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La automedicación

La automedicación

La automedicación es la autoadministración de fármacos con una participación muy escasa, por no decir, en muchos casos nula, del personal sanitario. La Organización Mundial de la salud, defiende esta práctica como forma de autocuidado, pero, no sólo tiene repercusiones positivas, también puede dar lugar a consecuencias negativas. Hay gran variedad de factores que conducen a los pacientes a automedicarse, existiendo también un amplio abanico de fármacos.

La automedicación

AUTORES: 1 Melisa Fernández Alonso, 2 Andrea Arduengo Romero, 3 Marta Veiga García, 4 Claudia Álvarez Rodríguez, 5 Mª Azucena Maíllo Bada, 6 Clara Aldecoa Llaneza

  • 1 Melisa Fernández Alonso. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  • 2 Andrea Arduengo Romero. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  • 3 Marta Veiga García. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  • 4 Claudia Álvarez Rodríguez. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  • 5 Mª Azucena Maíllo Bada. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  • 6 Clara Aldecoa Llaneza. Graduada en Enfermería por la Universidad de León. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).

RESUMEN:

Las enfermeras, por nuestra proximidad al paciente, podemos mejorar todos los procesos descritos anteriormente desde la consulta de Enfermería informando, aconsejando y educando al paciente y a su familia. Y realizando actividades para mejorar la adherencia terapéutica y la prescripción farmacológica.

1.               INTRODUCCIÓN

La automedicación es una práctica cada vez más común en nuestra sociedad. Una buena definición de automedicación sería aquella que la entendiera como autocuidado “la instauración de un tratamiento medicamentoso por parte del paciente, por su propia iniciativa y sin prescripción médica”[1]. Pero, dentro de esta definición no se contemplaría el uso racional del medicamento definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) 1985, como “la situación en que los pacientes reciban los medicamentos adecuados a sus necesidades clínicas, a dosis precisas, según sus requerimientos individuales, durante un periodo de tiempo adecuado, y al menor coste posible para ellos y la comunidad”[2].

Por ello, una definición más completa contemplaría un uso racional y responsable del medicamento y capacitaría al paciente para tomar decisiones al respecto. Laporte 1997, en su artículo la Automedicación: ¿la información de los usuarios aumenta al mismo tiempo que el consumo?, la define como “la voluntad y la capacidad de las personas-pacientes para participar de manera inteligente y autónoma en las decisiones y en la gestión de actividades preventivas, diagnosticas y terapéuticas”[3].

Aún a pesar de las medidas llevadas a cabo para conseguir una automedicación responsable, siguen existiendo casos de desinformación y errores de medicación. Con el consumo de fármacos prescritos, se pueden sufrir efectos adversos, definidos por la OMS, 2004, como «cualquier respuesta a un fármaco que es nociva, no intencionada y que se produce a dosis habituales para la profilaxis, diagnóstico, o tratamiento…»[4], errores del sistema o errores del personal sanitario, pero, cuando además es el paciente el que se administra la medicación, debemos tener también en cuenta los asociados a la autoadministración de la medicación. Estos errores han sido estudiados en una menor proporción que los anteriores, pero, tienen también su importancia ya que entre un 17 y un 21% de los efectos adversos son debidos a ellos ya sea por olvidos, equívocos u omisiones, en pacientes de todas las edades, especialmente los jóvenes[5] .

Además de todo esto, la automedicación puede dar lugar a problemas como dependencia, definida por la Real Academia de la Lengua Española, (RAE) como “necesidad compulsiva de alguna sustancia para experimentar sus efectos o calmar el malestar producido por su privación”[6] y abuso considerando como tal, las situaciones en las que los efectos que produce su consumo a corto o largo plazo, individuales o en la comunidad, son más perjudiciales que beneficiosos y su uso no está contemplado en el marco de una orientación terapéutica.

Para que se realice una buena práctica de automedicación, el paciente debe ser consciente de que hay situaciones que deben ser resueltas con ayuda de un profesional sanitario y que requieren de prescripción médica. La práctica de automedicación podría ser positiva, siempre y cuando, se realice de forma adecuada con medicamentos autorizados y disponibles sin receta y de manera adecuada. Podría usarse en el tratamiento de enfermedades agudas, no graves y frecuentes como cefaleas, resfriados, fiebre y también, para la prevención y/o tratamiento de enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, cáncer y enfermedades del aparato locomotor[7].

La automedicación es un proceso que muchas ocasiones se da de manera innecesaria e irresponsable dando lugar a que se produzcan graves consecuencias para la salud como excesos, abusos o problemas de adherencia terapéutica. Sin embargo, no solo tiene repercusiones negativas, y es que, esta acción puede ser positiva en dolencias en las que no se requiere de la intervención de un especialista.

La automedicación es un proceso complejo que viene relacionado con múltiples factores como pueden ser: el paciente, el entorno, el proceso y los profesionales. Al haber diversos factores asociados a la automedicación, encontramos también múltiples formas de automedicarse. El Proyecto Bambuí, 1997, de Filho et al. describe algunas de ellas[8]: adquirir medicamentos sin una prescripción, reutilizar prescripciones antiguas para comprar medicamentos, compartir medicamentos con familiares o miembros del círculo social propio, usar medicamentos almacenados en casa o fallar en el cumplimiento de la prescripción profesional.

La Encuesta Nacional de Salud de 2012, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Consumo (INE), revela que la mayor tasa de automedicación se produce en fármacos anticatarrales, antigripales, antipiréticos, reconstituyentes, vitaminas y tranquilizantes entre otros[9].

En cuanto a la prevalencia de automedicación los resultados son muy diversos. Podemos observar una mayor prevalencia en mujeres, estudiantes universitarias, personas que viven solas y pensionistas, así como personas de estratos socioeconómicos bajos o bajo nivel educativo.

Las enfermeras por nuestra proximidad al paciente podemos y debemos contribuir a paliar todos estos problemas descritos anteriormente desde la consulta, ejerciendo actividades de promoción de la salud y prevención de la enfermedad como mejorar la adherencia terapéutica, revisar las prescripciones del paciente y educar hacia la automedicación responsable.

2.               OBJETIVOS

  • Describir los tipos de automedicación, las ventajas e inconvenientes de la misma y los factores que conducen a este tipo de conducta.
  • Determinar el sector de la población que realiza un mayor abuso de fármacos.
  • Identificar los fármacos de los que más abusa la población
  • Describir las actividades que se pueden llevar a cabo desde la consulta de Enfermería para mejorar la automedicación.

3.               MATERIAL Y MÉTODOS

El presente trabajo consiste en una revisión bibliográfica para la cual se efectuó una búsqueda de literatura en diferentes fuentes durante el tiempo comprendido entre noviembre de 2015 y febrero de 2016.

Se realizó una búsqueda mediante Descriptores de Ciencias de la Salud en las siguientes bases de datos: PubMed (Medline), Lilacs, Scielo, Cuiden y la biblioteca Cochrane. Mediante los tesauros DESC Y MESH self medication, inappropriate prescribing, dependence, adherence empleando los booleanos adecuados “and”, “or” y “not” para combinarlos. El anexo I (al final del artículo) muestra de manera resumida el proceso de búsqueda y selección bibliográfica.

  • Criterios de inclusión: Se incluyeron en el estudio todos los artículos que cumplieran los siguientes criterios: lengua inglesa, española o portuguesa, publicados desde el año 1997 hasta la actualidad, a texto completo, sobre humanos y que de alguna manera pudieran reflejar conocimientos acerca de la medicalización de la sociedad destacando aquellos en los que se hablara de la automedicación.
  • Criterios de exclusión: Se excluyeron del estudio todos los artículos que no cumplieran los criterios descritos anteriormente.

Se obtuvo información de páginas web como la de la OMS, el INE y la RAE y también se utilizaron el repositorio Dialnet como fuente de información. Además de todo ello, se utilizaron palabras de lenguaje libre: automedicación, dependencia, adherencia, prescripción inadecuada y abuso en buscadores como Google Académico.

Se encontraron un total de 284 estudios de los cuales finalmente se utilizaron 17. De todos los estudios identificados en la búsqueda bibliográfica se excluyeron aquellos que no cumplieran con los criterios de inclusión y se eliminaron los artículos duplicados. A continuación, se analizó el título y resumen de los restantes excluyendo aquellos que no eran pertinentes al tema. Una vez hecho esto se descargaron aquellos a texto completo y su posterior lectura confirmo su inclusión o no en el estudio

4.               RESULTADOS

En la literatura científica podemos encontrar múltiples definiciones de automedicación.

La Asociación Médica Mundial (AMA) (2002) define la automedicación como “uso de un medicamento, registrado o sustentado en monografías científicas, legalmente disponible sin prescripción médica, bien sea por iniciativa individual o siguiendo el consejo de un profesional de salud”[10].

La OMS (1998) la define como “práctica mediante la cual los individuos tratan sus enfermedades y condiciones con medicamentos que están aprobados y disponibles sin prescripción, y que son seguros y efectivos cuando se usan según indicaciones”[11].