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La automedicación

La World Self Medication Industry en el año (2007) define este término como “uso de medicamentos específicamente producidos con el fin de ser usados sin supervisión médica”[12].

En todas ellas podemos observar la parte responsable de la automedicación, pero, esta no solo tiene consecuencias positivas, sino que según como se lleve a cabo puede tener también repercusiones negativas, (ver Anexo II).

Dentro de las repercusiones positivas de la automedicación destacan[13]:

  • Independencia y capacidad funcional del paciente. Permite al paciente seguir realizando sus actividades cotidianas sin necesidad de acudir a los servicios sanitarios.
  • Autorresponsabilidad de la propia salud. Se hace al paciente responsable de su salud y/o se potencia la figura del cuidador en la familia.
  • Descarga del sistema sanitario. Al darle esta capacidad a los pacientes se disminuye el número de vistas a la consulta.
  • Disminuye el uso de medicinas alternativas. El uso de automedicación hace que los pacientes no recurran otras técnicas de autocuidados que en algunos casos pueden ser peligrosas y poco fiables.
  • Aumento de accesibilidad a los medicamentos. Inicio más precoz del tratamiento.

De entre las repercusiones negativas podemos resaltar[14]:

  • Elección errónea, posología incorrecta y pérdida de eficacia. La interpretación inadecuada de los síntomas da lugar a una elección inadecuada del medicamento, lo que no solucionará el problema pudiendo además causar efectos adversos. También son frecuentes los errores en la posología. Ambos factores pueden dar lugar a una pérdida de eficacia.
  • Dificultad para la valoración médica. El uso de medicación previa al diagnóstico puede ocultar síntomas y entorpecer el diagnostico.
  • Interacciones por usos inadecuados.
  • Riesgo de abusos o dependencias. El uso continuado de tratamientos sin realizar ajustes periódicos de las dosis puede llevar a que se produzcan abusos y dependencias de los tratamientos.
  • Aumento de resistencias. Sobre todo, en el caso de antibióticos cuyo uso indiscriminado y sin valoración médica puede crear resistencias.
  • Alteración de la relación médico-paciente. Si los pacientes pueden administrarse medicación de manera autónoma, en muchos casos dejaran de acudir a la consulta.
  • Aumento de costes sanitarios. El no conocimiento de los fármacos y las patologías producirá errores por múltiples factores como pérdida de eficacia, dependencia o interacciones con otros fármacos.

La automedicación puede ejercerse de dos maneras: responsable, entendiéndola como forma de autocuidado donde la propia persona se haga cargo de su salud, o no responsable, el uso de medicamentos como el uso de un bien de consumo, lo que puede dar lugar a efectos nocivos.

Una práctica de automedicación responsable seria aquella en la que el paciente estuviera informado sobre su enfermedad, tuviera consejo terapéutico sobre el fármaco y educación sanitaria[15]. Esto podría aliviar problemas menores sin necesidad de ir al médico, sin esperar por largas listas de espera y reduciendo el coste sanitario. Es decir, la que entiende la automedicación como autocuidado.

En contraposición a esto tenemos la automedicación irresponsable, en la que no interviene ningún personal sanitario y puede producir efectos tales como sobre-medicación, sub-medicación, o no adherencia[16]. Dentro de esta práctica debemos incluir las situaciones en las que los pacientes utilizan medicamentos por iniciativa propia, a partir de una experiencia previa, comparten medicaciones con gente de su círculo social, interrumpen un tratamiento disminuyen la dosis del tratamiento prescrito[17]. Todo esto puede producir efectos adversos, hospitalizaciones, aparición de resistencias, dependencias, e incluso llegar a causar la muerte del paciente.

La automedicación es una decisión personal del paciente en la que intervienen múltiples factores[18], (ver anexo III):

  • Factores relacionados con el paciente: No hay una relación directa con la edad. Si que se ha observado mayor nivel de automedicación en mujeres. Algunos estudios puntualizan que el nivel cultural es importante, cuanto mayor nivel cultural, mayor nivel de autoestima, mayor preocupación por la salud y mayor deseo de responsabilizarse de la misma. Las experiencias previas son muy importantes a la hora de tomar decisiones en automedicación.
  • Factores relacionados con el entorno: La cultura sanitaria es muy importante ya que los conocimientos acerca de fármacos influyen mucho. La familia donde se inician los cuidados y por lo tanto una parte muy importante en la automedicación si entendemos esta como autocuidado. Otro factor importante serían los medios de comunicación que transmiten información a la población.
  • Factores relacionados con el proceso: La naturaleza del proceso es importante, ya que se observan mayores tasas de automedicación en procesos crónicos. Agudeza de los síntomas, es más sencillo paliar los síntomas menores que la sintomatología grave.
  • Factores relacionados con los profesionales: Es muy importante la accesibilidad de los pacientes a los profesionales y/o medicamentos. En este caso destacan los farmacéuticos por mayor proximidad. En muchos casos, aún a pesar de la limitación legal, existe cierta permisividad de estos en la automedicación.

Al haber diversos factores asociados a la automedicación, encontramos también múltiples formas de automedicarse. Algunas de ellas las podemos encontrar en el estudio de Filho et al de 1997, denominado el Proyecto Bambuí[19]:

  • Adquirir medicamentos sin una prescripción. Generalmente estos medicamentos suelen ser medicamentos que no necesitan receta médica. El problema viene cuando aún a pesar de que algunos fármacos necesitan de receta para ser administrados los pacientes se hacen con ellos.
  • Reutilizar prescripciones antiguas para comprar medicamentos. Porque en experiencias previas le fue útil el fármaco.
  • Compartir medicamentos con familiares o miembros del círculo social propio. Este caso es muy semejante al anterior, alguien con una sintomatología parecida a la suya le recomienda el uso de un fármaco determinado que en una experiencia previa le fue útil.
  • Usar medicamentos almacenados en casa. En muchos hogares se almacenan medicamentos de procesos previos, fenómeno que se conoce como “botiquín casero”, una fuente muy importante de automedicación. Al ir almacenando medicamentos de procesos previos se puede acceder a ellos cuando sea necesario.
  • Fallar en el cumplimiento de la prescripción profesional (prolongación, interrupción temprana, incumplimiento, incremento o disminución de las dosis). Esta actividad, no es considerada automedicación por algunos autores.

Los fármacos prescritos producen múltiples errores adversos, cuando es el paciente el que se administra la medicación hay que sumar, además, los asociados a la autoadministración de la medicación. Estos errores, estudiados en una menor proporción que los anteriores tienen también su importancia ya que entre un 17 y un 21% de los pacientes informan haber cometido algún error con su medicación[20].

De los estudios revisados, la prevalencia de automedicación es diversa, desde un 14-20% a un 60-75%. Curry et al. en 2005, hablan de una prevalencia en ancianos de un 25-60%

Diferentes estudios como el realizado por Vacas Rodilla et al., 2009, demuestran que la automedicación tiene lugar sobre todo en patologías menores, siendo estos fármacos analgésicos, antiinflamatorios, antigripales y medicamentos que se usan en el tracto gastrointestinal[21]. En contraposición a esto el estudio realizado en Córdoba por Luna Aguilera, 2004, demuestra que las patologías en las que se realiza un mayor consumo de fármacos son depresión, insomnio, ansiedad, artrosis y fobias[22]. La Encuesta Nacional de Salud de 2012, revela que la mayor tasa de automedicación se produce en fármacos anticatarrales, antigripales, antipiréticos, reconstituyentes, vitaminas y tranquilizantes entre otros[23].

Aunque los resultados son muy diversos hay mayor prevalencia de automedicación en mujeres, estudiantes universitarias, personas que viven solas y pensionistas, así como personas de estratos socioeconómicos bajos o bajo nivel educativo. Que las mujeres consuman más medicamentos que los hombres puede ser debido a que perciban un peor estado de salud y exista en ellas un mayor predomino de dolor y síntomas de la esfera neurológica y afectiva que los hombres como pérdida de memoria, tristeza o insomnio[24]. En cuanto al nivel cultural como bien decíamos antes, es un factor importante relacionado con la automedicación. Las personas universitarias tienen un elevado nivel cultural y un mayor nivel de autoestima lo que hace que surja una mayor preocupación por la salud y mayor deseo de responsabilizarse de la salud. Las personas que viven solas y las de estratos socioeconómicos bajos usarían esta práctica por la falta de accesibilidad a los servicios sanitarios y recursos.

La automedicación (vista desde su lado no responsable) acarrean consigo dos consecuencias muy importantes: el abuso de fármacos y la falta de adherencia terapéutica.

La falta de adherencia o el incumplimiento del régimen terapéutico es un problema muy frecuente en nuestra sociedad en el que no se identifica una patología concreta, un tipo de paciente o un grupo demográfico determinado. Es un fenómeno múltiple y complejo en el que intervienen gran variedad de conductas y circunstancias. Los pacientes no toman la medicación o la toman de forma incorrecta, dando lugar a una serie de consecuencias[25], (ver anexo IV):

  • Falta de respuesta terapéutica. El incumplimiento del régimen trae como consecuencias que se produzcan retrasos en la curación, al suspender el tratamiento o no cumplirlo como es debido no se produce la respuesta esperada. Además, también pueden producirse recaídas o aparecer nuevas patologías. Otro factor muy importante es la creación de resistencias a antibióticos.
  • Interferencia en la relación enfermera-paciente: Se producen desconfianzas y mala relación. La enfermera no confía en el paciente y el paciente no confía en la enfermera.
  • Valoración errónea de la eficacia del tratamiento. Al haber un incumplimiento del mismo no hay una valoración correcta y se producen variaciones en el tratamiento que pueden traer graves repercusiones como: aumento de la dosis o cambios de medicación de fármacos seguros y eficaces a otros más potentes y con mayor toxicidad.
  • Almacenamiento en botiquines caseros. Los fármacos no consumidos son almacenados en los denominados botiquines caseros. De esta forma, estos fármacos pueden ser reutilizados en otras ocasiones. Esto trae como consecuencias negativas intoxicaciones accidentales y automedicación no responsable.
  • Además, el incumplimiento del tratamiento, hace que se produzcan con mayor frecuencia: efectos secundarios, toxicidad, dependencia y tolerancia.

La automedicación, desde el punto de vista irresponsable, puede dar lugar a que se produzcan abusos en el consumo de fármacos. Si el paciente no tiene conocimientos adecuados acerca del tratamiento (posología, indicaciones, reacciones adversas…) podrá consumir el tratamiento sin que este tenga una indicación terapéutica haciendo un uso abusivo.