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Síndrome alcohólico fetal

Síndrome alcohólico fetal

Numerosas sustancias, tanto farmacológicas como medioambientales, pueden provocar alteraciones en la correcta evolución de un embarazo. Una de estas sustancias es el alcohol, el cual se ha demostrado que tiene numerosos efectos negativos sobre el feto, pudiendo llegar a afectar a su desarrollo y dando lugar a lo que conocemos como síndrome alcohólico fetal. Se ha llevado a cabo un análisis de las principales consecuencias del consumo alcohólico en el embarazo, valorando su prevalencia en nuestra sociedad y su impacto directo a nivel sanitario.

AUTORAS

Leyre Nagore González: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).

Lucía Monzón Muñoz: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).

Nieves Pina Fuertes: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).

Patricia Marcos De Marco: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).

Yaiza Nagore González: Graduada en Enfermería.

RESUMEN

En este artículo se ha hecho una revisión de buena parte de la literatura científica, utilizando como bases de datos principalmente Medline plus, Cochrane plus, Scielo y PubMed

PALABRAS CLAVE / KEY WORDS

– Alcohol, alcoholismo, embarazo, teratógeno, feto, síndrome alcohólico fetal.

CONSUMO ALCOHÓLICO

En nuestra sociedad actual, el alcoholismo es un problema real y patente. Las consecuencias de este consumo alcohólico crónico a nivel sanitario son numerosas y bien conocidas, no obstante, en el embarazo debemos añadir los riesgos adicionales que esta práctica puede suponer para el feto.  Cuando una mujer embarazada toma alcohol, éste atraviesa fácilmente la placenta y actúa sobre el feto, alterando su correcto desarrollo y dando lugar en ocasiones a daños irreparables, ocasionando lo que se conoce como síndrome alcohólico fetal.

En nuestro país, analizando estadísticas actuales manejadas por la revista española de pediatría, se puede comprobar  que el alcohol es una bebida cada vez de mayor consumo y con inicio precoz, concretamente entre los 13 y 14 años, siendo su distribución equitativa entre hombres y mujeres. Esta peculiaridad unida al aumento de embarazos entre los adolescentes, motiva que actualmente se aprecie un aumento de frecuencia del síndrome alcohólico fetal, tanto a esta edad como en madres de edad avanzada.

Por otro lado, no se ha demostrado que un consumo de alcohol menor durante el embarazo conlleve un riesgo 0 para el feto, es decir, no existe un nivel de consumo alcohólico a lo largo del embarazo que se pueda considerar seguro. No obstante, sí que existen indicios de que un mayor consumo alcohólico conlleve un mayor riesgo de alteración del desarrollo y de daño fetal.

Es por ello que, lejos de tratarse de una situación extraña, el consumo alcohólico durante el embarazo supone una realidad muy presente que lejos de desaparecer, aumenta con el inicio precoz de consumo a edades tempranas, aunque se trate de un consumo menor.

SÍNDROME ALCOHÓLICO FETAL

El síndrome alcohólico fetal (SAF) es un patrón de defectos físicos, mentales y del comportamiento que se observan en los recién nacidos cuyas madres han consumo alcohol durante el embarazo. Es importante tener en cuenta que los efectos de este consumo no son los mismos en todas las etapas del embarazo. De esta forma, este tipo de defectos tienen lugar en el primer trimestre del embarazo, cuando el feto es más susceptible a los efectos teratógenos del alcohol.

Estos defectos han sido observados y descritos en numerosos estudios, siendo los más destacables:

  • Deficiencia en el crecimiento prenatal o postnatal, es decir, un peso y talla por debajo del percentil 10 correspondiente a la edad gestacional.
  • Afectación del Sistema Nervioso Central, dando lugar a anormalidades neurológicas, afectación de estructuras cerebrales, retraso del desarrollo psicomotor, etc.
  • Un patrón de anomalías faciales que incluye: Microcefalia, fisuras palpebrales cortas (ojos rasgados), aplanamiento facial en el tercio medio, hipoplasia mandibular y un escaso desarrollo del surco nasogeniano.

A pesar de que existe un consenso de acuerdo a estos criterios para poder llevar a cabo un diagnóstico, en la práctica se trata de un proceso mucho más complicado. Las anormalidades faciales anteriormente enumeradas cambian con la edad y en relación con los grupos étnicos de los padres. Un ejemplo claro es que entre niños afroamericanos este síndrome ha sido erróneamente diagnosticado en algunos casos. Además, en algunos casos no se cumplen todos los criterios o los defectos derivados del consumo alcohólico varían, pudiendo presentarse casos en los que se sospeche pero no se pueda confirmar la presencia de un síndrome alcohólico fetal.

Por otro lado, aunque el recién nacido no presente alteraciones del crecimiento o anomalías faciales, el consumo de alcohol materno lo predispone a padecer en un futuro alteraciones de la atención como hiperactividad, deficiencia del sistema motor fino y torpeza, así como posibles alteraciones del lenguaje.

Por todo ello se ha intentado llevar a cabo una clasificación del síndrome alcohólico fetal (SAF) que englobe todas estas posibles variaciones, dando lugar a 5 categorías:

  • síndrome alcohólico fetal (SAF) con consumo materno de alcohol confirmado.
  • síndrome alcohólico fetal (SAF) sin consumo materno de alcohol confirmado.
  • síndrome alcohólico fetal (SAF) parcial, con consumo parcial de alcohol confirmado.
  • desórdenes neonatales causados por el alcohol.
  • desórdenes del desarrollo neurológico causados por el alcohol.

La importancia de este síndrome a nivel global, como ya indicábamos anteriormente, es realmente alarmante. En EEUU y Europa ha llegado a constituir en 2003 la tercera causa más frecuente de retraso mental, por detrás únicamente del Síndrome de Down y de ciertos defectos del tubo neural. Además, también se trata de la forma más prevenible, por lo que la importancia en su prevención y detección precoz es todavía mayor.

FISIOPATOLOGÍA

Una vez explicado lo que es el Síndrome Alcohólico Fetal y entendido la importancia que tiene en nuestra sociedad actual, es importante conocer los procesos que dan lugar a este síndrome.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que tanto el alcohol como su producto metabólico el acetaldehído, pueden atravesar sin problemas la unidad feto placentaria debido a sus características de solubilidad. Así, el líquido amniótico se convierte en un reservorio de estas sustancias, y al carecer el feto de las enzimas necesarias para su eliminación, su exposición es mucho más prolongada en el tiempo.

Es importante tener en cuenta que el alcohol no daña únicamente al feto, sino que también puede dañar la placenta, impidiendo que ésta pueda llevar a cabo las funciones de nutrición en el feto y dando lugar al ya mencionado anteriormente retraso del crecimiento, una característica muy común en los niños con síndrome alcohólico fetal (SAF).

A nivel fetal el alcohol impide el transporte de sustancias esenciales, dando lugar a una deprivación de aminoácidos esenciales e impidiendo que el feto pueda sintetizar proteínas necesarias para su desarrollo. También supone un factor de daño para el RNA y DNA celulares, constituyendo de esta forma un teratógeno no específico que afecta a los procesos de desarrollo común para la mayoría de tipos celulares.

Otros efectos metabólicos del alcohol incluyen: hipotermia, deshidratación, hipoxia fetal, acidosis y alteraciones a nivel endocrino. Además, el alcohol también tiene efectos tóxicos directos que conllevan alteraciones en el citoesqueleto celular y en los componentes de la matriz extracelular.

Si nos centramos en la afectación a nivel del Sistema Nervioso Central en los niños con síndrome alcohólico fetal (SAF), la célula más afectada por el alcohol es la célula glial, lo que explica la frecuencia de alteraciones del neurodesarrollo en estos recién nacidos e incluso en el sistema inmune, ya que éste responde a mecanismos de feedback del sistema nervioso central (SNC).

Por último, existen algunas publicaciones que sugieren daños a nivel hepático en los SAF. Se han detectado alteraciones hepáticas similares a la enfermedad hepática, justificada por lo que podría ser un daño a nivel teratógeno que alteraría la estructura hepática.

CONCLUSIONES

El Síndrome Alcohólico Fetal supone un problema sanitario importante, además, es prevenible por lo que debemos promover y difundir información a las embarazadas acerca de él y aumentar nuestro compromiso como profesionales sanitarios.

Adquiere especial importancia la consulta preconcepcional, siendo ésta el momento idóneo para detectar problemas alcohólicos en la futura madre y poder de este modo aconsejar adecuadamente. Como profesionales sanitarios es nuestro deber utilizar todos los recursos de los que disponemos para evitar futuras complicaciones en el embarazo, y por ello  nos corresponde informar acerca de los peligros que conlleva el consumo de alcohol y orientar adecuadamente con grupos de apoyo cuando sea necesario. Debemos tener en cuenta que no existe una cantidad de alcohol segura en el embarazo, por lo que la mejor forma de prevención del síndrome alcohólico fetal (SAF) es la abstinencia.

BIBLIOGRAFÍA

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