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Picadura de medusas

Picadura de medusas

Autor principal: Francisco Javier Mesa Mesa

Vol. XVII; nº 14; 586

Jellyfish stings

Fecha de recepción: 15/06/2022

Fecha de aceptación: 19/07/2022

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVII. Número 14 –Segunda quincena de Julio de 2022 – Página inicial: Vol. XVII; nº 14; 586

Autores:

Francisco Javier Mesa Mesa; Rubén Benítez Moscoso

Hospital de Alta Resolución de Puente Genil, España

Resumen:

El objetivo principal de este estudio es conocer cuál es la forma de actuación más adecuada ante la picadura de una medusa. Para este propósito se ha realizado la revisión de varios artículos mediante el acceso a distintas bases de datos.

Durante la lectura y estudio de estos trabajos, se sacaron las siguientes conclusiones: no se debe aplicar agua dulce, ni calor; se desaconseja frotar o rascar la zona. Además, el tratamiento con vinagre empeoró algunas lesiones en la piel. Por otra parte, ha demostrado ser eficaz aplicar frio local durante 10-15 min y la utilización de Povidona Yodada 10% como antiséptico.

Palabras clave: medusa, picadura, tratamiento, primeros auxilios

Abstract:

The main aim of this review is to establish what is the most appropriate form of action in the event of a jellyfish sting. For this purpose, several articles have been reviewed through access to different databases.

During the reading and analysis of these works, the following conclusions were drawn: fresh water or heat should not be applied to the area; rubbing or scratching are not advisable; and vinegar treatment worsened some skin lesions. On the other hand, local cold application for 10-15 min and the use of Povidone iodine 10%, as an antiseptic, have proven to be effective.

Keywords: jellyfish, sting, treatment, first aid

Introducción:

Las medusas son invertebrados del grupo de los celenterados o cnidarias, al igual que las hidras, anémonas y los corales.  El 98% de su composición es agua, carecen de cerebro y de sentidos.    Flotan libremente y se desplazan arrastradas por las corrientes marinas, con algún movimiento de contracción y estiramiento. Las medusas nadan muy lentamente y no pueden ofrecer resistencia cuando son arrastradas a la costa, de donde no pueden escapar. Hay más de mil especies de medusas conocidas, pero solo unas pocas son responsables del 99% de envenenamientos en humanos.

Poseen unos tentáculos con nematocistos, cnidocistos o cápsulas punzantes, repletas de un líquido venenoso urticante que lanzan mediante un filamento al contacto con la piel e inoculan el veneno, aunque también se disparan por cambios de presión o temperatura. Los cnidocistos están compuestos por una cápsula con un filamento al lado que induce la apertura de la célula por simple contacto. La cápsula contiene un filamento enrollado, equipado, a veces, con dientes o garfios que disparan e inyectan el veneno. La potencia de disparo es notable, y puede penetrar hasta 0.9 mm en la piel humana. Contiene uno de los venenos más potentes del reino animal. Los cnidocistos no están controlados por el animal y, se disparan y se regeneran continuamente. El veneno es específico para cada tipo de medusa y, normalmente, está formado por polipéptidos tóxicos y antígenos, así como, enzimas de alto peso molecular. Las medusas utilizan este mecanismo tanto para capturar a sus presas, como para defenderse de sus depredadores. Las presas, al contacto con sus tentáculos son narcotizadas y, posteriormente, transportadas para nutrirse de ellas

La picadura de medusa desencadena una reacción tóxica que puede ser localizada, sistémica o ambas. Ocasionan dolor, eritema, edema, ampollas, hemorragia y necrosis, y en ocasiones manifestaciones generales por neurotoxinas como náuseas, vómitos, espasmos musculares, disnea, agitación, cefaleas, taquicardia y colapso. Es importante que el equipo sanitario esté familiarizado con esta patología tan frecuente en las costas españolas.

La gravedad de la picadura depende de la especie de medusa. Incluso muertas y fuera del agua las células urticantes continúan activas durante unas 24 horas y pueden causar lesiones dermatológicas.

En las costas españolas pueden encontrarse cuatro tipos de medusas: Pelagia Noctiluca, Chrysaora Hysoscella, Rhizostoma Pulma y Cotylorhiza Tuberculata. Esta última, es conocida comúnmente como huevo frito y apenas causa problemas. Recientemente, también es usual encontrarnos la especie Physalia Physalis, más conocida como Carabela portuguesa.

La mejor manera de evitar las picaduras de medusa son las medidas preventivas que van desde la utilización de crema solar a cubrir el cuerpo con ropa ligera. Evitar las zonas de riesgo, caso de donde rompen las olas, ya que allí se acumulan los restos de medusas. Y no bañarse si así lo sugieren los servicios de playa.

Objetivos:

Conocer la forma más adecuada de actuación ante la picadura de una medusa.

Material y método:

Se ha realizado una revisión bibliográfica de los artículos relacionados con el tema que exponemos, haciendo posteriormente una valoración y análisis de los resultados. Los artículos han sido buscados en bases de datos como, COCHRANE, EXPLORAEVIDENCIA, SCIELO y CUIDEN.

Resultados:

El estudio de Li Li et al. realizado en 435 participantes, nos informa de que la inmersión en agua caliente fue superior a la colocación de bolsas de hielo para lograr un alivio del dolor clínicamente significativo (al menos del 50%) a los diez minutos. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre la inmersión en agua caliente y las bolsas de hielo en los resultados dermatológicos. El tratamiento con vinagre en comparación con agua caliente empeoró el aspecto de la piel .

El estudio de Gali Llacer et al., basado en su propia experiencia y en otros estudios, nos dice que el uso de povidona yodada al 10% es eficaz como antiséptico en el tratamiento de las lesiones producidas por las picaduras de medusa y lo proponen como antiséptico de elección.

Gili et al. nos recomienda aplicar lo antes posible compresas frías durante 10-15 min. También informa de que no hay que lavarse con agua dulce, ya que el cambio osmótico favorecería la activación de más cnidocistos. Tampoco se debe frotar ni rascar la zona, así como, no aplicar compresas calientes, ya el calor favorece la absorción sistémica del veneno. En algún caso, se han eliminado eficazmente los cnidocistos, no visibles a simple vista, con una cinta adhesiva o un esparadrapo.

Todos los estudios consultados coinciden en que lo más adecuado es la prevención, ya sea con cremas solares, el vello corporal, portando ropa fina o alejándonos de las zonas donde rompen las olas.

Balanza Cañete en su estudio analítico de diseño experimental no controlado, antes y después, realizado en los puestos de socorrismo de las playas de La Manga del Mar Menor, término municipal de Cartagena, durante los meses de Junio, Julio y Agosto de 2019, escogió una muestra aleatoria y de conveniencia de personas mayores de edad que acudían en busca de primeros auxilios a los puestos de socorrismo y que, contaban con al menos dos picaduras en diferentes zonas de la superficie corporal. Se tomaron como variables la localización de ambas picaduras, sexo, edad, lugar de origen y el grado de dolor medido con escala EVA (escala visual analógica) formada por una línea horizontal de 10 cm. Esta escala se utilizaba dos veces en cada picadura, una antes de iniciar el tratamiento y, la otra, diez minutos después de finalizar el mismo.

Tras la valoración inicial, se usaron dos tratamientos distintos para cada paciente (uno en cada picadura). Uno de los tratamientos constaba de una solución de amoniaco diluida en agua. El segundo de ellos estaba basado en la aplicación de Cloruro de Etilo en spray, que tiene efecto frío y acción anestésica, manteniendo la aplicación durante diez segundos a unos 30 cm de distancia. Balanza Cañete explica que, el motivo por el cual eligió Cloruro de Etilo, es debido a la gran dificultad de obtener productos fríos en los puestos de salvamento, ya que la mayoría carecen de congeladores o frigoríficos.

El estudio arroja los siguientes resultados: cuarenta y nueve sujetos cumplieron los criterios de inclusión en el estudio, de los cuáles treinta y tres fueron hombres y, los dieciséis restantes mujeres. Cuarenta y siete sujetos tenían nacionalidad española y el resto de otras nacionalidades. Las edades comprendían un intervalo entre los dieciocho y los ochenta y seis años.

Con respecto al dolor, no había diferencias significativas con respecto a ambos sexos.

En los pacientes tratados con Cloruro de Etilo, se apreció que a los diez minutos del tratamiento, la mayoría de ellos aumentaron el nivel de dolor, o se mantuvo con la misma puntuación que en la valoración inicial. Sin embargo, en la mayoría de pacientes (75,5%) tratados con solución de amoniaco diluida en agua,  se experimentó una disminución del nivel de dolor, con respecto a la valoración inicial.

Martínez Ramírez et al. presentan un caso clínico de una mujer de 47 años sin antecedentes de interés, que atienden por dolor y prurito intenso en las zonas donde sufrió picaduras de medusa hace diez días. La paciente fue inicialmente tratada con hielo local y lavado con agua dulce; a lo que, posteriormente, se añadió un antihistamínico oral y analgesia, sin que estas medidas mejoraran los síntomas. Por el contrario, las lesiones fueron empeorando, sobre todo, una situada en el antebrazo, que presentaba una intensa inflamación con una superficie tensa, brillante, enrojecida y caliente (celulitis) y que mejoró con la aplicación de antibioterapia sistémica (Cloxacilina). A los ocho meses de la picadura aún persistía el prurito ocasional con el agua salada y el aumento de temperatura.

Aunque no se sabe con certeza el tipo de medusa que produjo estas picaduras, la paciente identificó la que se conoce como “Carabela portuguesa” entre varias imágenes que se le mostraron.

Martínez Ramírez et al. sospechan que el tratamiento aplicado inicialmente no fue el adecuado. Ellas recomiendan la utilización de suero fisiológico o agua del mar para el lavado, ya que la aplicación de agua dulce favorece la absorción de la toxina. También insisten en retirar los restos de tentáculos que puedan haber quedado adheridos con unas pinzas. Comentan que la aplicación de hielo local puede aliviar los síntomas, pero siempre que se use dentro de una bolsa de plástico, para evitar el contacto con agua dulce en la región afectada. Contraindican frotar la zona afectada con arena o con la toalla. También indican el uso de soluciones tópicas, como el bicarbonato y la lidocaína, ya que parece que evitan la descarga de más toxina por las células de los tentáculos; además, la lidocaína, al ser anestésico, ayudaría a controlar el dolor. Por otra parte, contraindican el uso de vinagre en la zona, ya que, a pesar de recomendarse en alguna publicación, se ha demostrado mediante microfotografía, que la adición de esta sustancia al tentáculo de la Physalia Physalis (Carabela portuguesa) provoca una descarga del nematocisto.

Conclusión:

A pesar de los escasos estudios importantes con respecto a este tema, podemos extraer algunas conclusiones.

Las medusas llegan a nuestras playas debido a fenómenos oceanográficos y climatológicos naturales que no se pueden evitar. Las medusas nunca atacan a las personas y las incidencias se producen por simple contacto con los tentáculos o trozos de éstos. El uso masivo y más continuado de las playas ha hecho que los incidentes con medusas se hayan incrementado en los últimos años, hasta el punto de representar más del 50% de todas las incidencias en las playas según los datos disponibles de la Cruz Roja.

Todos los trabajos consultados anteponen la prevención como mejor tratamiento. Una vez que se ha producido la picadura, en la mayoría de los casos, es suficiente con aplicar frío local (si se aplica hielo, intentar que este no entre en contacto directo con la piel si es de agua dulce, ya que el cambio de osmolaridad favorecería la activación de mas cnidocistos). En un menor número de casos, se precisa la asistencia médica más o menos urgente para la aplicación de otros fármacos.

Es importante instruir a la población en este tipo de accidentes tan frecuentes en nuestras playas en verano, para así asegurar una atención adecuada al afectado hasta que se alivien los síntomas, o hasta que reciba asistencia médica en el caso de que la precise.

También es importante reseñar que hay mucha variabilidad con respecto al tratamiento en este problema de salud, por lo que sería importante unificar criterios y marcar una única pauta de actuación, ya que esto, unido al gran desconocimiento de la población sobre este tema, provoca gran confusión en el personal que atiende al paciente en la primera intervención.

Bibliografía:

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