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Paciente crítico: importancia de su movilización y consecuencias de la inmovilización

Paciente crítico: importancia de su movilización y consecuencias de la inmovilización

La movilización de pacientes que se encuentran en estado crítico es una tarea que realizan a diario numerosos sanitarios en unidades de cuidados intensivos y que resulta imprescindible para la prevención de numerosas complicaciones.

AUTORES

1.     Cristina López Hernández. Máster en Gerontología Social. Enfermera en Hospital Miguel Servet (Zaragoza).

2.     Andrea Remacha Rodríguez. Máster Iniciación en Investigación en Ciencias de la Enfermería. Enfermera en Hospital Miguel Servet (Zaragoza).

3.     Carlos Alberto Luna Gandú. Máster Iniciación en Investigación en Ciencias de la Enfermería. Máster en Dirección de Centros Sanitarios. Enfermero en Hospital Clínico Lozano Blesa (Zaragoza).

4.     Mireya Layunta Hernández. Máster en Gerontología Social. Enfermera en Hospital Miguel Servet (Zaragoza).

RESUMEN

La movilización de pacientes que se encuentran en estado crítico es una tarea que realizan a diario numerosos sanitarios en unidades de cuidados intensivos y que resulta imprescindible para la prevención de numerosas complicaciones. Durante el procedimiento se debe vigilar estrechamente el estado hemodinámico del paciente, así como todos aquellos aparatos a los que se encuentra conectado o tiene insertados como catéteres y drenajes. Por ello resulta imprescindible la colaboración de diferentes profesiones con una buena formación.

Palabras clave: cuidados intensivos, inmovilización, movilización, paciente crítico.

OBJETIVO

Describir la importancia de la movilización y las consecuencias de la inmovilización en pacientes críticos ingresados en unidades de cuidados intensivos.

INTRODUCCIÓN

La movilización de los pacientes que se encuentran en estado crítico es una tarea complicada a la que se enfrentan a diario los profesionales sanitarios. Resulta imprescindible conocer el estado individual de cada uno de los pacientes a los que se atiende, así como saber reconocer cualquier signo o síntoma de mala tolerancia a la movilización para poder actuar de forma rápida y eficaz.

Aunque de forma general la movilización está aconsejada, para evitar posibles complicaciones, en algunos casos la inestabilidad del paciente es tal que la movilización puede suponer un elevado riesgo, llegando a superar los beneficios y por tanto estar desaconsejada de forma puntual. Cada uno de los profesionales implicados en la movilización debe vigilar los aspectos más importantes del paciente (1).

MOVILIZACIÓN DE PACIENTES EN ESTADO CRÍTICO

La estancia prolongada en unidades de cuidados intensivo (UCI) supone un aumento del riesgo de numerosas complicaciones como es el caso de la aparición de hipotensión ortostática, estasis venoso, acumulación de secreciones que provocan la alteración de los volúmenes pulmonares junto con una dificultad para realizar el intercambio de gases, atrofia y contracturas musculares, úlceras por presión, estreñimiento… Muchas de estas posibles complicaciones se relacionan con la inmovilización del paciente ya que su gran inestabilidad hemodinámica hace difícil el proceso de movilización (2).

Proceso de movilización

La movilización es el conjunto de técnicas que se emplean con el objetivo de desplazar al paciente, sin que ello lleve consigo un empeoramiento de su situación clínica. En el caso de los pacientes ingresados en UCI estas movilizaciones se realizan habitualmente dentro de la propia cama para la higiene, cambios posturales o pruebas diagnósticas y terapéuticas en el propio servicio y en otras ocasiones se realiza la trasferencia a otra cama para el traslado a otra unidad en la que se le realizarán otras pruebas que no se pueden llevar a cabo dentro de la uci.

Dentro de la situación individual de cada uno de ellos podemos realizar:

  • Movilización pasiva: el paciente no colabora, para su movilización requiere una suplencia completa debido a la incapacidad que tiene para hacerlo él con o sin ayuda. Este tipo de movilización en uci es muy habitual debido al gran número de pacientes que están en estado de coma.
  • Movilización activa o asistida: el paciente colabora dentro de sus posibilidades en la movilización, sin embargo, no sería capaz de hacerlo solo y por tanto precisa de un apoyo externo.

Para llevar a cabo este proceso, el profesional de enfermería que está a cargo del paciente tiene que valorar su estado hemodinámico antes de iniciarlo. La movilización, aunque es beneficiosa para el paciente porque reduce importantes complicaciones, cuando se encuentra con gran inestabilidad hemodinámica lo aconsejable es posponer el procedimiento hasta que se produzca una mejoría en su situación. Entre las causas que retrasan la movilización de los pacientes críticos encontramos el estado de sedación del paciente, la inestabilidad hemodinámica y respiratoria, la presencia de catéteres femorales o la inestabilidad neurológica (3).

Principales aspectos a vigilar durante la movilización:

–       Monitorización: durante el procedimiento se debe asegurar la monitorización cardiaca mediante el registro electrocardiográfico lo que nos permite conocer si se producen alteraciones en el ritmo cardiaco como taquicardias, bradicardias o cualquier otro tipo de arritmia. Además, resulta imprescindible la monitorización de la pulsioximetría ya que no es infrecuente que el paciente se desature durante el proceso, muchas veces debido a una movilización dolorosa. En el caso de la tensión arterial durante la movilización se puede producir un aumento o disminución de la misma por lo que en aquellos pacientes que tienen canalizado un catéter arterial es otro aspecto que se debe vigilar estrechamente.

–       Respirador: no todos los pacientes ingresados en uci se encuentran conectados a un respirador, pero aquellos que sí lo están requieren una vigilancia especial. En el momento en que se gira al paciente para asear la zona dorsal o para cualquier otra técnica necesaria, se debe vigilar estrechamente que no se produzca una desconexión del tubo orotraqueal del respirador, así como una salida accidental del mismo por los daños que puede causar al paciente (4,5).

–       Inserciones: los pacientes críticos llevan de forma general sonda vesical para un control exhaustivo de la diuresis, así como catéteres venosos para la administración de medicación o sondas nasogástricas. Además, es frecuente que presenten otras inserciones como catéteres arteriales para el control de la tensión o diferentes tipos de drenajes, tubos orotraqueales o traqueostomías. Otras inserciones que pueden presentar son catéter tipo shaldon conectado a hemofiltro, balón de contrapulsación, catéter para la monitorización de la presión intracraneal, asistencia ventricular… La desconexión de alguna de estas inserciones, como la sonda vesical, puede no suponer un gran riesgo para la vida del paciente, sin embargo, la desconexión del balón de contrapulsación o el acodamiento de otras como catéteres venosos por lo que están pasando drogas vasoactivas a altas dosis pueden provocar una situación de urgencias vital debido al gran soporte y dependencia que generan en el paciente.

Además de vigilar estos aspectos, el momento de la movilización resulta útil para valorar otros aspectos del paciente como el estado de la piel. Se debe controlar la aparición de lesiones siendo el momento idóneo para realizar la cura en caso de que existan y evitar una movilización posterior para ello. También es el momento para el control de los genitales y la valoración del estado edematoso del paciente (3,6).

Tipos de movilización e instrumentos de ayuda:

En las unidades de pacientes críticos es necesario que las camas sean articuladas para facilitar la colocación del paciente en la posición adecuada atendiendo a su situación clínica. La movilización la podemos realizar:

–       Lateral: es el tiempo de movilización más frecuente. Se coloca al paciente en decúbito lateral, primero hacia un lado y luego hacia el otro, con la pierna superior flexionada y la inferior estirada.

–       En bloque: similar a la movilización lateral, pero en este caso las piernas deben estar ambas estiradas y movilizarlas alineadas con el tronco y con la cabeza. Se emplea frecuentemente en pacientes con traumatismos en la columna y en pacientes que tienen insertados catéteres femorales que no permite flexionar la extremidad ya que se si dobla el catéter se interrumpe su función.

–       De arriba abajo: utilizado principalmente en los primeros días tras operaciones cardiacas (2).

Para realizar estas movilizaciones puede ser necesaria la ayuda de:

–       Palas o sistema de cinchas: en pacientes que presentan gran inestabilidad hemodinámica y en aquellos que están conectados a aparatos como el balón de contrapulsación o el ecmo entre otros, en los que la movilización lateral no es posible por el riesgo que conlleva, el uso de palas o cinchas unidas a una grúa permite movilizar al paciente elevándolo de forma paralela a la cama para poder asear la parte trasera y hacer la cama (eliminar arrugar en las sábanas que favorecen la aparición de úlceras) evitando accidentes.

–       Grúa: unida a un arnés levanta y mueve a los pacientes que su situación les clínica les permite estar sentados en un sillón pero que debido a su patología o a la pérdida de fuerza consecuencia de la inmovilización no son capaces de mantenerse de pie.

–       Transfer: se emplea para el traslado del paciente de una cama a otra o a una camilla vigilando en todo momento que no exista riesgo de accidente con los diferentes cables de las inserciones que pueda llevar el paciente (7).