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Valoración del dolor en paciente pediátrico

Valoración del dolor en paciente pediátrico

Autora: María de Orte Pérez. Diplomada en Enfermería, máster oficial en Ciencias de la Salud.

Actualmente el niño es infravalorado e infratratado en las diferentes modalidades del dolor pediátrico. A pesar de su aparente simplicidad, el dolor es un fenómeno complejo que resulta difícil de evaluar. El dolor percibido ha de ser el criterio de referencia básico, pero junto a este se han de tener en cuenta otros factores que influyen en su comunicación.

Valoración del dolor en paciente pediátrico

ÍNDICE

1.- Resumen

2.- Introducción

3.- Métodos

Objetivos o conductuales

Escalas subjetivas del dolor

Fisiológicos

4.- Discusión

5.- Bibliografía

RESUMEN

El dolor es una sensación subjetiva y en el caso de la infancia se hace más compleja su valoración debido a las dificultades que los niños tienen para comunicarse. La evaluación de su magnitud en pediatría no es fácil, especialmente en los más pequeños, existiendo innumerables tablas y guías para realizarlo. En este artículo se exponen tres tablas, las más consideradas de acuerdo a la edad del paciente pediátrico.

Los profesionales de Enfermería que atienden a menores deben estar familiarizados con las herramientas que se disponen para la identificación y evaluación del dolor, poniendo en conocimiento del médico la situación de su paciente, para poner los medios adecuados con el objetivo de que se mantenga lo más confortable posible.

Palabras clave: dolor, niños, expresión, evaluación, Enfermería.

INTRODUCCIÓN

La definición del dolor propuesta por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), entendido como una “experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular existente o potencial”, resulta insuficiente cuando se habla del dolor en los niños, ya que ellos no tienen capacidad para expresar su dolor y pueden no haber tenido experiencias previas de lesiones.

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), el dolor se define como una desagradable y compleja constelación de experiencias sensoriales, perceptuales y emocionales, relacionadas con las respuestas autónomas producidas por el daño a estructuras somáticas o viscerales.

A lo largo de la tradición académica, el dolor en el niño se ha tratado de forma insuficiente. Este hecho puede deberse a la existencia de ideas preconcebidas tales como la subjetividad de la experiencia dolorosa, la inmadurez del sistema nervioso central en los recién nacidos y el temor a que la administración de opiáceos pueda producir depresión respiratoria en los niños.

La expresión verbal de las características del dolor por parte del paciente, es la mejor forma de conocer su naturaleza, localización y severidad. No obstante esto no suele ser posible en niños menores de tres años de edad, por lo que en estos casos hay que buscar una alternativa para el reconocimiento de las situaciones dolorosas.

El dolor es una apreciación subjetiva del paciente, por lo que su medición es complicada y variable de un paciente a otro. La necesidad de mejorar la asistencia a niños hospitalizados nos lleva al planteamiento de mejorar los conocimientos relacionados con la valoración y manejo del dolor.

El papel de Enfermería consideramos que es incuestionable, dado el grado de implicación (en tiempo y dedicación) que tiene en el cuidado y mantenimiento de la salud.

A continuación describimos los métodos objetivos (niñ@s menores de 3 años), subjetivo (mayores de 3 años) para detectar el dolor en el paciente pediátrico y las alteraciones fisiológicas que el dolor puede producir en los niños

3.- MÉTODOS

1.- Objetivos o conductuales (Niñ@s menores de 3 años o niños mayores con alteración del nivel de conciencia)

Los métodos conductuales: estudian el comportamiento del niño en situaciones de dolor. Uno de sus principales inconvenientes es que en la edad preverbal, en muchas ocasiones, son difíciles de diferenciar conductas debidas al dolor de las producidas por otras causas como el hambre, frío, miedo.

Cuantifican el dolor a través de cambios en el comportamiento del niño en situaciones de dolor. Son útiles a cualquier edad y especialmente útiles en la etapa preverbal (<3 años). Por encima de los 3 años deben emplearse cuando el estado del niño no permita la autovaloración (alteración del nivel de conciencia, sedación farmacológica, etc).

Son fáciles de aplicar. El inconveniente que presentan es que requieren aprendizaje por parte del observador, ya que el niño a veces no manifiesta conductas dolorosas y están sujetos a la interpretación por parte del observador.

– Métodos objetivos No es un método muy óptimo porque no es una evaluación subjetiva, tiende a infravalorar el dolor y sobrevalorar el efecto terapéutico. Los métodos objetivos de basan en la observación de parámetros conductuales y fisiológicos.

– Conductuales: Son la expresión de las alteraciones que el dolor produce en el comportamiento. Requieren una observación cuidadosa y repetida. Este tipo de valoración puede estar sesgado por alteraciones conductuales provocadas por sufrimiento (ansiedad) no generado por dolor físico (hambre, frío, miedo o necesidad de la presencia o apoyo de los padres), y también por “molestias” o “incomodidad” debidas a causas variadas (inmovilización con ataduras o férulas, posturas inadecuadas, incómodas o forzadas y necesidad de cambio de pañal).

Antes de medir el dolor mediante parámetros conductuales hay que revisar y corregir estos factores ya que pueden interferir la valoración.