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Mecanismo bioquímico de la diabetes tipo-2. Revisión

reacciones celulares que constituyen la inflamación crónica sistémica inespecífica (2).

De este proceso participan dos grupos celulares: las inmunitarias y las inflamatorias, como ya se indicó. En el curso de esta inflamación crónica sistémica inespecífica se eliminan muchas sustancias interrelacionadas: radicales libres, factor de activación plaquetaria (PAF), citoquinas fibrogénicas (TNF, IFN-y e interleucinas), factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF) generador de la multiplicación de las células musculares lisas de la pared de las arterias, reduciendo la luz de las mismas (origen de microangiopatías), endotelina y tromboxano (ambos hipertensores), prostaglandinas, etc. Es conveniente recordar que las citoquinas liberadas por los macrófagos, juegan papel importante en la reducción de la secreción de serotonina, deprimiendo así la actividad del hipocampo, lugar del cerebro donde se regulan las emociones y se guarda lo aprendido (memoria), induciendo, de esa manera, a la ansiedad, al estrés, a la depresión y a la pérdida de memoria (2).

De estos elementos, los radicales libres son agentes oxidantes muy reactivos, lesionan de manera indiscriminada las diferentes estructuras biológicas de las células, por acción en cadena (peroxidación). Cuando los sistemas defensivos son desbordados por una alta liberación de radicales libres exógenos (anión superóxido = O2- y peróxido de hidrógeno = H2O2), que por exceso reaccionan entre sí (reacción de Haber Weiss-Fenton) para generar el radical libre exógeno o radical hidroxilo (OH’), el más agresivo de los radicales libres. Este radical libre es el causante de las enfermedades no transmisibles (ENT) y, contra el cual, se dice que no existe mecanismo defensivo. Cosa que al parecer no es cierta, por cuanto el organismo sintetiza su propia enzima defensiva, un potente antioxidante, la lisozima, pero ella también reduce su síntesis por acción de los factores de riesgo.

Al presentarse un descenso en los niveles energéticos de ATP por cualquiera de los factores de riesgo mencionados, se va a incrementar sistemáticamente una gran liberación de los radicales libres, estos, por oxidación, van a dar lugar a cualquiera de las enfermedades no transmisibles (ENT). Como hemos visto, la llamada ‘resistencia a la insulina’ en que se sustenta la diabetes tipo 2, tal vez no sea una resistencia en sí, sino que puede deberse a un defecto funcional en tres sitios estratégicos:

1- Defectos a nivel del prerreceptor (Fig. 2). Allí el radical libre (OH’) rompe los enlaces disulfuro de cistina que unen las dos cadenas de la insulina, perdiendo ésta su actividad, al igual que sucede con los corticoides, en la que se reduce la insulina que debe adosarse a la glucosa. Por esta razón se presenta hiperglicemia, según la intensidad de la lesión y con o sin incremento de la insulina. Esta es frecuentemente conocida como diabetes juvenil de inicio en la madurez (DJIM) (12), respuesta moderada a la insulina externa y puede haber algo de sobrepeso por discreto depósito de glucógeno en el hígado y músculos, y grasa en el tejido adiposo.

2- Defectos a nivel del receptor: a) Los pacientes obesos van a presentar células adiposas muy grandes repletas de grasa (13), por lo que en ellas va a existir un menor número de receptores de insulina en la membrana celular y, por lo tanto, con un menor transporte de glucosa al interior de la célula. De esa manera, va a haber un incremento de la insulina y de la glicemia en el plasma. b) Defectos en el receptor extracelular y transmembranoso (subunidades alfa y beta), por ruptura de los enlaces disulfuro de cistina por el radical hidroxilo (OH’), que une dichas subunidades. Este último suceso inhibe el mecanismo ondulatorio cinasa que transporta la glucosa al interior de la célula. En ambos existe una hiperglicemia e hiperinsulinemia, con sobrepeso y obesidad (16,17), con llegada a la mitocondria de una menor cantidad de piruvatos, por lo que se reduce la generación de moléculas de ATP y mayor liberación de radicales libres, con la consecuente agravación y ampliación del espectro de las enfermedades no transmisibles (ENT).

3- Defectos a nivel postreceptor, esto es, en el citoplasma: a) Al llegar la glucosa a este sitio ella debe ser energizada por dos moléculas de ATP para dar lugar, a través de diez reacciones, a los dos piruvatos. Pero puede suceder que la generación de ATP por la mitocondria, por alguna razón, se encuentra deprimida, a consecuencia, sea de anomalías en el pre y el receptor o debida a los diversos factores de riesgo, con una mayor liberación de radicales libres, por lo que se reduce la generación de ácido pirúvico y, por lo tanto, de energía. b) Igualmente, se requiere una molécula de ATP para energizar una proteína intracelular (subunidad beta), para dar lugar al sustrato insulino-receptor-1 (IRS-1), que por la secuencia de fosforilación y defosforilación debe inducir una acción cinasa de la actividad insulínica a las proteínas transportadoras GLUT-1 y GLUT-4, para así llevar los piruvatos hasta la mitocondria para su degradación oxidativa y la consecuente formación de ATP (13,15).

Pero esa energía no está disponible lo insuficiente, por su escasa formación en la mitocondria, para responder a esta necesidad, por lo que la glucosa y la insulina se van reteniendo en el espacio vascular, existiendo, a su vez, la obesidad. En este tercer nivel de lesión también existe hiperglicemia e hiperinsulinemia, asociadas a obesidad (16,17), agravándose el cuadro por la ruptura de los enlaces disulfuro de cistina ocasionada por el radical OH’, la disminución del número de receptores y la consecuente reducción en la generación energética de ATP y liberación de más radicales hidroxilo (OH’).

CONCLUSIÓN

De todo lo expuesto anteriormente se puede concluir: 1- Que la diabetes tipo 1 y las enfermedades no transmisibles, en la que se incluye la diabetes tipo 2, no sólo serían adquiridas, sino buscadas y propiciadas por el mismo hombre, nada de predisposiciones genéticas o autoinmunes. Es por ello, por lo que estas enfermedades deben considerarse evitables y curables, mientras no se espere llegar a una claudicación orgánica y funcional por fibrosis, esclerosis y destrucción tisular. Y para ello sólo se requiere voluntad y disposición de analizar y corregir, básicamente tres cosas: el estilo de vida, el modelo político-económico impuesto y detener el cambio climático, para salvar al hombre y al planeta.