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Reflexiones sobre el significado de las perforaciones corporales en adolescentes postmodernos

En la adolescencia más que en ninguna otra etapa de la vida, la búsqueda de identidad se intensifica en el campo físico, cognitivo, y en el desarrollo social, emocional y sexual, en la medida en que empieza el adolescente a sentir que tiene que buscar un lugar y una posición en el mundo y un reconocimiento primero entre su grupo de pares y luego en el mundo de los adultos. Cuando no existe un patrón de identificación dentro del grupo familiar, el adolescente tiende a buscarlo en los modelos que la sociedad y los medios de comunicación le ofrecen: actores, cantantes, deportistas y los ídolos de la niñez se sustituyen por los nuevos héroes, imitando su forma de vestir, peinar, hablar, aparecer. Estas crisis de identidad generan la necesidad de asociarse o vincularse con alguna tarea o actividad o grupo, que los mantiene de alguna manera integrados a ella. Sin embargo, estas características normales de la adolescencia, pueden volverse patológicas cuando son exageradas como las conductas centradas en el cuerpo, que incluye las modificaciones corporales como son los tatuajes y el uso de piercings.

En cuanto a los tatuajes, su origen derivaría de la práctica polinésica de crear un dibujo sobre la piel por medio del golpeteo de un hueso contra otro con el consiguiente sonido «tau-tau». En latín, tatuaje significa estigma o marca, asociándose en algún tiempo, a marginales, incultos y anticristianos. Hoy en día, en cambio, los tatuajes y perforaciones son considerados ornamentos de moda, arte corporal, fijación de la personalidad e instrumento de atracción sexual, y constituyen una realidad social. Consisten en la inserción de un pigmento insoluble dentro o debajo de la piel, mediante inyección directa del pigmento con aguja. El pigmento más usado es el carbón o grafito, además de pigmentos biológicos y extractos de plantas y óxidos minerales (ocre). Actualmente se utilizan alrededor de 50 pigmentos, entre los que se encuentran sales metálicas y colorantes sintéticos. La inserción de este pigmento en la piel desencadena una respuesta inflamatoria, que se manifiesta como descamación inicial de la epidermis e inflamación de la dermis. El pigmento es fagocitado como cuerpo extraño por macrófagos de la dermis, y posteriormente drena gran parte hacia los ganglios linfáticos, quedando un residuo en los macrófagos.(4)

Otras modificaciones frecuentes son las perforaciones, estas se realizan en tejidos blandos como pabellón auricular, labios, lengua, cejas, ombligo u otra parte del cuerpo, mediante agujas o catéteres de distintos calibres, que permiten insertar el elemento ornamental, el cual es generalmente metálico, de níquel o plata, aunque los más utilizados actualmente son acero quirúrgico y titanio. Y, por último, las escarificaciones que son menos comunes que los tatuajes y perforaciones, y consisten en inferir una quemadura o una incisión en la piel, y luego aplicar un pigmento. Las perforaciones corporales incluyen algunos riesgos. Como el de infectarse con hepatitis B o C, VIH, sífilis, tener infecciones locales y reacciones alérgicas. En el caso de los tatuajes las alergias pueden ocurrir años después de realizadas las punciones y cuando se usa henna también es posible que se presenten complicaciones dermatológicas graves si se adicionan sustancias tales como la parafenildiamina, la cual se utiliza para oscurecer el diseño.

El piercing, en tanto, podría provocar infecciones sistémicas y locales, tales como celulitis e impétigo (infección a la piel) que, según algunos estudios, afectan hasta el 33% de los adolescentes. Cuando el piercing se ubica en la boca y lengua a veces es ingerido accidentalmente pudiendo causar, asimismo, traumas dentales o lesiones de contacto. También puede complicar una intubación de emergencia por aspiración de cuerpo extraño”. En el lóbulo de la oreja las bacterias pseudomona aeruginosa y staphylococcus aureus pueden generar infecciones difíciles de cicatrizar y si el piercing es genital los adolescentes tampoco estarán libres de sufrir reacciones alérgicas, infecciones y cicatrices. El piercing tiene que hacerse en un local apropiado que cumpla con requisitos mínimos, no debe ser autocolocado y lo ideal es que se usen joyas de acero quirúrgico, titanio u oro de 14 ó 18 kilates.(5)

En cuanto a la historia del tatuaje, se puede afirmar que el tatuaje parece tan antiguo como el propio género humano. El tatuaje se caracteriza por ser una práctica cultural antiquísima. Algunos huesos puntiagudos hallados en la cueva prehistórica de Aurignac y en algunos sepulcros del antiguo Egipto, demuestran que es una práctica que acompaña al género humano desde sus orígenes (6) Los ejemplos más antiguos de tatuaje descubiertos en la actualidad corresponden a la momia descubierta en 1991 dentro de un glaciar, donde se encontró un cazador de la era neolítica con la espalda y las rodillas tatuadas. No obstante, antes de este último suceso se tenía como referencia el caso de una mujer sacerdotisa de origen egipcio, quién se hacía llamar Amunet, adoradora de Athor diosa del amor y la fertilidad.

Se estima que esta mujer vivió en Tebas alrededor del 2000 A.C., y cuyo cuerpo estaba totalmente tatuado con dibujos decorativos de puntos y líneas estilizadas, probablemente de carácter sagrado o religioso. Se sabe también que los fenicios se tatuaban en la frente y que los griegos acostumbraban tatuarse serpientes, toros y motivos religiosos. Los romanos utilizaron la técnica del tatuaje para marcar a los prisioneros, La inquisición también persiguió a quienes llevaban tatuajes sobre sus pieles, pues se consideraban signos de brujería y, por tanto, herejías. De ahí que dicha práctica fuese desterrada por considerarse sinónimo de idolatría y superstición. No obstante, existen registros de que los guerreros religiosos de las Cruzadas se hacían tatuar crucifijos para asegurarse un entierro cristiano. Esa práctica también la realizaban los peregrinos que iban a Jerusalén, pues se hacían tatuar crucifijos para recordar su viaje y como presencia constante de su fe. Posteriormente, el surgimiento de los gremios de artesanos durante la Baja Edad Media y la expansión de los viajes de ultramar durante el Renacimiento, provocaron la difusión de esta costumbre, incluso en el Nuevo Continente.(7)

En lo que se refiere al mundo oriental, alrededor del 1000 A. C el tatuaje logró la entrada por medio de las rutas comerciales a la India, China y Japón. A pesar de un glorioso inicio en Japón, fundamentalmente durante el 500 D.C., el tatuaje estaba reservado para aquellos que habían cometido crímenes serios, y los individuos tatuados eran aislados por sus familias, donde se les negaba cualquier participación en la vida comunitaria. Se solían aplicar marcas en los brazos o frente identificando de qué prisión venía la persona. Así, el ser tatuado constituía el peor de los castigos. (8)

Más adelante, durante el siglo XVIII esta práctica se convertiría en una manía coleccionista, especialmente entre las clases obreras japonesas. Durante ese mismo período se desarrolló la cultura popular de Japón y florecieron las artes y diversos entretenimientos. Por otra parte, también es reconocido el hecho de que el arte del tatuaje era practicado por los maoríes, donde se tenía como ideal el ser tatuado de pies a cabeza, pero para ello debía comenzarse a los ocho años. El proceso solía ser lento y doloroso, terminando en la adultez.

El arte del tatuaje fue redescubierto por los exploradores, donde destacan nombres como el de J. Banks,