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Calidad de vida percibida en pacientes en tratamiento sustitutivo renal por enfermedad renal crónica avanzada

Calidad de vida percibida en pacientes en tratamiento sustitutivo renal por enfermedad renal crónica avanzada

Autora principal: Daniela Blasco Alquézar

Vol. XV; nº 16; 875

Perceived life’s quality in patients with renal substitute treatment of advanced chronic kidney disease

Fecha de recepción: 21/06/2020

Fecha de aceptación: 03/08/2020

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 16 –  Segunda quincena de Agosto de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 16; 875

AUTORES:

– Daniela Blasco Alquézar. Grado en Enfermería, Universidad de Ciencias de la Salud, Zaragoza, España. Enfermera hospitalización quirúrgica del Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.

– Benjamín Gaya Sancho. Grado en Enfermería, Universidad de Ciencias de la Salud, Zaragoza, España. Doctor en Biomedicina por la Universidad de Granada, España. PDI en Universidad San Jorge, Zaragoza, España.

– Diana María Blasco Alquézar. Licenciatura en Medicina, Universidad de Medicina, Zaragoza, España. Especialidad Medicina familiar y comunitaria. CS Parque Goya, AP Sector I, Zaragoza, España.

– Esther Herce Postigo. Grado en Enfermería, Universidad de Ciencias de la Salud, Zaragoza, España. Enfermera de quirófano del Hospital Clínico Lozano Blesa, Zaragoza, España.

– Claudia García Cardenal. Grado en Enfermería, Universidad de Ciencias de la Salud, Zaragoza, España. Master Oficial Nutrición y Salud en la Universidad Oberta de Cataluña, España. Enfermera de quirófano del Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.

RESUMEN

La Enfermedad Renal Crónica (ERC) representa un problema de salud global porque requiere adaptación, conocimiento y cuidados específicos por parte del paciente y su entorno.

La revisión bibliográfica realizada permite apoyar datos e ideas relacionados con que la implicación del paciente en el autocuidado es esencial para que el tratamiento sustitutivo renal sea óptimo, evitando complicaciones susceptibles de empeorar su salud, y esto supone un cambio significativo y un proceso continuo de adaptación en los hábitos diarios.

La importancia de los cuidados diarios está especialmente justificada en pacientes con acceso vascular que se someten a hemodiálisis.

La calidad de vida de las personas que conviven con la ERC se ve afectada por los cambios en su estilo de vida, pudiendo presentar un deterioro de la función física, mental, emocional, laboral y espiritual.

La mayoría de pacientes tienen la percepción de una calidad de vida baja. Las dimensiones de calidad de vida con peor percepción son la salud física y la salud mental y esta percepción empeora conforme se incrementa la edad por los cambios asociados al envejecimiento.

La calidad de vida se ve más afectada cuan­do aparecen complicaciones y estos pacientes perciben su calidad de vida como mala, relacionado con los ingresos hospitalarios que estas generan.

Por tanto, el conocimiento de la enfermedad y la capacidad de afrontar las consecuencias que de ella derivan permitirían mejorar la autopercepción de salud en pacientes con ERC. Los esfuerzos y la asistencia sanitaria deberían ir encaminados al tratamiento curativo o paliativo, la prevención de complicaciones, y la mejora de la calidad de vida global.

Palabras clave: hemodiálisis, infección, calidad de vida, autocuidado.

ABSTRACT

Chronic Kidney Disease (CKD) represents a global health problem because it requires adaptation, knowledge and specific care by the patient and their environment.

The bibliographic review carried out allows supporting data and ideas related with the patient’s involvement in self-care, as it is essential for optimal renal replacement therapy, avoiding complications likely to worsen their health. This implies a significant change and a continuous process of adaptation in daily habits.

The importance of daily care is especially justified in patients with vascular access that undergoes hemodialysis.

People’s quality of life that live together with CKD is affected by changes in their lifestyle, and may present deterioration in physical, mental, emotional, work and spiritual function.

Most patients have a low life’s quality sensitivity. Life’s quality dimensions with the worst perception are physical and mental health, and this perception worsens as time goes by due to the changes related with aging.

Life’s quality is more affected when complications appear and these patients perceive their life’s as poor related to the hospital admissions they generate.

Consequently, knowledge of the disease and the ability to cope with the consequences of this illness, this would improve self-perception of health in patients with CKD.

Efforts and healthcare should be directed towards curative or palliative treatment, prevention of complications, and improvement of the generally life’s quality.

Keywords: hemodialysis, infection, life’s quality, self care.

INTRODUCCIÓN

El riñón es un órgano versátil que interviene en muchos procesos de nuestro organismo, entre los que se encuentran la regulación de la presión arterial, la excreción de sustancias de desecho mediante la formación de la orina, la regulación del equilibrio hidroelectrolítico, metabolismo hormonal, etc.

La Enfermedad Renal Crónica (ERC) representa, como ocurre en otras enfermedades crónicas, por su alta incidencia y prevalencia, morbi-mortalidad y coste socioeconómico, un problema de salud pública. (1)

Se define insuficiencia renal crónica (IRC) como la pérdida gradual y progresiva de la capacidad de concentrar la orina eliminando desechos nitrogenados y así mantener la homeostasis del medio interno. La IRC se clasifica en cinco estadios (clasificación propuesta por la National Kidney Foundation, NKF) según la tasa de filtrado glomerular (TFG). Hablamos de enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) cuando la TFG es <15ml/min. y va acompañada de sintomatología, por lo que se hace necesario iniciar un  tratamiento sustitutivo renal (TSR). (2, 3)

Las manifestaciones clínicas pueden comenzar con alteraciones del sedimento urinario, microalbuminuria, proteinuria o hematuria, y cuando la TGF es inferior al 30% pueden afectar a diferentes órganos vitales.

La insuficiencia renal aumenta conforme avanza el envejecimiento (40% en mayores de 80 años) y con enfermedades como la arterioesclerosis, la hipertensión arterial y la diabetes. (4)

La IRC está reconocida como un problema de salud pública, pudiendo afectar hasta el 10% de la población mundial. Actualmente en España, unos 50.000 pacientes, (1000 personas por cada millón de habitantes), se encuentran en TSR. Cada año aumenta la cifra, implicando aumento de la repercusión social e impacto económico.

El diagnóstico precoz de esta patología permite iniciar el abordaje terapéutico temprano, disminuyendo la morbi-mortalidad. En diferentes estudios analíticos se muestra un aumento de los ingresos hospitalarios en pacientes que han sido derivados de forma tardía y un mayor riesgo de mortalidad de los mismos. (5)

El tratamiento va orientado a frenar el avance de la insuficiencia renal y evitar futuras complicaciones. Puede ser necesaria la sustitución de la función renal. Este tratamiento comprende la hemodiálisis, diálisis peritoneal o transplante renal, y el tratamiento conservador. Sin embargo la gran mayoría de los pacientes sigue sometiéndose a la hemodiálisis como tratamiento de inicio. Dicho tratamiento requiere sesiones entre 3 y 5 horas tres/cuatro veces por semana. (6)

Ante esta situación y teniendo en cuenta la TFG y la sintomatología clínica que presente el paciente, la comisión de Nefrología encargada en cada centro, plantea los posibles tratamientos para que se decida de forma consensuada el más adecuado según el caso.

La elección del tipo de tratamiento por parte del paciente está condicionada por factores intrínsecos a la enfermedad y otros externos como la edad, nivel de formación, recursos económicos, entorno, etc. Queda descartado el sexo como condicionante en la elección del tipo de tratamiento, según el estudio realizado en el Hospital Infanta Leonor de Madrid (2012). (7)

La hemodiálisis (HD) o “riñón artificial” es la forma más utilizada para la depuración extracorpórea de la sangre e imprescindible para la supervivencia del paciente con ERCA. La sangre del paciente cargada de sustancias tóxicas, separada por una membrana del líquido de diálisis, es reenvidada al interior del cuerpo a través de dicho líquido una vez depurada. Es decir, la HD es un proceso físico que consiste en separar solutos de la sangre mediante una membrana semipermeable.

El objetivo de dicho tratamiento es el mantenimiento del balance hidroelectrolítico, el ajuste de una dieta adecuada y la huida de medicación nefrotóxica mediante un control exhaustivo. (8)

Previo al comienzo de la hemodiálisis, los pacientes son sometidos a intervenciones invasivas para crear un acceso al torrente sanguíneo y obtener flujos de sangre entre 250 y 300 ml/min.

Estos accesos son fístulas arteriovenosas y/o catéteres venosos centrales (CVC).

El perfil general del usuario de HD ha cambiado. Recientemente se ha producido un incremento de los pacientes que portan un catéter como acceso vascular (AV), como consecuencia del agotamiento de un AV previo o la IRA. Actualmente, las complicaciones derivadas del uso de estos AV constituyen un problema creciente en la asistencia al paciente de HD.

La fístula arteriovenosa interna (FAVI) es el acceso idóneo según la evidencia científica. Sin embargo en las unidades de diálisis se encuentra un uso generalizado de catéteres venosos centrales. (9)

Si la previsión de uso de dichos catéteres es superior a 3-4 semanas se recomienda utilizar la técnica de tunelización, que ha mostrado reducir la incidencia de infección y disfunción, con lo que se alcanza mayor eficacia de hemodiálisis.

Los catéteres venosos centrales pueden ser de uso temporal (inferior a tres semanas) o permanente. En ambos casos sería recomendable que su uso fuese exclusivo para las sesiones de hemodiálisis, de forma que se reduce la posibilidad de contaminación u obstrucción por manipulación de los mismos.

El uso de los CVC conlleva el riesgo de aparición de infecciones asociadas, entre las que destacan la bacteriemia, tunelitis o infección del túnel bacteriano y la infección del orificio de salida del catéter.

Las bacteriemias tienen una elevada morbi-mortalidad en pacientes en TSR. En el año 2011 en el Hospital Universitario Reina Sofía, Córdoba, se realizó un estudio observacional prospectivo, cuyos resultados aíslan como gérmenes más frecuentes en CVC los cocos Gram positivos, entre ellos el Staphilococcus aureus. La mortalidad en el periodo de seguimiento de dicho estudio ascendió al 14%. (10)

Esta tasa de mortalidad se corresponde con la tasa española, que en los últimos años ha descendido levemente por la población envejecida y las comorbilidades.

La incidencia de bacteriemia relacionada con los CVC varía con una media aproximada de 1,5 bacteriemias/1000 catéteres-día.

El uso aséptico del catéter reducirá el riesgo de bacteriemia puesto que se evitaría el paso de patógenos externos a través de las luces del catéter, sin necesidad de administrar fibrinolíticos o antibióticos para sellarlo.

El papel de Enfermería es, por tanto, fundamental en el manejo de CVC y en la prevención de complicaciones secundarias al uso de dicha vía. Asimismo, la educación sanitaria y entrenamiento a los pacientes portadores de accesos vasculares en el autocuidado de los mismos, es fundamental para evitar complicaciones infecciosas.

La importancia sanitaria, económica y social de la IRC se conoce principalmente por el impacto del TSR. No obstante, una gran parte de los pacientes que la padecen no llegan al estadio final, por la aparición de complicaciones graves potencialmente mortales.

A continuación, se expone una revisión bibliográfica actualizada sobre las infecciones relacionadas con el uso de accesos vasculares en HD en pacientes con ERCA y su relación con la calidad de vida auto percibida.

METODOLOGÍA

Se ha realizado una revisión bibliográfica de la literatura científica durante el período de tiempo Diciembre 2019 a Abril del 2020.

La revisión bibliográfica se ha realizado en las bases de datos Scielo, PubMed, Alcorze, Dialnet, UpToDate, Science Direct y Cuiden.

De todas ellas, algunas bases de datos han sido consultadas sin encontrar artículos convenientes.

Además de bases de datos y artículos científicos, se han utilizado publicaciones científicas como la Revista de Nefrología, Enfermería Nefrológica, la página Web de la Sociedad Española de Nefrología y otras páginas Web.

A continuación, se especifica la estrategia de búsqueda en las diferentes bases de datos. Entre ellas, los filtros de búsqueda (intervalo de tiempo desde 2007 a 2019 e idioma castellano/inglés), las palabras clave («hemodiálisis», «diálisis», «catéteres venosos centrales», «infección», «cuidados diálisis», “calidad de vida”, “dependencia”, “autocuidado” etc.), los artículos encontrados y de ellos, los usados.

Las palabras clave utilizadas en la búsqueda bibliográfica han sido modificadas durante ella en función de los resultados obtenidos para ajustar la búsqueda y adaptarla al objetivo principal.

Después de la búsqueda, se han seleccionado los artículos que más se adaptaban al tema a tratar desechando otros artículos de estas y otras bases de datos por no ajustarse a las limitaciones establecidas.

Además de formatos impresos entre los que se encuentran varios libros, el protocolo de la Unidad de Hemodiálisis cedido por el Hospital San Juan de Dios y el Hospital Clínico Lozano Blesa, de Zaragoza, y material audiovisual publicado por la Sociedad ALCER.

Tras la intensa búsqueda bibliográfica en bases de datos, literatura escrita, revistas científicas, protocolos cedidos por diferentes instituciones y la consulta de páginas Web se ha obtenido una bibliografía con 32 referencias, lo cual ha permitido establecer un punto de partida al conocer la relación existente entre la aparición de complicaciones infecciosas en pacientes en HD y como estos las perciben en la dimensión de salud general auto percibida.

DISCUSIÓN

La Enfermedad Renal Crónica es una patología que requiere adaptación, conocimiento y cuidados específicos por parte del paciente que la padece y su familia. El TSR más extendido es la HD, seguido por la diálisis peritoneal, el transplante renal y tratamiento conservador.

Todos ellos suponen un cambio significativo para el paciente y un proceso continuo de adaptación en los hábitos diarios.

Descrita la importancia del TRS en pacientes con ERCA y lo que ello implica en todas las esferas de la vida, hablar sobre las complicaciones más frecuentes y como esto puede influir en la calidad de vida de los pacientes, es fundamental.

Los factores más influyentes en la elección de la modalidad de TRS son las propias características de la enfermedad, factores epidemiológicos como la edad (los usuarios de DP son más jóvenes que los que reciben HD o tratamiento conservador) y factores socio-económicos. Esta elección en muchas ocasiones no puede ser meditada de forma reflexiva puesto que hasta el 33% de los pacientes comienzan TRS de forma aguda. (11)

La importancia de los cuidados diarios está justificada en todos los casos, pero especialmente en aquellos pacientes con acceso vascular.

La implicación del paciente en el autocuidado es esencial para que el TSR sea óptimo, evitando complicaciones susceptibles de dificultar y/o empeorar su propia salud. (12)

El tratamiento con mayor número de pacientes es la hemodiálisis. La HD requiere la implantación de accesos vasculares: fístulas arteriovenosas y catéteres venosos centrales. De ellos, los más usados y recomendados por la evidencia científica como AV de elección son las FAVI. Sin embargo, todavía hoy, muchos pacientes son portadores de CVC permanentes o temporales, como primer AV por aparición de IRA o como segunda opción tras el fallo de FAVI.

El manejo de estos CVC es habitual (varias veces por semana) y por tanto, puerta de entrada para las infecciones.

Las complicaciones más habituales y lesivas son la infección y la obstrucción. (13)

En cuanto a la obstrucción, en un estudio realizado en Málaga (2015) en una unidad de HD se produjo disfunción en el 2,4% de los CVC usados, de los cuales menos del 1% precisaron terapia fibrinolítica. (14)

Sobre la infección, algunos datos que reporta la evidencia científica sobre las bacteriemias son los siguientes:

– Las tasas de infección fueron de 0,75/1000 días-catéter (otros autores hablan de tasas menos a 1-2 episodios/1000 días-catéter).

– El tiempo transcurrido entre la inserción del CVC y la aparición de la infección oscila entre 11 y 29 días. (15)

En otro estudio sobre bacteriemia asociada al uso de CVC en HD, la tasa de bacteriemia al inicio fue de 0.52 bacteriemias/1000 catéteres-día, mientras que tras la implantación de medidas protocolizadas sobre el manejo aséptico de CVC disminuyó hasta el 0.20 bacteriemias/1000 catéteres-día.

El estudio identificó que el 99% de las enfermeras tenían conocimientos teóricos sobre el manejo de CVC y el 90 % lo aplicaba correctamente. (15)

La colocación y uso de CVC para HD, produce una acentuación de complicaciones infecciosas; y se ha probado que el alivio en la asepsia está directamente relacionado con un aumento de los episodios de infecciones. (16)

La infección predomina en aquellos pacientes con menos de un año de HD, mayoritariamente portadores de CVC. Los microorganismos patógenos aislados más comunes se correspondieron con Staphylococcus aureus meticilino resistente (SAMR), Staphylococcus aureus y Staphylococcus epidermidis.

El tipo de acceso vascular se considera un elemento de riesgo en el desarrollo de infecciones, particularmente bacterianas; el riesgo disminuye más en las FAVI y es sensiblemente mayor en los CVC (tunelizados y no tunelizados).

En un estudio realizado en Cuba en 2018, se observó infección en el acceso vascular en 22,5% en una unidad de HD. El riesgo de septicemia en pacientes con CVC fue razonablemente mayor al empleo de FAVI. (17)

Los autocuidados en el acceso vascular son fundamentales. Para que el paciente pueda llevarlos a cabo, la enfermera es la profesional de referencia para la su­pervivencia del AV en estos pacientes, así como en la educación sanitaria. La enfermera es capaz de proporcionar conocimiento mediante información completa, sencilla y clara. La calidad de vida de los pacientes dializados podría verse aumentada después del uso continuado de modelos de autocuidados. En el estudio realizado por García Araque y Sancho Cantus publicado en 2015 se concluyó que los pacientes objeto de estudio tenían un nivel de conocimientos alto en la mayoría de los casos.  (18)

La calidad de vida de las personas que conviven con la ERCA se ve afectada porque dependen de cambios en su modo de vida, pudiendo presentar déficit de la función física, mental, emocional, laboral y espiritual.

Es un objetivo prioritario de enfermería conocer la información que el paciente posee sobre los diferentes tratamientos, sus derechos sobre la libre elección de estos y sobre los cuidados especiales que deberá realizar en caso de implantación de AV para HD o DP, ayudando a disminuir la morbi-mortalidad y aumentando su calidad de vida.

En una revisión bibliográfica, publicada en Colombia en 2015, se afirma que “la calidad de vida está directamente relacionada con la salud en general, la interacción social, familiar y por último, de la propia percepción de la vida”. (19)

En relación a la calidad de vida de los pacientes dializados, un estudio descriptivo transversal realizado en Tarragona por Seguí Gomà, Amador Peris y Ramos Alcario publicado en 2010, afirmó que los pacientes con ERC en TSR tenían peor calidad de vida en todas las dimensiones estudiadas (función física, rol físico, dolor corporal, salud general, vitalidad, función social, rol emocional y salud mental) que la población referencia. Además se concluyó que “existe una calidad de vida disminuida en estos pacientes, siendo esta calidad peor en los mayores de 65 años portadores de catéter temporal”. (20)

En este mismo estudio cabe destacar que la dimensión de salud general es la peor valorada, y se agrava considerablemente en portadores de catéter temporal, por la aparición de problemas relacionados con los flujos que admiten, trastornos trombóticos, estenosis, etc. (20)

La mayoría de pacientes tienen la percepción de una calidad de vida clasificada como muy baja, baja y en último lugar, media.

Las dimensiones de calidad de vida con peor percepción son la salud física y la salud mental y esta idea empeora conforme se incrementa la edad por los cambios asociados al envejecimiento.

La incertidumbre con respecto al futuro y la evolución de la ERC, la dependencia al TSR, cambios en la situación laboral, relaciones sociales, restricciones en la dieta y cambios de hábitos, entre otros, dan cuenta de los trastornos emocionales a los que estos pacientes estarían sometidos, viendo así afectada su salud y calidad de vida.

Esto implica que vean modificado su grado de funcionamiento cognitivo, físico y social, al igual que la percepción general de la salud y su bienestar emocional. (21)

Sin embargo, un estudio realizado en Brasil en 2011, nos da muestra de la satisfacción que sienten los encuestados en relación al apoyo que reciben por parte del equipo de salud. Entre las puntuaciones más bajas destacan la sobrecarga y las interferencias que la enfermedad provoca en la salud en general y la función física y apoyo social en particular. (22)

De un estudio realizado por Cuevas-Budhart, Saucedo García y otros autores en México publicado en 2017 se obtuvieron los siguientes datos:

El 77% de los participantes presentaron complicaciones, de las cuales casi el 70% por HD, 5% por la propia evolución de la enfermedad y 25% por la combinación de ambas.

Las complicaciones más frecuente en el tratamiento de HD fueron: hi­potensión (35.5%) infección del acceso vascular (24.0%), cefalea (22.3%) y crisis hipertensiva (14.5%).

Las complicaciones más significativas y propias del avance de la ERC fue­ron: anemia, hiperparatiroidismo secunda­rio y alteraciones electrolíticas. (23)

Por tanto, los resultados de este estudio muestran la necesidad de los proyectos educativos di­rigidos a los pacientes que comiencen he­modiálisis con la intención de evitar la aparición de complicaciones, permitiendo así una evolución favorable de la enfermedad y calidad de vida conservada.

La calidad de vida se ve francamente afectada cuan­do aparecen complicaciones al TRS o propias de la IRC. Los pacientes que durante la HD muestran alguna complicación per­ciben su calidad de vida como mala relacionado con los ingresos hospitalarios por infecciones. Entre las complicaciones más habituales aparecen las alteraciones de la presión arterial, infección del acceso vascular y cefalea. (23)

Por tanto, se puede afirmar que la ERC, el tratamiento de HD y posibles complicaciones traen cambios significativos en la vida de los individuos que la padecen. (24)

Aunque la diálisis tiene beneficios que no reportan otros tratamientos, se considera un factor estresante de relevancia. Iniciar la HD se asocia con la merma del estado funcional de los pacientes y su la calidad de vida.

Los mecanismos de afrontamiento y el apoyo social son aspectos influyentes a la hora de evaluar la calidad de vida.

Los datos sobre dependencia que ha aportado un estudio realizado en Alicante en el año 2019 son claros. Más del 80% de los pacientes estudiados tenía dependencia para AIVD y supera el 40% para ABVD. Los pacientes con mayor grado de dependencia de la AIVD tuvieron una peor calidad de vida con mayores diferencias en las actividades diarias y sociales y apoyo social. (25)

Cabe destacar que un elevado número de pacientes presenta algún tipo de dependencia, generalmente física, y por tanto, necesita ayuda para las actividades básicas que se realizan durante las sesiones de HD (vestirse, subirse a la báscula, trasferencia sofá-silla-cama).

El grado de dependencia de los pacientes dializados aumenta en relación con la edad y comorbilidad. (26)

El entorno familiar aporta la mayor parte de los cuidados a los enfermos crónicos con cierto grado de dependencia. Los pacientes dializados se vuelven más frágiles y requieren generalmente del soporte familiar pudiendo ocasionar en su cuidador sobrecarga.

El nivel de dependencia y la sobrecarga del cuidador están correlacionados de forma positiva, cuanto mayor grado de dependencia tiene el paciente, más so­brecarga soporta la figura del cuidador.

Cabe destacar la diferencia en el perfil de los pacien­tes en los TSR más usados; los pacientes más ancianos se dializan, y tiene mayor índice de comorbilidad y dependencia que los pacientes en DP. No obstante, éstos llevan más tiempo con el tratamiento y supera el 50% aquellos que precisan ayuda para su correcta realización.

Un estudio realizado en León en el año 2016 habla sobre el perfil tipo del cuidador, como mujer (73%) de mediana edad (54 años), con un nivel de sobrecarga bajo y sin diferencias significativas entre las cuidadoras de pacientes en DP y HD. (27)

En una revisión bibliográfica publicada por la Sociedad Española de Nefrología en el año 2012 sobre soporte renal y cuidados paliativos se habla de los cuidados paliativos, como un concepto emergente, que deberían estar disponibles desde el diagnóstico, enfatizando de forma clara en el pronóstico.

Para que el paciente pueda beneficiarse de estos cuidados en caso de abandono del TRS o sin haberlo iniciado, el enfoque debe ser interdisciplinario, incluyendo cuidados para el paciente, cuidador y/o familia. La decisión debe ser medida y compartida por equipo sanitario, paciente y entorno.

Los beneficios que puede reportar principalmente son el manejo de dolor y del sufrimiento mejorando el confort al paciente y a la familia en fases terminales de la enfermedad. (28)

Los adultos en tratamiento de diálisis son cada vez son más longevos y representa un reto importante para el sistema de salud. El deterioro cognitivo, el abandono social o la falta de apoyo y las limitaciones en la movilidad complican todavía más la situación de salud de estos pacientes. (29)

En cuanto al estado psicofísico del paciente que acude a HD, encontramos un perfil de edad media, depen­dencia moderada, con trastornos de ansiedad moderada o baja y alta probabilidad de padecer trastornos de­presivos, con afectación en la calidad de vida relacionada con su salud en el aspecto mental, físico y cognitivo.

Según un estudio realizado por Pedreira Robles G, Vasco Gómez A y otros autores publicado en 2018, la edad media de los pacientes evaluados no era muy alta pero la prevalencia de trastornos de ansiedad, depresión, dependencia o deterioro cognitivo si era elevada. (30)

Las estrategias de afrontamiento (EA) pueden modificarse mediante terapia de la conducta, y éstas parecen ser eficaces para mejorar algunos de los síntomas psicológicos descritos anteriormente.

Los estilos de afrontamiento son definidos como es­fuerzos cognitivo-conductuales para manejar deman­das internas o externas que se perciben mayores a los recursos que la persona cree que posee.

Se concluye, partiendo de resultados de otros estudios científicos, que los pacientes con EA activa presentan mejor calidad de vida, tanto en la percepción propia de la enfermedad como a nivel general, en comparación con los pacientes con EA pasiva. (31, 32)

CONCLUSIONES

Tras la exposición de datos, queda probada la necesidad de invertir en formación sanitaria y educación a los pacientes en su autocuidado.

El conocimiento que adquieren a través de la educación sanitaria los enfermos renales les posibilita a la participación y toma de decisiones de forma activa sobre su enfermedad y tratamiento, logrando así acercarse a conseguir los resultados anhelados.

Para lograr estos resultados, se deben plantear desde el inicio de las intervenciones de salud unos objetivos que se centren, principalmente, en las necesidades propias del paciente, dotándole de herramientas para afrontar posibles dificultades que puedan ir apareciendo y generando así, la adquisición de hábitos para lograr independencia y cuidados conscientes.

Además del paciente, la familia y su entorno más próximo están con­siderados como parte esencial en el proceso de cuidados. Es fundamental su integración para lograr un contexto de hábitos saludables y estilo de vida adaptado a las características propias de la enfermedad.

Es necesaria la evaluación de las condiciones de vida relativas a las áreas físicas, socioculturales y económicas, para determinar si existen los medios adecuados para que el paciente reciba la atención que precisa.

Gracias a la evaluación de la satisfacción de los pacientes, podemos conocer las áreas que estos consideran desprovistas y mediante la evaluación de los resultados de los cuidados, centramos los esfuerzos sanitarios en mejorar aquellas condiciones de las que puedan beneficiarse los pacientes de cuidados y prestaciones asistenciales.

El conocimiento de la enfermedad y la capacidad de hacer frente a las consecuencias que de ella derivan es un valor que contribuye a mejorar la autopercepción de salud en pacientes con ERCA. Los esfuerzos y la asistencia sanitaria deben ir no solo encaminados al tratamiento curativo o paliativo, sino a la prevención de complicaciones, y hacia la mejora de la calidad de vida global de las personas con ERCA.

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