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Del razonamiento a la práctica: percepciones sobre autocuidado de la salud sexual

Respecto al autocuidado en las relaciones sexuales, las percepciones son:

  1. El 100% de los adultos y jóvenes han escuchado sobre el término Enfermedades de Transmisión Sexual. En los jóvenes (100%) afirman que ITS es sinónimo de Enfermedades Venéreas; mientras que en los adultos lo afirma el 87%, aunque el 13% menciona que no son sinónimos; pero no explican por qué lo consideran así.
  2. Adultos que a lo largo de su vida ha presentado algún problema de salud sexual suman el 5%, siendo enfermedades como clamidia, gonorrea, herpes genital y micosis. En jóvenes no reportan algún problema de este tipo.
  3. Al especificar sobre las situaciones en que se puede transmitir alguna enfermedad sexual incluyendo el SIDA, los entrevistados (94%) contestaron que en las relaciones sexuales y al recibir sangre.
  4. En los jóvenes el 100% afirman que en ninguna ocasión han tenido miedo de haberse podido infectar del virus del SIDA. En los adultos, el 84% no han tenido ese temor y el 16% sí.
  5. Se han realizado alguna vez en su vida la prueba del SIDA, en los jóvenes, el 100% afirman que sí. En los adultos, 82% afirman que sí especificando que lo hacen por rutina.
  6. En específico al preguntar cómo valorarían su propio riesgo de contraer alguna enfermedad con su comportamiento sexual actual; los jóvenes (100%) afirman no correr ningún riesgo. De los adultos el 83% afirma que ningún riesgo y el 17% considera que un alto riesgo de contraer alguna ITS.
  7. Del total de entrevistados (n=800) entre jóvenes y adultos, se encontraron los siguientes resultados:
    1. El 86% de los entrevistados considera que en el noviazgo las relaciones sexuales NO son parte importante para que la relación permanezca; el 14% si lo consideran un elemento de importancia.
    2. El 95% de los entrevistados consideran que con relación a las enfermedades sexuales, NO necesitan atención médica solamente cuando me siento mal, explican que son necesarias las visitas médicas de rutina una o dos veces al año.
    3. El tipo de método anticonceptivo que utilizan con mayor frecuencia es el condón (35%); hormonal (25%); 15% OTB (obstrucción tubárica bilateral) y 25% ninguno.
    4. El 22% nunca utiliza condón; 78% solo algunas veces.
    5. Respecto a lo que consideran medidas para prevenir el SIDA, los entrevistados expusieron:
  • Lavarse después de las relaciones sexuales (85% nada eficaz)
  • Elegir correctamente las parejas (83% bastante eficaz)
  • Tener pocas parejas (82% bastante eficaz)
  • Usar un preservativo masculino (82% bastante eficaz)
  • Usar espermicidas (92% muy eficaz):
  • Pedir un test de sida a la pareja (80% nada eficaz)
  • Hacerse la prueba con frecuencia (61% bastante eficaz)
  • Preguntar a las parejas por su pasado sexual (51% bastante eficaz)
  • Usar un preservativo femenino (56% bastante eficaz)
    1. El 93% de los entrevistados considera que usar condón es la manera más eficaz de prevenir enfermedades de trasmisión sexual; el 7% restante considera que esto es mejor si las relaciones son solo con la pareja.
    2. Con relación al conocimiento de los síntomas de alguna enfermedad de transmisión sexual, los entrevistados afirman conocer en su mayoría estos síntomas (85%). El porcentaje restante afirman conocer solo de algunas enfermedades como son la candidiasis, SIDA y sífilis.

Análisis y Conclusiones

Si analizamos desde la historia, el comportamiento sexual no es simplista y depende del contexto socio histórico y cultural en que se desarrolla. La sexualidad evolucionó junto con la mentalidad del ser humano, teniendo entonces sus inicios en la prehistoria como una simple satisfacción del impulso reproductivo.

Posteriormente, evolucionó junto con las creencias religiosas, terminando con un manejo y control social sin precedentes. Actualmente, en pleno siglo XXI, la civilización intenta desarrollarla de una manera plena y racional. La revolución sexual de las últimas décadas no obstante, la desinformación, los tabús, las inequidades, ha permanecido y continúa dificultando la manifestación de conductas y prácticas sexuales sanas tanto en el plano físico, como en el psicológico y emocional.

Sigmund Freud (1856-1939) reconoció,  la trascendencia de la sexualidad en los individuos; por ello su teoría del ser humano, tiene como eje el desarrollo sexual; pero actualmente no podemos hablar de desarrollo sexual sin detenernos a analizar las percepciones que se tienen con relación al autocuidado de la salud sexual y reproductiva.

Remitiéndonos a  Freud, el término líbido (deseo)  refiere a la energía de la que emanan todas las actividades de los hombres, al parecer es el verdadero eje en la toma de decisiones con relación a las prácticas sexuales y a la concepción del autocuidado en este ámbito.

Si bien, el deseo sexual es igual para hombres y mujeres, también es cierto que las percepciones y toma de decisiones con respecto a la sexualidad en cada uno, están marcadas por elementos culturales y sociales de importancia. No obstante, estos elementos están afectando la salud humana y en específico la salud sexual de hombres y mujeres.

Respecto a las mujeres y desde el activismo y la  academia, Margaret Sanger inició el movimiento de control de la natalidad en los Estados Unidos y entre 1922 y 1927. Geramine Greer, publicó su obra «El eunuco femenino», que es considerada el baluarte del movimiento feminista. Alfred Kinsey inició el estudio sistemático de la sexualidad y en 1966 Masters y Johnson publican su libro «Respuesta Sexual Humana», anotando que tanto hombres como mujeres tienen la misma capacidad de respuesta sexual.

Por lo anterior, es entonces necesario plantearse, desde distintos enfoques, lo que sucede al pasar del autocuidado de la salud mediante conductas saludables, al impulso de la respuesta sexual, la libido.

En el presente estudio, es claro que podemos confirmar lo antes expuesto, ya que se evidencia que:

  • La población tiene conocimientos sobre el cuidado de su salud sexual.
  • Esos conocimientos no necesariamente son adquiridos en el seno familiar. Los resultados confirman una contradicción entre el grupo de jóvenes y adultos, sin confirmar que la fuente de información sea de padres a hijos, la escuela o el sistema de salud; sino más bien, a través de los medios masivos de comunicación, en especial el internet para el caso de la población de jóvenes. Estos resultados coinciden con estudios hechos por Antonio et al (2011) para el Estado de México.
  • La existencia de tabús y estigmatización relacionada con enfermedades de transmisión sexual (ITS) genera que solo un 5% de los adultos confirmen haber presentado algún tipo de ITS a lo largo de su vida sexual. Con relación a los jóvenes, ninguno de los entrevistados (n=200) hace alguna afirmación al respecto. Esto puede afirmarse ya que en estudios realizados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS, 2018) cerca del 30% de los mexicanos entre 18 y 30 años de edad han padecido alguna ITS. En el IMSSson detectados y atendidos cerca del 15% de pacientes con este tipo de diagnóstico.
  • Las enfermedades más frecuentes son la candidiasis, tricomoniasis, vulvovaginits, sífilis, gonorrea y clamidia (IMSS, 2018). Al respecto, en este estudio se confirman los mismos diagnósticos recibidos para el 5% de los adultos que lo expresaron.
  • En específico sobre el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), la población de estudio únicamente reconoce a las relaciones sexuales y a la transfusión de sangre como las formas de contagio. El total de jóvenes y la mayoría de adultos expresan no tener miedo de infectarse con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y la mayoría afirman que se han realizado la prueba. Contrario a esto, el Centro Nacional para la Prevención y Control de VIH y el SIDA (CENSIDA) afirma que en México, diariamente 33 personas adquieren el VIH, siendo el grupo más vulnerable el de los jóvenes. Así también CENSIDA afirma que los jóvenes no consideran las pruebas de detección dentro de sus evaluaciones médicas de rutina y, aun cuando se les ofrece, las rechazan pues no se consideran de riesgo.
  • Esta postura de no considerarse en riesgo, es confirmada en el presente estudio, ya que al preguntar cómo valorarían su propio riesgo de contraer alguna enfermedad con su comportamiento sexual actual, los jóvenes afirman no correr ningún riesgo y solo un pequeño porcentaje de adultos reconoce presentar algún riesgo. Al respecto Vázquez (2012) señala que el concepto de riesgo en las prácticas sexuales en estudiantes universitarios no está vinculada ante una posible ITS, y suponen que el riesgo solo se presenta para prostitutas y homosexuales.
  • En cuanto a la asociación de su sexualidad con las relaciones de noviazgo, la mayoría de los entrevistados consideran que en el noviazgo las relaciones sexuales NO son parte importante para que la relación permanezca. No obstante, en el estudio, la mayoría ya tienen relaciones sexuales aun cuando sean solteros. Al respecto, en México se han realizado estudios, como la primera encuesta nacional de sexo (Consulta Mitovsky, 2004), que menciona que la edad promedio de la primera relación sexual de los mexicanos es de 18 años durante sus relaciones de noviazgo; destaca que solo el 4% de los mayores de 18 años dicen no haber tenido relaciones sexuales.
  • Lo anterior, tiene total relación con el autocuidado en la salud sexual, y es importante reconocer que el riesgo sanitario continúa siendo alarmante, toda vez que 22% de los jóvenes no utilizan el condón como medio de protección y el 78% de los adultos solo algunas veces. A pesar de ello, casi el total de entrevistados consideran que usar condón es la forma más eficaz de prevenir ITS.
  • En orden descendente respecto a lo que consideran medidas para prevenir el SIDA, se reconocen:
  • Usar espermicidas
  • Lavarse después de las relaciones sexuales
  • Elegir correctamente las parejas
  • Tener pocas parejas
  • Usar un preservativo masculino
  • Pedir un test de sida a la pareja
  • Hacerse la prueba con frecuencia
  • Usar un preservativo femenino
  • Preguntar a las parejas por su pasado sexual
  • Respecto al conocimiento de los síntomas de ITS, solo se reconocen a candidiasis, SIDA y sífilis. Al respecto, es importante mencionar que, según la OMS (2016), en la mayoría de los casos, las ITS son asintomáticas o solo van acompañadas de síntomas leves que no necesariamente permiten un diagnóstico certero. En el caso específico de las que esta población de estudio reconoce algunos de los síntomas más comunes de las ITS como son el flujo vaginal, secreción uretral o ardor en los hombres, úlceras genitales y dolor abdominal, más no podemos afirmar que sean síntomas directamente relacionados con las ITS mencionadas.

Hasta este punto, es claro considerar que, la población no  está preparada para el logro de: 1) el autocuidado eficaz, 2) la libertad de expresión sexual; 3) está altamente expuesta y 4) no existe una cultura que permita el reconocimiento de la sexualidad que permita la expresión de la libido y la autoconstrucción como ente naturalmente complejo.

A manera de conclusión de este proceso de análisis de los hallazgos, es necesario considerar que se torna altamente necesario trabajar desde la educación para la salud, la sexología, la atención específica a la disolución de tabús relacionados con la sexualidad, así como incidir en los sistemas de valores para buscar la disminución de las malas prácticas o prácticas sexuales de riesgo. Al hablar de obstáculos, otros estudios (Chávez y Petrzelová, 2009; Antonio et al, 2011)  han identificado para México que, a pesar de los cambios culturales, persisten tabús sobre sexualidad, roles de género, embarazo adolescente y que son tratados con dificultad o ignorados por los padres de familia. Lo anterior, como resultado de la desinformación que hace a los padres incapaces de brindar una educación sexual adecuada.

Ahora bien, nos referimos a los sistemas de valores, como  el conjunto de cosas que cada uno piensa y que deben ser acompañadas de aquéllas que no deben ser pero están siempre presentes. Algunos expertos en la materia (Saracci, 2000), concluyen que la actividad científica y, por consiguiente, la atención y la promoción de la salud basada en la ciencia, no pueden llevarse a cabo desde una perspectiva totalmente desligada de los valores; en consecuencia, las propuestas, definiciones y conceptos basados en valores resultan inevitables. El reconocimiento de factores protectores y de riesgo para la salud sexual implica entonces mirar integralmente a las personas, en su esfera individual, relacional-interaccional, así como en su entorno cultural.

La sexualidad, por lo tanto, debe ser desarrollada en forma plena, libre, congruente, responsable y armónica con el resto de las cualidades humanas. Si bien es cierto que es una forma ideal de considerar el trabajo educativo dentro de procesos de desarrollo; también es cierto que, es complicado e irresponsable socialmente, no construir formas de acceso al cambio de conductas. Ello implica el raciocinio de la sexualidad y la naturalidad de la libido con comunión.

Es entonces un reto inminente y necesario, para los individuos y las sociedades caminar hacia una valoración positiva de la sexualidad como aspecto esencial de nuestra naturaleza. De acuerdo a Clyde Kluckhohn (2018, 1949) la cultura es:

  • El modo total de vida de un pueblo
  • El legado social que el individuo adquiere de su grupo
  • Una manera de pensar, sentir y creer
  • Una abstracción de la conducta
  • Una teoría sobre la manera en que se conduce realmente un grupo de personas
  • Un depósito de saber almacenado
  • Una serie de orientaciones estandarizadas frente a problemas reiterados
  • Conducta aprendida
  • Un mecanismo de regulación normativo de la conducta
  • Una serie de técnicas para adaptarse, tanto al ambiente exterior como a los otros hombres

Concepto semiótico que está fundado en el pensamiento de que el  hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considerando que la cultura es precisamente esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones; que para el presente estudio, se requiere como sustento teórico desde donde se enuncie que existe una necesidad de deconstruir y reconstruir una cultura de la sexualidad que vaya más allá de reconocerse genéricamente, es crucial. No existe otra manera de incidir positivamente en el cambio de conductas y disminuir las tasas de infecciones de transmisión sexual e incluso de otras enfermedades cuyos orígenes sean factores conductuales y comportamentales.

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