Atención farmacéutica en el Paciente Geriátrico. Deterioro de la movilidad en cama del paciente geriátrico
Introducción: Los cambios demográficos esperados para 2050 estiman que un 35% de la población superará los 65 años, aumentando con ello el riesgo de padecer enfermedades crónicas, y discapacidades que generarán una limitación del movimiento a medio y largo plazo. Por lo que, desde el contexto sanitario y la colaboración del farmacéutico comunitario podemos mejorar los conocimientos acerca de los cuidados que un paciente inmovilizado necesita.
Atención farmacéutica en el Paciente Geriátrico. Deterioro de la movilidad en cama del paciente geriátrico
AUTORES:
Alfonso López Ruiz (1), María Ángeles Ibáñez Gil (2), Inmaculada López Martínez (2), Paloma Soria Candela (2), Ainhoa Artolazabal Narbaiza (3), Jorge Cubillo Muñiz (3).
- Doctor en Farmacología por la Universidad de Granada. Farmacéutico Comunitario, Oficina de farmacia José Ramón Martínez, Bullas. España.
- Médico de Familia. Centro de salud “Mariano Yago”. Yecla. España.
- Diplomado en Enfermería. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander. España.
RESUMEN
Objetivo: Valorar el deterioro de la movilidad en cama, así como sus características definitorias.
Metodología: Estudio transversal y descriptivo, llevado a cabo desde una perspectiva cuantitativa, del tipo validación del contenido diagnóstico. Con una muestra de 5 profesionales sanitarios expertos pertenecientes a un grupo de investigación sanitario.
Resultado: Se encontraron 3 características definitorias que han de estar presente en el deterioro de la movilidad en cama.
Conclusión: La importancia del deterioro de la movilidad en cama, tiene una validez de contenido alta, permitiendo la utilización de esta etiqueta diagnóstica en la práctica clínica. Consideramos necesaria la realización de un estudio de validez consensual con una muestra de profesionales especialistas en geriatría (médicos, enfermeros y farmacéuticos, estableciendo de esta forma un estudio más preciso a la hora de evaluar este diagnóstico presente en un alto porcentaje de pacientes de edad avanzada (>65 años).
Introducción:
El fomento de la comodidad, la seguridad y la prevención de complicaciones en el paciente que no puede levantarse de la cama debe prevalecer y ser una constante en la apuesta de cuidados en el profesional sanitario, con el objetivo claro y rotundo de proporcionar a la persona, el mayor bienestar, disminuyendo los riesgos derivados de la inmovilidad. Dentro del campo sanitario denominamos paciente inmovilizado a la persona que pasa la mayor parte de su tiempo en la cama, que solo la puede abandonar con ayuda de otras personas, y también a la persona que mantiene una dificultad importante para desplazarse, independientemente de las causas, y cuando el tiempo previsible de duración sea superior a los dos meses según Cotelo, Figueiras y Guerrero (2009).
Las razones y factores que motivan y limitan el movimiento independiente en cama son muy diversas. Puede tratarse de una necesidad inherente al tratamiento, una consecuencia de la discapacidad provocada por la enfermedad crónica pluripatológica, una reacción espontánea del paciente al sentirse enfermo, deterioro cognitivo, obesidad, dolor y deterioros varios.
Durante los últimos años se están produciendo importantes cambios demográficos en todo el mundo. En la Unión Europea el porcentaje de personas mayores de 65 años pasará de un 16,1% en 2000 a un 27,5% en 2050. España, junto a Italia y Japón, encabeza este proceso de envejecimiento a nivel mundial estimándose que para esas fechas cerca del 35% de nuestra población superará los 65 años (World Population Prospects, 2008). La relación de la edad con las enfermedades crónicas, la inmovilización y con la utilización de los servicios sanitarios está claramente establecida. Se estima (World Population Ageing, 1950-2050, 2008) que las enfermedades crónicas serán la principal causa de discapacidad en 2020 y que hacia 2030 se doblará la incidencia actual de enfermedades crónicas en mayores de 65 años. Una discapacidad que va a determinar una supuesta inmovilización a corto o largo plazo.
En la actualidad, el papel del profesional sanitario está siendo sometido a una profunda revisión. El nuevo escenario que se nos dibuja para las próximas décadas, con un progresivo incremento de las enfermedades crónicas, determina que, cada vez más, el valor “curación” vaya dejando paso al valor “cuidados”. En la adecuada prestación y coordinación de cuidados el protagonismo de la Enfermería es algo incuestionable. Por ello según Nolte, K y McKee (2008), resulta evidente la necesidad de dotar de mayores responsabilidades asistenciales al profesional sanitario, con el fin de conseguir que el paciente confíe en estos profesionales como asesores para numerosas consultas espontáneas y como gestores de sus problemas de salud. Todas las intervenciones tienen que desarrollarse en un entorno de continuidad de cuidados entre instituciones y niveles asistenciales procurando sinergizar propuestas que deben abocar en una estrategia de calidad dentro del plan de necesidades.
En el deterioro de la movilidad en la cama, como limitación del movimiento independiente para cambiar de postura en la misma, se establece la necesidad de aproximación a la salud del mayor. Dentro del proceso