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La lisozima apaga el incendio cancerígeno del genoma

asociadas al cáncer (6,16).

PATOGENIA

Establecido ya el mecanismo bioquímico de formación de los factores epigenéticos (1-3) pasamos a considerar cómo, por su intermedio, se puede trasladar una influencia ambiental al DNA, introduciéndonos por los terrenos de la interpretación de la maquinaria química del epigenoma (17-20). Partimos así, del hecho que la acción de encendido y apagado de los genes pueda ser un fenómeno reversible que está en íntima relación con el medio ambiente. Ello ayuda a comprender cómo el gen promotor, vinculado con la multiplicación celular, siendo activado por la enzima DNA-polimerasa y encendido al sufrir mutación por el factor epigenético.

Fenómeno éste que obedece a la inactivación del gen supresor por disminución de la influencia activadora relacionada con el ambiente, a través de la enzima supresora, la lisozima (14,21-23). Esto nos confirma que la salud está íntimamente relacionada con los estilos de vida, esto es, con el medio ambiente (22).

Para el control normal del desarrollo de la replicación del DNA, y por lo tanto, de la multiplicación de una célula somática se dispone de dos tipos de genes:

1º- El gen promotor o protooncogén, al promover la replicación del DNA al ser activado por la enzima DNA-polimerasa va a determinar la multiplicación normal de la célula respectiva. Este gen y esta enzima promotores son muy bien conocidos desde su aislamiento y síntesis por Arthur Kornberg (24) y Severo Ochoa (24), en 1955.

2º- El gen supresor, por su parte. es el encargado de disminuir o apagar la actividad del gen promotor o mejor, que actúa como regulador de la actividad replicadora de dicho gen y, por lo tanto. de la célula. Hasta el momento se desconoce cuál ese gen y a qué cromosoma pertenece, así como qué enzima lo activa. Y mientras no se establezca la enzima supresora que lo activa, será difícil, si no imposible, identificar cuál es el gen que ejerce dicha función supresora. Algunos estudiosos, entre ellos el escocés el Dr. David Lane (25), en 1979, indicó haberlo identificado, asignándole el nombre de gen p53 del cromosoma 17. Algunos, como Bier (26), lo han aceptado, pero, ¿cómo lo activan si no tienen la enzima correspondiente que envíe el mensaje de reducir la influencia de la enzima DNA-polimerasa al gen promotor? De tal manera, que ahí paró todo. Más recientemente, el español, profesor Ángel Rodríguez Nebreda (27), del CNIO, por su parte, señala haberlo descubierto identificándolo con el nombre de gen p38 Mapk. Pero aquí sucede lo mismo, falta la enzima supresora que deprima la promotora. Así se permanece sin avances en este punto crucial.

Es aquí donde se levanta el muro que impide el avance patogénico y terapéutico del cáncer. Sin embargo, esa enzima ya existe, descubierta por Alexander Fleming (23), en 1922, la lisozima, producida suficientemente por el organismo y en la naturaleza, pero abandonada por no saberse para qué servía.

El gen supresor activado por la lisozima, ordena a través del RNAm, al ribosoma sintetizar una proteína que lleve la orden desactivadora a la DNA-polimerasa, y esta, a su vez, al gen promotor para que reduzca un poco su actividad, si es que está algo exaltada. Esta es la actividad básica normal del gen supresor y su enzima, buscando sostener el equilibrio en la multiplicación celular normal (28). Y para mantener la síntesis de lisozima dentro de los límites normales, se requiere básicamente una alimentación adecuadamente equilibrada y un estilo de vida en un medio ambiente sano, libre de tóxicos.

De esta manea, tendríamos que un cambio en la estabilidad ambiental alteraría el funcionamiento de esa maquinaria química epigenética (16,22), trayendo trastornos en las funciones celulares y la salud con aparición de enfermedades, tal como el cáncer. Como podemos ver entonces, que esta acción de encender o apagar la función de los genes está en relación directa con la influencia ambiental (22).

Si la persona opera cambios en su relación con la calidad de vida, sea por el consumo de una dieta desbalanceada, fuma o ingiere alcohol o herbicidas como el glifosato por cualquier medio, etc, estos factores van a dar lugar a un proceso metabólico, como ya se explicó en estudios anteriores (5,6). De esa manera se puede explicar la razón del por qué aumenta la tendencia a padecer las enfermedades no transmisibles a medida que avanza la edad con incremento de los factores de riesgo (6,29). Estos factores van a disminuir la generación de moléculas energéticas de ATP, lo que llevaría a un debilitamiento del sistema inmunitario. Y ello se opera a través de un complejo sistema metabólico reaccional de la glucosa con el oxígeno. A continuación se va a presentar una alteración de la bomba de Na/K, que es energeticodependiente determinando un edema intra y extracelular, como ya se explicó. Aquí se rompe el equilibrio funcional del tejido afectado, produciéndose una multitud de reacciones para dar lugar a la ICS, de donde surgen los factores epigenéticos, muy tóxicos y otros elementos coadyuvantes.

Estos factores epigenéticos, son especies intermedias de oxígeno, muy oxidantes y altamente tóxicos. Ellos lesionan de manera indiscriminada cualquier estructura biológica de la célula (6) e inhiben las enzimas con grupos sulfhidrilos, como la lisozima y la insulina (1,5). Es la lisozima el mayor antioxidante natural que actúa como barrera frente a los factores epigenéticos. Así ella protege de las enfermedades no transmisibles, al tiempo que estos factores epigenéticos también se eliminan conjuntamente con la enzima. Pero la lisozima también disminuye al reducirse la generación de las moléculas energéticas de ATP, por cualquier causa (6).

De esa manera, con la disminución de la enzima supresora, la lisozima, sea por alimentación no balanceada o por la simultánea acción oxidante de los factores epigenéticos se reduce la activación del gen