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Depresión en Personas con Discapacidad y su relación con la Funcionalidad Familiar

Para Yapko (2006), la depresión no sólo se concibe como enfermedad que afecta el área emocional y al cuerpo, sino que también autores como Beck (1983), la consideran como trastorno que altera el estado de ánimo, haciendo que la persona genere respecto de sí, un sin número de pensamientos que ponen en riesgo su salud psíquica.

Cuando este trastorno se presenta en un contexto donde prevalece la discapacidad, genera estragos en especial a los familiares; pues como lo señala Bavin (1987) la discapacidad de antemano connota discriminación, carga emocional y social que al articularse con la depresión impactará negativamente en la salud emocional; pues como padres deberán brindarle a su hijo una educación y cuidados pertinentes para su estabilidad.

En la actualidad la pregunta de cuál es el tratamiento más eficaz para tratar la depresión continúa sin respuesta definitiva; sin embargo, las múltiples investigaciones realizadas en los últimos 50 años ofrecen un panorama armonioso de las líneas de intervención efectivas para este trastorno que afecta la calidad de vida de cientos de personas en todo el mundo.

En 1993 unos autores Hollon, S. D., Shelton, R. C., & Davis, D. D. (1993). Realizaron un estudio metodológico y conceptual acerca de la aplicación
del modelo cognitivo conductual para el tratamiento
de la depresión, las conclusiones de este estudio indican que la terapia cognitiva es eficaz en el tratamiento de la depresión, además, los resultados de la terapia cognitiva son superiores a los tratamientos con fármacos tricíclicos en casos de depresión unipolar.

La Terapia Conductual es un modelo de tratamiento de diversos trastornos mentales, que trabaja ayudando al paciente a que cambie sus pensamientos, emociones, conductas y respuestas fisiológicas disfuncionales por otras más adaptativas para combatir sus problemas o en este caso la depresión. Y que como su nombre lo indica, surgió por la unión de dos grandes teorías de la psicología. Este modelo está conformado por un grupo de intervenciones que se ponen en práctica luego de una exhaustiva evaluación de las características biopsicosociales del paciente, y que tiene en cuenta el visto bueno, compromiso y colaboración del mismo y sus allegados Hollon, S. D., Thase, M. E., & Markowitz, J. C. (2002)

Este modelo de psicoterapia es estructurado, activo y centrado en el problema. El tratamiento dura normalmente entre 10 y 20 sesiones y los pacientes experimentan a menudo una reducción considerable de los síntomas después de 4 o 6 semanas de tratamiento Ilardi, S. S., & Craighead, W. E. (1994).

Al realizar un seguimiento informal de algunos de los ensayos controlados de aleatorios de la TCC para la depresión, se encontró que ciertos estudios de perfil elevado han aplicado el protocolo completo de la TC de Beck. DeRubeis, R. J., Siegle, G. J., & Hollon, S. D. (2008). Otros estudios han destacado componentes incluidos en la Terapia Cognitiva de Beck para la depresión, como las técnicas de resolución de problema la activación conductual, mientras que otros han ampliado la TC para incluir nuevas técnicas, como la meditación consciente

En primera instancia se guía inicialmente a los individuos a monitorear y a reconocer los pensamientos automáticos negativos, a averiguar cómo estos pensamientos dan lugar a pensamientos conductas y sensaciones somáticas desagradables e inadecuadas.

Luego, se ilustra a los pacientes acerca de cómo examinar la exactitud y la utilidad de dichos pensamientos, a ponerlos a prueba empíricamente, a arriesgarse para encontrar un nuevo tipo de refuerzo y a generar cogniciones más equilibradas y adaptativas.

Además, de aprender a modificar estas cogniciones distorsionadas se exhorta a los pacientes a caracterizar y modificar de creencias centrales e intermedias, que son la base de esos pensamientos automáticos ( Ilardi, S. S., & Craighead, W. E. 1994).

Desde una perspectiva más positiva, el ambiente, tanto construido como sin intervenir, puede promover interacción social, cohesión comunal y Salud Mental. Se ha encontrado asociación significativa entre bajos niveles de depresión y comunidades con abundantes jardines y baja incidencia de grafiti (Weich et al., 2002). Algunas características del ambiente como ciclovías, calles con árboles, huertas comunales, parques nacionales y vida silvestre pueden incluso suscitar salud física indirectamente al promover vida activa y actividad física moderada (Ward Thompson & Aspinall, 2011).

La depresión es comúnmente tratada con antidepresivos, psicoterapia o una combinación de ambos (Hale 1997). Se encontró́ que tanto los antidepresivos tricíclicos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) más recientes son efectivos en el tratamiento de la depresión (Paykel & Edwars 1992). Sin embargo, una revisión Cochrane reciente de Moncrieff 2003 solo encontró́ pequeñas diferencias entre los fármacos antidepresivos y los placebos activos.

Los efectos más bajos se encontraron en los ensayos de atención hospitalaria. También se encontró́ que algunas terapias de conversación son útiles en el tratamiento de la depresión y actualmente hay dos revisiones sistemáticas en curso que comparan tratamientos psicológicos y farmacológicos (Churchill 2003a; Churchill 2003b). La evidencia de tratar la depresión en poblaciones adolescentes es contradictoria: Hazell 2007 desafía las recomendaciones de varios cuerpos de salud que dicen que la ISRS sólo deben prescribirse a adolescentes con depresión moderada a grave, en combinación con tratamiento psicológico. La depresión es, además, una de las razones más frecuentes por las cuales se utilizan terapias complementarias y alternativas.

Las razones son complejas y varían según el grupo de pacientes. Pueden implicar una falta de satisfacción con los tratamientos convencionales o un deseo de evitar los efectos secundarios de la medicación o el estigma adherido a la búsqueda de la terapia de conversación (Hazell 2007). Sin embargo, esto es refutado por un estudio de los EE.UU. con 1035 participantes (Astin 1998) que llega a la conclusión de que la mayoría de los usuarios de medicinas alternativas las utilizan porque sienten que tiene más que ver con sus propios valores, creencias y orientaciones filosóficas, más que porque no estén satisfechos con los tratamientos convencionales. Este criterio es compatible con resultados recientes en el Reino Unido y Australia que dicen que los conocimientos sobre salud mental de la población general son razonablemente pobres, lo que reduce la probabilidad de que se busquen tratamientos basados en pruebas (Jorm 2000; Jorm 2006). No obstante, las preferencias de los usuarios son importantes cuando se tratan enfermedades mentales. Pruebas recientes indican que los jóvenes deprimidos prefieren el asesoramiento a la medicación y los tratamientos activos antes que la “conducta expectante” (Jaycox 2006).

CONCLUSIONES:

La disfuncionalidad familiar es significativa en el síndrome Depresivo de las personas con discapacidad fiscas, claro que vale recalcar que no necesariamente todas las personas con discapacidades padecen síndrome depresivo y que tampoco todas sus familias son disfuncionales.