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Evaluación de una intervención educativa sobre alimentación en mayores: un estudio comunitario

Evaluación de una intervención educativa sobre alimentación en mayores: un estudio comunitario

Objetivo general: evaluar la efectividad de una intervención educativa en cuanto al aumento de conocimientos entorno a una alimentación saludable y modificación de estilos de vida en la población a estudio.

Evaluación de una intervención educativa sobre alimentación en mayores: un estudio comunitario

AUTOR

Beatriz Sánchez Hernando. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria (vía EIR)

Hospital Nuestra Señora de Gracia (Zaragoza)

PALABRAS CLAVE

Educación en Salud, Hábitos Alimenticios, Conducta Alimentaria, Conductas Saludables, Anciano, Enfermería en Salud Comunitaria.

RESUMEN

Método: Estudio comunitario de intervención pre-post en el Centro municipal de convivencia para mayores Oliver, en Zaragoza durante el mes de febrero de 2015, con una muestra de 38 personas. Se realizó una actividad educativa dividida en dos sesiones que incluía información básica sobre alimentación equilibrada, hábitos saludables y alimentación ligada a patologías crónicas. La segunda sesión se centró en resolución de dudas concretas y correcciones de errores.

Resultados: Edad media de 71,21 años con un 89,5% de mujeres. Test de conocimientos previos a la intervención: la media de aciertos es de 9,37 sobre 13 preguntas, obteniendo en el test posterior una media de aciertos de 11 sobre 13 preguntas. El 92,3% afirmaron mantener una alimentación saludable. El porcentaje de inclusión de almuerzo y merienda en la dieta habitual aumenta desde un 37,8% de forma previa a un 61,1% tras la intervención.

Conclusiones: la sesión realizada ha aumentado el nivel de conocimientos relacionados con la alimentación en los participantes y ha mejorado alguno de sus hábitos de vida. Existe una tendencia a mejorar el riesgo cardiovascular tras una intervención educativa grupal. Preocupa encontrar una muestra de población con un porcentaje elevado de riesgo de desnutrición moderado y alto.

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, se ha acumulado una considerable evidencia científica en relación con el nexo existente entre la alimentación, el mantenimiento de la salud y el desarrollo de enfermedades crónicas. Muchas de las causas actuales de mortalidad están íntimamente asociadas a factores de riesgo evitables, como una alimentación desequilibrada, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y el consumo de alcohol. En concreto cinco de los diez factores de riesgo identificados por la OMS (Organización Mundial de la Salud), hipercolesterolemia, obesidad, sedentarismo, hipertensión arterial y consumo insuficiente de frutas y verduras, como claves para el desarrollo de enfermedades crónicas están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico 1,2,3.

Con respecto a la alimentación, un patrón saludable debería cumplir los siguientes objetivos: asegurar que el beneficio global de sus recomendaciones sea superior a cualquier peligro potencial, aportar una cantidad de calorías suficiente, favorecer el mantenimiento o consecución del peso ideal, favorecer el equilibrio entre las cantidades de cada uno de los nutrientes entre sí y reducir el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación. Así mismo debe reunir las siguientes características: ser variada, equilibrada, adecuada y saludable, conjugándose con las características de un estilo de vida también saludable 1.

De uno de estos patrones, el mediterráneo tradicional, las investigaciones clínicas y epidemiológicas han proporcionado unas bases biológicas muy sólidas acerca de sus beneficios, en concreto dos grandes estudios (“European Prospective Investigation of Cancer” y “Healthy Ageing: Longitudinal Study in Europe”) han confirmado la asociación epidemiológica entre la adherencia a la dieta mediterránea y una menor mortalidad por cualquier causa 1,4.

Dicho patrón alimentario se traduce en una amplia variedad de nutrientes cardiosaludables: es una dieta baja ácidos grasos saturados y colesterol, la mitad o más de la grasa total está formada por ácidos grasos monoinsaturados procedentes del aceite de oliva, hay una presencia estimable de ácidos grasos poliinsaturados procedentes del pescado, la dieta es baja en proteínas de origen animal, es alta en carbohidratos complejos, fibra alimentaria y compuestos antioxidantes por la abundancia de alimentos de origen vegetal y la base está formada por productos locales y de temporada 4.

Aunque la adecuada nutrición de dicha población depende de la disponibilidad y el acceso a una variedad de alimentos, adoptar un patrón saludable de dieta en los países mediterráneos puede no depender tanto de elecciones personales, porque los hábitos dietéticos saludables todavía existen y las tradiciones locales y culturales hacen muy sencillo elegir una dieta saludable 1,5.

A pesar de ello, en las personas mayores, es bien conocida la gran variabilidad en los requerimientos nutricionales, e incluso existe cierto grado de evidencia de que un significativo número de ancianos no aportan ni la cantidad ni el tipo de alimentos necesarios para cubrir los requerimientos que cabría esperar debido a falta de conocimientos, limitaciones económicas, aislamiento social, incumplimiento de dietas, etc6.

Esta población es un grupo creciente en las sociedades desarrolladas que requiere un alto grado de cuidados de salud. La presencia de cambios fisiológicos, enfermedades crónicas y otros problemas socioeconómicos predisponen a la presencia de dificultades para realizar una ingesta adecuada en cantidad y variedad, así como un alto riesgo de desnutrición en esta población 7.

Ya que la alimentación no saludable y el sedentarismo pueden ser responsables de una proporción considerable de fallecimientos evitables, una modificación de éstos podría repercutir notablemente sobre la salud pública 1, comenzando por recomendar a todas las personas el mantenimiento de hábitos saludables de alimentación y ejercicio 8.

De hecho, estudios realizados en la Atención Primaria de Salud demuestran que las intervenciones educativas grupales disminuyen el riesgo cardiovascular promoviendo la modificación de estilos de vida saludables 3.

La promoción de la salud y la nutrición tienen como finalidad mejorar las condiciones de vida y el desarrollo de las sociedades, para cuyo logro de los objetivos, la participación social es un elemento esencial y cuya meta es una comunidad con estilos de vida saludables. Las instituciones que promueven el desarrollo social y estilos de vida saludables deben proveer las oportunidades para que las comunidades puedan lograrlo9.

La legislación española otorga a los equipos de atención primaria la responsabilidad de realizar actividades comunitarias de promoción de la salud, en donde el personal de Enfermería se confirma como el agente clave en atención primaria para la realización de actividades comunitarias. Para que esta labor sea valorada es necesario incluir las actividades en los objetivos de los equipos, la cartera de servicios, el contrato programa, o herramientas de gestión similares, pero sobre todo presentar avances y resultados al propio equipo para que éste los reconozca como propios 10.

Como parte de la red de Ciudades Amigables con las personas mayores, el Ayuntamiento de Zaragoza lanzó el ciclo “Aliméntate de Salud” durante el mes de febrero de 2015, un programa cuyo objetivo principal es promover el envejecimiento activo y saludable.

Con el mensaje “Cuida tu alimentación a diario y mejora tu calidad de vida”, el Ayuntamiento, a través de sus Centros de Convivencia Municipales y en colaboración con los Centros de Salud del entorno, organizó una serie de charlas impartidas por profesionales de la salud sobre alimentación saludable en personas mayores.

En el caso del zaragozano barrio del Oliver, se propuso una intervención educativa titulada “Estrategias de alimentación asociadas a patologías crónicas y estilos de vida saludables”.

Siguiendo esta línea argumental se valoró como objetivo general evaluar la efectividad de dicha intervención educativa en cuanto al aumento de conocimientos entorno a una alimentación saludable y modificación de estilos de vida en la población a estudio. Como objetivos específicos, definir el perfil sociodemográfico, el estado nutricional de la población a estudio así como, los conocimientos entorno a una alimentación saludable, los hábitos alimentarios y estilos de vida antes y después de una intervención educativa.