informado de los padres o tutores de los niños. La muestra de niños fue seleccionada al azar y como único criterio de inclusión se tuvo en cuenta el que hubieran recibido dos dosis en el momento de realizar la encuesta.

El cuestionario de recogida de datos era rellenado por el pediatra o enfermera incluyendo datos personales, historia de alergias a alimentos o medicamentos, reacciones secundarias a otras vacunas, toma de fármacos habitual, efectos adversos de la primera y segunda dosis de vacuna tales como fiebre (indicando la temperatura máxima alcanzada y duración), cansancio, cefalea, irritabilidad, diarrea, dolor en zona de punción, enrojecimiento, otros (especificando cuales), toma de fármacos tras la administración de la vacuna (si/no, e indicando cuál) y duración de los síntomas (menos de 3 días, entre 3 y 5 días, más de 5 días).

Participaron en el estudio 125 niños (54 mujeres y 71 varones) de edades comprendidas entre los 3 meses y los 15 años (ver Figura 1. Características de la muestra según edad y sexo) que fueron vacunados con 2 dosis de vacuna administradas con al menos dos meses de separación. Se administró la vacuna mediante inyección intramuscular profunda en la zona anterolateral del muslo en lactantes y en la región deltoidea en niños y adolescentes, siguiendo las especificaciones técnicas del producto y manteniendo una espera de 20 minutos tras la vacunación en previsión de posibles reacciones anafilácticas. Las 250 dosis de vacuna se administraron de forma independiente sin  coadministración con otras vacunas. En la mayor parte de los casos (78,4%) estas dos dosis representaban una pauta vacunal completa (mayores de 2 años) mientras que en el restante 21,6% (menores de 2 años) suponían una parte o el total de la inmunización primaria, quedando pendiente una dosis de refuerzo.

Para el análisis de resultados se separó la muestra en función de la edad en tres grupos: menores de 2 años (27 lactantes), niños de 2 a 12 años (86 escolares) y mayores de 12 años (12 adolescentes), dadas las características diferenciales entre estas edades y para facilitar la comparabilidad con estudios previos. El análisis de datos se realizó sobre las 250 dosis como si hubieran sido administradas de forma independiente y se calculó la distribución de frecuencias de los porcentajes de cada categoría para cada variable cualitativa.

Resultados:

En el presente artículo analizamos únicamente las características de uso de antipiréticos tras la administración de la vacuna. En 89 de las dosis administradas de vacuna se tomaron antitérmicos, lo que supone el 35,6% del total de la muestra, mientras que en 161 de las dosis no se había tomado ningún tipo de medicación tras la vacunación (64,4% del total). Respecto de si se trataba de la primera o segunda dosis de vacuna en cada niño, 44 lo tomaron tras la primera (35,2%) mientras que 45 lo tomaron tras la segunda dosis (36%), cifras por tanto muy similares e indicativas de la inexistencia de diferencia en función de la dosis.

Se administró ibuprofeno en 48 niños, un 53,93% del total, mientras que tomaron paracetamol 41 niños, un 46,07% del total (ver Figura 2. Medicación utilizada tras vacunación con BexseroR).

Pasando ya al análisis en función de la edad, los lactantes tomaban mayoritariamente el paracetamol como antipirético posterior a la vacunación (en 25 de las 54 dosis administradas) lo que suponía un 46,29%, administrándose ibuprofeno en tan sólo 4 dosis de las 54 posibles, de forma que tomaron ibuprofeno un 7,40% del total. Los escolares tomaron ibuprofeno con una frecuencia del 22,09% (en 38 de las dosis respecto de 172 totales) y paracetamol en el 8,72% del total (en 15 dosis de 172). Por lo que respecta a los adolescentes, tomaban ibuprofeno en el 25% de los casos (6 dosis de 24 totales) y paracetamol en el 4,16%, con un único caso de 24 vacunaciones (ver figura 3: Porcentaje de administración de paracetamol o ibuprofeno tras vacunación con BexseroR en función de la edad).

Discusión:

Uno de los aspectos importantes a señalar, constatado en el presente trabajo, es el mayor uso de antipiréticos en el lactante con respecto de escolar y adolescente, si bien es cierto que es la edad donde más frecuentemente se produce fiebre tras la vacunación (se producía fiebre en el doble de lactantes que escolares y 4 veces más en el lactante que en el adolescente). En ellos, se utilizó mayoritariamente el paracetamol (46,29% respecto de 7,40%) quizá por ser el medicamento más utilizado en estas edades para el tratamiento de la fiebre, dado su menor volumen a administrar por cada dosis y la posibilidad de darlo con más frecuencia, aparte de no poder dar ibuprofeno hasta los 6 meses de edad siguiendo los criterios de su ficha técnica. En los escolares y adolescentes el antipirético que se utilizó con más frecuencia fue el ibuprofeno (22,09% en escolares y 25% en adolescentes frente a un 8,72% y 4,16% de uso de paracetamol en escolares y adolescentes respectivamente), quizá debido a una mayor generalización en el uso del ibuprofeno como medicamento antipirético a estas edades.

No existió diferencia de toma de antipirético en función de la dosis (primera o segunda), es más, a los que se administraba antitérmico la primera vez, se les administraba también la segunda como costumbre ya establecida, incluso sin haber presentado fiebre en ningún momento. Si en la totalidad de la muestra se producía fiebre en el 19,2%, el porcentaje de casos en que se tomaba antipirético era del 35,6%, lo que supone una toma innecesaria en casi la mitad de los casos, al no producirse este efecto secundario.

 La mayor toma de ibuprofeno como medicamento antipirético utilizado tras la vacunación antimeningocócica en nuestra serie (53,93% del total) supone una práctica por parte de los padres que debemos intentar modificar, por cuanto son muy pocos los trabajos científicos en los que se ha testado la administración del ibuprofeno tras vacunación y si bien no parece interferir al respecto de la respuesta inmune a la vacunación, se considera que no altera de forma importante la fiebre que puede producirse posteriormente. Se trataría de un punto importante para la investigación en el futuro, siendo necesarios muchos más ensayos clínicos que lo utilicen y comparen con paracetamol.