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Factores de riesgo de  la cardiopatía isquémica

Factores de riesgo de  la cardiopatía isquémica

La presencia de los principales factores de riesgo no significa que se vaya a padecer de forma inexorable una enfermedad coronaria, como su ausencia no es garantía de inmunidad; pero sí es cierto que a mayor número de factores de riesgo, más probabilidades hay de enfermar.

AUTORES:

  1. Ana Hermosín Alcalde DUE. Centro de diálisis Diaverum (Cartaya)
  2. Elena Pereira Jiménez DUE. Interclinik
  3. Alejandro Núñez Márquez DUE. Hospital San Juan de Dios. Sevilla

RESUMEN:

En cualquier caso, si se modifican los factores de riesgo, se puede reducir la posibilidad de infarto tanto en quien nunca ha tenido problemas coronarios (prevención primaria) como en quien ya ha tenido un primer accidente isquémico y quiere evitar que se repita (prevención secundaria).El papel que desarrolla Enfermería en la prevención es sumamente importante para que se conozcan y se puedan reducir los factores de riesgo asociados.

PALABRAS CLAVES: ISQUEMIA, INFARTO MIOCARDIO, CARDIOPATÍA

INTRODUCCIÓN:

La cardiopatía isquémica es un conjunto de alteraciones cardíacas que ocurren por un desequilibrio entre el flujo sanguíneo de las arterias coronarias o flujo coronario y el requerimiento de oxígeno del músculo cardíaco o miocardio.

Este desequilibrio produce una isquemia cuyos efectos son metabólicos (aumento del ácido láctico, acidosis, disminución del ATP, disminución de fosfocreatinas), mecánicos (disminución de la contractilidad del corazón, disminución de la distensibilidad de la zona isquémica, y otros) y eléctricos (modificación de potenciales de reposo y acción, inestabilidad eléctrica y los consiguientes trastornos del ritmo). Es la principal causa de muerte en la mayoría de los países desarrollados.

Los factores de riesgo de la enfermedad coronaria se pueden clasificar en :

  • No modificables
  • Modificables

NO MODIFICABLES:

Son aquellos factores de riesgo que no se modifican cuando se interviene sobre ellos como:

  • Edad: la incidencia de enfermedad coronaria aumenta progresivamente con la edad, de manera que a mayor edad mayor es el riesgo de padecer enfermedad coronaria.
  • Género: los varones tienen un riesgo mayor de padecer enfermedad coronaria que las mujeres; la diferencia se hace más marcada en mujeres pre-menopáusicas en comparación con hombres de la misma edad
  • Herencia: factores hereditarios

MODIFICABLES:

Son aquellos factores de riesgo de padecer o agravar una enfermedad coronaria que pueden ser modificados:

  • CONSUMO DE GRASAS

ÁCIDOS GRASOS SATURADOS → Aumentan el colesterol total y la fracción del colesterol que se une a la lipoproteína de baja densidad (LDL-colesterol), éste último muy ateroesclerótico.

ÁCIDOS GRASOS POLIINSATURADOS →Reducen la ateroesclerosis por su acción reductora del colesterol total, por aumentar la fracción del colesterol que se une a la lipoproteína de alta densidad (HDL-colesterol), reductora de la placa de ateroma, y por producir sustancias antiagregantes

plaquetarias. Se encuentran en los aceites de semillas (girasol, maíz o soja) y del pescado.

ÁCIDOS GRASOS MONOINSATURADOS → Elevan el HDL colesterol, e incluso disminuye el LDL-colesterol, por lo que resultan también un factor protector sobre la formación de la placa de ateroma. Se hallan en las grasas de los pescados azules y el aceite de oliva.

El colesterol total no debe ser mayor de 200 mg/100ml. La fracción HDL-colesterol debe ser al menos de 50 mg/100ml., y la razón colesterol total/HDL-colesterol, máximo de 4 (200/50).

Se recomienda un aporte de grasas en la dieta de un 30-35% del total de calorías de la dieta, dejando un 12-15% para las proteínas y el 50-60% de hidratos de carbono. El perfil lipídico debe mantenerse en la siguiente proporción del total de calorías que componen la dieta:

– Ácidos grasos saturados: 7-10%.

– Ácidos grasos poliinsaturados: 5-10%.

– Ácidos grasos monoinsaturados: 12-20%.

  • TABAQUISMO

Fumar es uno de los principales factores que afecta negativamente el estado de salud de la persona. En los países desarrollados alcanza la dimensión de ser la principal causa de morbimortalidad precoz, siendo responsable de más de la mitad de la mortalidad prevenible, especialmente de tipo cardiovascular. Para el 2025, se estima que anualmente estarán ocurriendo 10 millones de muertes relacionadas con el consumo de tabaco.

Estudios observacionales han encontrado una asociación entre el consumo de tabaco y el incremento de la enfermedad isquémica vascular y de la mortalidad general

Numerosos estudios epidemiológicos demuestran su relación con estas enfermedades, especialmente con el infarto agudo de miocardio. Los fumadores presentan un riesgo de padecer infarto agudo de miocardio de 2 a 4 veces mayor que el de los no fumadores.

El consumo de tabaco disminuye el HDL-colesterol, aumenta la agregabilidad plaquetaria y la frecuencia cardiaca, además los fumadores muestran altos niveles de fibrinógeno.

El monóxido de carbono del tabaco se une a la hemoglobina y forma la carboxihemoglobina que incrementa la insuficiencia miocárdica y la formación de la placa de ateroma. Por otro lado, la nicotina tiene una acción adrenérgica, aumentando la frecuencia cardiaca y la tensión arterial.

Además de estas razones expuestas anteriormente, existen otras razones de bastante peso para dejar el hábito de fumar:

  • El hecho de sentirnos más ágiles, aumentando nuestra resistencia a la actividad física. Estaremos más jóvenes, más activos.
  • Respiraremos mejor, tendremos menos enfermedades respiratorias, recuperando el olfato y saboreando mejor las cosas.
  • Mejorará nuestra salud en general
  • Ahorraremos bastante dinero, nos podremos comprar cosas que normalmente no están a nuestro alcance.
  • HIPERTENSIÓN ARTERIAL.

La Hipertensión Arterial resulta ser un factor de riesgo de gran importancia para las cardiopatías isquémicas y aún más para las enfermedades cerebrovasculares.

Se estima que la prevalencia de hipertensión arterial (HTA), en población española, con edades entre 35 y 64 años, es cercana al 44% (45% hombres y 43% mujeres). Según resultados de la Encuesta Nacional de Salud de 2001, el 14.4% de la población declara que sufre hipertensión arterial (HTA), porcentaje que se incrementa significativamente a partir de los 45 años, alcanzando el 37.7% en mayores de 65 años.

El consumo de sal es necesario para el organismo, un gramo al día es suficiente, pero una alimentación variada nos aporta dicha cantidad sin añadir sal a los platos. Se debe disminuir el consumo de sal y aumentar el de potasio, en frutas y verduras frescas, como medida beneficiosa en el control de la hipertensión.

El tratamiento de la hipertensión arterial (HTA), recaería básicamente en las modificaciones de los estilos de vida poco saludables:

  • Control de sobrepeso.
  • Supresión del tabaco.
  • Aumentar la actividad física aeróbica
  • Limitar la ingesta de alcohol (20-30 g/día)
  • Reducir la ingesta de ClNa (< 6 g/día)
  • Ingesta adecuada de K (50-60 mEq/día)
  • Ingesta adecuada de Calcio y Magnesio.
  • Reducir la ingesta de grasas saturadas y colesterol

EJERCICIO FÍSICO

Es un factor protector, pues aumenta el HDL-colesterol, disminuye la obesidad y la enfermedad hipertensiva. También, reduce la tensión emocional y aumenta la capacidad cardiovascular y músculo-esquelética.

El mejor ejercicio para combatir la obesidad y aumentar la eficacia del corazón es el ejercicio aeróbico, es decir, de baja intensidad y de larga duración y en el que intervengan grandes grupos musculares. Se recomienda un ejercicio aeróbico de, al menos, 20-30 minutos y 3-4 días a la semana para que tenga un efecto beneficioso para el sistema cardiovascular.

  • OBESIDAD

La obesidad desencadena una cascada de alteraciones que incluyen resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa, dislipemia, aterosclerosis e hipertensión.

Es un factor de riesgo independiente, además de asociarse a las dislipemias, la hipertensión arterial y la hiperglucemia.

  • DIABETES MELLITUS

Actúa por su interrelación con la obesidad, las dislipemias (aumento de triglicéridos y descenso del HDL-colesterol) y la hipertensión arterial.

  • FIBRINÓGENO

Numerosos estudios han establecido una correlación entre los niveles plasmáticos de fibrinógeno y el riesgo coronario, siendo considerado un contribuyente aislado de la cardiopatía isquémica.

  • TRIGLICÉRIDOS

Se considera un factor de riesgo con valores superiores a 200 mg/100 ml.

  • FACTORES PSICOSOCIALES

La llamada personalidad “A”, con tendencias competitivas, agresividad, urgencia en el trabajo e impaciencia, se ha asociado a una mayor incidencia de enfermedad isquémica cardiaca. Estudios más recientes han encontrado evidencia de asociación con la depresión, el aislamiento y la falta de apoyo social.

  • ALCOHOL

Se ha observado un mayor riesgo de cardiopatías coronarias en bebedores excesivos de alcohol, mayor de 75 gr. de etanol al día.

Según las recomendaciones de la OMS el consumo moderado de alcohol, menos de 35 gr. de etanol al día, es cardioprotector por su acción vasodilatadora y producir sustancias antioxidantes.

  • ANTICONCEPTIVOS ORALES

Aumentan la frecuencia de infarto agudo de miocardio. Tienen un efecto sinérgico con el tabaco, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia.

CONCLUSIONES:

El mejor tratamiento de la enfermedad cardiovascular es el control de los factores de riesgo: Promoción + Prevención de la salud.

Se debería establecer el conocimiento sobre los factores determinantes que tiene la población, así como el impacto de la intervención de la Enfermería en la disminución de estos factores que afectan directamente a  los pacientes.

Los programas comunitarios de intervención han de combinar la difusión de mensajes bien planificados en los medios de información y la realización de una amplia gama de actividades comunitarias en las que confluirían servicios de atención primaria, organizaciones filantrópicas, la industria alimentaria y los supermercados, los centros de trabajo, las escuelas y los medios de comunicación locales.

Para obtener un resultado razonable se requiere una “dosis” eficaz de intervención.

La fuerza de todo programa comunitario de intervención radica en el énfasis que ponga en el cambio del entorno social y físico la comunidad a través de la adopción de modos de vida sanos o generadores de mayor salud. Las decisiones de política en apoyo de estos programas son determinantes.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. G Sanz Romero. Cardiopatía isquémica. En CD ROM Principios de Medicina Interna de Farreras, Rozman. 14à Edición. Ediciones Harcourt, S. A. Velázquez, 24, 5. º Dcha. 28001 Madrid. España. 2005.
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