La toxoplasmosis y el embarazo
La toxoplasmosis es una infección inocua en el adulto que con frecuencia pasa asintomática. No obstante, en determinadas situaciones como en el caso de sujetos inmunodeprimidos o en mujeres embarazadas, esta infección puede tener importantes consecuencias para la salud, por lo que las medidas de prevención adquieren especial importancia en estos casos.
AUTORAS
Leyre Nagore González: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).
Lucía Monzón Muñoz: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).
Nieves Pina Fuertes: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).
Patricia Marcos De Marco: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).
Yaiza Nagore González: Graduada en Enfermería.
RESUMEN
Se ha llevado a cabo un análisis de las principales consecuencias de la toxoplasmosis en el embarazo, valorando su importancia y su impacto en la sociedad actual.
En este artículo se ha hecho una revisión de buena parte de la literatura científica, utilizando como bases de datos principalmente Medline plus, Cochrane plus, Scielo y PubMed.
PALABRAS CLAVE
– Embarazo, feto, toxoplasma, toxoplasmosis, infección neonatal, desarrollo.
¿QUÉ ES LA TOXOPLASMOSIS?
La toxoplasmosis es una zoonosis de distribución mundial, es decir, se trata de una enfermedad parasitaria transmitida desde los animales a los humanos por medio de diferentes vías de contagio. El agente causal es el Toxoplasma Gondii, un protozoo parásito intracelular cuyo hospedador definitivo son los felinos, siendo en el intestino de estos animales donde se produce la multiplicación sexual. También posee huéspedes intermediarios potenciales, entre los que se encuentran aves, mamíferos y seres humanos.
Como ya hemos dicho, los huéspedes definitivos son los felinos, siendo en su intestino donde tiene lugar la reproducción primero asexual y luego sexual del toxoplasma, y eliminándose posteriormente millones de ooquistes a través de las heces. Los humanos sufren la transmisión del parásito fundamentalmente por vía oral a través de la ingesta de carnes, verduras, el agua, huevos, leche, u otros alimentos contaminados por ooquistes. Obviamente, la presencia de gatos en el hogar aumenta el riesgo de infección notablemente.
No obstante, existe una segunda vía de transmisión, la materno-fetal, dando lugar a una forma de toxoplasmosis conocida como toxoplasmosis congénita. Cabe destacar que ésta es la única forma de transmisión interhumana, lo que quiere decir que no se trata de una enfermedad que pueda ser transmitida de un ser humano a otro.
Respecto a la clínica, la toxoplasmosis se caracteriza por tratarse de una infección inocua en el adulto que con frecuencia se resuelve de forma asintomática (más del 80% de las infecciones son asintomáticas). En caso de presentar síntomas y signos éstos suelen ser de poca entidad, tales como cefaleas, mialgias, inflamación de los ganglios linfáticos, malestar general, etc.
Es importante tener en cuenta que esta situación se plantea en individuos inmunocompetentes, siendo muy diferente en individuos inmunocomprometidos, ya que en éstos se han observado formas clínicas muy severas como leucemias, enfermedades del tejido conectivo, etc.
LA TOXOPLASMOSIS EN EL EMBARAZO
Como indicábamos anteriormente, existen diversos grupos de riesgo en los que una infección por toxoplasmosis podría dar lugar a complicaciones y a cuadros clínicos severos. Los pacientes con sida, en tratamiento con terapias inmunosupresoras, etc, forman parte de este grupo de riesgo por encontrarse en una situación de inmunodeficiencia. No obstante, existe otro grupo de riesgo bien diferenciado: las mujeres embarazadas.
Es importante tener en cuenta que la toxoplasmosis puede pasar al feto por vía transplacentaria como consecuencia de una primoinfección padecida por la madre durante el embarazo. El riesgo del feto está en relación con el momento en el que ocurre la infección materna. Así, se calcula que el riesgo de infección fetal llega al 15% en el primer trimestre de gestación, al 30% en el segundo trimestre y alcanza el 60% en el tercer trimestre de gestación. No obstante, la gravedad de la enfermedad, de transmitirse, es mucho mayor si ocurre en las primeras 12 semanas, ya que es en este periodo donde se registra un mayor número de abortos y de embriopatías graves.
La infección en la embarazada se caracteriza por la aparición de astenia y de anorexia, acompañadas de adenopatías cervicales y cuadro faringoamigdalar, que puede ser similar a una mononucleosis infecciosa.
En el feto, no obstante, las consecuencias de dicha infección pueden ser mucho más graves. La clínica se caracteriza por ser muy variable, pudiendo aparecer hidrocefalia, convulsiones, hepatomegalia y esplenomegalia, sordera, fiebre, diarrea, coriorretinitis, etc, prevaleciendo la afectación a nivel ocular y del sistema nervioso central. La asociación más común es la de coriorretinitis, hidrocefalia, calcificaciones intracraneales (“en perdigonada”) y convulsiones, dando lugar a la denominada Tétrada de Sabin, característica de la toxoplasmosis congénita.
Al nacer, la toxoplasmosis es asintomática en 75% de los casos y sólo en el 8% de los ellos se presenta con un compromiso severo a nivel oftálmico o del sistema nervioso central, por lo que aunque no se trate de una situación común, sí que es necesario tenerla en cuenta para poder llevar a cabo un correcto seguimiento y prevención de este tipo de complicaciones.
DIAGNÓSTICO DE TOXOPLASMOSIS DURANTE EL EMBARAZO
El diagnóstico se lleva a cabo mediante serología en la primera visita prenatal. En caso de madres sin anticuerpos, se repite la serología en el segundo y tercer trimestre de gestación para detectar posibles seroconversiones asintomáticas. Son indicativos de una infección activa una IgG creciente o una IgM positiva. Esta serología se utiliza como método de screening, es decir, como un cribado sistemático para poder llevar a cabo un diagnóstico precoz y una actividad preventiva.
Esta serología se puede ver complementada con una ecografía fetal para detectar posibles lesiones. Son característicos los hallazgos ecográficos de calcificaciones cerebrales dispersas, de esplenomegalia y de hidrocefalia, no obstante, se trata de marcadores que indican un mal pronóstico ya que sólo se dan cuando la enfermedad se encuentra en un estadio avanzado y existe daño fetal.
El diagnóstico definitivo se obtiene a través de una muestra de líquido amniótico o de sangre fetal, determinando IgM, PCR o cultivos. Es importante tener esto en cuenta, ya que aunque la madre se haya visto afectada, no tiene por qué haberlo hecho a su vez el feto. Gracias a esta prueba confirmamos o descartamos la posibilidad de una transmisión materno-fetal y podemos adecuar las pautas de tratamiento en función del resultado.
PROFILAXIS
Las medidas preventivas que se recomiendan para evitar la infección en las gestantes susceptibles son: evitar tocar ojos y boca sin lavarse las manos después de haber manipulado carne cruda, evitar la ingesta de carne poco cocida, el contacto con animales reservorio (gatos, conejos, gallinas, palomas y perros), asegurarse de lavar bien las frutas y verduras antes de consumirlas, ponerse guantes si hay que realizar trabajos de jardinería, etc. También es importante tener especial cuidado a la hora de tomar agua no tratada y que pueda estar contaminada, ya que diferentes estudios han demostrado la posibilidad de que la toxoplasmosis también se puede transmitir a través del agua.
TRATAMIENTO
El tratamiento puede diferenciarse en dos partes, en función de si se ha demostrado transmisión materno-fetal o no:
- 1: En el caso de que exista seroconversión materna, es decir, de que la madre se haya dado infección materna pero no existan evidencia de transmisión fetal, el tratamiento indicado sería la espiramicina a dosis de 9 Millones de U.I/día dividido en tres dosis. Este medicamento es efectivo contra el Toxoplasma Gondii, y aunque en el cordón umbilical sus concentraciones son de un 50% de los niveles séricos maternos, en placenta su concentración se cuadruplica, por lo que se considera que la protección que se le brinda al feto es óptima.
- 2: En el caso de que el feto se haya visto afectado por la infección (confirmado como ya hemos indicado anteriormente a través del análisis de sangre fetal o líquido amniótico), debe iniciarse un tratamiento modificado, que consta de pirimetamina y sulfadiazina en ciclos de 3 semanas, alternando con espriamicina hasta el final de la gestación. Se recomienda la suplementación con ácido folínico para prevenir la depresión medular producida por la pirimetamina.
CONCLUSIONES
La toxoplasmosis es una infección parasitaria de poca entidad en individuos inmunocompetentes, pero puede dar lugar a complicaciones en de terminadas poblaciones de riesgo. Una de estas poblaciones son las mujeres embarazadas, ya que las consecuencias que puede tener en el feto dicha infección son muy graves: coriorretinitis, hidrocefalia, calcificaciones cerebrales, convulsiones, etc. Es por ello que llevar a cabo un screening adecuado (mediante la realización de serologías en la primera visita prenatal) y un correcto seguimiento de las madres afectadas son los dos pilares fundamentales para poder adecuar el tratamiento de forma óptima y así evitar complicaciones graves en el recién nacido.
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