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Violencia en el noviazgo y seis factores asociados

desarrollo, privaciones, incluso la muerte; pudiendo ser contra otra persona o personas (grupos o comunidades), o autoinfligidos (1). La Organización Panamericana de la Salud por su parte, la define como amenazas, uso intencional de la fuerza, coerción o poder, tanto a nivel físico, psicológico como sexual hacia una persona, grupo o hacia si mismo, coincidiendo además en el hecho de producir o tener alta probabilidad de generar estragos en la salud y libertad de quien la recibe (17).

A nivel nacional, México cuenta con una Norma Oficial sobre violencia intrafamiliar: NOM-046-SSA2-2005, la cual define la anterior como el acto u omisión, único o repetitivo, cometido por un miembro de la familia en contra de otro u otros integrantes de la misma, sin importar si la relación se da por parentesco consanguíneo,

de afinidad o civil mediante matrimonio, concubinato u otras relaciones de hecho, independientemente del espacio físico donde ocurra; el cual causa daño, incluye maltrato físico, psicológico, sexual, económico (2).

Independientemente de la definición, en el desarrollo de la violencia son visibles características específicas del fenómeno, dentro de las cuales destaca la necesidad de alguno de los miembros de tener el poder o mantener el control sobre las acciones, pensamientos y hasta deseos del compañero(a); lo cual deriva en sumisión y dependencia psicológica del otro miembro, aunado a mecanismos de protección que en ocasiones pudieran contribuir al mantenimiento del patrón conductual insano, dentro de estos mecanismo esta: distorsión, minimización, justificación, incluso negación y autoculpabilidad (18); de estos al menos la justificación de dichos actos disminuiría significativamente tras la participación de jóvenes en programas de prevención de violencia y se incrementaría la posibilidad de buscar ayuda o recurrir a otras medidas de afrontamiento en sus relaciones (19).

La violencia en la actualidad: cifras alarmantes

La violencia es un fenómeno que existe desde el inicio de las relaciones humanas, sin embargo en las últimas décadas se le ha prestado más atención a esta problemática. Estudios realizados por la OMS, arrojan que hasta el 71% de las mujeres han experimentado violencia por parte de su pareja al menos una vez (2); Otros estudios de Rey-Anacona (2013) y Fernández (2013), arrojan cifras de 85.6%20 y unos más, hasta de un 90%19; a pesar de carecer de registro semejante para el caso de la violencia que reciben hombres, se sabe por estudios de Trujano, Martínez y Camacho (2012) que la violencia no es ejercida exclusivamente hacia la población femenina, dado que han identificado un aumento en las demandas de varones victimizados, cabe señalar que no se trata sólo de hombres que podrían considerarse con mayor vulnerabilidad, por condiciones distintas, sea de edad, enfermedad o bien dependencia económica (21).

El Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó recientemente, que siete de cada diez jóvenes viven violencia en el noviazgo, donde el 76% reporta violencia psicológica, 16.5% violencia sexual y el 15% violencia física; de ellos, el 66% mencionó haber observado violencia en su familia de origen. Es relevante mencionar que la violencia entre los jóvenes en hogares, escuelas, y otros lugares, en muchas ocasiones es vista como algo normal, incluso llega a ser aceptado socialmente por el fenómeno de naturalización, lo cual contribuye a su presencia y reproducción (3).

En los últimos veinte años, la violencia se ha convertido en uno de los temas de mayor trascendencia en Latinoamérica, debido al aumento que ha presentado y su impacto a nivel económico, social y de salud, así como los nuevos tipos en los que se manifiesta (3). Al producirse la violencia en relaciones de noviazgo, no distingue grupo, ni estrato social y resulta visible en todos los niveles: internacional, nacional, estatal (22); es importante mencionar que estudios han encontrado una mayor presencia de patrones bidireccionales de la agresión, lo que hace suponer que si inicialmente un miembro genera el patrón de conducta, fácilmente este puede ser imitado y/o reproducido deseando paradójicamente salir de esta situación de violencia (19).

Género y violencia de género

Cuando se habla de género, estudioso del tema se refieren al conjunto de rasgos y características sociales y culturales que se consideran apropiadas para hombres y mujeres, las cuales se basan en un contexto psicológico, social y cultural que interactúa con la variable sexo durante todo el ciclo vital (23); por lo que vincular roles y estereotipos de género con sectores de población desfavorecidos ha sido muy frecuente en este tipo de estudios (8).

Si bien la NOM-046-SSA2-2005 sobre violencia familiar, sexual y contra las mujeres, no define específicamente el termino de violencia de género, si hace alusión a aquella ejercida hacia las mujeres, refiriéndose a cualquier acción u omisión, basada en el género, que produzca daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como público; y que puede darse al interior de una comunidad, familia, o cualquier otro tipo de relación interpersonal (2).

Violencia de género suele usarse como sinónimo de violencia doméstica, ya que se refiere a un factor de riesgo que no hace diferencia en niveles económicos, educativos, países, culturas, creencias, ni religiones: ser mujer. Esta forma de violencia nace de una estructura social de poder falto de equidad, donde se posiciona al hombre en un lugar superior y protagónico, siendo poseedor de privilegios ante la mujer, que llega a considerarse como un anexo de él y su seguro adiestrador; creando una situación injustificable y abusiva sostenida sobre y a través de la violencia; dicha postura se mantiene vigente, pese a los esfuerzo recientes por desenmascararla (18,24).

Sin embargo, la violencia no se limita sólo al género femenino, según estudios de Trujano, Martínez y Camacho (2010) también el género masculino es receptor de violencia en sus relaciones de pareja (21), si bien son escasos los estudios exclusivos en esta población (12), hecho que facilita un sesgo en el conocimiento adquirido (8) los hallazgos reportan bajos niveles de percepción de violencia, lo cual es traducido por especialistas como una minimización del conflicto; por tanto es trascendental enfrentar la problemática de violencia sin distinción provenga de quien provenga; tanto burlas como violencia hacia hombres que generan violencia solo alimenta la falta de equidad ya que solo transfiere el conflicto de un extremo a otro, la violencia es igual de errónea diríjase al género que se dirija (21).

De la violencia familiar a la violencia en el noviazgo

Según la definición de violencia familiar descrita en