Obesidad infantil: intervenciones educativas de enfermería en edad escolar
Autora principal: Ana María Luca Simón
Vol. XX; nº 17; 943
Childhood obesity: Educational nursing interventions in school-age children
Fecha de recepción: 3 de agosto de 2025
Fecha de aceptación: 9 de septiembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 17 – Primera quincena de Septiembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 17; 943
Autores:
Ana María Luca Simón, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Marta Gascón Sánchez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Sanz Gómez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Patricia Cortés Egeda, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Resumen
La obesidad infantil es una problemática de salud pública creciente a nivel mundial, asociada a consecuencias físicas, emocionales y sociales que perduran hasta la vida adulta. En el contexto escolar, los profesionales de enfermería desempeñan un papel crucial en la prevención y control de esta condición mediante intervenciones educativas. Este artículo tiene como objetivo analizar las estrategias educativas lideradas por enfermería en el entorno escolar para abordar la obesidad infantil. A través de una revisión bibliográfica exhaustiva de literatura científica publicada entre 2010 y 2024, se identificaron diversas intervenciones basadas en la promoción de hábitos alimentarios saludables, la actividad física regular y el fortalecimiento del entorno familiar y escolar. La evidencia demuestra que los programas educativos dirigidos por enfermeros pueden generar cambios positivos en el comportamiento nutricional y en la percepción del autocuidado en los niños. Asimismo, se destaca la importancia del trabajo interdisciplinario, el acompañamiento familiar y la continuidad de las acciones preventivas. El abordaje de la obesidad infantil desde la escuela requiere de un compromiso activo del personal de salud, particularmente del profesional de enfermería, cuya labor educativa puede influir significativamente en el desarrollo de estilos de vida saludables desde edades tempranas.
Palabras clave
Obesidad infantil, enfermería escolar, intervención educativa, salud pública, hábitos saludables
Abstract
Childhood obesity is a growing public health issue worldwide, associated with physical, emotional, and social consequences that persist into adulthood. Within the school context, nursing professionals play a crucial role in the prevention and control of this condition through educational interventions. This article aims to analyze nursing-led educational strategies in the school setting to address childhood obesity. Through an exhaustive bibliographic review of scientific literature published between 2010 and 2024, various interventions were identified focusing on the promotion of healthy eating habits, regular physical activity, and strengthening the family and school environment. Evidence shows that educational programs led by nurses can produce positive changes in children’s nutritional behavior and perception of self-care. Furthermore, the importance of interdisciplinary work, family support, and continuity of preventive actions is highlighted. Addressing childhood obesity from the school requires active commitment from health personnel, particularly nursing professionals, whose educational work can significantly influence the development of healthy lifestyles from an early age.
Keywords
Childhood obesity, school nursing, educational intervention, public health, healthy habits
Introducción
La obesidad infantil representa uno de los desafíos más urgentes para la salud pública global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas. Se estima que en 2022 había más de 390 millones de niños de entre 5 y 19 años con sobrepeso, y más de 160 millones con obesidad. Esta problemática no solo compromete la salud física, sino también el bienestar emocional, social y académico de los menores. Las causas de la obesidad infantil son multifactoriales: incluyen aspectos genéticos, metabólicos, conductuales, culturales y socioeconómicos. En este contexto, la escuela emerge como un espacio clave para la promoción de la salud y la prevención de enfermedades crónicas.
El profesional de enfermería, especialmente aquel que trabaja en el ámbito escolar, está en una posición privilegiada para diseñar e implementar estrategias educativas que fomenten estilos de vida saludables. Esta revisión bibliográfica tiene como propósito explorar en profundidad las intervenciones educativas de enfermería destinadas a la prevención y manejo de la obesidad infantil en edad escolar, evaluando su eficacia, enfoques metodológicos y desafíos en la implementación.
1. Obesidad infantil: un problema de salud pública
La obesidad infantil se define como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede perjudicar la salud. Se diagnostica principalmente a través del índice de masa corporal (IMC), ajustado por edad y sexo. Las consecuencias de esta condición son múltiples: enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemias, alteraciones ortopédicas, problemas respiratorios, trastornos psicológicos como la baja autoestima y la depresión, y estigmatización social.
Numerosos estudios evidencian que los niños con obesidad tienen una alta probabilidad de continuar siendo obesos en la vida adulta, con mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y menor esperanza de vida. Por tanto, la intervención temprana es fundamental.
2. El papel de la enfermería en el contexto escolar
La enfermería escolar tiene un rol esencial en el cuidado integral del estudiante. Más allá de la atención de primeros auxilios, su función se ha ampliado hacia la promoción de la salud, prevención de enfermedades, educación sanitaria y acompañamiento en procesos de cambio conductual. En el caso de la obesidad infantil, las intervenciones educativas diseñadas y ejecutadas por enfermeros han demostrado ser una herramienta eficaz para motivar a los niños y sus familias a adoptar comportamientos saludables.
La literatura muestra que los programas liderados por enfermería escolar se basan en tres pilares: educación alimentaria, promoción de la actividad física y fortalecimiento del entorno familiar. Estos programas pueden incluir talleres, juegos interactivos, actividades grupales, sesiones de seguimiento individual, campañas informativas y coordinación con docentes.
3. Estrategias educativas efectivas
3.1 Educación alimentaria
La enseñanza sobre nutrición debe ser adaptada a la edad del niño, utilizando metodologías activas y participativas. Se ha observado que las actividades que involucran la preparación de alimentos, lectura de etiquetas nutricionales, visitas a mercados locales y el uso de recursos visuales son especialmente efectivas. Las enfermeras pueden actuar como facilitadoras de estos espacios educativos, articulando con nutricionistas y docentes para integrar contenidos de manera transversal en el currículo escolar.
Uno de los aspectos más relevantes en las intervenciones educativas sobre obesidad infantil es la adaptación del contenido nutricional según la etapa del desarrollo del niño. En edades tempranas (6 a 9 años), se recomienda utilizar enfoques lúdicos y visuales, como cuentos, títeres, y juegos didácticos que presenten los alimentos saludables como héroes o personajes amigables. En esta etapa, se prioriza el reconocimiento de los grupos alimentarios, la identificación de comidas saludables y la diferenciación entre «alimentos de todos los días» y «alimentos de vez en cuando».
A partir de los 10 años, los niños muestran mayor capacidad para comprender conceptos abstractos. En esta fase se puede profundizar en la lectura de etiquetas nutricionales, la planificación de menús saludables, la relación entre alimentación y enfermedades, y la importancia del equilibrio entre calorías ingeridas y gastadas. Los talleres prácticos de cocina saludable, las visitas a mercados locales y los desafíos de preparación de loncheras equilibradas son estrategias muy efectivas.
Además, es fundamental incluir la dimensión emocional y social de la alimentación, enseñando a los niños a reconocer el hambre real frente al hambre emocional, y a enfrentar la presión social para consumir productos ultraprocesados. La educación nutricional adaptada debe también considerar diferencias culturales, económicas y de accesibilidad, asegurando mensajes inclusivos y pertinentes a la realidad del estudiante.
3.2 Fomento de la actividad física
Incentivar el movimiento y reducir el sedentarismo es otro componente esencial. Las intervenciones educativas exitosas incluyen pausas activas durante la jornada escolar, juegos cooperativos, caminatas escolares, retos físicos y campañas de concientización sobre los beneficios del ejercicio regular. Las enfermeras pueden diseñar actividades lúdicas que refuercen la importancia del movimiento, involucrando a toda la comunidad educativa.
Numerosos estudios demuestran que el aumento de la actividad física en la infancia mejora la salud cardiovascular, el control del peso, el bienestar psicológico y el rendimiento académico. El entorno escolar es un espacio ideal para fomentar estos hábitos debido al tiempo que los niños pasan en él y a la posibilidad de estructurar rutinas diarias.
La enfermería escolar desempeña un papel clave al impulsar programas de promoción del movimiento, sensibilizando tanto a los estudiantes como al personal docente y las familias. Las estrategias exitosas incluyen la inclusión de pausas activas durante la jornada escolar, actividades extracurriculares deportivas, caminatas escolares, y la implementación de juegos cooperativos durante los recreos. Las intervenciones deben ser motivadoras, variadas, accesibles y adaptadas a la edad y habilidades del alumnado.
Además, se recomienda establecer alianzas con instituciones deportivas y comunitarias para ampliar las opciones de actividad física en el entorno. Campañas como «Muévete por tu salud» o «Recreos activos» han demostrado ser eficaces al combinar educación, práctica y diversión. Los enfermeros pueden liderar sesiones educativas sobre los beneficios del ejercicio, enseñar técnicas de estiramiento y respiración, y realizar seguimiento del estado físico con herramientas como test de capacidad aeróbica, frecuencia cardíaca y percepción de esfuerzo.
También es importante integrar la actividad física en otras asignaturas escolares y fomentar una cultura institucional que valore el movimiento, incluso con el personal educativo. La creación de entornos escolares seguros, inclusivos y estimulantes para la actividad física debe ser una prioridad.
La evidencia científica señala que al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa son necesarios en niños para obtener beneficios significativos en salud. Sin embargo, muchos escolares no alcanzan esta recomendación debido a estilos de vida sedentarios. Las intervenciones de enfermería deben, por tanto, identificar las barreras (como el tiempo de pantalla, inseguridad en los barrios, o falta de instalaciones) y proponer soluciones realistas, como caminatas guiadas, deportes adaptados, clases de danza o yoga infantil.
Por último, el componente lúdico y el refuerzo positivo son esenciales para mantener la motivación y generar adherencia a largo plazo. El ejercicio no debe presentarse como una obligación, sino como una oportunidad para el juego, la socialización y el disfrute.
3.3 Participación de la familia
La familia es el entorno primario de socialización del niño y desempeña un papel determinante en la adquisición de hábitos saludables. Por ello, es fundamental incluir a los padres en los programas educativos, brindando espacios de diálogo, talleres y guías prácticas para mejorar los hábitos alimentarios y de actividad física en el hogar. Las intervenciones más exitosas integran sesiones familiares dentro de la estrategia escolar, y cuentan con seguimiento por parte del equipo de salud.
La familia representa el núcleo más influyente en la formación de hábitos alimenticios y estilos de vida en los niños. Por tanto, su participación activa en las intervenciones educativas para prevenir la obesidad infantil es crucial. El entorno familiar puede actuar como un factor protector o de riesgo, dependiendo de las prácticas alimentarias, rutinas de actividad física, disponibilidad de alimentos saludables y la forma en que se transmite la información sobre la salud.
Numerosos estudios coinciden en que los niños cuyos padres participan activamente en programas educativos de salud presentan mejores resultados en cuanto a la reducción del índice de masa corporal (IMC), adopción de hábitos saludables y sostenibilidad de los cambios a lo largo del tiempo. En este sentido, los profesionales de enfermería deben involucrar a la familia desde el inicio de cualquier intervención, mediante estrategias educativas adaptadas al nivel sociocultural y lingüístico de cada hogar.
Las intervenciones más efectivas incluyen talleres familiares, sesiones de cocina saludable, asesorías individuales, guías educativas ilustradas y programas comunitarios. Es importante brindar a los padres herramientas prácticas, como la lectura de etiquetas nutricionales, planificación de menús balanceados, estrategias para reducir el consumo de azúcares añadidos y la importancia del ejemplo en la conducta alimentaria.
Además, es fundamental reforzar el vínculo emocional entre los padres y los hijos como factor motivador en el proceso de cambio de hábitos. La comunicación asertiva, el apoyo sin juicio, el refuerzo positivo y la celebración de logros compartidos fortalecen el compromiso familiar. En casos donde existen barreras estructurales (falta de tiempo, estrés laboral, bajos ingresos), el personal de enfermería puede articular redes de apoyo comunitario y guiar a las familias hacia recursos disponibles.
El rol de enfermería incluye también detectar patrones de alimentación emocional, disfunciones familiares que influyen en el sobrepeso, o situaciones de negligencia nutricional. Intervenir con sensibilidad y respeto cultural es clave para lograr la colaboración de las familias.
En resumen, el trabajo conjunto entre escuela y familia, con el acompañamiento cercano del personal de enfermería, constituye una estrategia indispensable para lograr cambios sostenibles en la prevención de la obesidad infantil.
4. Impacto y resultados de las intervenciones
Diversos estudios han evaluado el impacto de las intervenciones educativas de enfermería en el control del sobrepeso infantil. Se ha reportado una reducción en el IMC, mejora en el conocimiento nutricional, incremento de la actividad física diaria y mejor actitud hacia la alimentación saludable. Programas como «Escolares en movimiento» (Chile), «Nutre tu Escuela» (México) y otras iniciativas europeas y estadounidenses muestran resultados positivos al integrar a la enfermera como líder en educación para la salud.
No obstante, también se identifican desafíos, como la resistencia institucional, la falta de recursos, la escasa formación específica en educación nutricional, y la necesidad de mantener las intervenciones en el tiempo para generar cambios sostenibles.
5. Retos y propuestas para el futuro
Entre los principales retos se destacan:
La necesidad de incluir la educación nutricional en el currículo escolar de forma obligatoria.
La formación continua del personal de enfermería en temáticas de salud escolar, comunicación educativa y promoción del autocuidado.
La articulación intersectorial entre salud, educación y políticas públicas.
La evaluación sistemática de los programas implementados.
Como propuesta, se plantea diseñar modelos de intervención estandarizados que puedan ser adaptados según las características de cada comunidad escolar, con el liderazgo de la enfermería y el apoyo de otros actores sociales.
Conclusiones
La obesidad infantil requiere un abordaje multidimensional en el que la enfermería, especialmente en el ámbito escolar, cumple un papel clave como promotora de salud. Las intervenciones educativas desarrolladas por enfermeros han demostrado ser eficaces para fomentar hábitos saludables desde edades tempranas. Es fundamental que estas estrategias incluyan a la familia, se articulen con otras disciplinas y se adapten al contexto escolar. Solo mediante una acción sostenida, participativa y centrada en el niño se logrará prevenir de manera efectiva esta epidemia silenciosa que compromete la salud de futuras generaciones.
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Declaración de buenas prácticas: Los autores de este manuscrito declaran que:
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