Origen causal del ictus
Resumen:
La enfermedad cerebrovascular o ictus está causada por un trastorno circulatorio cerebral que altera transitoria o definitivamente el funcionamiento de una o varias partes del encéfalo. Existen varios tipos de ictus, que, según la naturaleza de la lesión producida, puede causar isquemia cerebral o hemorragia cerebral. En el presente trabajo nos planteamos el objetivo de proporcionar toda la información necesaria acerca del origen causal del ictus y para ello se ha realizado una revisión bibliográfica a través de la búsqueda en distintas bases de datos tales como Dialnet, Medline Plus y PubMed.
Autores:
Sara Garrido Manové. Graduada en Enfermería.
Lorena del Rocío Padilla Camacho. Graduada en Enfermería.
Celia Garrido Manové. Graduada en Enfermería.
Palabras clave: ictus, enfermedad cerebrovascular.
Introducción:
A pesar de las modificaciones que se han producido en el concepto de a lo largo de los años así como en el estudio de la enfermedad en sí, existen aspectos que han permanecido de la misma forma que cuando se descubrieron, de forma que de la combinación de ambos se ha conseguido extraer consecuencias y conclusiones que han servido para un enfoque más acorde con las evoluciones de los tiempos y de las técnicas, consiguiendo así un conocimiento lo más completo posible y la instauración de sistemas terapéuticos que nos proporcionan un porcentaje elevado en cuanto a la positividad en los resultados en materia de salud.
Se sabe que los problemas cardiovasculares y los accidentes vasculares cerebrales están presentes en la sociedad actual, más aún en la sociedad occidental, de una forma arrasadora, de manera que azotan terriblemente al nivel de salud de la sociedad, así como a la economía y a otros aspectos fundamentales de la vida del individuo.
Existen factores que hacen que se tenga una consideración especial a esta enfermedad y que además han hecho que se ponga especial interés en la profundización del estudio de las mismas como son:
- El ICTUS es la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres.
- Entre el 3-6% del gasto sanitario va destinado a cuidados relacionados con ICTUS.
- Las enormes tasas de cronificación y consecuencias derivadas que padece esta enfermedad.
Es por ello que el estudio del origen de la enfermedad y de cómo ocurren los procesos internos que dan lugar a esta enfermedad han jugado un papel importante a la hora de plantear soluciones terapéuticas al problema. El hecho de haber extraído consecuencias claras y concretas del estudio de esta enfermedad en lo referente al origen de donde proviene el ICTUS, de cómo se producen los procesos internos que originan las manifestaciones que aparecen, de cómo actuar, controlar en el tiempo inmediato al padecimiento y haberlo convertido en un tema cotidiano mediante reuniones, televisión, radio, charlas, jornadas, ect; ha hecho que se tenga una concepción popular del problema acorde con su relevancia social.
Objetivos:
Con este trabajo nos planteamos el objetivo de aportar toda la información necesaria para conocer el origen causal del ICTUS y poder abordarlo.
Metodología:
Se ha realizado una revisión bibliográfica mediante una búsqueda en distintas bases de datos como Dialnet, Medline Plus y PubMed.
Desarrollo:
Podemos definir el ICTUS como enfermedad cerebrovascular causada por un trastorno circulatorio cerebral que altera transitoria o definitivamente el funcionamiento de una o varias partes del encéfalo. También se conoce como accidente cerebrovascular (ACV), embolia o trombosis. Los dos últimos términos, no obstante, se refieren más a bien a distintas causas del ictus. Un ictus ocurre cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se rompe o es taponado por un coágulo u otra partícula. Debido a esta ruptura o bloqueo, parte del cerebro no consigue el flujo de sangre que necesita. La consecuencia es que las células nerviosas del área del cerebro afectada no reciben oxígeno, por lo que no pueden funcionar y mueren transcurridos unos minutos.
Muchos de los factores que pueden aumentar las posibilidades de padecer riesgo no se pueden controlar (la edad, la historia clínica familiar, la raza o el sexo). Sin embargo, la mayor parte de los factores que aumentan el riesgo pueden ser cambiados, tratados o modificados.
- Edad avanzada: Pasados los 55 años, cada década vivida dobla el riesgo de padecer un ictus. No obstante, esto no quiere decir que las personas jóvenes no sufran el problema.
- Sexo: Se producen, más o menos la misma cantidad de ictus en los dos sexos. No obstante, más de la mitad de las muertes son en mujeres.
- Herencia familiar y raza: El riesgo de sufrir un ictus es mayor si alguna persona de la familia lo ha padecido.
- Haber sufrido un ictus recientemente: Una vez sufrido un accidente cerebrovascular las posibilidades de padecer otro aumentan considerablemente.
- Tener la presión sanguínea elevada: La hipertensión arteriales el factor de riesgo que mejor predice el ictus. De hecho, otros riesgos dependen de éste. Aproximadamente un 70% de los ictus ocurren a causa de la hipertensión. Muchos científicos opinan que la mejora en los tratamientos de esta patología es una razón clave para explicar la bajada acelerada del número de muertes por ictus.
- Fumar: En los últimos años los estudios han demostrado que fumar cigarrillos es un factor importante de riesgo. La nicotina y el monóxido de carbono dañan el sistema cardiovascular de varias formas. El uso de anticonceptivos orales sumado al tabaquismo incrementa en gran medida el riesgo de ictus.
- Padecer diabetes mellitus: La diabetes es un factor de riesgo independiente y está relacionada en gran medida con la presión sanguínea elevada. Aunque la diabetes se puede tratar, padecerla incrementa el riesgo de ictus. Los diabéticos suelen tener también el colesterol alto y sobrepeso, lo que aumenta todavía más sus riesgos.
- Sufrir enfermedad de la arteria carótida: Las arterias carótidas del cuello proveen al corazón de sangre. Una carótida dañada por la aterosclerosis puede bloquear el vaso y provocar un coágulo de sangre, que puede causar un ictus. El diagnóstico de este problema lo realiza el médico escuchando con su estetoscopio en el cuello y detectando un sonido anormal.
- Presentar enfermedad cardiaca: Un corazón enfermo aumenta el riesgo de ictus. De hecho, las personas que padecen problemas cardiacos tienen el doble de posibilidades de padecer este problema. La fibirlación atrial aumenta particularmente el riesgo de ictus. El ataque al corazón también es una de las causas de muertes más frecuentes en los supervivientes de un ictus.
- Sufrir ataques isquémicos transitorios: Se los conoce como mini ictus que producen síntomas similares, pero no daños que perduran.
- Contador de glóbulos rojos alto: Un incremento moderado o importante del número de glóbulos rojos también es un indicador importante de ictus. La razón es que los glóbulos rojos provocan que la sangre se espese, lo que puede provocar coágulos más fácilmente.
- La estación del año y el clima: Las muertes por ictus ocurren con más frecuencia con temperaturas extremadamente frías o calurosas.
- Consumir alcohol en exceso: El exceso de alcohol puede aumentar la presión sanguínea, aumentar la obesidad, los triglicéridos, el cáncery otras enfermedades, causar fallos cardíacos y, en consecuencia, provocar un ictus.
- Ciertos tipos de consumo de drogas: Tomar drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo de ictus debido a un émbolo cerebral. El uso de cocaína también se ha relacionado fuertemente a ictus, ataques de corazón y varias complicaciones cardiovasculares. Estos problemas se han dado, incluso, cuando se ha consumido por primera vez cocaína.
En general, los ictus son de inicio súbito y de rápido desarrollo, y causan una lesión cerebral en minutos (ictus establecido). Con menos frecuencia, un ictus puede ir empeorando a lo largo de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se va necrosando un área cada vez mayor de tejido cerebral (ictus en evolución). Por lo general, esta progresión suele interrumpirse, aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en que el área de tejido necrosado deja de crecer de forma transitoria o en los que se observa cierta mejoría.
En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes:
- Adormecimiento o debilidad repentina en la cara, el brazo o una pierna, especialmente en uno de los lados del cuerpo.
- Confusión repentina, dificultad para hablar o para entender.
- Repentina dificultad para andar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación.
- Problemas repentinos para ver en uno o los dos ojos.
- Dolor de cabeza repentino sin que se conozca la causa.
Cuando el ictus afecta a la región izquierda del cerebro, la parte afectada será la derecha del cuerpo (y la izquierda de la cara) y se podrán dar alguno o todos los síntomas siguientes:
- Parálisis del lado derecho del cuerpo.
- Problemas del habla o del lenguaje.
- Estilo de comportamiento cauto, enlentecido.
- Pérdida de memoria.
Si por el contrario, la parte afectada es la región derecha del cerebro, será la parte izquierda del cuerpo la que tendrá problemas:
- Parálisis del lado izquierdo del cuerpo.
- Problemas en la visión.
- Comportamiento inquisitivo, acelerado.
- Pérdida de memoria.
Se han desarrollado algunas formas de saber cuándo una persona va a sufrir un ictus. Entre ellas, se encuentra la escala Cincinnati, que consiste en tres comprobaciones:
- Asimetría facial: Se hace sonreír al paciente para comprobar si ambos lados de la cara se mueven de forma simétrica. En caso anormal, un lado mostraría deficiencias para moverse.
- Fuerza en los brazos: Se indica al paciente que estire los brazos durante 10 segundos. En caso anormal, uno de los brazos no se mueve o cae respecto al otro.
- Lenguaje: Se indica al paciente que hable. En caso anormal, arrastra las palabras, tiene problemas para hablar o no habla.
Si alguna de estas tres comprobaciones obtiene el resultado anormal, cabe la posibilidad de que el paciente vaya a sufrir un ictus.
Es importante y conveniente hacer un estudio global del impacto en cuanto a frecuencia y porcentaje de cada uno de los tipos de accidentes cerebrovasculares sobre la población en cifras aproximadas y orientativas:
- ICTUS de tipo obstructivo o isquémico: 80% de los casos.
- 60-70% Aterotrombóticos.
- 10-20% Embólicos.
- 5-10% AIT.
- ICTUS de tipo hemorrágico: 20% de los casos.
- 10-15% Intracraneales.
- 5-10% HSA (Hemorragia Subaracnoidea).
El ICTUS obstructivo-isquémico como su nombre indica, son los que acontecen como consecuencia de la claudicación o interrupción del flujo sanguíneo a nivel de las estructuras cerebrales teniendo su origen en un cuerpo extraño que actúa como tapón impidiendo el aporte de nutrientes y oxígeno que son vitales para la supervivencia tisular y celular. Evidentemente un factor primordial a tener en cuenta para poder considerar la gravedad o magnitud del accidente vasculocerebral de tipo obstructivo es el grado de obstrucción que se produce (parcial o total) y el calibre del vaso que queda dañado. De forma que la obstrucción de una arteria de un calibre mayor como pueda ser la arteria carótida o vertebral tendrá unas consecuencias clínicas diferentes a si se produce en un vaso de menor calibre.
La cifra del flujo sanguíneo cerebral oscila en torno a 55ml/100gr/min. Normalmente dicho flujo cuando las condiciones fisiológicas son las estipuladas como normales, el flujo es estable, permanente y constante con independencia de la variación de ciertos parámetros como pueda ser la tensión arterial. Esta capacidad para el mantenimiento de forma constante del flujo es debido al mecanismo conocido como “autorregulación”.
- Cuando la tensión arterial media está entre 60-160mmHg el mecanismo de autorregulación está en estado de efectividad, cumple su función.
- Si el flujo cerebral de sangre oscila entre 25-55ml/100gr/min no aparecen manifestaciones evidentes.
- Si el flujo desciende de los 18,l/100gr/min ya tienen su inicio considerables alteraciones a nivel metabólico y otros trastornos que aún se pueden considerar dentro de la reversibilidad.
- Cuando el flujo desciende de 8ml/100gr/min comienzan los fallos en las bombas de membrana, que llevan a la muerte celular y a la pérdida irreversible de la función.
Los ictus isquémicos son los más frecuentes de todos los ictus, comprendiendo un 80% del total. En España se estiman de 150 a 200 casos anuales por cada 100.000 habitantes. Los dos tipos de ictus isquémicos más frecuentes son:
- Ataque isquémico transitorio (AIT): Presenta unos síntomas similares a los de un infarto, pero es más corto y no muestra las consecuencias propias de un infarto. El AIT es un episodio de déficit neurológico de corta duración que en la mayoría de los casos dura menos de dos horas. Entre el 7 y el 40 por ciento de los pacientes que sufren un AIT, poco después sufren un ictus isquémico.
- Infarto cerebral: Deja una lesión cerebral permanente.
Según su extensión y localización, los ictus isquémicos pueden clasificarse de la siguiente manera:
- Ictus isquémico total: Es de gran tamaño y afecta a la arteria cerebral media o la arteria cerebral anterior. Provoca disfunción cerebral superior, hemianopsia homónima y déficit motor y/o sensitivo homolateral.
- Ictus de Circulación Posterior:Afecta a los pares craneales que provocan déficit motor y sensitivo contralateral. Provoca patología oculomotora, disfunción cerebelosa sin déficit de vías largas ipsilaterales y hemianopsia homónima aislada.
- Ictus Lacunares:Provocan hemisíndrome motor puro, sensitivo puro, sensitivo motor, hemiparesia atáxica y disartria.
En el ICTUS hemorrágico el vaso se rompe, lo que provoca que la sangre irrumpa en el cerebro. Al entrar la sangre comprime el tejido cerebral. Existen dos subtipos de este tipo de ictus, la hemorragia intracerebral y la subaracnoidea. Sucede cuando se rompe un vaso sanguíneo débil. Existen dos tipos de estos vasos débiles que provocan ictus hemorrágicos: los aneurismas y las malformaciones arteriovenosas.
- Aneurisma: es una región inflada o debilitada de un vaso sanguíneo. Si no se trata el problema crece hasta que el vaso se rompe.
- Malformación arteriovenosa:es un grupo de vasos sanguíneos formados de manera anormal. Cualquiera de estos se puede romper.
- Ataques isquémicos transitorios:las condiciones indicativas de un ictus isquémico se presentan durante un pequeño periodo de tiempo, y se resuelve por sí solo a través de mecanismos normales. Es un indicativo potente de un ictus, por lo que cuando se produce, hay que tomar medidas para evitar un ataque más serio.
Las hemorragias cerebrales suponen el 15% de todos los ictus y presentan una tasa de mortalidad del 45%. Afectan de 10 a 30 personas por cada 100.000 al año, y la recuperación de los supervivientes no es rápida: solo un 10% de ellos podrá ser independiente al cabo de un mes, y el 20% lo será a los seis meses.
Las hemorragias subaracnoideas, por otra parte, son menos frecuentes, registrando sólo el 5% de todos los ictus. Se dan de siete a 10 casos por cada 100.000 personas cada año, y es más común entre la gente entre 50 y 60 años, especialmente las mujeres. La tasa de mortalidad se encuentra en un 51%.
En cuanto a la prevención del ICTUS, la Sociedad Española de Neurología recomienda una serie de hábitos saludables para evitar sufrir un ictus:
- Llevar una dieta rica y saludable: Esta dieta también tiene que tratar de evitar el colesterol LDL, lo que se consigue reduciendo las grasas saturadas. Además, así se evitan problemas de obesidad: una persona debe mantener su índice de masa corporal por debajo de 25 para reducir el riesgo de ictus.
- Realizar ejercicio de forma habitual y moderada: Los problemas derivados de una vida sedentaria pueden provocar otros problemas que a su vez causen un ictus.
- No fumar: Además, la exposición pasiva al tabaco también aumenta la probabilidad de sufrir un ictus.
- Moderar el consumo de alcohol: El consumo de alcohol no debe superar los 60 gramos al día, pero esto no significa que haya que evitarlo a toda costa: aquellas personas con un consumo leve (menos de 12 gramos al día) o moderado (entre 12 y 24 gramos al día) de alcohol tienen menos probabilidades de sufrir un ictus que aquellas personas que no lo consumen.
- Llevar un control de la tensión arterial de forma regular: Para ello se pueden llevar controles sobre la tensión arterial. En aquellas personas que no hayan sufrido un ictus anteriormente la tensión arterial debería ser inferior a 140/90, y para diabéticos o personas que ya hayan sufrido un ictus, inferior a 130/80.
Conclusiones:
Desde el punto de vista de la Enfermería, actualmente nos encontramos con numerosos casos de ICTUS, por lo que el conocimiento del origen causal de ellos y los cuidados preventivos debe ser una tarea primordial de los profesionales sanitarios, especialmente el profesional enfermero.
Bibliografía:
- Jordán Valenzuela, M., & Serrano Martínez, J. (2011). Contreras Martos GM Origen causal del ictus.Serrano Martínez FJ Intervenciones de Enfermería al paciente con ACV. Logoss, 115-151.
- Jordán, M., Serrano, J. & Contreras, G.M. (2015). Origen causal del ictus. En Experto Universitario de Enfermería en patología vascular. (pp. 245-279). Madrid: Logoss.