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Educación para la salud y rehabilitación cardíaca tras un infarto agudo de miocardio

Educación para la salud y rehabilitación cardíaca tras un infarto agudo de miocardio

Resumen:

Las enfermedades cardiovasculares constituyen una de las causas más comunes de mortalidad en la actualidad. El infarto agudo de miocardio supone un elevado porcentaje de esos problemas. Una prevención y manejo adecuados de los factores de riesgos, suponen una mejora de la calidad de vida, una disminución de recidivas y del número muertes. Ello es posible gracias a los programas de rehabilitación cardíaca y la educación para la salud.

Rosa María Ruiz García. Graduada en Enfermería.

Laura Rodríguez Álvarez. Diplomada universitaria en enfermería.

Elvira López Sánchez. Diplomada universitaria en enfermería.

Palabras clave: infarto agudo de miocardio, prevención, rehabilitación, educación, factores de riesgo.

Introducción.

Las patologías cardiovasculares son una de las más comunes en la actualidad. Entre ellas destaca el infarto agudo de miocardio, el cual supone una gran morbimortalidad. Gracias a los grandes avances científicos es posible llevar a cabo un manejo adecuado que permite una mayor supervivencia. No obstante, es necesario realizar intervenciones posteriores con el fin de prevenir posibles recidivas. Entre esas intervenciones destacan los programas de educación para la salud y los ejercicios de rehabilitación cardíaca.

Enfermería tiene un papel muy importante, tanto desde atención especializada como desde primaria, llevando a cabo diversas actividades y consultas de revisión.

Rehabilitación física.

Los programas de rehabilitación física consisten en la realización de ejercicios físicos con el fin de aumentar la calidad de vida, mejorar la capacidad vital física del paciente, disminuir la disnea, reducir la isquemia miocárdica, controlar las anginas de esfuerzo, reducir las inflamaciones y disminuir el nivel de ansiedad y estrés. Los programas incluyen una fase supervisada por facultativos, que tiene una duración de 2 a 6 meses, y una fase no supervisada, donde el paciente deberá incorporar, de por vida, una serie de ejercicios a su rutina diaria. Durante la rehabilitación física también se llevará a cabo una correcta educación para la salud tanto para el paciente como para la familia, para poder incorporar un estilo de vida saludable. Además, se evalúa el estado psicológico que posee y se da el apoyo social necesario.

Ergometría.

Antes de comenzar el programa de rehabilitación con ejercicios físicos, es necesario que el médico compruebe el historial clínico del paciente y sus datos antropométricos (peso, talla e índice de masa corporal) y le realice una prueba de esfuerzo o ergometría, donde se compruebe la respuesta cardíaca del paciente a la actividad física, mediante la realización de un electrocardiograma durante la realización de ejercicio con una intensidad controlada. De esta forma se podrá comprobar cuál es la intensidad recomendada para la rehabilitación del paciente, de forma que la frecuencia cardíaca debe ser menor al 75-80% de la máxima, no debe haber riesgo de arritmias y la tensión arterial debe estar controlada. Para calcular la intensidad de los mismos, también se utiliza la escala de esfuerzo autopercibido de  Borg.

Programas supervisados.

Los programas supervisados de rehabilitación cardíaca tienen una duración de entre 2 y 6 meses, y en ellos se realizan una serie de actividades controladas por facultativos.

Antes de comenzar las sesiones es necesario tomar las constantes del paciente para ver si no existen contraindicaciones. Además, es importante averiguar cómo se encuentra el paciente tanto física como psicológicamente, y comprobar si ha llevado a cabo cambios en su vida y si ha experimentado mejoras en su capacidad física.

Las actividades incluidas son una tabla de ejercicios con estiramientos, movimientos articulares y pesas, durante 15-20 minutos; y ejercicio en bicicleta ergométrica o tapiz rodante con una intensidad y duración progresiva hasta conseguir un tiempo de permanencia de una hora. Finalmente, se llevan a cabo ejercicios de relajación muscular.

Durante todo el proceso, se deben evaluar si existen signos y síntomas de complicaciones cardíacas, de forma que, durante las primeras semanas, se realizan electrocardiogramas para ver la respuesta cardíaca al ejercicio. Por otro lado, se realiza una correcta educación para la salud, fomentando y enseñando estilos de vida saludables e instruyendo sobre cómo adaptar la intensidad del ejercicio según su frecuencia cardíaca y otros factores cardíacos y signos, y un apoyo psicológico donde se valore y se intente reducir el nivel de ansiedad, depresión y miedo. Al mismo tiempo, periódicamente, se realizan pruebas complementarias (analíticas, electrocardiogramas, ergometrías).

Programas no supervisados.

Durante las actividades físicas supervisadas, se forma al paciente sobre estilos de vida que debe llevar a cabo y sobre cómo adaptar el ejercicio físico según la frecuencia cardíaca y demás signos y síntomas cardíacos.

Así pues, se debe realizar ejercicio aeróbico, como ir a andar, correr, montar en bicicleta,…, de tres a cinco veces por semanas de 30 a 60 minutos, sin superar el 80% de la capacidad máxima. También se deben incluir ejercicios de resistencias, como levantamiento de pesas, bandas elásticas,…, de 2 a 3 veces por semana, haciendo entre 1 y 3 series de ejercicios, repitiendo cada uno entre 8 y 15 veces. Por otro lado, antes de comenzar, se debe realizar la tabla de ejercicios previa con estiramientos y movimientos articulares, y, al finalizar, una serie de estiramientos y relajación.

Educación para la salud.

Los programas de educación para la salud comprenden una serie de actividades para fomentar hábitos de vida saludables y la prevención de riesgos y recidivas. Se debe comenzar a llevar a cabo desde la estancia hospitalaria, continuando en la rehabilitación cardíaca y en las revisiones en atención primaria, incluyendo tanto al paciente como a la familia.

Entre esas actividades encontramos la eliminación de hábitos tóxicos; la disminución de la obesidad y el control de sobrepeso; el manejo de diabetes, hipertensión, y otras enfermedades relacionadas y la adherencia al tratamiento. Junto a ellas se debe realizar un apoyo psicológico tanto al paciente como a la familia, donde se detecten signos y síntomas de ansiedad, depresión y miedo, y se realicen intervenciones para eliminarlos, dar seguridad, autoestima, autonomía e independencia.

Por otra parte, al comenzar cada sesión es necesario revisar el historial clínico actualizado del paciente para ver su evolución, posibles complicaciones que haya experimentado, y preguntarle sobre cómo se encuentra y sobre los cambios que ha realizado, y realizar test de valoración de la calidad de vida. También es importante medir los signos vitales y realizar un examen físico exploratorio. Asimismo, al finalizar cada sesión es importante registrarlo todo adecuadamente.

Periódicamente, se deben realizar pruebas complementarias, como electrocardiogramas y analíticas.

Eliminación de hábitos tóxicos.

  • Respecto al tabaco, se debe animar al paciente a que deje de fumar. Para ello es importante hacerle ver las consecuencias que tiene el tabaco para la salud, y se debe llevar a cabo un tratamiento adecuado a cada paciente. En la actualidad, existen muchos programas de deshabituación tabáquica, donde es muy común y eficaz el tratamiento con sustitutos de nicotina, con reducción del número cigarrillos progresivamente. No obstantes, otros pacientes prefieren dejar de fumar de forma radical.
  • En relación al alcohol, al igual que ocurre con el tabaco, se debe informar sobre las repercusiones que tiene para su estado de salud, animándolo a que deje de beber de forma progresiva.

Control de la obesidad y el sobrepeso.

La obesidad y el sobrepeso es uno de los grandes factores de riesgo para los problemas cardíacos, por lo que es necesario llevar a cabo diversas intervenciones para prevenirlos o reducirlos.

  • Control del peso: es necesario que el paciente lleve un control de su peso, talla e índice de masa corporal hasta conseguir un peso saludable y mantenerlo.
  • Consejo nutricional: se debe formar al paciente sobre la alimentación que debe llevar a cabo, de forma que cumpla con la pirámide de los alimentos y realice una dieta variada y equilibrada, como la dieta mediterránea.

Manejo de la diabetes

  • Es necesario controlar la enfermedad a través de un tratamiento adecuado con antidiabéticos orales o insulina.
  • Ver el nivel de glucosa en ayunas y antes y después del ejercicio físico.
  • Fomentar una alimentación saludable y equilibrada, con control del peso, la talla e índice de masa corporal, y con realización de ejercicio físico.
  • Realizar revisiones programadas donde se compruebe el nivel de azúcar, tensión arterial, peso y talla, pulsos pedios, sensibilidad de los pies y alteraciones en la piel.

Control de la hipertensión

La hipertensión es uno de los factores de riesgos cardiovasculares más comunes y prevalentes en la actualidad. Es necesario llevar un control adecuado de la misma a través de un tratamiento y un estilo de vida preciso. En cada sesión se debe tomar la tensión arterial para ver si existen anormalidades. Durante las primeras semanas de la enfermedad, es necesario que el paciente realice dos tomas diarias y las apunte en una tabla, para que el facultativo pueda ver la progresión y adaptar así el tratamiento.

Adherencia al tratamiento

Al igual que es importante que los pacientes adquieran unos estilos de vida saludables, es relevante que cumplan con el tratamiento prescrito. Para ello se debe informar sobre la importancia que tiene cumplir con las indicaciones médicas y las alteraciones perjudiciales que pueden producirse si no se lleva a cabo correctamente. Además, puede ser necesario enseñar técnicas para no saltarse ninguna dosis, como los dispensadores de medicamentos.

Bibliografía.

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