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Manual de estrategias para el aumento de la receptividad entre docentes y estudiantes con síndrome de Asperger

primeros años de la vida y la relación social de un individuo con Síndrome de Asperger sean realmente tortuosos al no contar con un diagnóstico exacto sobre su situación, lo cual es de mucha ayuda cuando se practica a temprana edad

Sin embargo, según los criterios de Padrón (2006), el Síndrome de Asperger es una condición de múltiples complejidades debido a que muchos de sus síntomas son equiparados con los del autismo. Se halla incluido dentro de los “Trastornos del Espectro Autista” (TEA), siendo que se distinguen el Autismo Clásico, el Síndrome de Asperger y el Trastorno Generalizado del Desarrollo. La evolución de un individuo con Síndrome de Asperger es susceptible a constantes metamorfosis en lo atinente a sus características genéricas, ya que, como es sabido, la personalidad de cualquier individuo es cambiante con el curso de los años.

 Por ejemplo, puede que en su niñez al individuo le interesen solamente objetos tangibles, evolucionando luego esto a todas las fuentes de donde pueda obtener información sobre ellos o sobre otra área que atrape su interés. Y estos intereses puede que a veces copen toda una conversación que pueda tenerse con estos individuos, llegando a parecer a sus interlocutores algo extraño o incluso “excéntrico”.

 Por otra parte, su desenvolvimiento en el ámbito educativo puede ser un tanto tormentoso, ya que en ciertas ocasiones los individuos con asperger parecen mostrar aversión a los trabajos en equipo, no ocurriendo esto cuando el trabajo es dirigido por ellos. El autor toma como ejemplo a un niño con Asperger llamado Javier al que, en su primer día de clases, le costó trabajar en grupo, generando la indignación de sus demás compañeros quienes adujeron que Javier no hacía nada y que era imponente, acto seguido Javier les abandonaba y divagaba por el aula de clases.

 Siguiendo el mismo orden, la relación interpersonal con compañeros de clase es un tanto tormentosa debido a que la mayor parte del tiempo estos individuos son excluidos de ciertas actividades (Como por ejemplo los juegos de ocio) que implican facultades sociales que en ellos presentan dificultades. Sin embargo, la aplicación de estrategias para la integración con sus compañeros es determinante en su buena evolución.

 Es el ámbito de la comunicación el más afectado, debido a que el ser humano para todo necesita comunicarse. Sin embargo, en los individuos con Síndrome de Asperger se observa un lenguaje comunicativo “pedante” y algunas veces un tanto “formal”. El autor ejemplifica con un niño amante de la música clásica que, en un concierto, al no escuchar bien una pieza pide a su madre que cambien de lugar de esta forma: “Madre, no percibo bien el tono melódico del órgano y el sonido de violín se pierde en el fondo de la iglesia”. Por expresiones como esta, un individuo con Asperger puede ser considerado como “imprudente” o a veces “maleducado”.

De vertiginosa importancia es el trabajo de Attwood (2007), quien defiende que el Síndrome de Asperger se caracteriza por signos como son: dificultades de las relaciones sociales, torpeza motora, alteraciones de la prosodia que afectan el volumen, timbre y la entonación de la voz, haciendo incluso parecer al individuo como un extranjero en su propio país e interés excesivo por un tema particular. Sin embargo, la ruta a seguir para el diagnóstico final del Síndrome de Asperger puede estar plagada de otras diagnosis diferentes a la esperada, pudiendo ser presumibles, autismo, trastorno de Déficit de atención, Trastorno de Hiperactividad, trastorno de ansiedad o inclusive retraso intelectual.

A pesar de todo esto, la variabilidad de estos diagnósticos es muy compleja, ya que, entre otras cosas, puede ser que un niño presente retrasos en el habla o retardo intelectual a temprana edad pero con el paso del tiempo su coeficiente se ubica en niveles normales o superiores. Además, debe tomarse en cuenta que la edad de diagnóstico oscila entre los 8 y los 11 años, pudiendo extenderse incluso hasta la adolescencia y hasta la misma edad adulta.

En otro orden de ideas, la escolaridad resulta un factor determinante en el individuo, ya que, en su mayoría, al preguntársele a un individuo diagnosticado con Síndrome de Asperger cuándo notó que era diferente a sus contemporáneos, este responde que dicha disparidad se vio marcada durante su etapa escolar, sobre todo en el ámbito de las relaciones sociales donde a la mayoría de los individuos con este síndrome les es un tanto difícil entender el lenguaje utilizado por su entorno así como de utilizarlo él mismo o ella misma para entablar conversaciones amenas. Sin embargo, el lenguaje es un factor variable en los individuos con síndrome de Asperger ya que, por ejemplo, pueden presentar en su infancia temprana retrasos, que evolucionan satisfactoriamente con el paso de los años a un lenguaje oral y escrito óptimo.

 Para el mismo autor (2011) la inserción de los niños con Síndrome de Asperger en el sistema escolar debe basarse en una estrecha comunicación entre el equipo docente y los familiares del individuo. Es imprescindible que los primeros (Docentes) tengan conocimientos sólidos, de manera que no se confunda con otros trastornos y/o condiciones, para lo cual se puede contar con la ayuda de estrategias prediseñadas por especialistas en el área de psicología, siendo de gran aporte la ayuda prestada por los segundos (Familia del individuo), aunque la experiencia previa no siempre es determinante en el manejo del proceso educativo y de las relaciones con un niño con síndrome de Asperger, debido a que cada caso es diferente.

Lo ideal es que el niño con Síndrome de Asperger sea incluido dentro del sistema educativo convencional y no deba recurrirse a su envío a centros especiales de educación que no contarán con los recursos necesarios para atender sus necesidades. La educación a domicilio es otro medio muy utilizado por padres de familia cuyos hijos poseen Síndrome de Asperger, pero esta debe ejecutarse de la mano de docentes calificados y de manera que no contribuya al aislamiento del individuo de sus contemporáneos. Además, es de suma importancia que se le de toda la ayuda posible al individuo con Síndrome de Asperger en el desarrollo de relaciones afectivas satisfactorias con sus compañeros.

En otro orden de ideas, es importante la adecuación del ambiente de estudio para que el individuo se sienta cómodo en él. Las aulas muy grandes son propensas a los ruidos altos y, por ende, no son las más recomendables para estos casos. Si ocurren cambios de colegio, lo ideal es que se informe a los nuevos docentes sobre la situación del individuo y que, con antelación, se le permita conocer la geografía del que será su nuevo centro de estudios. Es importante resaltar que, a lo largo de la evolución del proceso educativo, estas estrategias deben ser comunicadas entre los docentes de los diferentes cursos que desarrollará