muerte de un paciente tratado con profusas sangrías. El fallo absolutorio se dictó el mismo día que el general George Washington moría afectado por una laringotraqueítis aguda y después de haber sufrido 4 sangrías en menos de 12 horas y la pérdida de más de 2300 ml. de sangre (3).
A partir de 1820 se creó en Buenos Aires el Tribunal de Medicina y, más tarde, con la creación de la Facultad de Medicina, la práctica de la sangría fue añadida a esa carrera como una rama especial que persistió como tal hasta la década de 18701.
Al patólogo, fisiólogo y clínico francés Broussais (1772-1838) se le puede considerar el último gran flebotomista, indicándola incluso como panacea para las enfermedades mentales (5). Con él, la sangría alcanzó su cima pero también comenzó su declinación. Según el ánimo que dominaba a Broussais durante sus revistas de pacientes internados, ordenaba la administración de sangrías de forma colectiva a todos los pacientes de un ala del hospital y enemas a los del ala opuesta (3).
Los fracasos obtenidos durante la epidemia de cólera que asoló París en 1832 y en las de fiebre tifoidea en las ciudades británicas, ayudaron al definitivo descrédito de este milenario procedimiento. A su vez, dentro de la medicina surgió un nuevo campo: la estadística (1).
El francés Pierre Charles Alexandre Louis (1787-1872) introducía hacia 1825 lo que llamó “méthode numérique”. Según él “era necesario contar”, era imprescindible llevar la cuantificación a la medicina. Con este método sería posible apreciar el valor de los síntomas, conocer la evolución y duración de las enfermedades, asignarles un grado de gravedad, saber su frecuencia relativa, etc. Para Louis, además, con su método se podría valorar también la eficacia de los tratamientos. Realizó un trabajo para determinar la eficacia de la sangría, que publicó en una serie de artículos en 1828 y que en 1835 reunió en un libro. Creó un movimiento al que llamó Médecine d’observation y examinó muchas historias clínicas. Valoró la eficacia de la sangría en 78 casos de neumonía, 33 de erisipela y 23 de faringitis (6). Comparó los resultados obtenidos con pacientes que tenían la misma patología y que no habían sido sometidos a esta terapia, y comprobó los casos en los que el paciente curaba o en los que fallecía. No encontró diferencia alguna. Su conclusión es que la utilidad de la “moda de la sangría” era más que dudosa. Louis demostró, pues, la ineficacia terapéutica de la sangría en los procesos inflamatorios, recurriendo a la estadística, lo que supuso el golpe definitivo al brusismo, que preconizaba justo lo contrario (6). Sus hallazgos tuvieron gran repercusión en aquella época, tanto en Francia como en Inglaterra y Estados Unidos (7).
M. Hall (1790-1875) en Inglaterra y G, Van Swieten en Viena, fueron otros opositores a las sangrías, mientras Roger en 1885 presentó una comunicación en la Academia de Medicina de París en la que se queja del “injustificado abandono de tan excelente tratamiento” (3).
Más tarde, el francés Louis Pasteur generaba un nuevo impacto en la concepción del proceso de salud y enfermedad. Es el padre la teoría microbiana a partir de su descubrimiento sobre la acción de los microbios responsables de enfermedades infecciosas mortales, como la rabia. En esa misma época, el inglés Robert Koch identificaba y aislaba el bacilo de la tuberculosis, que lleva su nombre.
Lister (1827-1912), difundió sus principios de asepsia, ya que no eran infrecuentes los casos de graves infecciones secundarias a flebotomías. La técnica se fue abandonando a lo largo del siglo XX para quedar limitada a partir de los años 50 al tratamiento de alguna patología aislada, como el edema agudo de pulmón (efecto depletivo) o alguna hemopatía como la hemocromatosis, la poliglobulia y la porfiria cutánea. Sin embargo, la flebotomía fue una práctica que se mantuvo durante 25 siglos y es casi seguro que a lo largo de esta historia haya provocado o acelerado la muerte de innumerables pacientes (1).
El Grupo de trabajo sobre Medicina Basada en la Evidencia (MBE), capitaneado por Sackett, un internista radicado en la Universidad McMaster de Ontario (Canadá), publicó en 1992 en la revista JAMA (268:2420-5), el artículo fundacional de la MBE en el cual, declarándose herederos de la Médecine d´observation de Louis, propusieron un cambio de paradigma para la práctica de la Medicina (7). Los postulados del nuevo paradigma, en resumen, son:
- La experiencia y el instinto clínico (en especial ante el diagnóstico) constituyen una parte decisiva para llegar a ser un médico competente. Pero es preciso ser prudente en la interpretación de la información deducida.
- El estudio y la comprensión de los mecanismos básicos de la enfermedad constituyen guías necesarias pero insuficientes de la práctica clínica y pueden conducir a predicciones imprecisas acerca de los tratamientos.
- Para la resolución de los problemas clínicos, los médicos deben consultar regularmente la literatura original y ser capaces de valorar de una manera crítica las secciones de Métodos y Resultados. Así mismo, los clínicos han de estar dispuestos a aceptar que las enfermedades son multifactoriales y que existe un importante grado de incertidumbre sobre ellas.
Es ésta la prolongadísima historia de un procedimiento médico que encontró asidero en falsas concepciones que fueron aceptadas como axiomas durante muchos siglos, pero que se siguió empleando aun después de que éstas fueron revaluadas. El siglo XX fue escenario de profundas transformaciones, sobre todo desde el punto de vista epidemiológico lo que obligó a un nuevo replanteo de la concepción de la salud y la enfermedad, que se entendió como el resultado de la interacción entre aspectos genéticos, ecológicos y socioculturales.
BIBLIOGRAFÍA
1. Decaro J, Lemos F, Martin Magri. “Historia de la medicina transfusional”. 1ª ed. Montevideo – Uruguay: Ediciones de la Plaza; 2011.
2. Pinto Núñez. “La sangría”. P. Salud Uninorte. Barranquilla (Col.), 16: 5-8, 2002.
3. Manrique J. “La sangría: del mito al logos y del rito a la técnica”. Médicos y Medicina en la Historia 2002; Vol. I (nº 3).
4, Starr D. “Historia de la sangre: leyenda, ciencia o negocio”. Barcelona-España Ed. BSA, 2000: 58-59.
5. Ramos de Viesca MB, Aranda Cruzalta A, Dultzin B, Viesca C. La sangría cono recurso terapéutico en las enfermedades mentales en el México del siglo XIX. Salud Mental 2002; 25(6):53-58.
6. Fresquet J.L. “Pierre Charles Alexandre Louis (1887-1872)” 2007 [Acceso 8 de Noviembre de 2012] Disponible en: http://www.historiadelamedicina.org/louis.html
7. García Alonso F. MBE: un cambio de paradigma en la práctica de la medicina. 2008. [Acceso 11 de Noviembre de 2012]. Disponible en:
http://atencionprimaria.wordpress.com/2008/09/24/mbe-un-cambio-de-paradigma-en-la-practica-de-la-medicina-2