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Planificación de los cuidados de Enfermería en el cáncer de pulmón

Planificación de los cuidados de Enfermería en el cáncer de pulmón.

La enfermera tiene un papel protagonista en el trato con los pacientes que padecen cáncer de pulmón. Mediante su conocimiento científico, habilidades de comunicación y experiencia profesional debe ayudar al enfermo y aminorar sus temores.

Planificación de los cuidados de Enfermería en el cáncer de pulmón.

Eva Barroso Santamaría. Graduada en Enfermería.

Resumen:

El objetivo de las intervenciones de Enfermería es ayudar al enfermo a mejorar su bienestar, su confort, con una visión de totalidad dando soporte a las necesidades y demandas de la persona. En la ayuda psicológica se correlacionan con el apoyo en el control de la ansiedad, el estrés, la angustia, la irritabilidad y la desestabilización que puede generar el proceso del cáncer de pulmón y, al mismo tiempo, estas intervenciones ayudan a los pacientes a adaptarse y superar el proceso de enfermedad.

Palabras claves: cáncer pulmón, Enfermería, cuidados holísticos, neoplasia y Enfermería.

Introducción:

Denominamos cáncer de pulmón a todo el conjunto de neoplasias malignas con origen en las células que componen a las vías aéreas y el parénquima pulmonar, de este modo se excluye las metástasis pulmonares de otros tumores. Esta enfermedad requiere de una atención especializada, en la que la enfermera juega un rol protagonista.

La Enfermería considera al paciente como un sistema holístico, teniendo siempre presente las cuatro dimensiones que configuran al ser humano, biofisiológica, psicológica, social y espiritual.

Relación enfermera-paciente.

En Enfermería, se debe aportar el conocimiento científico junto a las habilidades de comunicación y experiencia profesional para ayudar al enfermo a buscar recursos que aminoren sus temores. Así, dentro del marco conceptual del consejo psicológico, la Enfermería deberá ayudar a los pacientes a verbalizar los problemas, las emociones, así como las dudas sobre la eficacia de los procedimientos que se le vayan aplicando a lo largo del proceso, con el objetivo final de proporcionar al enfermo el mayor bienestar posible.

La información debe darse de forma pausada, progresiva, ordenada y clara, empleando un lenguaje sencillo y sin tecnicismos. Es importante que ésta sea realista y sin contradicciones, para que el enfermo pueda percibir la realidad de la situación y sienta que no se le engaña.

Todo ello puede favorecer al establecimiento de un vínculo de confianza y seguridad entre la enfermera y el enfermo, así como entre la enfermera, enfermo y familia, tan importante y necesaria en los momentos en que se pierde la libertad propia.

Control de síntomas y gestión de cuidados:

Además, los profesionales de Enfermería, se encuentran implicados en la gestión del proceso del enfermo con cáncer de pulmón. Por lo tanto, tienen la responsabilidad de vertebrar las intervenciones no invasivas más adecuadas para dar cobertura integral, todo ello encaminado a favorecer el confort y el bienestar de estos enfermos.

Actualmente los enfermos con cáncer de pulmón, debido a la creciente complejidad de tratamientos, precisan un mayor soporte de recursos humanos y materiales para satisfacer tanto las necesidades físicas y biológicas como las necesidades psicológicas y sociales.

Dentro del abordaje interdisciplinar de los pacientes con cáncer del pulmón, el objetivo de las intervenciones de Enfermería es ayudar al enfermo a mejorar su bienestar, su confort, con una visión de totalidad dando soporte a las necesidades y demandas de la persona.

La Enfermería dispone de conocimientos y maneja una serie de herramientas para reconocer, evaluar y tratar adecuadamente los numerosos síntomas que aparecen y que inciden directamente sobre el bienestar de los enfermos.

En primer lugar, los cuidados deben ir dirigidos a atenuar o paliar los efectos tóxicos de los tratamientos y las secuelas de la propia enfermedad, ya que si estos efectos se aminoran el enfermo se puede encontrar más dispuesto y con más fuerza para luchar en otras dimensiones. Por lo tanto las primeras medidas de bienestar deben hacer relación al bienestar físico: control del dolor, alivio de la disnea y de la tos, y control del síndrome consuntivo, entre otras, que son síntomas característicos de los enfermos con cáncer de pulmón.

Para ayudar a controlar estos síntomas, la enfermera realiza un plan de cuidados individualizado del propio enfermo, basándose en la metodología científica del proceso enfermero y utilizando las Taxonomías estandarizadas de los diagnósticos (NANDA) y de las Intervenciones para conseguir los resultados esperados y deseados por el enfermo.

En relación a la disnea, tiene una gran repercusión en los enfermos porque se asocia a un aumento de la ansiedad por el miedo que les produce a morirse asfixiados. En estos casos, los profesionales de Enfermería evalúan la intensidad, el impacto físico y los factores que provocan el aumento del síntoma para proporcionar la solución más eficaz posible.

El tratamiento de estos síntomas no se reduce simplemente a tratamientos farmacológicos, sino que los enfermeros deben manejar determinados conocimientos de otras disciplinas tales como la Fisioterapia y la Psicología.

Además, se enseña al paciente a priorizar las actividades diarias y realizarlas para cubrir sus necesidades fisiológicas de forma tranquila y segura. Ayudan a las familias a fin de que les aporten apoyo constante para evitar sentimientos de soledad, especialmente en los momentos de crisis.

El dolor es otro de los síntomas que presenta una elevada frecuencia a lo largo del proceso de enfermedad y que más preocupa a los enfermos con cáncer de pulmón. Esta manifestación clínica está presente en cualquier momento de la enfermedad. El dolor se produce no sólo por la propia evolución tumoral sino también como consecuencia de las terapias empleadas para tratar el cáncer.

Se considera importante señalar que en el dolor intervienen componentes objetivos y otros subjetivos, y que actualmente éste se define como experiencia personal y subjetiva.

Saber evaluar y tratar el dolor convenientemente es mejorar la calidad de vida, ya que ello alivia el sufrimiento y la dependencia del enfermo. En la actualidad, se dispone de diversos instrumentos para medir tanto la intensidad del dolor como su alivio. Unas de las escalas más conocidas son la Escala Analógica Visual (EVA) y la Escala Descriptiva Verbal (EDV).

En último lugar y como se ha señalado anteriormente, en la Enfermería se combinan las Terapias Farmacológicas (prescritas por el facultativo) con técnicas de desactivación, terapias complementarias, intervención “Manejo del dolor” con el objetivo final de ayudar y ensañar al paciente a controlar los factores externos que inciden en el dolor.

A través de la educación sanitaria individualizada, se mejoran los conocimientos y el nivel de auto-cuidados de los enfermos. De esta forma, se ayuda a esta población a promover cambios en los hábitos y costumbres, a valorar las cosas sencillas, cotidianas, a llevar una vida más saludable para reforzar la dimensión conductual. Todo ello orientado a la consecución de una mayor autonomía, seguridad y autoestima, que derivará en el mayor bienestar y confort del enfermo con cáncer de pulmón.

Apoyo psicológico:

El enfermo es un ser único e indivisible compuesto por distintos niveles, que están entrelazados de tal manera que forman una única realidad: la persona, esté sana o enferma. Cuando en una persona se rompe la estabilidad física por un problema físico esto repercute de forma directa en la totalidad de la persona.

El enfermo recibe tras el diagnóstico una sobrecarga de tensión psicológica y a partir de este momento es importante cuidar al paciente, en este caso con cáncer de pulmón. Los enfermeros como profesionales del “cuidar” no pueden establecer una dicotomía entre cuerpo y mente, de tal forma que es igual de importante tratar los síntomas físicos como cuidar y tratar los síntomas psíquicos.