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Polifarmacia en el Adulto Mayor. Asunto pendiente sin resolver desde la Atención Primaria

neurolépticos o diuréticos, es consecuencia de la disminución (con el envejecimiento) de la actividad de los barorreceptores y a una reducción en el tono venoso periférico. (Valenzuela , 1999)

Los ancianos presentan una menor respuesta al bloqueo o a la estimulación adrenérgica de los receptores beta; sin que al parecer el número de receptores varíe como consecuencia de la edad. La depleción de dopamina en los centros extrapiramidales del cerebro incrementan el riesgo de padecer alteraciones del movimiento (temblores, rigidez, temblor, acatisia y reacciones distónicas agudas) secundarias al tratamiento con antipsicóticos. Estas variaciones en la farmacodinamia de algunos medicamentos (antihipertensivos, ansiolíticos e hipnóticos, agentes anticolinérgicos, analgésicos narcóticos, etc.); pueden tener como consecuencia que, para unos mismos niveles plasmáticos, aparezca un diferente efecto farmacológico en ancianos que en sujetos más jóvenes. De todas formas, parece que los factores individuales de cada paciente pueden ser mejores predictores de la respuesta a los medicamentos, que tener en cuenta tan sólo la edad del sujeto. (Valenzuela , 1999)

Los ancianos presentan un riesgo especial de desarrollar efectos adversos a los medicamentos. La frecuencia de reacciones adversas entre los ancianos es de 2 a 7 veces mayor que en la población menor de 60 años; esto es debido en parte al hecho de que lo ancianos consumen más fármacos, y durante períodos más prolongados de tiempo, que los más jóvenes. A esto se añade que los ancianos son más sensibles a los efectos perjudiciales de ciertos fármacos, como consecuencia de las alteraciones farmacodinámicas y farmacocinéticas, y a la disminución de la capacidad de reserva y la reducción de los mecanismos homeostáticos, descritas con anterioridad. De los anteriores factores, la polimedicación (recibir tratamiento con múltiples fármacos) ha sido la más frecuentemente implicada. (Jiménez, 2006)

Existe una estrecha relación entre la asociación y simultaneidad de enfermedades crónicas en el anciano y el consumo elevado de fármacos. (Pedrera Zamorano, Luz Canal , Postigo Mota, Sánchez Belda, & Durán Gómez, 2010) Es importante considerar, que múltiples son los factores que pueden llevarle a consumir varios medicamentos concomitantes, por lo que será necesario evaluar aspectos como, la capacidad funcional, el estado físico, el nivel de salud percibido, el sexo y el nivel socioeconómico y cultural. Se espera que para los años venideros, existan en el mundo alrededor de 630 millones de personas mayores de 60 años de edad. En los países desarrollados, más del 20 % de la población será de la tercera edad, como consecuencia de un aumento de la esperanza de vida y la disminución de la natalidad. (Pedrera Zamorano, Luz Canal , Postigo Mota, Sánchez Belda, & Durán Gómez, 2010) Cuba no está ajena a estas condiciones y muestra tasas que tienden cada vez más a igualarse a la de estos países en este sentido; en una era en que las Naciones Unidas la ha denominado como «era del envejecimiento mundial». Nuestro país ha dedicado y dedica recursos y esfuerzos encaminados a tratar de hacerle la vida lo más agradable posible a los ancianos, que por su avanzada edad comienza a tornársele más «difícil», para ello ha creado programas tanto desde el punto de vista estatal como en colaboración con la familia para brindarles una atención especial. (Martínez Querol, Pérez Martínez, Carballo Pérez, & Larrondo Viera, 2005)

Los problemas terapéuticos relacionados con los medicamentos en los ancianos son numerosos y en ocasiones de naturaleza complicada. Éstos tienden a agruparse de forma general en 3 grandes grupos:

– Paciente.

– Prescriptor.

– Medicamentos. (Debesa García & Cué Brugueras, 2009)

En algunos países la población geriátrica llega a ser mayor del 12% y más del 25% de las medicaciones están prescritas en este grupo de edad. Cuando se formula a un anciano el médico debe tener presente, entre otros, el fin terapéutico, la calidad de vida y los potenciales efectos adversos. Estudios epidemiológicos muestran que la iatrogenia es muy frecuente entre los viejos institucionalizados.

Una de las principales complicaciones es debida al uso de múltiples medicamentos, según los diferentes investigadores puede oscilar entre 4 y 44% de los ancianos hospitalizados, y para la población general puede llegar hasta el 18%, principalmente en instituciones dedicadas a la enseñanza. El estudio colaborativo de Boston evidenció que 1 de cada 1.000 ancianos muere por complicaciones medicamentosas. La calidad de la evaluación médica, junto con la interdisciplinariedad, pero a la vez la coordinación por un único médico tratante, constituyen los factores principales para la prevención de la iatrogenia.

Podría ser desalentador el que algunos estudios llevados a cabo tratando de reducir el número de medicamentos muestran que mientras se hace un seguimiento estrecho y los pacientes hacen parte de las investigaciones el número de drogas disminuye pero una vez concluido, en un período de tres meses, han retornado al número previo de drogas. Gran parte de lo anterior es debido a la costumbre generalizada, por parte de los médicos, de continuar las prescripciones sin indagar sobre sus indicaciones exactas: hasta un 40% de las recetas médicas no son revisadas durante largos períodos de tiempo (principalmente los inductores del sueño y los ansiolíticos); casi 30% de las formulaciones son equivocadas y el 10% innecesarias. (Arango & Opera, 2002)

La polifarmacia, definida como la utilización de múltiples preparados farmacológicos prescritos o no, se ha constituido, junto con el delirio, las demencias, las caídas, la inmovilidad y la incontinencia en uno de los grandes retos a la geriatría de nuestros tiempos. Asimismo la polifarmacia se encuentra dentro de los criterios aceptados categóricamente de fragilidad en los ancianos. (Álvarez, 2001)

Esta polifarmacia incrementa las posibilidades de reacciones adversas a los medicamentos e interacciones medicamentosas en potencia, por lo que los fármacos constituyen la primera fuente de trastornos iatrogénicos en los ancianos, atribuible a que muchas veces se indican a dosis muy elevadas y numéricamente muchos productos, o también a frecuentes errores de los ancianos al tomar los productos, ya sea por trastornos de la memoria, la visión, la