Inicio > Endocrinología y Nutrición > Educación para la salud en alimentos funcionales durante el periodo de gestación y posterior infancia > Página 3

Educación para la salud en alimentos funcionales durante el periodo de gestación y posterior infancia

  • Probióticos.

Los probióticos son definidos como un ingrediente alimentario microbiano vivo, que es beneficioso para la salud. Los probióticos más utilizados se engloban dentro de las bacterias ácido-lácticas y las cepas Lactobacillus y Bifidobacterium. Generalmente son adicionados a productos lácteos (formulas lácteas infantiles, yogures, postres lácteos) que pueden ser consumidos en periodo de lactancia como de alimentación complementaria. Las cepas antes citadas, han demostrado efectos beneficiosos (publicados desde mediados de los años 90) en casos de intolerancia a la lactosa; los mecanismos propuestos son la reducción del tránsito orocecal así como el incremento de la digestión luminal por la actividad lactasa que aportan las bacterias productoras de ácido láctico y la consecuente disminución del contenido de lactosa.

Es importante recordar que la mucosa intestinal es una barrera protectora contra la colonización de patógenos y que la regulación de esta función inmune está influenciada por la microflora, la dieta y los antígenos. Se ha demostrado que los niños suplementados con una cepa de Lactobacillus casei, tuvieron mayor concentración de IgA circulante, lo que se relaciona con menor duración de diarrea inducida por rotavirus (virus comúnmente causante de diarrea severa en los infantes). Temporalmente, la flora intestinal puede modificarse negativamente por el uso de antibióticos.

La diarrea en niños supone una situación de riesgo de deshidratación y, en casos severos, de malabsorción de nutrientes. Según Haschke y cols. la incidencia de diarrea asociada al empleo de antibióticos de amplio espectro en niños ronda el 20 a 40%. A pesar de algunos beneficios a corto plazo demostrables científicamente, no es posible concluir que los efectos clínicos de la suplementación con probióticos son preventivos o terapéuticos de cualquier enfermedad de la infancia. No hay datos disponibles sobre los posibles efectos a largo plazo sobre la colonización intestinal y el sistema inmune, datos que serían muy importantes dado que las bacterias consumidas en la primera infancia tienen más posibilidades de colonizar permanentemente el intestino respecto a las ingeridas a lo largo de la vida. En resumen, los probióticos utilizados hasta ahora en los ensayos clínicos, pueden ser generalmente considerados como seguros, aunque quedan por definir los tipos y dosis adecuadas de cepas a emplear, la duración de su uso y la edad de introducción.

  • Prebióticos.

Los prebióticos son componentes alimentarios no digeribles que afectan beneficiosamente al huésped mediante la estimulación selectiva del crecimiento y/o actividad de un número ilimitado de bacterias en el colon, mejorando así la salud del huésped. Los favorecedores principales del crecimiento bacteriano colónico son los hidratos de carbono que resisten la digestión y, en menor medida las proteínas. La fermentación bacteriana colónica de los hidratos de carbono, además de estimular el crecimiento de la flora bacteriana no patógena a expensas de otros tipos de bacterias más perniciosas (como Clostridium, eubacterias o enterobacterias), produce ácidos grasos de cadena corta (butirato, propionato y acetato), que tienen funciones muy importantes sobre el crecimiento, diferenciación, trofismo y soporte energético del epitelio colónico . Como consecuencia de esto y entre otros factores, hay incremento de la producción de gas y mayor retención de agua en las heces.

En Europa y EE. UU. los probióticos más utilizados en la fabricación de alimentos son la inulina y los oligofructosacáridos que a nivel industrial proceden de la achicoria, pero también están presentes naturalmente en el trigo, cebolla, plátanos, ajo y puerros. Para ser eficaces, los prebióticos deben alcanzar el intestino grueso donde serán utilizados de manera selectiva por ciertos microorganismos (habitualmente las Bifidobacterias y Lactobacillus). Ahora también se sabe que los prebióticos pueden ser fermentados por muchas cepas de acuerdo a sus características metabólicas y varias comunidades bacterianas han sido identificadas en el tracto intestinal de los bebés.

De hecho, se sabe que los fructanos tipo inulina aumentan la producción de acetato y butirato, lo que indica que hay poblaciones distintas a las bifidobacterias (porque no producen butirato) que no están definidas y que pueden ser selectivamente promovidas por los prebióticos. El Comité de Nutrición de la ESPGHAN en un comentario sobre prebióticos en las fórmulas infantiles del año 2004, concluyen que los datos publicados sobre la eficacia y seguridad de las fórmulas con prebióticos para prematuros y recién nacidos a término son escasos. Se ha probado sólo una mezcla de prebióticos en los ensayos controlados (mezcla de 90% de galactooligosacaridos y 10% de fructooligosacaridos) para los preparados para lactantes que no evidencian efectos adversos, pero recomiendan la realización de estudios para conocer las proporciones de los prebióticos más eficaces. El beneficio demostrado a corto plazo fue el incremento del número total de bifidobacterias en las heces aunque no está claro si este número está vinculado a algún resultado funcional (modulación inmunológica o inflamatoria) pero no hay datos sobre los beneficios a largo plazo.

CONCLUSIONES

Tras la realización de múltiples búsquedas bibliográficas podemos concluir que determinados alimentos funcionales favorecen el crecimiento y desarrollo en situaciones en las que las necesidades energéticas y de determinados nutrientes son más elevadas que en otras etapas de la vida, tales como adaptaciones de la madre durante la gestación, desarrollo fetal y desarrollo del lactante y del niño. La ingesta de algunos nutrientes en particular, influye en el curso del embarazo y también en la composición de la leche materna y el posterior desarrollo del niño.

El empleo de alimentos funcionales durante el embarazo por tanto, podría influenciar el desarrollo intrauterino y la primera infancia. Por todo ello, los profesionales sanitarios de atención primaria debemos ser conocedores de su existencia para poder dar información de calidad en las consultas de embarazo y niño sano. Y de una forma simplificada, deberíamos hacer hincapié en la dieta mediterránea, ya que ésta nos proporciona de forma tradicional, como base de la alimentación, numerosos y variados alimentos funcionales tales como frutas, verduras, legumbres, hortalizas, pescados, lácteos fermentados, aceite de oliva virgen y en cantidades moderadas, frutos secos. Sería una buena forma de apostar por la promoción de la salud de los más pequeños.

BIBLIOGRAFÍA

–                  Serra Majem, L; Ortiz-Andrellucchi, A; Ribas Barba, L; Aranceta Bartina, J. Eficacia y seguridad de los alimentos funcionales durante el embarazo; puerperio y la infancia. En: Aranceta Barrita, J; Gil Hernández, A. Alimentos funcionales y salud en la etapa infantil y juvenil. Madrid: Panamericana; 2010 p.35-53.

–                  Hernández Rodríguez, M. Consecuencias a largo plazo de la nutrición en la infancia. En: Alimentación infantil. Madrid: Díaz de Santos; 2001: pp. 13-24.

–                  Rodríguez, JM; Jiménez, E; Merino, V; Maldonado, A; Marin, ML; Fernández, L. et al. Microbiota de la leche humana en condiciones fisiológicas. Acta Pediatr Esp. 2008; 66(2): 77-82.

–                  Vitoria Miñana, I. Alimentos funcionales en pediatría. En: AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría. 2006. Madrid: Exlibris Ediciones; 2006 p. 111-7.

–                  Zarzuelo Zurita A. Fibra. En: Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Guías Alimentarias para la Población Española. 1a. Ed. Madrid: IM & C, S.A., 2001. p. 277-87.

–                  Bello, J.2000. Alimentos con propiedades saludables especiales. En Alimentos composición y propiedades. Ed. Mc.Graw-Hill. Interamericana España, 1ª edición. Astiasarán I, Martínez A. Cap15: 343-355