(11).
La ejecución de las técnicas de una manera repetida, lleva al personal de Enfermería a perder control sobre el producto de su actividad física e intelectual (12); este tipo de trabajo constituye una permanente insatisfacción, un constante no querer ser lo que se es, causando frustración por el trabajo, declinando la posibilidad de ser creador de sus propios actos y de las consecuencias de ellos, llevándolo a sentirse como se sienten las cosas, es decir lleva al personal de Enfermería a una relación puramente productiva, convirtiéndose en mercancía, como efecto de la división del trabajo, reduciéndose a una fracción de hombre (13).
En consecuencia las enfermeras y enfermeros obedecen a las funciones que demanda la institución y no defienden las funciones para las que fueron formados, centrándose en aspectos de vigilancia y control de la utilización de los mínimos insumos, orillándolos a la precarización de su consciencia del ser enfermera/enfermero, por lo que su voluntad se encuentra dominada, obligada por la adversidad, es decir se vuelven seres pasivos conscientes, desvirtuándolos del propio hacer enfermero (14) lo que crea una pérdida de la posibilidad en la aplicación del pensamiento crítico, llevándola a despersonalizarse y a la reducción de todas las formas de satisfacción, cumpliendo solo las expectativas y especificidades institucionales (15).
Esta enajenación, lleva a que Enfermería procure adquirir facilidad en el trabajo, educar sus manos, dedicar todos sus afanes a alcanzar la máxima perfección, con la tendencia a considerar que el mayor aprendizaje es esencialmente práctico y despersonalizado (16), como lo menciona Cañadiel, lo anterior se traduce como una práctica enfermera rutinizada, tal situación justifica los resultados de esta investigación, al no existir relación entre la antigüedad como enfermera con el nivel de aplicación de pensamiento crítico (17).
La práctica rutinizada de Enfermería repercute en la calidad, y se llega a considerar que su ejecución, representa puntos de referencia en el sistema de salud, por lo que ésta llega a tener una aceptación formal, hasta convertir estas rutinas en parte de las evaluaciones del equipo de salud, centrándose específicamente en el resultado. (18) Estas rutinas como lo menciona Romero, han llevado a la invisibilidad del paciente, centrando la atención de Enfermería en nuevas formas de administración, centrando el cuidado en el control de calidad de la eficiencia y la productividad, medida en costos a partir del control, vigilancia y acción (19), Trincado Agudo, en su estudio de calidad en Enfermería determinó que con frecuencia son valorados los resultados a través del impacto técnico (eficacia); el impacto social (efectividad) y el impacto económico (eficiencia).
Todos los sectores donde Enfermería participa en la calidad de atención se relacionan directamente con el logro de los objetivos sobre calidad del sistema de salud confirmando una vez más que sólo se evalúan los resultados y no el proceso (20).
Solís, hace énfasis que los indicadores de calidad se relacionan con la habilidad técnicas y la experiencia del personal de Enfermería; y los resultados están íntimamente relacionados con el impacto de la atención ya sea en sentido positivo o negativo (21), concordando con el resultado de la investigación donde el cumplimiento del indicador de calidad de Vigilancia y Control de la venoclisis instalada, es tan alto (22). En este sentido se observa que la mayoría del personal de Enfermería solo cumple con lo normado por la institución y la ejecución de los criterios del indicador, limitando la aplicación de cualquier nivel de pensamiento crítico, al no existir relación entre estos, como se demuestra en el presente estudio.
Lo anterior se vincula con los resultados de Díaz, donde concluye que la renuencia a la profundización de conocimientos y por ende a la profesionalización, se asocia con la falta de reconocimiento tanto económico como institucional, creando un desempeño laboral contaminado de un modelo mecánico de atención, donde no importa el nivel académico y la categoría asignada (23), lo que respalda el resultado, de que no existe relación entre el nivel académico, la categoría y el nivel de aplicación de pensamiento crítico; con respecto a esto Sifuentes, menciona que en la práctica hospitalaria no hay diferencias por nivel de formación y categorías para la realización de funciones, de toma de decisiones y/o status social, debido a que el campo profesional continua bajo las indicaciones médicas y no de las de su propio rol, lo anterior muestra una indefinición de rol profesional, debido a que las instituciones perciben la práctica como una tarea de seguir órdenes médicas, distribuir y entregar medicamentos y en realizar prácticas de higiene y confort (24).
Un factor determinante para la no aplicación del pensamiento crítico, es la falta de tiempo, como lo constatan Nieto y Díaz, ya que en su investigación el personal de Enfermería afirma que en el periodo que debería destinarse para la formulación y planteamiento de metodologías, es absorbido por el desarrollo de múltiples actividades como las administrativas (25), aunado a esto el escaso número de personal de Enfermería operativo en relación con la asignación de pacientes en un servicio.
Saber, refiere que las actividades de Enfermería se reducen en las instituciones de salud tanto públicas como privadas, a realizar actividades, técnicas y procedimientos de atención (colocación de sondas, baños en cama, etc.); ciertas rutinas (preparación pre quirúrgica); y planes de atención (atención a pacientes que cursan posoperatorios, atención pre y posparto, etc.), haciendo énfasis en la ejecución limitada de tareas decididas por otros profesionales del equipo multidisciplinario (26), siendo en el turno