notas de ingreso en cada caso, identificando las condiciones clínicas, variables ginecológicas (gesta, paridad y edad gestacional) y revisando las variables edad, idioma, lugar de origen y estado civil, así como si fueron o no atendidas por parteras tradicionales antes de ingresar al hospital.
Resultados.
Como resultado de la revisión de expedientes del Hospital, se analizaron ocho casos, cinco registrados para 2013 y tres para 2014.
La edad promedio de los casos de muerte materna para el período de estudio es de 28 años. De ellas, el 100% de origen indígena, el 60% hablaban su lengua materna (Tsotsil en todos los casos). El 100% amas de casa, siete de ellas vivían en unión libre y una soltera. El 29% de los familiares de las pacientes, reconocieron que ellas habían sido atendidas previamente por parteras tradicionales, y en su condición de gravedad decidieron llevarlas al hospital materno neonatal entrando por el área de urgencias. El otro porcentaje se desconoce pues no se encuentra registrado en el expediente.
De los casos, únicamente dos radicaban en San Cristóbal de las Casas, las demás vivían en comunidades pertenecientes a la zona altos tsotsil-tseltal, Navenchauc Mpio. Zinacantán, Tojtic, Mpio. Mitontic (2 casos), Polhó, Mpio. Chenalhó, Crustón Mpio. De Tenejapa y Chanal.
Todos los casos correspondieron a mujeres multigestas/multíparas. Con relación a la edad gestacional, en dos de los casos no se determinó ya que llegaron en etapa de puerperio. De los casos restantes, el promedio de la edad gestacional fue de 35.6, SDG (min 33 SDG y max 40 SDG).
El 100% de los casos 2013-2014 fueron recibidos en área de urgencias con diagnóstico de hemorragia obstétrica. Ahora bien, dentro de las causas de muerte materna registradas para estos casos, la hemorragia obstétrica representa al 38% de los casos, seguido de sepsis abdominal/falla orgánica múltiple (25%). En el mismo porcentaje se registró preeclampsia/síndrome de Hellp (25%) y el caso restante (12%) correspondió a paro cardiaco postlegrado uterino.
De los casos de muerte por hemorragia obstétrica, se afirma que dos fueron atendidas de parto con partera empírica y el tercer caso corresponde a un aborto incompleto no atendido en tiempo y forma. Los tres casos fueron recibidos en el área de urgencias con diagnóstico de hemorragia obstétrica y shock hipovolémico grado IV. El manejo que se les dio a los tres casos corresponde clínicamente a las a características de las pacientes, maniobras avanzadas de reanimación cardiopulmonar (RCP) en uno de los casos, sin éxito por su condición crítica; sin manejo por muerte inmediata a ser recibida en el segundo caso y rastreo ultrasonográfico y legrado uterino en el tercer caso, no obstante las condiciones uterinas y el estado de shock de la paciente no permitieron éxito en las maniobras.
De los otros 5 casos, el manejo correspondió al adecuado para estado crítico de pielonefritis, síndrome de Hellp, oligohidramnios y shock séptico (2 casos); ayuno, laboratoriales, solución de Hartman, ranitidina, dexamentasona, clindamicina, cefotaxima, butilhioscina.
Discusión.
Si bien es cierto que el problema de salud pública que representa la muerte materna ha permeado social y científicamente, también es cierto que aún no se ha logrado incidir en las distintas aristas que presenta esta problemática. Existen casos de mortalidad materna prevenible; pero no siempre esta prevención se limita a las maniobras clínicas de expertos en la salud materna dentro de un hospital.
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) establece en el artículo 12 la obligación de los Estados de adoptar medidas tendientes a asegurar a las mujeres el acceso a servicios de salud en general, en igualdad de condiciones, los cuales incluyen los servicios apropiados en relación con el cuidado del embarazo, el parto y el puerperio (CEDAW, 2010).
De lo anterior, podemos afirmar a través de varios estudios y programas nacionales e internacionales, que ha sido arduo el trabajo realizado (ACOG, 2011; Córdova et al., 2010; OMS, 2011; Rual, 2007; OPS/OMS, 2015); se ha comenzado a realizar estudios que incluyen el análisis de factores socioeconómicos y culturales relacionados con la muerte materna (Álvarez, 2009; Chávez et al 2010; Santos et al., 2010; Mejía et al., 2013; Reyes-Guillén y Leyva-Cervantes, 2014); pero los casos continúan siendo alarmantes.
La mortalidad materna se define como la muerte de la mujer durante el embarazo, el parto o dentro de los 42 días posteriores al parto, por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo, parto o puerperio, o su manejo; pero no por causas accidentales (Álvarez, 2009). A nivel internacional, la medida generalmente utilizada para identificar y evaluar la existencia y gravedad de las barreras para el acceso a los servicios de salud materna es la Razón de Mortalidad Materna (RMM). Desafortunadamente aún no se tienen indicadores puramente culturales que nos muestren cuantitativamente el impacto de las barreras culturales.
Dentro del enunciado “la mortalidad materna prevenible es una violación a los derechos humanos a la vida, a la integridad personal, a la salud –incluida la salud reproductiva–, a la autonomía reproductiva, a la vida privada, a la igualdad y no discriminación, a decidir sobre el número y espaciamiento de los hijos/as, a no ser sometida a torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes; a la educación, a la información y al goce de los beneficios del progreso científico y tecnológico”, tampoco se registran indicadores culturales que nos revelen, por ejemplo, que un factor de muerte materna sea la tardía asistencia médica por barreras culturales que generen oposición de la propia paciente o de alguno de sus familiares, para asociarse al mundo médico occidentalizado, mundo que ofrece la atención hospitalaria.
Los resultados de este estudio hacen evidente un análisis de los aspectos socio culturales que nos permiten reflexionar sobre una de las aristas que conforman el escenario hospitalario con respecto a la muerte materna, en específico sobre las condiciones clínicas que guardan los casos que terminaron en muerte materna y que fueron recibidas por área de urgencias de un hospital materno neonatal. Así también, se justifica la importancia del abordaje multi e interdisciplinario para este problema de salud pública, posicionando a los factores socioculturales como indicadores fundamentales para el desarrollo de planes y programas encaminados a la disminución de la muerte materna.
Respecto al promedio de edad de las muertes maternas (28 años), éstos resultados tienen concordancia con los encontrados por Mejía et al (2013) en un estudio realizado en