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Infección por Listeria monocytogenes. Revisión y actualización

Infección por Listeria monocytogenes. Revisión y actualización

Autor principal: Juan Vallejo Grijalba

Vol. XX; nº 11; 569

Listeria monocytogenes infection. Literature review

Fecha de recepción: 23 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 28 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 569

Autores:

Juan Vallejo Grijalba, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Laura Pérez Abad, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Victoria Murillo Cortés, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
María del Mar Moles Guerrero, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Juan Ramón y Cajal Calvo, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Enrique Díaz Gordo, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España
Daniela Acuña Paz y Miño, Médico, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza, España

Resumen

Listeria monocytogenes es un patógeno alimentario de relevancia global, identificado en 1926 pero reconocido como amenaza significativa a partir de la década de 1980 tras brotes vinculados a productos lácteos. Su resistencia a condiciones adversas, como temperaturas de refrigeración y altas concentraciones de sal, junto con su capacidad para formar biopelículas en superficies industriales, dificulta su control en la cadena alimentaria. España, con una tasa de incidencia superior a la media europea (0,6 casos por 100.000 habitantes), enfrentó en 2019 un brote grave asociado a carne mechada, con tres muertes y cinco abortos, evidenciando la necesidad de protocolos de vigilancia más estrictos.

Microbiológicamente, este bacilo Gram positivo emplea factores de virulencia como las internalinas (InlA e InlB) para invadir células epiteliales, la listeriolisina O (LLO) para escapar de los fagosomas, y la proteína ActA para propagarse entre células evitando el sistema inmunitario. Los clones hipervirulentos CC1 y CC4b, asociados a brotes de alta letalidad, presentan mutaciones genéticas que potencian su capacidad infectiva.

Epidemiológicamente, la listeriosis afecta principalmente a gestantes, adultos mayores e inmunodeprimidos, con una mortalidad del 30% en estos grupos. Brotes recientes, como el de Sudáfrica (2017-2018) con 216 fallecidos, subrayan su impacto en salud pública. Clínicamente, se manifiesta como bacteriemia, meningitis o complicaciones graves en neonatos, mientras que en embarazadas puede provocar abortos o partos prematuros.

El diagnóstico se basa en hemocultivos y técnicas moleculares como la PCR para detectar el gen hly. El tratamiento de primera línea combina ampicilina y gentamicina, aunque existen alternativas para pacientes alérgicos. A pesar de la terapia temprana, secuelas neurológicas como epilepsia o deterioro cognitivo son frecuentes en supervivientes de infecciones del sistema nervioso central.

La prevención incluye evitar alimentos de riesgo (quesos blandos, carnes crudas) en poblaciones vulnerables, cocinar a más de 70°C y mejorar los protocolos de higiene industrial. Vacunas experimentales, como la LmLLO, ofrecen esperanza futura, pero la educación alimentaria y la vigilancia epidemiológica activa siguen siendo pilares esenciales para mitigar su impacto.

Palabras clave

Listeria monocytogenes, brote alimentario, meningitis bacteriana.

Abstract

Listeria monocytogenes, first identified in 1926, emerged as a significant foodborne pathogen in the 1980s following outbreaks linked to dairy products. Its resilience to refrigeration, high salt concentrations, and ability to form biofilms on industrial surfaces complicate its control in food production. Spain, with an incidence rate above the European average (0.6 cases per 100,000 inhabitants), experienced a severe outbreak in 2019 tied to contaminated meat, resulting in three deaths and five miscarriages, highlighting the need for enhanced surveillance protocols.

Microbiologically, this Gram-positive bacterium uses virulence factors such as internalins (InlA and InlB) to invade epithelial cells, listeriolysin O (LLO) to escape phagosomes, and the ActA protein to spread between cells while evading the immune system. Hypervirulent clones CC1 and CC4b, associated with high-fatality outbreaks, carry genetic mutations that enhance infectivity.

Epidemiologically, listeriosis primarily affects pregnant women, the elderly, and immunocompromised individuals, with a 30% mortality rate in these groups. Recent outbreaks, such as the 2017-2018 South African event with 216 deaths, underscore its public health impact. Clinically, it presents as bacteremia, meningitis, or severe neonatal complications, while in pregnant women it can lead to miscarriage or preterm labor.

Diagnosis relies on blood cultures and molecular techniques like PCR to detect the hly gene. First-line treatment combines ampicillin and gentamicin, though alternatives exist for allergic patients. Despite early therapy, neurological sequelae such as epilepsy or cognitive decline are common in survivors of central nervous system infections.

Prevention strategies include avoiding high-risk foods (soft cheeses, raw meats) in vulnerable populations, cooking above 70°C, and improving industrial hygiene protocols. Experimental vaccines, such as LmLLO, offer future promise, but food safety education and active epidemiological surveillance remain critical to mitigating its impact.

Keywords

Listeria monocytogenes, foodborne outbreak, bacterial meningitis.

Introducción

Listeria monocytogenes es un bacilo Gram positivo intracelular facultativo reconocido como un patógeno alimentario de alta importancia debido a su tasa de letalidad, que alcanza hasta el 20-30% en poblaciones vulnerables como gestantes, adultos mayores e individuos inmunodeprimidos (1, 2).

L. monocytogenes fue identificada por primera vez en 1926 como un patógeno zoonótico, y no fue hasta la década de 1980 cuando su relevancia como contaminante y amenaza alimentaria fue descrita, tras registrarse brotes asociados a productos lácteos contaminados (3). En las últimas décadas, la incidencia de infecciones por esta bacteria ha experimentado un aumento progresivo en Europa, con España reportando una tasa anual de 0’6 casos por cada 100000 habitantes, que supera a la media europea establecida en 0’4 casos (4).

Es un microorganismo que destaca por su capacidad para proliferar en temperaturas habituales de refrigeración (en torno a 4º C), tolerar concentraciones elevadas de sal (hasta del 10%) y formar biopelículas en superficies industriales. Todas esas características suponen que su control en la cadena alimentaria sea complicado (5), logrando situaciones emblemáticas como el brote español de 2019, vinculado a carne mechada, al cual se vincularon 3 fallecimientos, 5 abortos y más de 200 hospitalizaciones, subrayando la necesidad de crear protocolos de vigilancia reforzados (6).

Microbiología

Listeria monocytogenes pertenece a la familia Listeriaceae. Se caracteriza por ser un bacilo Gram positivo móvil a 25 ºC gracias la presencia de flagelos peritricos, aunque pierde esa movilidad a temperaturas cercanas a la corporal humana (37 ºC) (7). Metabólicamente, es catalasa positiva y oxidasa negativa, capaz de fermentar glucosa sin producción de gas (8). Entre sus factores de virulencia más relevantes destacan las internalinas (InlA e InlB), proteínas de superficie que median la invasión intracelular al unirse a receptores como la E-cadherina de células epiteliales y los receptores de metaloproteinasas de los hepatocitos (9). La listeriolisina O (LLO), una toxina termolábil, es la que permite al patógeno escapar de los fagosomas al lisar sus membranas, facilitando de esta manera su replicación dentro del citoplasma celular (10). Adicionalmente, la proteína ActA induce la polimerización de actina, generando así filamentos que propulsan a la bacteria a células adyacentes, un mecanismo único que evita, o al menos limita, su exposición al sistema inmunitario extracelular (11).

A nivel genómico, L. monocytogenes posee un cromosoma de entre 2’9 y 3’1 megabases que incluye islas de patogenicidad como LIPI-1 y LIPI-2, responsables de codificar la LLO y las internalinas, respectivamente (12). Los clones hipervirulentos CC1 y CC4b, que han sido asociados a brotes de letalidad alta, presentan mutaciones en el gen regulador prfA, que incrementan la expresión de factores de virulencia como la LLO, exacerbando la capacidad infectiva de Listeria monocytogenes (13).

Epidemiología

La listeriosis presenta una distribución global, llegando a ser reportados aproximadamente 2500 casos anuales en Europa, donde países como Alemania, Francia y España concentran hasta el 60% de las infecciones declaradas (12). En Estados Unidos, son 1600 los casos declarado anualmente, con brotes notables en las últimas décadas como el vinculado a melones contaminados en 2011 y el vinculado a helados en 2015 (14). Las poblaciones de mayor riesgo incluyen a gestantes, que enfrentan un riesgo 20 veces superior al de la población general, y asocian alrededor de un 20% de probabilidad de sufrir abortos o sepsis neonatal (15). Los adultos mayores de 65 años y los pacientes inmunodeprimidos (tales como receptores de transplantes o con neoplasias o tratamientos inmunosupresores) son otros dos sectores de población más vulnerables, en los que la cifra de mortalidad llega al 30%. Los pacientes con comorbilidades severas también sufren cuadros de mayor gravedad (16).

En los últimos años, dos brotes recientes llaman la atención. En Sudáfrica, entre 2017 y 2018 se registró un brote vinculado a salchichas contaminadas con el que se relacionaron en 1060 casos declarados y 216 fallecimientos (17). En España, llama la atención el brote que tuvo lugar en 2019, asociado a carne mechada contaminada en probable relación con fallos en los controles de calidad de la industria, con un 60% de los 161 casos registrados presentando bacteriemia y un 15% con meningitis (6).

Fisiopatología

La infección por Listeria monocytogenes se inicia con la ingesta de alimentos contaminados por la bacteria. Las internalinas InlA e InlB de la superficie bacteriana median la invasión del epitelio intestinal al unirse a la E-cadherina luminal de los enterocitos, y a receptores de metaloproteasas de células endoteliales, respectivamente (9). Una vez en el espacio intracelular, la LLO lisosoma los fagosomas, liberando la bacteria en el citoplasma, donde emplea nutrientes intracelulares para replicarse (10).

En huéspedes inmunocompetentes, son los macrófagos M2 los encargados de controlar la infección mediante autofagia. En los pacientes inmunodeprimidos, Listeria logra evadir la respuesta inmune gracias a inhibir la presentación de antígenos a través del complejo mayor de histocompatibilidad tipo 1 (MHC-1), un mecanismo mediado por la proteína ActA (11).

La diseminación hematógena permite al bacilo alcanzar órganos diana como el sistema nervioso central (SNC) y la placenta. En el SNC, la InlB facilita el paso a través de la barrera hematoencefálica al unirse a receptores en células del endotelio cerebral, provocando meningitis o encefalitis en el 30% de los adultos infectados (18). En gestantes, la InlA interactúa con el sincitiotrofoblasto placentario, causando corioamnionitis y sepsis fetal, con un riesgo del 20% de transmisión vertical (19).

Manifestaciones clínicas

En las gestantes, la listeriosis se manifiesta con síntomas inicialmente inespecíficos como fiebre (90%), artromialgias (70%) y escalofríos (50%), seguidos de parto pretérmino o aborto en el 20% de los casos (15). Los recién nacidos infectados mediante transmisión vertical pueden desarrollar sepsis de inicio tardío (72 horas postparto), caracterizada por neumonía (40%), meningitis (30%) y distress respiratorio, con una mortalidad neonatal que puede alcanzar el 25% de los casos (16).

En adultos no gestantes, la presentación más frecuente es la de bacteriemia, en el 60% de los casos, que puede presentarse como fiebre persistente, hipotensión arterial e incluso choque séptico en el 15% de los pacientes (17). La meningitis por Listeria monocytogenes se manifiesta como cefalea intensa (85%), rigidez de nuca (70%) y alteración del estado mental (50%). En algunos casos, mediante RM cerebral se han descrito abscesos con realce anular, que llegan al 20% de casos según las series (18). Otras complicaciones menos comunes, relacionadas con su tropismo vascular y con embolización a distancia, abarcan endocarditis (2%), artritis séptica (1%) y abscesos hepáticos o esplénicos (1%) (17).

Diagnóstico

El diagnóstico microbiológico se basa en el cultivo de muestras clínicas como sangre, líquido cefalorraquídeo (LCR) o tejido placentario, con una sensibilidad en hemocultivos de entre el 70 y el 90% a las 48-72 horas de incubación (15). La PCR multiplex permite detectar el gen hly (en el que se codifica LLO) en unas cuatro horas, siendo particularmente útil en muestras negativas en cultivo o en contextos de brote epidemiológico (16). La secuenciación del gen prfA ayuda a identificar cepas hipervirulentas que se asocian a mayor mortalidad (13).

En pruebas de imagen, como ya hemos adelantado, la RM cerebral en secuencias T1 con gadolinio puede mostrar abscesos con realce anular en el 60% de casos de meningitis complicada; mientras que la ecografía fetal puede detectar microcefalia o calcificaciones cerebrales en infecciones congénitas (18). Los hallazgos típicos de laboratorio incluyen leucocitosis (>15000 células/mm3 en el 50% de los casos) y elevación de reactantes de fase aguda, entre los que destaca el de la proteína C reactiva (>50 mg/dL en el 80% de las bacteriemias) (19).

Diagnóstico diferencial

Es particularmente necesario en los casos de meningoencefalitis, en los que inicialmente una tinción gram puede diferenciarnos los bacilos Gram positivos de Listeria monocytogenes de otras infecciones piógenas en LCR, como pueden ser las causadas por Streptococcus pneumoniae (cocos Gram positivos), Neisseria meningitidis (cocos Gram negativos) y otros bacilos Gram negativos (20). La toxoplasmosis congénita puede ser descartada con una serología IgM específica negativa en líquido amniótico. En casos de sintomatología exclusivamente gastrointestinal, el coprocultivo puede descartar gastroenteritis por otros organismos como Salmonella (17).

Tratamiento

El tratamiento de primera línea implica ampicilina 2 g/4 h, con una duración de 2 semanas en bacteriemia aislada, 3 semanas en meningitis, de 4 a 6 semanas en endocarditis y más de 6 semanas si hay rombencefalitis, abscesos cerebrales o focalidad neurológica (que signifique potenciales microabscesos cerebrales). En las situaciones de gravedad (infección del SNC, bacteriemia, endocarditis), con pacientes inmunodeprimidos y con las gestantes, puede combinarse con gentamicina a 5 mg/kg/día durante la primera semana de tratamiento, aprovechando su efecto sinérgico con la ampicilina, para favorecer la erradicación bacteriana y la defervescencia. Como alternativa a la ampicilina está la amoxicilina y algunos estudios abogan por la posibilidad de sustituir gentamicina por trimetoprim/sulfametoxazol (salvo en embarazadas). En pacientes alérgicos a la penicilina, la sugerencia de tratamiento es una combinación de trimetoprim/sulfametoxazol con rifampicina. En embarazadas alérgicas ha de considerarse usar macrólidos (eritromicina o claritromicina)

No existe una clara recomendación para la administración de corticoide en las infecciones por Listeria, y los aportes de hierro están contraindicados al favorecer la virulencia de este microorganismo. (21, 22)

Pronóstico

La supervivencia global de la infección por L. monocytogenes ronda el 80% en las bacteriemias tratadas dentro de las primeras 48 horas, pero disminuye hasta el 50% en los casos de meningitis con retraso en el inicio del tratamiento (23). Las secuelas neurológicas como epilepsia (10%), hidrocefalia (5%) y deterioro cognitivo (3%) son frecuentes en supervivientes de infecciones que afecten al SNC. Los pacientes oncohematológicos, por otro lado, se enfrentan a tasas de mortalidad de hasta el 50% pese a recibir un tratamiento adecuado (24).

Prevención y control

Las estrategias de prevención primaria incluyen evitar el consumo de quesos blandos (como por ejemplo brie o camembert), patés y pescado ahumado en gestantes; así como cocinar carnes a temperaturas superiores a 70 ºC, que es la mínima necesaria para asegurar la eliminación de esta bacteria (25). En entornos industriales y de producción a gran escala, la limpieza con hipoclorito sódico a concentración de 200 ppm es efectiva para eliminar biopelículas en superficies de acero inoxidable, mientras que el monitoreo de superficies expuestas mediante PCR permite detectar contaminación temprana en plantas procesadoras (24).

Existen vacunas en desarrollo, entre las que la LmLLO, una vacuna de subunidad que induce anticuerpos contra la listeriolisina O, ha mostrado un 70% de eficacia en modelos murinos. Actualmente se encuentra en ensayos clínicos de fase 2 (21).

Conclusión

Listeria monocytogenes sigue representando un desafío global debido a su resistencia ambiental, alta letalidad en poblaciones vulnerables y capacidad para evadir controles industriales. Aunque el tratamiento antibiótico es accesible y su administración temprana mejora los resultados clínicos, los principales esfuerzos para el control de la infección y reducir el impacto de esta bacteria en la salud pública han de orientarse hacia la educación alimentaria, la vigilancia epidemiológica activa y el desarrollo de vacunas.

Bibliografía

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