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Encopresis. Clínica, diagnóstico y tratamiento

Los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de encopresis:

  • Pertenecer al género masculino
  • Estreñimiento crónico
  • Nivel socioeconómico bajo

Clínica: Signos y síntomas de detección y/o derivación

El 63% de los niños con encopresis tienen antecedentes de defecación dolorosa antes de los 36 meses de edad.

A.- Detección:

1.- A pesar de su alta prevalencia puede pasar desapercibida a no ser que los profesionales de la salud interroguen de forma específica sobre aspectos relacionados con el control esfinteriano.

• Control evolutivo en programa de niño sano:

a) deposiciones en lugares inapropiados (incluida ropa interior).

b) prestar atención a posibles marcados secundarios a estreñimiento.

c) condiciones de la defecación: aislamiento y concentración que no puede diferenciarse de la habitual en un niño que va normalmente al retrete; otros evacuan sus heces sin cesar en sus actividades; otros dejan que las heces se les escapen por el camino, mientras corren hacia el retrete.

d) actitud del niño hacia sus heces variable: indiferencia a su síntoma; conductas de disimulo y de acumulación; muy raramente, intenta disimular lavando la prenda; también muy raramente se encuentra al niño provocador, que exhibe su ropa sucia, indiferente a reproches y regañinas.

2.- Dolores abdominales, aumento del volumen de las heces y estreñimiento crónico.

3.- En las chicas son frecuentes las infecciones de la vía urinaria e incluso las pielonefritis crónica.

4.- Síntomas neuroevolutivos: falta de atención, hiperactividad, impulsividad, baja tolerancia a la frustración e incoordinación.

Muchos niños con encopresis evacuan suficiente materia fecal semilíquida como para que los padres la etiqueten de diarrea.

Se asocia a incontinencia urinaria diurna en el 20% de los niños con encopresis, enuresis en el 33%, e infección urinaria recurrente en el 10% de las niñas. Esto desaparece al resolverse los hábitos intestinales anormales.

La encopresis produce en el niño una actitud agresiva e inseguridad que a la larga puede dar lugar a una alteración emocional grave.

B.- Derivación:

1.- El Pediatra de Atención Primaria o en su defecto el Médico de Cabecera son los primeros en identificar el problema y plantear una intervención de primera línea.

2.- Si el niño es negativista u oposicionista respecto a las instrucciones del adulto derivar a Equipo de Salud Mental Infanto-Juvenil.

DIAGNÓSTICO

Anamnesis: inicio de síntomas, hábito defecatorio, alimentación, actitud del niño y familia, problemas de comportamiento, síntomas asociados.

Exploración física y valoración del estado nutricional: Peso y talla. Exploración abdominal. Tacto rectal: se realiza con el niño en la postura más cómoda posible y se explora el tono del esfínter, diámetro del canal anal, presencia de heces, palpación de fisuras internas. Una ampolla rectal dilatada llena de heces es característica de la retención funcional. Examen del periné: fisuras, dermatitis. Examen de la zona sacra.

Toda anomalía nos debe hacer sospechar una causa orgánica, así como una ampolla rectal vacía.

Exploraciones complementarias: Se realizarán analítica de orina y urocultivos. La radiografía simple de abdomen, puede ser útil para valorar una retención fecal y la existencia o no de alteraciones de la columna lumbosacra, o en aquellos niños, que o bien por ser muy obesos o por negativa, es imposible hacer una buena exploración abdominal y tacto rectal. Ante la sospecha de una causa orgánica, realizaremos de foma orientada las exploraciones necesarias

Tratamiento

En la mayoría de los casos (78%) es sensible a intervenciones conductuales relativamente sencillas que incluyan componentes educativos, conductuales y fisiológicos.

El objetivo del tratamiento es prevenir el estreñimiento y estimular los buenos hábitos de defecación. Para eliminar la retención fecal, se utilizan laxantes y algunas veces enemas. Usualmente, se prescribe un ablandador de heces.

Una dieta rica en fibra, incluyendo frutas, verduras, productos de granos integrales y cantidades adecuadas de líquidos, favorece el paso de las heces más blandas y minimiza la molestia causada por las deposiciones. Otra forma de tratar este problema es suministrarle al niño vaselina líquida saborizada en una cantidad suficiente para que el aceite salga del recto. Éste es un excelente tratamiento a corto plazo, pero se debe evitar su uso prolongado debido a la interferencia con la absorción del calcio y la vitamina D.

Los padres deben brindar apoyo y abstenerse de criticar y desanimar a los niños.

Los gastroenterólogos pediátricos a menudo educan a los padres y al niño y utilizan la biorretroalimentación en el niño para tratar los casos más difíciles. De igual manera, la psicoterapia puede ayudar al niño a hacer frente a los sentimientos conexos de vergüenza, culpabilidad o pérdida de autoestima. Cuando existe una encopresis sin presencia de estreñimiento, la evaluación psiquiátrica puede ayudar a determinar la causa subyacente.

Realizar controles evolutivos cada 2-4-6 semanas.

Bibliografía

1)             AEP: Asociación Española de Pediatría [Internet]. Madrid: AEP; 2008 [citado 18 Ago 2013] Protocolos de la Sociedad Española de Pediatría; págs 10. Disponible en: http://www.aeped.es/documentos/protocolos-sociedad-espanola-psiquiatria-infantil-aep

2)             Encopresis, Medline Plus, Enciclopedia Médica, pgs.1. Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU.

3)             Miralles Adarraga, Mª. T.; Avilla Hernández, J.Mª. ; Sarriá Oses, J. Enuresis y encopresis. Pgs: 413-416.Manual práctico de Pediatría en Atención Primaria. 1ª edición. Editorial: Publicación de Libros Médicos, S.L.U.

4)             Callejas Pozo, J. E.; García Puga, J. M. Enuresis y encopresis. Pgs: 438-439. Manual de Pediatría en Atención Primaria para residentes. 4ª edición: Editorial: Ediciones Adhara, S. L.