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¿Malnutrición en la persona mayor? ¡No! ¡Evitémosla!

¿Malnutrición en la persona mayor? ¡No! ¡Evitémosla!

Autora principal: María Jesús Peralta Buisán

Vol. XV; nº 24; 1231

Malnutrition in the elderly person? No! Avoid it!

Fecha de recepción: 05/11/2020

Fecha de aceptación: 16/12/2020

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 24 –  Segunda quincena de Diciembre de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 24; 1231

Autor principal:

María Jesús Peralta Buisán. Diplomada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital Sagrado Corazón de Jesús de Huesca, España.

Resto autores:

Ana Belén Usieto Aquilué. Diplomada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital San Jorge de Huesca, España.

Sonia Allué Gracia. Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería. Graduada Universitaria en Nutrición y Dietética. TCAE en el Hospital San Jorge de Huesca, España.

Virginia Piracés Buisac. Diplomada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital San Jorge de Huesca, España.

Andrea Tresaco Calvo. Diplomada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital San Jorge de Huesca, España.

Noelia Salinas Juan. Diplomada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital Sagrado Corazón de Jesús de Huesca, España.

Loreto Ibor Serrano. Graduada Universitaria en Enfermería. Enfermera en el Hospital San Jorge de Huesca, España.

Resumen:

Un estado nutricional deteriorado es un factor de riesgo importante de morbilidad y mortalidad en los adultos mayores, lo que evidentemente debería conducir al reconocimiento de los factores de riesgo de desnutrición en los adultos mayores, que permita evaluar el riesgo de malnutrición y así facilitar la intervención nutricional precoz.

La malnutrición representa para el adulto mayor un importante factor de riesgo, debido que es un claro agravante que se asocia a numerosas enfermedades crónicas y también deteriora el pronóstico de patologías agudas. Por otra parte, un estado nutricional adecuado contribuye positivamente al mantenimiento de la función en los diferentes órganos y sistemas, a mantener la autonomía e independencia del adulto mayor, otorgando mayor bienestar y energía al individuo. Existe un sinnúmero de factores de riesgo que facilitan o provocan malnutrición en el adulto mayor, sin embargo, es necesario identificarlos y reconocer a los adultos mayores en riesgo o con malnutrición para poder prestar apoyo y otorgar una intervención inmediata.

Palabras clave: adultos mayores, proceso de envejecimiento, estado nutricional, malnutrición

 

Abstract: A deteriorated nutritional status is an important risk factor for morbidity and mortality in older adults, which should obviously lead to the recognition of risk factors for malnutrition in older adults, which allows assessing the risk of malnutrition and thus facilitate intervention early nutritional status.

Malnutrition represents an important risk factor for the elderly, since it is a clear aggravating factor that is associated with numerous chronic diseases and also deteriorates the prognosis of acute pathologies. On the other hand, an adequate nutritional state contributes positively to the maintenance of function in the different organs and systems, to maintaining the autonomy and independence of the elderly, granting greater well-being and energy to the individual. There are countless risk factors that facilitate or cause malnutrition in the elderly, however it is necessary to identify them and recognize older adults at risk or with malnutrition in order to provide support and grant immediate intervention.

Keywords: older adults, aging process, nutritional status, malnutrition

Introducción:

La mayoría de los países desarrollados han aceptado la edad cronológica de 65 años como definición de “persona mayor”. Sin embargo, debido al aumento de la esperanza de vida y a la heterogeneidad del envejecimiento se distinguen tres grandes grupos para clasificar las personas mayores. Las características sociales y biológicas de estos tres grupos son suficientemente diferentes como para ser significativas y describir cada una de las etapas:

  • Ancianos jóvenes: personas de edades comprendidas entre los 65-74 años. En general, este grupo de población goza de buena salud y de autosuficiencia -es independiente para realizar las actividades de la vida diaria-; por ello, el profesional sanitario deberá desarrollar para este colectivo un plan educacional dirigido a prevenir la incapacidad.
  • Ancianos: personas de 75-84 años. La invalidez funcional y la necesidad de ayuda para las tareas domésticas o el transporte suelen ser los cambios más destacables, así como la morbilidad y la mortalidad.
  • Ancianos viejos: personas de más de 85 años. La fragilidad y la incapacidad son los aspectos más predominantes

El proceso de envejecimiento implica una serie de cambios que repercuten directamente sobre el estado nutricional de la población adulta mayor, que la hace vulnerable con un riesgo elevado de sufrir deficiencias nutricionales. La pérdida del gusto u olfato, anorexia asociada a factores psicosociales, problemas masticatorios y de deglución, trastornos neurodegenerativos, enfermedades como el cáncer o cambios en la composición corporal, se consideran factores de riesgo. El envejecimiento de la población se asocia a una mayor prevalencia de problemas nutricionales. Los adultos mayores tienen mayor riesgo de padecer malnutrición por diferentes factores como la disminución en la ingestión de alimentos, anorexia asociada a factores psicosociales, problemas masticatorios y de deglución, cambios fisiológicos en la función gastrointestinal, enfermedades crónicas oncológicas y no oncológicas, polifarmacia, depresión, entre otros.

El estado nutricional es el resultado del balance de la ingesta de nutrientes y del gasto calórico proteico para cubrir las necesidades fisiológicas óptimas; las anormalidades de esta condición son consideradas como desnutrición y en el otro extremo el sobrepeso y la obesidad. La desnutrición, el sobrepeso y la obesidad se asocian a un mayor riesgo de morbimortalidad, mayores tasas de infección, aumento del número de caídas y fracturas, estancias hospitalarias más prolongadas, así como, empeoramiento de las enfermedades agudas o crónicas subyacentes y un deterioro general de la calidad de vida.

Esta valoración deberá ser realizada por un equipo multidisciplinar: personal de enfermería, médicos, trabajadores sociales, dietistas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos y neurólogos.  Los objetivos de la valoración nutricional en geriatría:

  • Determinar las situaciones de riesgo para desarrollar desnutrición
  • Diagnosticar el estado de malnutrición evidente o de curso subclínico que puede pasar inadvertido en exploraciones no específicas Identificar la etiología de los posibles déficits nutricionales.
  • Diseñar el soporte nutricional adecuado que conduzca a una mejoría del estado de salud del anciano.
  • Evaluar la efectividad del soporte nutricional

La valoración del estado nutricional en el adulto mayor, así como la determinación de la malnutrición en sí, no posee estándares diagnósticos, lo que hace variable la información sobre su prevalencia ya que dependerá del método utilizado para la evaluación, así como la población referida. En relación al sobrepeso y la obesidad también existe, por las mismas razones, variabilidad en la data. Existen varios instrumentos para el despistaje de riesgo nutricional y de desnutrición, siendo el “Mini Nutritional Assessment” (MNA) el más utilizado y validado en diversas lenguas, que considera parámetros antropométricos, preguntas de autoevaluación y una encuesta nutricional. El índice de masa corporal (IMC) determina desnutrición, sobrepeso y obesidad. La medida de la circunferencia abdominal, permite valorar los casos de sobrepeso y obesidad.

La malnutrición es una condición patológica que causa alteraciones del estado de salud y disminuye la capacidad de llevar a cabo las actividades básicas para la vida diaria. Esto, a su vez, conduce a una pérdida de autonomía, un mayor aislamiento social, la institucionalización e incluso, en casos extremos, la muerte. El estadio previo a la malnutrición es la situación de riesgo de malnutrición, cuya importancia fundamental radica en que, si es detectado a tiempo, mediante una adecuada valoración nutricional podrá ser tratado evitando así que llegue a la malnutrición. La prevalencia de malnutrición o el riesgo de padecerla, en el adulto mayor no institucionalizado, depende del grado de autonomía y del lugar donde vive.

Las consecuencias de la desnutrición en la persona de edad avanzada son: la alteración del sistema inmunitario con una elevada incidencia de infecciones, la fragilidad o menor capacidad de reserva orgánica: inmovilismo, incontinencia de esfínteres, estados confusionales agudos, úlceras por decúbito y anorexia, menor respuesta a la medicación «Cascada de problemas» con ingresos hospitalarios repetidos, estancias hospitalarias largas, gran consumo de recursos sociosanitarios y supervivencias cortas.

¿Qué deben comer los adultos mayores para evitar la malnutrición? La Alimentación tradicional es la elección ideal y eficaz para alimentarse, siempre y cuando aporte todos los nutrientes necesarios y en cantidades adecuadas (equilibrio alimentario) para mantener un buen estado nutritivo del anciano. De acuerdo con este criterio, Robert M. Russell propone la nueva pirámide de alimentación elaborada para las personas mayores de 70 años, con el objetivo de evitar las carencias nutricionales y las enfermedades relacionadas con una mala alimentación. Cuatro de las recomendaciones más destacables son:

  1. Elegir alimentos ricos en fibra, bajos en grasas y azúcares refinados, además de las recomendaciones específicas en cuanto al número de raciones diarias de cada grupo de alimentos
  2. Consumir diariamente 8 vasos de agua
  3. Posible necesidad de suplementar la dieta con calcio y vitamina D (para reducir el riesgo de fracturas óseas) y vitamina B12
  4. Por grupos de alimentos los expertos acentúan: consumir alimentos integrales, productos lácteos con poca grasa, carnes magras, pescados y aves de corral.

Sin embargo, existen situaciones que dificultan que las personas mayores puedan alcanzar un adecuado aporte nutricional. Entre ellas destacan la pérdida de autonomía, la dificultad para comprar, preparar y cocinar los alimentos y la dificultad para masticar y/o deglutir; en otras situaciones, se precisa un mayor aporte de nutrientes, como en caso de pérdida de peso, de úlceras por presión, etc. En todas estas situaciones existe el riesgo de no cubrir las necesidades nutricionales.

Sino se puede mantener una buena alimentación con la alimentación tradicional, tenemos alternativas muy eficaces, para prevenir la malnutrición:

  • La Alimentación básica adaptada favorece la nutrición de la persona mayor que no pueden alcanzar un adecuado aporte nutricional con la alimentación tradicional, porque está adaptada a sus necesidades en textura, nutrientes, sabor y sencillez de preparación y mantiene, al igual que la alimentación tradicional, el aspecto de “plato hecho en casa” de los desayunos, comidas, meriendas y cenas para el menú diario.
  • Dietas trituradas de alto valor nutricional
  • Modificadores de textura o productos con textura modificada para hidratar en caso de disfagia: gelatinas y espesante
  • Enriquecedores de la dieta (suplementos nutricionales, nutrición enteral)

Conclusión:

La malnutrición está directamente relacionada con un aumento en la morbi-mortalidad y empeora de forma determinante la calidad de vida, ya que predispone a la aparición de otras patologías, afecta negativamente la capacidad funcional del adulto mayor y aumenta la probabilidad de precisar hospitalización y/o institucionalización, por lo que es importante detectar tempranamente a los adultos mayores en riesgo.

Las consecuencias de la malnutrición en los ancianos son múltiples; puede reducir el estado funcional y empeorar problemas médicos existentes, lo que condiciona el círculo vicioso malnutrición-enfermedad y, por lo tanto, relacionarse con un impacto negativo en la calidad de vida. Así también existen ensayos clínicos en donde se demuestra la asociación de esta 16 entidad con problemas cardiacos, infecciones trombosis venosa profunda, úlceras por presión, falla orgánica múltiple, incremento de la mortalidad perioperatoria y el aumento de riesgo de problemas respiratorios.

¡Si podemos prevenir el riesgo de malnutrición! Las personas mayores pueden beneficiarse de muchas maneras, el hecho de tener energía y la capacidad física para realizar actividades de forma independiente, les condiciona mantener su autonomía tanto en su casa como en la sociedad.

Bibliografía:

  1. García Peris P. Prevalencia y factores asociados a malnutrición en ancianos hospitalizados. An. Med. Interna (Madrid) [Internet].  Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-71992004000600001&lng=es.
  2. Contreras Ana Lucía, Mayo Gualber Vitto Angel, Romaní Diego Alonso, Silvana Tejada Gabriela, Yeh Michelle, Ortiz Pedro José et al . Malnutrición del adulto mayor y factores asociados en el distrito de Masma Chicche, Junín, Perú. Rev. Med Hered  [Internet].  Disponible en: http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1018-130X2013000300002&lng=es
  3. Moreiras, O. Alimentación, nutrición y salud. Rev. Esp Geriatr Gerontol1995;30 (NM.1): 37-48.
  4. Guigoz Y. Vellas B, Garry PJ. Mini Nutritional Assessment: a practical assessment tool for grading the nutritional state of elderly patients. Facts Res Gerontology 1994; (supp 2):15-59.
  5. Velázquez-Alva MC, SG Rodríguez-Nocedal y ML Hernández-Caballero. 2003. La importancia de la educación nutricional en los ancianos. Nutrición Clínica;6,1:84-88.