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Síndrome de Catabolismo Persistente post UCI: Implicaciones Clínicas y Estrategias de Manejo

Síndrome de Catabolismo Persistente post UCI: Implicaciones Clínicas y Estrategias de Manejo

Autor principal: César Camargo Cárdenas

Vol. XX; nº 05; 173

Persistent Catabolism Syndrome Post-ICU: Clinical Implications and Management Strategies

Fecha de recepción: 26/01/2025

Fecha de aceptación: 04/03/2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 05 Primera quincena de Marzo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 05; 173

Autores:

Dr. César Camargo Cárdenas

Médico Internista, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0002-3261-6312

Código Medico: MED 10767

Dr. José Guillermo Calle Rodríguez

Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0000-0002-7186-5277

Código Medico MED 13252

Dra. Giuliana Calderón Morales

Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0007-5562-1057

Código Medico MED 18578

Dr. César Miranda Cárdenas

Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0002-0169-5644

Código Medico MED 16614

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes

Resumen

El síndrome de catabolismo persistente representa una complicación prevalente e importante que a menudo surge después de estadías prolongadas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI); este síndrome se caracteriza profundamente por una tríada de inflamación crónica, inmunosupresión pronunciada y catabolismo excesivo, que en conjunto culminan en afecciones graves como la sarcopenia, la desnutrición y una mayor susceptibilidad a las infecciones recurrentes. El diagnóstico preciso de este síndrome multifacético requiere la integración y la aplicación de una variedad de marcadores bioquímicos, evaluaciones funcionales exhaustivas y estudios de imagen avanzados, lo que permite una clara diferenciación de otros trastornos que pueden manifestarse después de la UCI. Las implicaciones de este síndrome son de gran alcance, ya que afecta negativamente a la calidad de vida general de las personas, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas e impone una carga considerable a los sistemas de salud, principalmente debido a la necesidad de períodos prolongados de rehabilitación y a la frecuente necesidad de reingresos hospitalarios posteriores.

Para abordar eficazmente los desafíos que plantea el síndrome de catabolismo persistente, los regímenes de tratamiento deben ser integrales y multifacéticos, e incorporar no solo estrategias nutricionales optimizadas, sino también una rehabilitación física rigurosa, terapias farmacológicas específicas y un apoyo psicológico esencial para brindar una atención integral a las personas afectadas. A pesar de los avances que se han logrado en la comprensión y el tratamiento de este síndrome, sigue existiendo una necesidad apremiante de seguir investigando para desarrollar estrategias terapéuticas específicas y específicas que puedan garantizar un enfoque de recuperación más eficaz y multidisciplinario. La investigación en curso sobre los mecanismos subyacentes de este sindrome es crucial, ya que, en última instancia, allanará el camino para mejorar los protocolos de recuperación que podrían mejorar significativamente los resultados de los pacientes y reducir las complicaciones a largo plazo asociadas a esta afección debilitante. Gracias a estas iniciativas, la comunidad médica puede aspirar a mitigar los efectos adversos del síndrome de catabolismo persistente y promover una vía de recuperación más sólida y sostenible para las personas que han pasado por estancias prolongadas en la UCI, mejorando así su calidad de vida y minimizando la presión sobre los recursos sanitarios.

Palabras Clave: Síndrome de Catabolismo Persistente , Inflamación Persistente, Inmunosupresión, Sarcopenia, Desnutrición Proteica-Calórica, Rehabilitación Multidisciplinaria

Abstract:

Persistent catabolism syndrome denotes a prevalent and significant complication that frequently manifests following protracted admissions in Intensive Care Units (ICU); this syndrome is profoundly delineated by a triad of chronic inflammation, marked immunosuppression, and excessive catabolism, which collectively culminate in severe conditions such as sarcopenia, malnutrition, and heightened vulnerability to recurrent infections. The precise diagnosis of this intricate syndrome necessitates the amalgamation and utilization of a diverse array of biochemical markers, thorough functional assessments, and sophisticated imaging studies, facilitating a clear distinction from other disorders that may emerge post-ICU. The ramifications of this syndrome are extensive, as it detrimentally influences individuals’ overall quality of life, substantially elevates the risk of developing chronic diseases, and imposes a considerable strain on healthcare systems, primarily due to the requirement for prolonged periods of rehabilitation and the frequent necessity for subsequent hospital readmissions.

To effectively confront the challenges posed by persistent catabolism syndrome, treatment protocols must be exhaustive and multifaceted, incorporating not only optimized nutritional methodologies but also rigorous physical rehabilitation, targeted pharmacological interventions, and essential psychological support to provide holistic care to affected individuals. Notwithstanding the advancements that have been achieved in comprehending and managing this syndrome, a compelling need persists for further inquiry to devise specific and precise therapeutic strategies that can ensure a more efficacious and multidisciplinary approach to recovery. The continuous examination of the underlying mechanisms of this syndrome is vital, as it will ultimately pave the way for the creation of improved recovery protocols that could greatly enhance patient outcomes and lessen the long-term complications tied to this debilitating condition.Through these initiatives, the medical community is positioned to address the adverse implications of lasting catabolism syndrome and facilitate a more vigorous and sustainable recovery pathway for individuals who have experienced extensive ICU admissions, thereby enhancing their quality of life and mitigating the burden on healthcare resources.

Keywords: Persistent Catabolism Syndrome, Chronic Inflammation, Immunosuppression, Sarcopenia, Protein-Calorie Malnutrition, Multidisciplinary Rehabilitation

Introducción

El síndrome de emaciación catabólica persistente que con frecuencia sigue a un período prolongado de hospitalización en la unidad de cuidados intensivos (UCI) se reconoce clínicamente como síndrome de inflamación, inmunosupresión y catabolismo persistente, abreviado como síndrome de catabolismo persistente. Esta entidad médica en particular se entiende cada vez más como una manifestación crónica que se desarrolla después de una enfermedad grave, a menudo precipitada por una serie de eventos de salud graves, como lesiones traumáticas de gravedad significativa, infecciones potencialmente mortales, incluida la sepsis, o la duración prolongada de la atención de los pacientes en un entorno de UCI. El sello distintivo de este síndrome es un ciclo que se refuerza a sí mismo caracterizado por una disfunción en múltiples sistemas orgánicos, procesos inflamatorios continuos, una notable supresión de la respuesta inmunitaria y un estado catabólico agresivo que, en conjunto, contribuyen a su presentación clínica. En consecuencia, las personas que padecen esta afección pueden experimentar pérdidas profundas de masa muscular, un fenómeno conocido como sarcopenia, junto con un espectro de alteraciones metabólicas y una mayor susceptibilidad a las infecciones recurrentes, como destacan en la literatura (1,2).

A pesar de la ausencia de un conjunto de criterios diagnósticos universalmente aceptados para la identificación del síndrome de catabolismo persistente, existe un consenso con respecto a varios elementos comunes que suelen caracterizar este síndrome. Estos elementos incluyen predominantemente la inflamación crónica, los estados persistentes de inmunosupresión y los períodos prolongados de catabolismo, que pueden discernirse a través de varios indicadores clínicos, que incluyen, entre otros, una notable reducción de peso, deficiencias en la nutrición y la frecuente aparición de infecciones adquiridas durante la hospitalización (3). Las implicaciones de este síndrome para la recuperación funcional son profundamente significativas, lo que resulta en una marcada debilidad muscular que complica los esfuerzos de rehabilitación y prolonga la duración de la recuperación más allá de lo que normalmente se espera (4).

Además, las ramificaciones del síndrome de catabolismo persistente van mucho más allá de las meras deficiencias físicas asociadas al síndrome, ya que se ha demostrado que tienen un profundo impacto en la calidad de vida a largo plazo de las personas afectadas y, por lo tanto, aumentan su riesgo de mortalidad. Las personas que padecen síndrome de catabolismo persistente suelen sufrir un deterioro que abarca los ámbitos físico, cognitivo y emocional, y estas afecciones adversas suelen persistir mucho después de que el paciente haya sido dado de alta del hospital, lo que afecta negativamente a su bienestar general, como documentan (5). Este estado prolongado de inmunosupresión y catabolismo no solo agrava el riesgo de complicaciones crónicas, sino que también aumenta la probabilidad de sufrir infecciones recurrentes y una infinidad de otros problemas médicos relacionados (2,3).

Para abordar de manera efectiva los desafíos que plantea el síndrome de catabolismo persistente, es imprescindible una estrategia de tratamiento integral e individualizada, que integre las intervenciones de apoyo nutricional, los enfoques terapéuticos destinados a modular la respuesta inflamatoria y las metodologías diseñadas para mitigar los procesos catabólicos en juego. Si bien la evidencia preliminar sugiere que estos enfoques multifacéticos pueden producir resultados terapéuticos prometedores, sigue siendo esencial que la comunidad científica emprenda más esfuerzos de investigación destinados al desarrollo de intervenciones específicas y efectivas que puedan abordar mejor las complejidades de este síndrome (1,4).

El objetivo de esta revisión es ofrecer un análisis exhaustivo sobre el síndrome de catabolismo persistente conceptos importantes, fisiopatologia, manifestaciones clinicas, diagnostico e implicaciones clinicas, estrategias de manejo y desafios a futuro en este campo de estudio.

Metodología:

Este documento presenta un análisis bibliográfico descriptivo basado en una selección de 37 investigaciones que cumplen con los criterios de inclusión establecidos. Los estudios seleccionados, publicados en su mayoria entre 2015 y 2025 a excepción de algunos que se consideraron de gran valor para la realización del análisis, están escritos en inglés o español. La recopilación de estos trabajos se realizó a través de varias plataformas digitales, incluyendo Elsevier, PubMed y Google Scholar, e incluye artículos de revistas académicas, metaanálisis y revisiones sistemáticas. Para la búsqueda, se emplearon términos clave específicos como: Síndrome de Catabolismo Persistente , Inflamación Persistente, Inmunosupresión, Sarcopenia, Desnutrición Proteica-Calórica, Rehabilitación Multidisciplinaria

Fisiopatología del Síndrome de catabolismo persistente post UCI:

El síndrome de desequilibrio catabólico persistente, que a menudo se manifiesta después de un período prolongado de hospitalización en la UCI, puede caracterizarse como un estado patológico multifacético que significa una descompensación significativa entre los procesos anabólicos responsables de la construcción de los tejidos corporales y los procesos catabólicos que conducen a su degradación. Este complejo trastorno se precipita predominantemente por una confluencia de factores, a saber, respuestas inflamatorias prolongadas, una marcada supresión de la funcionalidad del sistema inmunitario y varios trastornos metabólicos que, en conjunto, agravan la afección. La progresión fisiopatológica del síndrome de catabolismo persistente está estrechamente relacionada con la presencia de una inflamación crónica de bajo grado junto con la secreción persistente de citocinas proinflamatorias, que perpetúan un ciclo perjudicial caracterizado por una mayor degradación muscular y una mayor actividad proteolítica, lo que en última instancia conduce al desarrollo de afecciones como la sarcopenia y la caquexia (6,7).

Una aberración metabólica crítica observada en el contexto del síndrome de catabolismo persistente es la resistencia a la insulina, un fenómeno que no solo interrumpe los procesos normales del metabolismo de los carbohidratos, sino que también sirve para exacerbar la degradación continua de los tejidos corporales. Además, se han identificado otras irregularidades metabólicas, en particular las relacionadas con el metabolismo de los lípidos y del tejido óseo; estas incluyen la aparición de lipoproteínas de alta densidad que muestran una funcionalidad alterada, así como la desregulación de la eritropoyesis (8). Dentro de esta compleja interacción, el sistema inmunitario asume un papel fundamental, dado que su supresión se traduce en una mayor susceptibilidad a las infecciones recurrentes, mientras que el estado continuo de inflamación crónica sirve para afianzar aún más la condición catabólica que caracteriza al síndrome de catabolismo persistente (6).

Se han identificado varios factores que contribuyen a la aparición del síndrome de catabolismo persistente, ya que la estancia prolongada en la UCI se correlaciona con peores resultados clínicos, junto con la administración de ciertos agentes farmacológicos, como los corticosteroides o los bloqueadores neuromusculares, que sirven para intensificar los procesos de degradación inherentes al cuerpo. Además, se ha demostrado que la presencia de un estado nutricional inadecuado antes de la hospitalización predispone a las personas a manifestaciones más graves de este síndrome debilitante (9).

Las implicaciones del síndrome de catabolismo persistente se sienten profundamente entre los supervivientes de las experiencias en la UCI, y hay pruebas estadísticas que indican que más del 70% de estas personas padecen algún tipo de síndrome postUCI, que abarca una serie de desafíos de naturaleza física, cognitiva y psicológica (5). A pesar de los avances que se han logrado en el reconocimiento y la comprensión de esta compleja afección clínica, las opciones terapéuticas disponibles actualmente siguen siendo lamentablemente limitadas en cuanto a su eficacia. Las presentes intervenciones terapéuticas giran principalmente en torno a la prestación de apoyo nutricional y la investigación de terapias anticatabólicas, que pueden incluir la administración de testosterona o del factor de crecimiento similar a la insulina 1 (IGF-1), con el objetivo general de mitigar la degradación excesiva de los tejidos corporales (1,10).

Es de suma importancia comprender en profundidad los mecanismos subyacentes que caracterizan al síndrome de catabolismo persistente, ya que facilitará la formulación de estrategias terapéuticas específicas diseñadas para mejorar los resultados de salud a largo plazo de las personas que han superado con éxito los desafíos de sobrevivir a una estancia en la UCI (1,10).

Manifestaciones Clínicas:

El síndrome de catabolismo persistente, que se observa con frecuencia después de una estancia prolongada en la unidad de cuidados intensivos (UCI), se caracteriza por una serie de manifestaciones clínicas que afectan significativamente a varios sistemas corporales, que abarcan los ámbitos muscular, metabólico, sistémico y psicológico. Entre la miríada de complicaciones que surgen como consecuencia de este síndrome, las disfunciones relacionadas con los músculos y los deterioros funcionales son los problemas más importantes, entre los que destacan la sarcopenia y la debilidad muscular. La sarcopenia se define clínicamente como una disminución progresiva tanto de la masa como de la función muscular, y es un determinante fundamental que influye en los resultados adversos en los pacientes gravemente enfermos, y hay pruebas que sugieren que eleva considerablemente las tasas de mortalidad y la incidencia de discapacidades a largo plazo en esta población vulnerable(11).

En cuanto a las disfunciones metabólicas, el síndrome de catabolismo persistente está estrechamente relacionado con casos recurrentes de hipoglucemia, junto con deficiencias notables en el estado nutricional, especialmente en lo que respecta a la ingesta de proteínas y energía calórica. Estos desequilibrios nutricionales se derivan de un estado catabólico prolongado, agravado por disfunciones metabólicas que persisten, lo que lleva a un mayor deterioro de la masa muscular y la funcionalidad general, incluso después de que el paciente haya sido dado de alta del entorno hospitalario(12). Desde una perspectiva sistémica más amplia, este síndrome se asocia con alteraciones profundas en el sistema inmunitario, que abarcan fenómenos como la inmunosupresión y la presencia de procesos inflamatorios crónicos, los cuales aumentan significativamente el riesgo de infecciones recurrentes, una característica distintiva de esta afección en particular(4,12).

Además, las ramificaciones del síndrome de catabolismo persistente van más allá de los aspectos puramente físicos; también abarcan las deficiencias cognitivas que afectan negativamente a la función neurocognitiva. Los pacientes suelen sufrir trastornos relacionados con la memoria y la concentración, que no solo disminuyen su calidad de vida, sino que también complican el proceso general de recuperación de su grave enfermedad(13).  Desde el punto de vista psicológico, las personas que han sobrevivido a enfermedades graves suelen enfrentarse a niveles elevados de ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático, afecciones que son alarmantemente comunes en esta población. Estos desafíos emocionales y psicológicos agravan la carga general del síndrome y se intensifican aún más debido a las dificultades físicas y sistémicas a las que se enfrentan los pacientes, creando así un círculo vicioso que impide significativamente los esfuerzos de rehabilitación y recuperación integral(14,15).

A pesar de los avances logrados en el campo de la medicina de cuidados intensivos, que sin lugar a dudas han mejorado las tasas de supervivencia entre los pacientes críticos, las estrategias terapéuticas existentes destinadas a abordar eficazmente las innumerables manifestaciones del síndrome de catabolismo persistente siguen siendo lamentablemente inadecuadas. Esta situación subraya la urgente necesidad de continuar con los esfuerzos de investigación dedicados a descubrir intervenciones más eficaces que tengan el potencial de mitigar los efectos multifacéticos de este síndrome debilitante(4).

Diagnóstico:

La identificación del síndrome de catabolismo persistente, tras el ingreso de un paciente en la unidad de cuidados intensivos requiere un enfoque multifacético que sintetice el análisis de marcadores bioquímicos, las evaluaciones funcionales y los estudios de imágenes avanzados. Entre los marcadores bioquímicos fundamentales que se utilizan en este proceso de diagnóstico, destacan como indicadores particularmente significativos los niveles de proteína C reactiva (PCR), interleucina-6 (IL-6), albúmina sérica y creatinina sérica. Los niveles elevados de PCR e IL-6, junto con una disminución notable de la concentración de albúmina sérica, constituyen pruebas convincentes de la existencia de estados inflamatorios crónicos y procesos catabólicos continuos, ambas características distintivas asociadas al síndrome de catabolismo persistente, como lo confirman los hallazgos de investigaciones recientes (16–18).

Además de las evaluaciones bioquímicas, las evaluaciones funcionales, que abarcan las pruebas dinamométricas de la fuerza muscular y las mediciones de la capacidad funcional general, constituyen instrumentos vitales para identificar las deficiencias físicas que se observan con frecuencia en las personas que padecen este síndrome. Por lo general, estas evaluaciones funcionales exhaustivas revelan la presencia de atrofia muscular y una debilidad significativa, que son manifestaciones prevalentes en los pacientes diagnosticados con síndrome de catabolismo persistente (17,19).  Además, la aplicación de modalidades avanzadas de diagnóstico por imágenes, incluidas las tomografías computarizadas y los exámenes por ultrasonido, facilita la observación directa de la masa muscular, proporcionando así una documentación visual concreta de la atrofia muscular, que se reconoce como uno de los principales indicadores de este complejo síndrome (20).

Para distinguir eficazmente el síndrome de catabolismo persistente de otras afecciones comparables, como la debilidad adquirida en la UCI o el síndrome metabólico, es imperativo identificar y comprender su combinación única de inflamación persistente, inmunosupresión y actividad catabólica. Si bien la debilidad adquirida en la UCI se refiere principalmente a la debilidad muscular que surge como consecuencia de períodos prolongados de inmovilización o de la aplicación extensiva de ventilación mecánica, el síndrome de catabolismo persistente abarca una gama más amplia de alteraciones metabólicas y trastornos sistémicos que van más allá de las meras deficiencias musculares (21). Por el contrario, tanto el síndrome metabólico como la malnutrición aislada se caracterizan por la ausencia de factores inmunosupresores e inflamatorios que son parte integral de la fisiopatología del síndrome de catabolismo persistente, lo que subraya las características distintivas del síndrome (4).

La utilización integradora de estas herramientas de diagnóstico, combinada con los criterios clínicos establecidos, facilita una evaluación exhaustiva del síndrome de catabolismo persistente, lo que ayuda a diferenciar de manera crítica el síndrome de catabolismo persistente de otros trastornos posteriores a la unidad de cuidados intensivos. Este riguroso proceso de evaluación es esencial no solo para un diagnóstico preciso, sino también para la formulación eficaz de estrategias terapéuticas y la mejora de los protocolos de tratamiento clínico para los pacientes afectados por este complejo síndrome. (12,22)

Implicaciones Clínicas:

Este fenómeno que con frecuencia se manifiesta tras un período prolongado en la unidad de cuidados intensivos, está intrínsecamente vinculado al espectro más amplio del síndrome post UCI  y se ha demostrado que ejerce una influencia considerable a largo plazo en varios aspectos de la salud, en particular en lo que respecta a la aparición de enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus. Este síndrome se caracteriza por la presencia duradera de respuestas inflamatorias, un estado de inmunosupresión y procesos catabólicos continuos, todos los cuales contribuyen a una disminución significativa de la masa muscular y al consiguiente estado de fragilidad física. La interacción de estos elementos es de vital importancia en la patogénesis de las enfermedades crónicas, incluidas las anteriomente mecionadas (4,12).

Las deficiencias funcionales y físicas que surgen como consecuencia del síndrome de catabolismo persistente, que incluyen la debilidad muscular que a menudo se adquiere durante la estancia del paciente en la UCI, así como los déficits cognitivos, pueden tener un impacto profundo y directo en la calidad de vida general que experimentan las personas que sobreviven a enfermedades tan críticas. Estas secuelas se manifiestan con frecuencia en forma de debilidad muscular persistente, síntomas de depresión, niveles elevados de ansiedad y diversas manifestaciones relacionadas con el trastorno de estrés postraumático, todo lo cual, en conjunto, contribuye a una reducción significativa de la percepción de las personas sobre su bienestar general y su calidad de vida relacionada con la salud (24,25).

Además, las implicaciones de este síndrome van más allá del individuo y representan una enorme carga para los sistemas de salud en general. Los pacientes que se ven afectados por el síndrome suelen necesitar períodos prolongados de rehabilitación y tienen más probabilidades de ser readmitidos en los hospitales debido a una variedad de complicaciones, que incluyen, entre otras, las infecciones recurrentes y la disfunción orgánica crónica, que pueden agotar gravemente los recursos sanitarios (19,21).  Además, la presencia de deficiencias funcionales, cuando se combina con complicaciones respiratorias y renales, agrava la demanda de recursos médicos, lo que subraya la necesidad crítica de estrategias terapéuticas interdisciplinarias que tengan como objetivo mejorar los resultados de los pacientes y, al mismo tiempo, gestionar los costos asociados con estos enfoques de atención integral(26).

El aumento observado en las tasas de supervivencia entre los pacientes de la UCI, junto con la tendencia demográfica de una población que envejece, sugiere que es probable que la prevalencia del síndrome de catabolismo persistente experimente una trayectoria ascendente en los próximos años. Esta realidad acentúa la necesidad apremiante de desarrollar estrategias de tratamiento más eficaces y enfatiza la importancia de llevar a cabo más iniciativas de investigación destinadas a aliviar las repercusiones a largo plazo asociadas con este síndrome (4,27).

 Estrategias de Manejo:

Para el manejo de esta entidad, se requiere la implementación de una estrategia terapéutica multifacética que integre a la perfección las intervenciones nutricionales, físicas, farmacológicas y psicológicas de manera coherente. La prestación de atención nutricional es de suma importancia, lo que subraya la necesidad crítica de optimizar la nutrición enteral y parenteral para satisfacer adecuadamente las crecientes demandas metabólicas impuestas a estos pacientes debido a sus graves problemas de salud. La nutrición enteral debe priorizarse como la opción inicial y preferida, mientras que el recurso a la alimentación parenteral debe reservarse para aquellos casos excepcionales en los que sea absolutamente necesario y, además, esta alimentación parenteral debe reducirse gradualmente a medida que la tolerancia enteral del paciente mejore progresivamente (28). Una ingesta significativa de proteínas, que supere el umbral de 1,5 gramos por kilogramo de peso corporal por día, es fundamental para contrarrestar el fenómeno de la resistencia anabólica, y se ha reconocido que ciertos aminoácidos, en particular la leucina y el beta-hidroxibeta-metilbutirato, poseen una eficacia notable para fomentar el desarrollo y la regeneración muscular (29,30).

Además, los aminoácidos esenciales, y en particular los aminoácidos de cadena ramificada, emergen como componentes críticos en el marco general de la promoción de la síntesis de proteínas y la regulación de las respuestas inmunitarias, convirtiéndose así en elementos indispensables en el meticuloso régimen de tratamiento de esta patología (28,29). Además de las intervenciones nutricionales, la rehabilitación física desempeña un papel vital en la lucha contra la atrofia muscular y el desgaste, que a menudo son consecuencia de una enfermedad prolongada. Esta rehabilitación debe incluir un régimen bien estructurado de programas progresivos de entrenamiento de fuerza y resistencia, complementados con fisioterapia respiratoria, cuyo objetivo colectivo es facilitar la recuperación funcional y mejorar significativamente las capacidades físicas del paciente (31).

Desde un punto de vista farmacológico, la administración de agentes anabólicos y moduladores hormonales, como la testosterona y la hormona del crecimiento, proporciona una estrategia viable para estimular los procesos de regeneración muscular y, al mismo tiempo, mitigar los impactos deletéreos asociados con los estados catabólicos. (12) Además, la incorporación de modalidades terapéuticas que posean propiedades antiinflamatorias y antioxidantes puede desempeñar un papel crucial en el alivio de la inflamación crónica que caracteriza al síndrome de catabolismo persistente, mejorando así la eficacia general del tratamiento (12).

Por último, es imperativo reconocer que el apoyo psicológico constituye una faceta esencial del proceso holístico de recuperación de estos pacientes, ya que aborda los problemas de salud emocional y mental que pueden surgir durante su enfermedad. Las intervenciones diseñadas para tratar eficazmente la ansiedad, mejorar la calidad del sueño y abordar las repercusiones emocionales asociadas con el síndrome de catabolismo persistente, no solo son beneficiosas sino necesarias, dado que se ha demostrado que el estrés psicológico exacerba los procesos catabólicos en el cuerpo (31). En conclusión, un enfoque individualizado e integrado que combine de manera coherente estas diversas estrategias es absolutamente esencial para el tratamiento eficaz del síndrome de catabolismo persistente, ya que, en última instancia, conduce a la mejora de los resultados a largo plazo de los pacientes y de la calidad de vida en general (29,31,32).

Desafíos y Perspectivas Futuras:

Se presentan grandes desafíos médicos importantes que se ven agravados por la falta de criterios diagnósticos uniformes y la escasez de pruebas sustanciales sobre modalidades de tratamiento específicas. La ausencia de una definición consensuada y ampliamente aceptada del síndrome de catabolismo persistente complica tanto la identificación del síndrome como las estrategias de tratamiento clínico empleadas, una complejidad que se demuestra aún más por la situación actual en la que no hay terapias que hayan recibido una aprobación formal específica para el tratamiento de esta afección (33). La comprensión predominante de este síndrome se basa principalmente en la extrapolación de datos extraídos de enfermedades que presentan características análogas, lo que pone de relieve la urgente necesidad de que los investigadores identifiquen biomarcadores específicos que faciliten estrategias de diagnóstico y tratamiento más precisas y adaptadas a los pacientes que padecen este síndrome (33).

La evaluación y el desarrollo de modalidades de tratamiento combinado deben priorizarse en futuras iniciativas de investigación, particularmente mediante la implementación de estudios longitudinales que rastreen los resultados de los pacientes durante períodos prolongados. Hasta la fecha, las intervenciones no farmacológicas, que pueden ofrecer beneficios terapéuticos alternativos, no se han analizado a fondo en comparación con los enfoques de tratamiento estándar, por lo que existe un grado significativo de incertidumbre con respecto a su eficacia real para aliviar los síntomas asociados al síndrome de catabolismo persistente (34). Se requiere un enfoque terapéutico que no solo sea integral en su alcance, sino que también sea personalizado para satisfacer las necesidades únicas de cada paciente individual (33). Es de suma importancia avanzar en la comprensión actual de los mecanismos fisiopatológicos que subyacen a esta compleja afección, ya que este conocimiento será fundamental para identificar las características tratables y validar subtipos específicos de enfermedades crónicas críticas que podrían beneficiarse de intervenciones específicas (33).

Un enfoque multidisciplinario e integrado es absolutamente esencial para abordar de manera efectiva la complejidad multifacética del síndrome de catabolismo persistente, ya que este modelo debe incorporar una variedad de estrategias que aborden de manera integral las numerosas dimensiones del síndrome, incluidas las limitaciones físicas, cognitivas y emocionales que los pacientes suelen experimentar durante su recuperación (35,36). Dentro de este marco multidisciplinario, es crucial que las terapias farmacológicas no solo se utilicen, sino que también se complementen con intervenciones no farmacológicas bien estructuradas, como la movilización temprana y los programas de ejercicio personalizados, que han demostrado su potencial para mejorar significativamente los resultados de los pacientes y mejorar la calidad de vida en general (35).

Por el contrario, la colaboración con los servicios de atención primaria tras el alta hospitalaria es un componente esencial de la atención posaguda que es necesaria para evaluar y tratar de manera integral las complicaciones a largo plazo que puedan surgir, garantizando así una atención continua que no solo promueva la recuperación completa de los supervivientes, sino que también mejore su calidad de vida a largo plazo (37). Para superar eficazmente los desafíos multifacéticos que presenta el síndrome de catabolismo persistente, se requiere un esfuerzo coordinado y concertado para estandarizar los criterios de diagnóstico, desarrollar opciones de tratamiento específicas y promover estrategias de atención integrales y colaborativas que aborden las necesidades de las personas afectadas de manera integral.

Conclusiones

El síndrome de catabolismo persistente, representa un fenómeno clínico complejo que se observa con frecuencia en personas que han recibido cuidados prolongados en unidades de cuidados intensivos, donde el entorno exigente puede agravar los problemas de salud subyacentes. Este síndrome se caracteriza principalmente por una combinación triádica de inflamación crónica, inmunosupresión pronunciada y procesos catabólicos sostenidos, todos los cuales tienen implicaciones significativas para la salud y la recuperación a largo plazo de las personas afectadas, lo que influye negativamente en la calidad de vida de los supervivientes y, al mismo tiempo, ejerce una presión sustancial sobre los sistemas de salud debido a la mayor demanda de recursos para los esfuerzos de recuperación y rehabilitación posteriores.

A pesar de los notables avances que se han logrado en este campo con respecto al reconocimiento y la comprensión de las complejidades asociadas con este síndrome, siguen existiendo deficiencias considerables en la estandarización de los criterios de diagnóstico que podrían facilitar la identificación oportuna, así como la falta de disponibilidad de opciones terapéuticas específicas diseñadas para abordar los desafíos únicos que plantea el síndrome de catabolismo persistente. El tratamiento eficaz de esta afección multifacética requiere la implementación de un enfoque terapéutico holístico que integre una variedad de estrategias, incluidos regímenes nutricionales optimizados, programas integrales de rehabilitación física, tratamientos farmacológicos específicos diseñados para mitigar síntomas específicos y servicios de apoyo psicológico esenciales destinados a abordar las necesidades de salud emocional y mental de los pacientes. Cada una de estas intervenciones debe diseñarse meticulosamente no solo para abordar las manifestaciones físicas manifiestas del síndrome, sino también para abordar las alteraciones metabólicas, inmunológicas y emocionales subyacentes que son características de esta afección debilitante.

Además, se subraya la importancia crítica de las iniciativas de investigación en curso destinadas a investigar los mecanismos fisiopatológicos fundamentales que sustentan el síndrome de catabolismo persistente, junto con la necesidad de validar biomarcadores específicos que podrían facilitar el desarrollo de intervenciones más eficaces y personalizadas para las personas afectadas. El establecimiento de enfoques terapéuticos multidisciplinarios, implementados de manera efectiva tanto en entornos hospitalarios como de atención primaria, surge como un componente vital en el esfuerzo por mejorar los resultados de los pacientes y minimizar las diversas complicaciones asociadas con la persistencia del síndrome de catabolismo persistente a lo largo del tiempo.

La aplicación de estrategias de gestión integrales, junto con una priorización concertada de las iniciativas de investigación, contribuirá indudablemente a un enfoque más eficaz y completo del tratamiento de este complejo síndrome y, en última instancia, fomentará no solo la recuperación funcional de los pacientes, sino también la optimización de los recursos de atención médica y una mejora notable de la calidad de vida general de quienes han sobrevivido a las experiencias de cuidados críticos.

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